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Segundo capítulo: Sabotaje

—Entonces Yoongi no vendrá esta noche.

Miré a mamá de reojo, más por educación que por propia voluntad.

Ella parecía estar obsesionada con mi novio, lo quería como a un hijo más, y siempre me decía que ya era hora de que él y yo formalizáramos y nos reuniéramos en la sala de estar para hablar de nuestro futuro como pareja.

Jamás le hice caso. Todo tenía en esta vida su fin, y mi relación con Yoongi no era la excepción. Incluso ahora podía decir que lo nuestro corría peligro y pendía de un hilo solo por una beca, pero claro que no podía decirle eso a mi madre, eso solo desataría un sermón de parte suya sobre el amor y cientos de "te lo dije" de parte de mi padre. Finalmente decidí evitar todos esos disgustos y continuar con la cena, ignorando a mamá y a mi pequeña hermana de once años, que no paraba de sacarme la lengua y decirme que era un nerd por usar anteojos todo el tiempo. 

—¡Jimin! —de inmediato vi a mi madre que había gritado tan fuerte que el tímpano casi se me rompe— Te estaba preguntando sobre Yoongi —dijo esta vez en un tono más moderado— ¿Por qué no llegó?

Y fingí una sonrisa.

—Él tiene que estudiar para el examen de Inglés, y por cierto... yo también tengo que hacerlo. —reí y me levanté lo más rápido de la mesa, dejando con la palabra en la boca a mi madre y tropezando al instante con Jungjae, mi hermano mayor que ya venía con una barriga tan grande como el continente de Asia. Él solo emitió una queja y me miró por encima de su barriga de ocho meses.

Mamá ayudó a mi hermano a sentarse, dejándome arrojado en el suelo y con un dolor de trasero que al parecer a nadie le interesaba.

—La próxima vez ten cuidado, Jimin. Estoy con unos calambres y no quiero tener que sufrir otros por tu culpa.

Fruncí mi ceño y me levanté sacudiendo mi ropa en el momento.

—Eso es porque no haces nada más que estar en tu cama mientras que tu mari-novio te engorda al igual que un granjero a su vaca. 

Jungjae me miró con asombro y no tardé en reparar en mi error; le había dicho a mi hermano lo que tanto había estado guardando desde que me enteré de su embarazo. Jungjae tenía ya 29 años, tenía un trabajo seguro en la escuela más prestigiosa de Seúl como profesor de Lengua, y aún así, se había embarazado del mecánico personal de papá; un chico alto y poco musculoso que no había esperado ni un año de relación para jugar a la abeja y a la flor con mi hermano. Cierto que no tenía tanto tacto al hablar, pero realmente así eran las cosas, ni siquiera planeaban casarse hasta después del nacimiento de mis dos sobrinos. Sí, eran gemelos.

—¡Jimin! ¡No debiste decir eso! —gritó mi hermana corriendo a la ayuda de Jungjae, quien ya había comenzado a llorar como Magdalena.

—¡Estás castigado! ¡Nada de libros hasta la próxima semana! 

Abrí mis ojos en par al escuchar a mi padre y no tardé en correr hacia mi habitación. Papá siempre me quitaba mis libros cada que me comportaba mal, eso ya de por sí era algo malo, pero ahora, era una total tortura tomando en cuenta que toda esta semana estaría a prueba de exámenes, los cuales determinarían mi futuro.

Sin embargo, no lloré, ni nada por el estilo, solo comencé a estudiar/investigar por el único medio que me quedaba: el celular que mamá me había regalado en mi cumpleaños pasado para "conversar" con Yoongi, pero que generalmente utilizaba para realizar tareas cuando no podía quedarme hasta altas horas en la biblioteca.








●     ●     ●








Y este examen era el más difícil que había visto en mi vida entera, la profesora Grimaldi dijo que era una prueba proveniente de Harvard y que por lo tanto, deberíamos prepararnos bien. Sin embargo, varios de mis compañeros mordían el borrador de sus lápices mientras que otros solo miraban a la pizarra o a la pared, tal vez esperando a que esta les de la respuesta. Mas yo no era así, yo comencé a buscar opciones, a recordar todo lo que nos enseñó la profesora Grimaldi y a pensar en una vida nueva fuera de este país, lejos de mi hermanita que siempre me hacía bromas y de Jungjae. 

Aquella simple ilusión me ayudó/inspiró a terminar aquel examen, pero lamentable fue mi situación al ver que había sido uno de los penúltimos en entregar.

—¿Cómo estuvo tu examen? —preguntó Jungkook al verme salir de la clase de la profesora Grimaldi. Él venía siendo abrazado por Taehyung, su "amigo con derechos" según sabía de parte de mi amigo.

—Más difícil de lo común. ¿Y el tuyo?

Él solo se encogió de hombros, como si le importara muy poco.

—La profesora Soo no dejaba de pasar por mi sitio para saber si le estaba copiando a alguien, así que preferí entregarle antes de tiempo e irme de su clase.

Negué con la cabeza; Jungkook era un chico muy despreocupado en cuanto a sus asignaturas. Él no quería estudiar Derecho, al contrario, su amor más profundo iba por el canto, sin embargo, la influencia (presión) de sus padres le obligaron a seguir en esta carrera que realmente no le agradaba.

—¿Y ya solucionaste tus indiferencias con Yoongi?

Miré a mi mejor amigo para luego bajar la mirada. Ya podía ver (sin necesidad de hacerlo precisamente) cómo negaba con su cabeza; él siempre había sido así.

—¿Cómo lo sabes? —fue mi primera pregunta, casi nadie estaba al tanto de mi relación con Yoongi, y a pocos le importaba si discutíamos o no.

—En esta universidad todo corre como el viento. Ya todos saben que "los dos nerds están en una disputa".

Reí ante aquello y al parecer, Taehyung también, pues estaba que se carcajeaba de lo más lindo hasta que Jungkook le dio un golpe y entonces, solo en ese momento, se calló.

—Yo no fui el que comenzó, fue Yoongi. Él quiere ganar esa beca de Harvard, pero ni siquiera le agrada conocer otras culturas... enserio que no lo entiendo. —susurré lo último.

Fue entonces que Jungkook se alejó de Taehyung y me rodeó con sus brazos, él sabía que me dolía y ¿a quién no? Discutir con tu novio no es algo que quieras, al menos yo no.

Pero el momento cursi y triste se terminó cuando escuché que Min Yoongi había logrado sacar un perfecto 100% en la prueba de Inglés. Me separé de inmediato de Jungkook y corrí detrás de esos chicos que iban murmurando entre ellos.

Y en definitiva, mi novio sí había logrado obtener un 100%, y yo... yo estaba muerto de celos, de enojo.

Leí en un libro que muchas veces la cólera te maneja y ciega a la razón, que la ira es una de las emociones más vistas y la que menos sabemos controlar; pues lo que estaba a punto de hacer sí sobrepasaba todo límite y me rebajaba a cualquier nivel.

Abrí la puerta de la oficina de profesores y encontré la carpeta de exámenes, estaba a la vista de todos, pero yo era "todos" en ese momento.

No tardé en correr y revisar aquellas pruebas.

Al darme cuenta que eran pruebas sin revisar de la profesora Grimaldi, pasé a otra pila de más pruebas, eran las de primero, así que seguí con mi búsqueda hasta hallarlas, y al hacerlo, sonreí y las tomé en manos. 

Todo estaba siendo fácil para mí, incluso tenía en mis manos el examen de mi novio. La sonrisa que se formó en mi rostro no fue tan grande como las ganas que tenía de borrarle algunas respuestas.

Mi borrador estaba en mano y mi belfo era apresado por mis dientes con tal fuerza que ya podía sentir dolor. No sabía si hacerlo, porque con tan solo colocar la punta del borrador en la hoja ya me arrepentía de todo y pensaba en los buenos, pero pocos, momentos que Yoongi me entregó, sin embargo, al alejar el borrador podía seguir escuchando en mi cabeza sus palabras y la "amenaza" que me entregó.

Quería llorar, pero también quería esa beca, deseaba un buen futuro, un futuro lejos de mi familia. Y con aquellos pensamientos fue que comencé a borrar todas las respuestas de mi novio. Una vez que la hoja estuvo en blanco nuevamente, volví a rellenarlo, pero con cualquier opción que definitivamente no era la correcta. 

Corrí del lugar, tal cual ladrón que es consciente de que ha hecho algo malo, cuando terminé con mi "trabajo sucio".

Los pasillos de la escuela se encontraban vacíos a excepción del conserje que estaba limpiando las baldosas del lugar. Le sonreí a aquel hombre anciano y volví a correr hasta salir de las instalaciones educativas. Solo me detuve al dar vuelta a la esquina y cuando pude respirar con tranquilidad sin necesidad de sentirme culpable por lo que había hecho minutos atrás, sin embargo, al dar la vuelta para emprender marcha hacia mi hogar, me dí directamente con el rostro de Yoongi, casi caigo por la sorpresa, pero él me sostuvo de la cintura y sonrió.

—Y-Yo... —me maldije por tartamudear delante de él, y Yoongi no pudo dejar de sonreír al verme.

—Hola. —dijo algo incómodo, desapareciendo su sonrisa y soltándome al mismo tiempo.

Me alejé un tanto al darme cuenta de la situación comprometedora en la cual nos encontrábamos. Yoongi jamás había tocado más allá de mi mano o del rostro, éramos la típica pareja tradicional que solo se daba de piquitos hasta el matrimonio.

—Lo siento tanto —soltó de repente—. Me comporté como un egoísta y no quiero eso para nosotros, Jimin. Te quiero muchísimo y no quiero perderte por una simple beca que puedo conseguirla con mis esfuerzos en un futuro no tan lejano. 

Las palabras de Yoongi eran muy maduras para su edad, pero no siempre las decía, solo lo hacía al ver que era necesario y que le convenía darle la razón a alguien.

—Créeme, Jimin, te quiero demasiado. Llevamos un promedio de dos años juntos y no quiero echar todo eso a la basura por culpa mía. Solo olvidemos aquella beca y continuemos con nuestras vidas, nuestros sentimientos y nuestra relación.

Quería decirle que no, pero para ese momentos me sentía tan culpable por lo que había hecho que preferí aceptarlo y lanzarme a sus brazos, dándole un piquito y tratando de sonreír al estar apegado a su pecho. 

Me sentí mal, Yoongi no merecía esto, él era como un ángel, incluso estaba cediendo, a pesar de que fuera con una condición (olvidar aquella beca), una condición que no pensaba cumplir. 









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