꒰ 006 !
capítulo┊ ✦. :: seis
♡ ﹙la verdad﹚ ❋ ˚ ݂ ꛒ
Carlisle no entendía por qué Lydia lo miraba de esa forma. ¿Había hecho algo mal? ¿La había lastimado sin querer? Entonces él también se preocupó.
—¿Qué ocurre? —se atrevió a preguntar.
—Estás helado. Sé que hace frío pero en serio te estás congelando —Lydia limpió los restos de lágrimas y se puso de pie con un salto, corrió por los pasillos del hospital y no tardó más de dos minutos en regresar con un termómetro.
Carlisle la miró con pánico y se puso de pie muy exaltado. Si fuera posible, se hubiera puesto pálido.
—Lydia, estoy perfectamente bien.
—¡Claro que no! Estás helado, tal vez tengas hipotermia y sé que eres un médico pero incluso nosotros nos podemos enfermar.
El hombre dio un par de pasos atrás bastante nervioso. No podía dejar que le tomara la temperatura o de lo contrario tendría que dar explicaciones... las cuales no esperaba dar tan pronto.
—Lydia, en serio estoy bien.
—Carlisle Cullen —le reprendió en voz alta— toma asiento ahora mismo o llamaré a una enfermera.
No necesitaba más público y no le quedó otra opción más que ceder. Tomó asiento y dejó que Lydia se acercara. Aún podía huir, pero era algo que la chica no iba a olvidar jamás y no la podría evitar para siempre.
Las manos de la chica tocaron con suavidad y extrema delicadeza que resultó algo realmente celestial para el hombre. Casi olvida que estaba a punto de meterse en serios problemas.
—Carlisle, en serio estás frío. ¿Tienes algún síntoma? ¿Te duele algo? ¿Has dormido bien? ¿Tu alimentación es buena?
El hombre ni siquiera fue capaz de responder cuando Lydia le quitó la corbata y le desabotonó los primeros botones de su camisa. Ella había pasado por alto la acción pues sólo estaba concentrada en atenderlo y asegurarse de que estaba bien. Pero fue completamente diferente para Carlisle. No estaba acostumbrado a ese tipo de contacto y sin embargo, se lo estaba permitiendo.
Bien podría ponerse de pie, alzar la voz y decirle a la pobre chica que se alejara, pero incluso en el fondo de su muerto corazón, deseaba que Lydia supiera la verdad para dejar de cargar ese peso que se cernía en sus hombros.
Le colocó el termómetro y esperó paciente.
—No has contestado mis preguntas —le recordó la chica.
—No hay ningún síntoma, no tengo ningún tipo de dolor, considero que mi periodo de sueño es aceptable y sí, mi dieta es de hecho bastante estricta —contestó con completa calma y sonriendo al final de su oración.
No pudo evitar notar la expresión de preocupación de Lydia. Al menos ahora sabía que no lo iba a dejar morir por más que le desagradara.
La chica sacó el termómetro y lo miró por un minuto entero. Luego negó con el ceño fruncido y lo ajustó para volver a tomarle la temperatura al hombre.
—Creo que está mal el termómetro, según lo que marca... —dejó salir una risa— ni siquiera es posible. Sólo un muerto tiene esa temperatura.
Pero Carlisle no se rió y fue algo que Lydia no dejó pasar por alto.
—Tal vez lo mejor sea que te lleve a una camilla de inmediato y te ponga algunas compresas tibias. Aunque es extraño que no estés sudando o teniendo algún otro signo de la hipotermia —había comenzado a balbucear.
Carlisle la tomó de las manos para detenerla y también le devolvió el termómetro que había vuelto a marcar el mismo número que la primera vez. Entonces Lydia sintió que ella también se congelaba. Se soltó del agarre de Carlisle y una mano temblorosa se dirigió a su cuello, el hombre la miró en silencio y sin moverse.
—No tienes pulso —dijo con un hilo de voz y dio un paso atrás para no caerse.
Tenía miedo y Carlisle fue capaz de olerlo.
—Lydia, necesito que te calmes y vayas conmigo a mi oficina —se puso de pie, pero eso sólo provocó que la chica diera otro paso atrás. En serio estaba aterrada.
—Quédate donde estas o llamaré a la policía —amenazo con voz temblorosa.
Carlisle levantó las manos y no se movió de su lugar.
—Lydia, por favor escúchame. Te lo puedo explicar.
—Entonces hazlo. Pero no nos moveremos de este lugar.
¿Por qué cuando las cosas comenzaban a ir bien, tenían que caer en picada?
—Entonces toma asiento —le señaló el sillón detrás de ella y él regresó a su lugar de antes.
Ella lo pensó un segundo pero lo hizo sin bajar la guardia y mirando fijamente al hombre.
—¿Eres un zombie? —preguntó auténticamente preocupada.
Si no fuera un momento tan serio, Carlisle hubiera reído con fuerza.
—No —contestó con seriedad.
—Entonces... ¿por qué no tienes pulso y tienes la piel tan fría?
Hubo un abrumador silencio.
—Es algo complicado de decir... —comenzó— pero realmente espero que me creas y también espero que entiendas que jamás haría nada para lastimarte.
Lydia frunció el ceño.
—Solo dilo, la intriga me asusta más.
—Soy un vampiro.
Lo miró fijamente y una risa se le escapó. Una fuerte risa.
—¿Me estás tomando el pelo?
Él negó. Seguía serio y sereno.
—Claro que no. Es la verdad.
Ella se puso de pie y comenzó a caminar en la pequeña sala de espera.
—No te creo —se detuvo de pronto y lo miró— los vampiros no existen. O tal vez sí y yo soy una mujer lobo —Carlisle ladeó un poco la cabeza— es una maldita broma. Por supuesto que es una broma. Me abro a ti y tu simplemente... me haces esto.
—Lydia, no es así. Te estoy diciendo la verdad, nunca esperé que las cosas se dieran de esta manera.
—¿Entonces es eso? ¿Esa es la razón por la que eres mejor que yo en todo?
—No me considero alguien mejor, pero si lo pones de esa manera... mi condición me permite ser mejor en muchas cosas.
Lo miró con los ojos muy abiertos y luego comenzó a negar.
—No puedo con esto. En serio no puedo —se abrazó a sí misma— sólo aléjate de mi.
Lo miró una vez más antes dar media vuelta y dirigirse directamente al estacionamiento. No tenía cabeza para pensar en sus cosas o para cambiarse de ropa. Al menos llevaba las llaves del auto consigo y sin pensarlo mucho se fue a su casa.
La cabeza le dolía y no entendía absolutamente nada. Pero tenía algo muy claro: no quería volver a cruzar caminos con Carlisle Cullen.
: ‹𝟹 todos los votos y
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