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Never be Alone

Me senté en la cama de un sobresalto, un fuerte estruendo había sonado en el piso de abajo.

Busqué el interruptor del velador que tenía a mi lado, en la mesa de noche. La habitación se iluminó de repente con una tenue luz medio amarillenta.

Miré mi reloj despertador, decía "03:00AM" con el color rojo característico de los relojes digitales.

Me levanté, caminando con sumo cuidado hacia la puerta. Al salir al pasillo oscuro, parpadee varias veces rápido para que mi vista se acostumbre a la oscuridad.

Comencé a caminar por el pasillo, tanteando con las manos la pared, para saber cuándo llegue a las escaleras.

Al dejar de sentir pared, supuse que estaba ya en las escaleras. Eso significaba que allí estaba el interruptor del pasillo. Al encender las luces, todo el pasillo se iluminó, cegándome por un instante.

Cuando mi vista se volvió a acostumbrar a la luz, miré a las escaleras, donde había pura oscuridad.

—¿Mamá, eres tú? —pregunté, aunque era imposible que fuera ella, puesto que trabaja hasta la mañana en el hospital de Redford Hills.

Miré a mi izquierda, desde el otro lado del pasillo podía sentir que alguien me observaba, lo cual era imposible, podía ver claramente como no había nadie.

—¿P-papá, eres tú? —otra pregunta idiota, podía escucharlo roncar desde el cuarto que estaba al lado de mi habitación.

Suspiré y me armé de valor para bajar las escaleras, muy lentamente para evitar caerme y hacer ruido, por si era un ladrón, aunque también era algo idiota, puesto que ya hice dos veces ruido al llamar a mis padres y al prender la luz, si era un ladrón, ya sabe de mi presencia.

Al llegar al vestíbulo de mi casa, el cual era un cuarto bastante pequeño, accioné el interruptor de la luz, prendiéndose la luz con un parpadeo.

Al girarme hacia la puerta que daba a la sala de estar, pude ver la causa del estruendo: la foto de boda de mis padres estaba tirada en el suelo, con el marco y el vidrio rotos. Al lado, la ventana abierta de par en par.

«¿Un ladrón?»

Dije dentro de mi mente, puesto que estaba paralizado por algún motivo. Cuando agudicé mi vista fuera de la casa, pude ver la causa del porqué.

Fuera había una figura oscura, muy delgada, solo se podían ver los ojos, dos puntos blancos en la oscuridad. Cuando nuestros ojos se chocaron, corrió hacia detrás de la casa.

—¿Qué... era eso?

Subí corriendo al cuarto de mi padre, pero al abrir la puerta, ya no estaba, solo había unos arañazos en la pared cerca de la ventana, que estaba abierta de par en par, y un rastro de arañazos que llevan de la cama hasta la ventana.

Al acercarme y ver por la ventana, la cual daba al patio, pude ver el cuerpo inerte de mi padre, tendido en el césped. Estaba rígido, con una cara de terror y un gran charco de sangre bajo de él.

Supe de inmediato que hacer: llamar a la policía. Corrí a la sala de estar, que era donde se encontraba el teléfono.

Cuando llegué, lo tomé velozmente, percatándome que no había línea.

Estaba paralizado, aun con el teléfono en mi oído, sin saber qué hacer, no podía salir, puesto que tal vez esa cosa siga fuera, tampoco podía llamar a nadie.

De pronto, se me ocurrió una solución: correr a la casa de al frente, donde mi mejor amigo vivía. El padre de él es policía, él podrá ayudarme.

Decidido, corrí al vestíbulo, dejando caer el teléfono, quedando colgado.

Salí de la casa, corriendo en línea recta, sintiendo algo detrás de mí.

Al llegar a la puerta, la golpee un par de veces, asustado, pero se abrió de inmediato. Sin pensarlo, entré, cerrándola detrás de mí.

Cuando trabé la puerta con el pestillo, me percaté que la puerta estaba vacía, y que además el coche del padre de mi amigo no estaba.

Presintiendo lo peor, corrí al cuarto de él, que estaba en la planta de arriba, que por algún motivo todas las luces de la casa estaban prendidas.

Al llegar a la habitación de mi mejor amigo, estaba vacía. Esa cosa había venido a aquí primero.

Maldije en un susurro, hasta que me acordé que Max, mi amigo, tenía una radio con la cual se comunicaba con su padre por si alguna emergencia ocurría.

Me acerqué al escritorio de Max, donde estaba su computadora encendida, dejando ver el escritorio como decía Windows 98. Al lado estaba la radio.

Sin saber cómo usarla, empecé a toquetear hasta que pude escuchar una voz.

—¿Qué sucede Max? —se escuchó la voz del padre de Max.

—S-soy Mike, hay una... cosa merodeando por aquí...

—Hey, más despacio. ¿Dónde está Max?

—N-no lo sé, cuando llegué estaba la casa vacía con todas las luces encendidas.

—¿Y de qué cosa estás hablando?

—No pude verla bien, pero ha matado a mi padre y creo que a Max también...

—¿Era delgada, con grandes uñas y ojos brillantes?

—S-sí.

—Voy de camino. Escóndete y no hagas caso a ningún ruido a no ser que sean unas sirenas. Esa cosa puede... —pero se cortó la comunicación.

«¿Esa cosa puede...? ¿Qué puede hacer?»

Miré detrás de mí, donde estaba el armario. Corrí a él y me escondí dentro, rezando que no tarde mucho.

De pronto, mi mano tocó a algo duro, una linterna. Decidí tomarla, podría llegar a ser útil.

La prendí para probar si andaba, haciendo que un haz de luz diera directo a mis ojos, cegándome de nuevo por unos segundos, apagándola al instante. Aunque, por unos segundos me pareció ver algo, por lo que la volví a prender, pudiendo observar el cuerpo inerte de Max.

Me quedé estático, sin saber qué hacer. Cuando reaccioné, salí del armario, es evidente que no es un lugar seguro.

De pronto, toda la casa quedó en oscuridad. Rápidamente prendí la linterna, comenzando a buscar algún lugar seguro.

Supuse que puede escalar por las ventanas, por lo que un lugar sin ventanas es buena opción: el baño.

Corrí a él, entrando y trabando la puerta con mi peso, sentándome en el suelo.

Volví a comenzar a rezar, que aunque no sea religioso, era lo único que podía hacer.

De pronto, unas sirenas se empezaron a escuchar, aunque por unos segundos, y de forma intermitente, como si quisiera llamar mi atención: Nathan, el padre de Max.

Corrí al piso de abajo, empezando a escuchar algo correr detrás de mí, haciendo que mire hacia atrás, apuntando con la linterna directo a la cara de la criatura, la cual era gris y esquelética.

Al llegar el haz de luz directo a los ojos de aquella cosa, logré cegarla por un instante, tiempo suficiente para destrabar la puerta principal y salir fuera, donde estaba un Ford Crown Victoria negro y blanco, con unas sirenas en el techo rojas y azules.

Corrí a él, done Nathan salió del coche, apuntándome con el arma.

—¡Abajo! —gritó él, haciendo que me tire al suelo.

Unas ráfagas de balas comenzaron a salir de la pistola de Nathan, dándoles de lleno a todo el cuerpo de la criatura, cayendo rendida al suelo cuando el cargador del arma se vació.

—¡¿Estás bien!? —preguntó alarmado, corriendo hacia mí.

—S-sí, estoy bien —fue lo único que logré decir, puesto que aún seguía en shock por lo que pasó hace escasos segundos.

—Descuida, ya todo ha acabado —dijo, tratando de tranquilizarme—. Sube al coche, iremos al hospital, tienes una herida profunda en el brazo.

Miré a mi brazo rápidamente, pudiendo ver una gran cicatriz sangrando, suponiendo que me la habrá hecho antes de cegarla, puesto que estaba demasiado cerca.

Al subir al coche, él medio un trapo para que me ponga sobre la herida, para evitar que siga saliendo tanta sangre y empezó a conducir directo al hospital donde trabajaba mi mamá, pudiendo ver la casa alejándose detrás de nosotros por el espejo retrovisor.

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