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Capítulo 20: Confesiones


Rebeca ya había llegado del viaje que hizo para la compra de insumos, y accesorios de las prendas que iba realizar para el concurso. Trajo diversas telas de diferentes texturas, tules, canesú, etc. Me dijo que se iba a inspirar en la primavera y para eso me mostro diversas imágenes de flores. —Son hermosas—exclamé

—sí, lo son, y sabes la naturaleza es perfecta ella misma combinan los colores para pintar las flores, el paisaje, el cielo, ella es una gran diseñadora.

—Si, es asombroso como lo hace.

Ella tenía talento para diseñar, mientras me sentaba en una silla y cortaba algunas telas que me había indicado. Me preguntó —Este concurso debemos ganarlo, y para eso haremos un diseño vanguardista. Las hombreras lo haremos en forma de pétalos y el escote será recto con los hombros descubiertos

Luego de que avanzamos con el vestido le puse al día de todo, del despido de Rosa, le comenté sobre Jake que era el hijo del alcalde , y sobre el bosque de luciérnagas.

Ella me dijo: —Yo no me he enamorado, pero con lo que me cuentas alguien ya te flecho.

—No es cierto —le dije, traté de negarlo, pero mis mejillas se tornaron rojos. Me levanté y le dije que iba al baño. Me lavé la cara, «No puede gustrame solo es un amigo». 

Terminamos de realizar dos vestidos que nos quedaron hermosos, me los probé y ella decía— te sientan bien

—de verdad

—por supuesto, si te pones una coleta o un moño, quedaría.

Al terminar los vestidos me dirigí a casa con Indomable pero la lluvia nos agarró en pleno camino. Me bajé del caballo para buscar un refugio, pero todos los árboles estaban mojados, en eso vi como un pequeño agujero que tenía la forma de una cueva, echa por las raíces de un árbol viejo y leñoso. Tuve la idea de meterme allí y protegerme de la lluvia, amarré a Indomable en una rama cerca de la cueva, y cuando me dirigí hacia ella, me agaché para entrar apenas lo hice, grité del susto.

—Lo siento, pensé que no había nadie— Me paré de prisa y fui cerca de indomable.

Dominick salió del agujero.

—¿Nevada?

—hola, pensé que no había nadie—le dije

las lluvias caían gota a gota

— me estaba refugiándome de la lluvia, ven si sigues parada te vas a empapar más.

—ah, no, mejor me...—No me dejó terminar la frase.

Se acerco hacia mí, me tomó del brazo y me llevó hacia la cueva

la verdad me agradaba estar con él, pero siempre me podía nerviosa. Entré a la cueva que estaba formada por raíces gruesas. Me senté sobre unas hojas secas. Él entró tras de mí. Se sentó y me observo con perspicacia

—Estas empapada. Para tu suerte traigo un suéter de recambio— sacó de su mochila el suéter y me lo dio.

—gracias—me saqué la chompa. Y encima del polo me puse el sueter, eso me recordó cuando nos quedamos encerrados en el colegio, la situación parecía ser el mismo.

—Los árboles formaron una cueva con sus raíces— mencioné para romper el silencio incómodo que manteníamos

—lo descubrí hace tres años, siempre que la lluvia me agarra de imprevisto, vengo a aquí.

—Me gusta mucho la cueva—murmure.

—Adivina que traigo en la mochila—me dijo

—ah, pues no se

—adivina, lo primero que se te viene a la mente

—¿Golosinas?

—no, son golosinas—sonrió con picardía

De la mochila sacó un libro viejo— cuando lo vi en la librería me recordó a ti.

—¿A mí?

—sí, cuando me preguntaste sobre si existían los elfos.

mientras me dio el libro su mano rozo con el mío

Agarré el libro y leí su nombre "El cantar de los nibelungos"

—Tus manos están heladas —mencionó

Las lleve hacia mi regazo, si es normal siempre lo están.

Lo vi como sacaba algo de su bolsillo me tendió unos guantes rojos — póntelos

—Gracias, pero no es necesario.

—Por esta temporada el clima es más frio, de puedes resfriar, o te puede agarrar una neumonía, yo sé lo que te digo

—de veras, no lo necesito.

—¿quieres que te lo ponga yo?—dijo enarcando una ceja

—nunca vas a dejar de amenazarme

—Bien, dame tu mano

Agarré los guantes de sus manos y se los quite —me los pondré, tú ganas—

cuando lo mire, sonrió.

Dentro de unos minutos entré en calor, era verdad necesitaba esos guantes, mientras estaba leyendo entretenida el libro que trataba sobre Sigfrido un héroe que robo el tesoro de los nibelungos que eran unos enanos, y la capa de la invisibilidad, era un héroe con poderes. Y que fue a parar a un reino donde se enamoró de una princesa. Me estaba gustando la historia.

—Puedo preguntarte algo— me dijo Dominick interrumpiendome la lectura.

—claro—le dije cerrando el libro

—¿Por qué eres así?

—A que te refieres

— esquiva, no te relaciona mucho

—me gusta ser así, siempre lo he sido.

—Y ¿por qué?

No quería contarle nada de mí, ni porque me encerraba en mi mundo.

—porque, la vida me trato así—atiné a decir—. No lo entenderás, tú y yo somos diferentes—agregué

—por qué dices eso— me dijo

—tu vida es perfecta, lo he visto

—Y por qué lo ha visto me conoces—respondió

Me miraba con detenimiento, era algo incomodo hablar cuando me miraba así. Desvié mi miraba hacia el suelo

—Tú madre, tú hermano, tus amigos, son personas que te aprecian mucho, vives en un lugar hermoso. Pero no digas que me entiende por qué no me conoces. — dije alzando la voz, quería cerrar esta conversación incómoda.

—igual tú, no me conoces

Dominik se quedó callado unos segundo pensaba en algo, luego dijo — Tú pasado no determina tú futuro"

Tan solo oír esa frase, me dejó pensativa era cierto, porque siempre tenía la maldita razón.

—Tu pasado, no te encadena a ser la persona que eres, puedes cambiar, tú futuro.

Era verdad, lo que decía, tenía razón, porque siempre lo tenia, trataba de decirme, que no arrastrara con mi pasado.

—y eso es lo que yo he hecho —me dijo— mi vida no están perfecta, ni tan feliz como piensas—excamó

—Nunca lo he dicho antes, pero...

lo vi como pensaba unos segundos

—Carla, ella mmm, no es mi verdadera madre, y Lucas, no es mi verdadero hermano. —pronuncio.

Esa confesión me dejo helada, me quedé perpleja viéndolo, no sabía que decir.

Me miro, luego su mirada se dirigió hacia afuera, donde la lluvia caía chispeantemente y chocaba con el suelo.

—Mi madre era trabajadora social, ahora por Lucas, trabaja en la municipalidad del pueblo, pero antes trabajaba en la ciudad. Me adoptó cuando tenía 5 años, mis verdaderos padres murieron en un incendio, no los conozco, me llevaron a un orfanato a los 4 años. Carla trabajaba en esa organización, un día recuerdo que me hablo mientras estaba sentado en la acera del patio y veía a los otros niños jugar. Me preguntó porque no jugaba con los demás, llamó a un niño y le pidió que jugara conmigo ese día fui feliz, pero el siguiente, seguí sentado en la misma acera, me sentía solitario. Una semana después. Carla y Tomás me acogieron en su familia. Tomás el esposo de Carla eran una buena persona, el me enseñó a tallar madera. Y te mentí acerca de él cuando te dije que estába de viaje. El Murió cuando Lucas tenía dos años, antes de morir me dijo, cuida a nuestra familia, fueron sus últimas palabras— mencionó Dominick

En ese instante me percate que desde sus ojos salían algunas lágrimas.

Ante la situación sentí como mi cuerpo se movía por si solo.Me acerqué lentamente y lo abracé por detrás, me colgué a su cuello, puse mi rostro cerca a su nuca, no sé porque lo hice, pero el lloró en ese instante. Sentí como su respiración se agitaba.

—Lo lamento tanto, no tenía idea— dije entre lágrimas. — Él tomó mi mano y me jalo hacia delante, pero mi peso dejo que nos cayéramos hacia tras , traté de levantarme pero me agarró con sus brazos

Estábamos tumbados, mi cabeza, lo tenía sobre su pecho, sentía los latidos de su corazón, estos eran normales. En cambio mi corazón no paraba de latir desvocadamente , nunca me había sentido así con un chico.

—Déjame estar así un momento. Es la primera vez que se lo cuento a alguien, nadie en este pueblo sabe que soy adoptado, Carla y Tomas, siempre me consideraron de su familia, nunca me sentí solitario con ellos.

Él me tocó mi cabello con sus manos y me acaricio. Tan solo sentir su tacto me senti llena, senti una calidez en mi interior, senti que podia confiar en él. Me dio tristeza la confesión que hizo, no me lo esperaba.

—Lo siento por esto, no sé porque te lo cuento. Son mis problemas—Trató de decir.

—Al contrario, me alegra que me lo cuentes, puedes contarme lo que sea, aunque no sea tal vez de ayuda, pero puedo escuchar.—dije en voz baja.

—Ratoncito, también espero que puedas contarme más de ti

Sonreí ante su comentario. Luego que paso la lluvia, me acompaño a casa.

¿que opinan de Dominick hasta ahora? ¿ es un buen chico?

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