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79: I wanna be your sleva [+18]

Axer

Aaron estaba charlando con un comité de una universidad de élite que estaba muy interesado en su tesis. Los escuchaba, asentía y meditaba sus propuestas tranquilamente cuando sintió la mano de Axer Frey sobre su hombro.

—Perdonen —les dijo a las personas importantes y se giró hacia Axer, quien no parecía tener nada de paz mental en ese momento.

—¿Podemos hablar? —espetó Axer en un tono que revelaba que no era un asunto discutible.

—No quiero problemas, Frey.

—Pensé que no se te daba eso de mentir.

Aaron sonrió halagado y se metió ambas manos en los bolsillos de su pantalón.

—Me declaro atrapado. De todos modos, que a ti se te dé todo mejor que al resto del universo no significa dejemos de intentarlo, ¿o sí?

—Jesper.

Aaron respondió arqueando una de sus cejas.

—Cierra la maldita boca un segundo. ¿Podemos hablar o no?

—¿Quieres hacerlo aquí? —inquirió Aaron con una sonrisa sugerente.

—Prefiero que sea en privado.

—Tan aburrido... —Suspiró el Jesper—. Deberías probar a salir de la rutina alguna vez. No te imaginas la adrenalina que provoca el exhibicionismo.

—No venía a matarte, Jesper, pero me lo estás poniendo jodidamente difícil.

—No puedes matarme. Soy socio de tu padre.

—Vuelve a retarme, te lo imploro. Dame una sukin syn razón para decir que tú lo provocaste.

Aaron se ríe y asiente, cediendo.

—De acuerdo, Frey, ¿dónde quieres que hablemos?

—Vamos al pasillo.

Sin ver atrás, Aaron lo persiguió al pasillo, donde Axer se frenó de manera abrupta.

Cuando miró a Aaron, se replanteó nuevamente la posibilidad de agredirlo. ¿Sería tan escandaloso? ¿Lo perjudicaría realmente? ¿No valdría la pena cualquier consecuencia solo por llevarse esa satisfacción consigo?

Aaron pareció leer ese debate en su mirada agresiva, pues le dijo:

—Adelante. Entre el dolor y el placer hay una línea muy delgada, y algo me dice que esto lo voy a disfrutar.

—Aaron.

—¿Sí, Frey?

Axer se disfrazó con una sonrisa asesina, y profirió editar sus intenciones originales, o nunca avanzaría con eso. Así que solo dijo:

—¿Qué tal el trabajo en Parafilia?

Aaron frunció el ceño, pues claramente esa pregunta no la esperaba, pero contestó sin miramientos.

—¿El que incluye sangre o placer?

—Ambos.

—Todo se me da muy bien, Frey. No te preocupes.

—Eso es lo que espero que me demuestres en un momento.

Aaron se veía confundido, pero Axer continuó con su protocolo.

—Ya conociste a mi novia, ¿no?

—Ya tuve el placer, sí. Aunque no el de mi preferencia.

—¿Y te gustó?

Aaron se cruzó de brazos antes de responder a eso.

—¿Quieres saber si me la cogería?

—Quiero saber si puedes hacer más que solo cogértela.

El rostro de Aaron no disimuló de ninguna forma su asombro.

—Vaya, Frey. Como sabrás, no soy un joven impresionable. Pocas cosas me sorprenden ya, pero créeme que no me esperaba que se te dieran los tríos.

Eso llevó a Axer al borde de una carcajada cínica.

—No te ilusiones, tú a mí no vas a tocarme.

—¿Vas a obsequiarme a tu novia? —Silbó—. Eso lo esperaba menos.

—Es que, verás, Jesper: soy el tipo de hombre obsesivo que sabes que soy, pero parte de mi necesidad de control implica que necesito satisfacer a mi novia. No puedo negarle el placer, aunque no venga de mis manos.

Aaron se pasó el dedo por los labios e introdujo una parte, rozando sus colmillos, mientras observaba a Axer con aprensión.

Sonaba demasiado bueno para ser verdad.

—¿Estás seguro? —indagó—. Voy a disfrutar mucho esto y sin ningún remordimiento. ¿Lo sabes, no?

—Estoy seguro. Mientras ella quede satisfecha.

Entonces la sonrisa demoníaca del joven de apariencia vampírica se expandió por todo su rostro.

—Vamos, tampoco me faltes al respeto. Sabes que cuando de dar placer se trata yo tengo el doctorado. Siempre que ella no... se escandalice.

Axer sonrió con suficiencia.

—Tiene la mente lo suficientemente abierta, por eso no te preocupes.

♟️♠️♟️

Cuando Axer volvió con Sina, ella estaba en un otro extremo de la habitación, moviendo los pies nerviosa y cruzada de brazos.

Cuando vio a Axer regresar, con Aaron detrás de él intacto, su pecho se relajó a la vez que su mente se incendió en alarma.

¿Qué coño hacía Aaron ahí?

Axer se acercó a ella y le acarició los brazos.

—Bonita, voy a presentarte a mi colega como se debe.

—¿Qué...?

Axer la levanta en sus brazos, alzándola y dejándola caer sobre el aparador, su culo azotando contra la madera.

Axer, indiferente a lo lento que Sinaí analizaba la situación, metió las manos dentro de la falda de ella buscando el encaje de la ropa interior.

Detrás de ellos, Aaron terminaba de quitarse su chaqueta.

—Axer... —musitó Sina con nerviosismo, pero Axer la tranquilizó dándole un beso corto detrás de su oreja, lo que le dio una idea a la joven de lo que estaba por desencadenarse.

El ruso logra bajarle la ropa interior, arrastrándola por sus piernas y dejándola a la altura de sus rodillas, el encaje negro haciendo contraste con su piel a través de la abertura de la falda.

Aaron desde su distancia prudencial, relamió sus labios antes de darles un leve mordisco que le sacó una gota de brillante carmesí.

Axer tuvo que contener la respiración al ver cómo Aaron observaba a su novia, pero obligó a controlarse. Notó que Sina tragaba en seco con la imagen que teniay al frente así que se posicionó detrás del aparador, tomando todo su cabello en un puño para controlarla cuando hiciese falta.

—Nada de gemir —ordenó Axer contra su oído, obligándola a estremecerse de un escalofrío—, ¿de acuerdo, gatita?

Ella, sintiendo que no podría decir una sola palabra sin delatar todo lo que estaba pensando, se limitó a asentir.

—Si te dan muchas ganas... —Axer llevó sus dedos a los labios entreabiertos de ella, restregando toda la tierna piel con la fiereza de su pulgar—... muerde estos lindos labios hasta que los rompas si hace falta, ¿está bien? No te preocupes por la sangre, será un lindo detalle para nuestro invitado.

Al decir esto, Axer dirigió sus ojos al joven Jesper. Millones de improperios y amenazas contenidas escapaban del ardor de sus iris, pero Aaron lo recibió todo con una reverencia complacida. Y como Aaron Jesper nunca pide permiso para nada, terminó de acercarse a Sinaí.

Puso sus manos en las rodillas de ella, haciendo que la chica contuviese la respiración por lo mucho que había añorado ese contacto. Y él la miró, sus ojos divertidos, buscando más que silencio mientras sus manos se deslizaban dentro de la línea de encaje negro presionada en sus piernas.

—¿Entonces quieres que te coja, dulzura?

Sinaí miró de reojo a Axer y prefirió callar, pero Aaron no estaba dispuesto a avanzar sin que ella lo reconociera.

—¿No vas a decir nada?

Ella negó, o lo intentó, pues su cabeza estaba fuertemente aferrada por el agarre de Axer Frey.

—Yo no trabajo así —bromeó Aaron—. Yo necesito que me digas qué quieres te haga, porque sin duda yo voy a pedirte muchas cosas.

La mano de Axer se cerró con fuerza sobre el muslo de Sina, justo en esa parte tan cercana a su entrepierna. Su presión era tanta que la lastimaba, pero más que frenarla eso solo hizo mucho más difícil la respiración de ella, quien empezó a fantasear con que le hicieran mucho más daño.

Aaron, todavía buscando las palabras de ella, se acercó tanto a su boca que, al sacar la lengua, le fue posible delinear todo el contorno con la punta. Ella, recibiendo el contacto con electricidad en todo su cuerpo, entreabrió los labios, ansiosa porque él se la metiera entera.

Pero Aaron no lo hizo, siguió rozándola con esa lentitud desesperante hasta que le robó un jadeo. Entonces, la mano de Axer tiró del cabello de Sina y la volteó lo justo para que lo vea directo a los ojos.

—Sin gemir. Lo siento —dijo ella de inmediato con la voz entrecortada.

La otra mano de Axer se alejó de su pierna y subió hasta su mejilla, acariciándola con una delicadeza maliciosa, haciendo estragos en ella.

—Si no puedes mantenerte en silencio tendré que castigarte.

Y mientras Axer decía esto, la boca de ella se abrió con los gemidos atorados en su garganta, estrangulándola, pues los dedos de Aaron viajaron a su entrepierna y comenzaron a rozar la evidencia de su excitación por fuera, multiplicándola.

Al ver su cara de placer absoluto, Axer apretó sus párpados y mordió sus labios, conteniéndose a duras penas.

—Ya no necesitas decirme nada —dijo Aaron, jugando en su clítoris, usando la propia humedad de ella para lubricarlo—. Tus fluidos hablan por ti.

Axer siguió mirando a Sinaí, devorando cada gesto de ella, odiándolos tanto como a su pesar los disfrutaba.

—Cada vez más sucia, gatita... —musitó Axer con una sonrisa ladina.

—Y cada vez te encanto más, Frey —contesta ella en un hilo de voz.

Entonces, Sina sintió que su mano era tomada. Aaron, con la misma malicia de siempre brillando en su rostro, la condujo hacia su abdomen, donde sus ojos no habían dejado de mirar desde el primer encuentro. Los dedos de ella rozaron la piel helada de él, deleitándose en lo indebido, en cada hendidura de sus abdominales, en esa vertiginosa curvatura que descendía hasta...

Cuando Aaron bajó la mano de ella hasta su erección, Sina tuvo que morderse la boca para no hacer ningún ruido que su dueño reprobada, aunque el castigo le pareciera tentador.

Apretó la erección tras el pantalón, y contuvo la respiración, admitiendo para sus adentros lo mucho que le satisfacía aquella absoluta dureza.

—¿Te gusta lo que tocas? —rio Jesper con arrogancia.

Sina, previendo la proximidad de Axer, prefirió no responder a eso.

—Pues espero que sí —añadió Aaron— porque vas a tenerlo en tu boquita.

Si bien Axer se tensó hasta el punto de lastimar el cuero cabelludo de Sina con su agarre en su cabello, no hizo nada para impedir que Aaron Jesper se quitara su pantalón y el bóxer hasta dejar salir su largo y esbelto miembro.

Aaron se sentó al borde de la cama, las piernas abiertas con su miembro erecto a la vista, su espalda erguida hacia atrás mientras él mantenía el porte de un monarca oscuro y perverso que esperaba a ser complacido sin ningún tipo de resistencia.

—Tráela ante mí, Frey —pidió el joven Jesper, y aunque Axer sintió el impulso de asesinarlo, apenas los ojos de Sinaí buscaron con alarma los suyos, modificó su expresión para tranquilizarla.

—No sé qué...

—Ssshhh... —Los labios de Axer tocaron la frente de Sinaí—. Ve y haz lo que sé que quieres hacer.

—¿Cómo sabes que...?

—Porque conozco el hambre en tu mirada, Schrödinger.

Aaron sonrió con ternura teatral y encerró su miembro en su mano antes de decirle a Sinaí:

—Ahora ven, y come.

Axer le terminó de quitar la panti a su novia, mentiéndola en su bolsillo. La bajó del aparador, poniéndola de rodillas en el suelo y le ordenó que no se moviera mientras él buscaba de su maleta el collar que hacía meses le había regalado.

Se lo puso en el cuello, enganchando la correa a la argolla y quedándosela, y una vez la tuvo dominada, con el extremo de la correa enrollado en su mano, le dijo:

—Ahora sí, gatita.

Avanzando a gachas, usando manos y rodillas para llegar a la altura de Aaron con movimientos sensuales, Sinaí se posicionó frente a él.

Puso las manos en sus rodillas desnudas y las deslizó por toda la pálida piel interior de sus muslos, luego subiendo para jugar con sus dedos curiosos en toda la dureza de ese abdomen que tanto había devorado con la mirada.

Aaron la miraba desde arriba con ternura y deseo, deseando meterle de una vez todo en la boca tanto como esperaba que ella se demorara una eternidad en recorrerle la piel con esas uñas.

Cuando la mano de ella se encerró en la base del miembro ardiendo de Aaron, este gimoteó al borde del colapso. Le miró su carita, juguetona, perdiendo la timidez y adaptándose a la diversión, y le dijo:

—Tú quieres lamer, ¿verdad, dulzura?

Sina, quién pensaba que un gesto dice más que mil palabras, extendió su lengua para rozar la piel hirviente de la entrepierna de Aaron, pero entonces un tirón en la correa la detuvo, ahorcándola para mantenerla lejos.

Ante la interrupción que prolongaba sus ganas, y la intervención de la autoridad de Axer, Aaron no pudo más que cerrar los ojos y contener la respiración con todas sus fuerzas para no jadear.

Cuando la presión de Axer aflojó, Sina respiró con fuerza a la vez que, con el mismo impulso, se metía el miembro de Aaron en la boca hasta asomarlo a su garganta.

El chico no pudo contenerse y gimió, aferrándose con fuerza a las sábanas mientras ella le succionaba el miembro con hambre y maestría.

Él extendió la mano para tomar la cabeza de ella, pero Axer volvió a tirar de la correa, esta vez más fuerte para llevar a Sina hacia atrás tosiendo por la brusquedad con que se vio privada del miembro en su boca.

Axer no aflojó el agarre sino que se acercó poco a poco, postrándose detrás de Sina, introduciendo los dedos en su cabello para luego regresar la cabeza de ella a la entrepierna de Aaron.

—No vuelvas a intentar dominar a mi novia —amenazó Axer, apretando tan fuerte el agarre en el cabello de ella que la hizo gemir por primera vez en la noche—. Eso es mío.

Y si Aaron tenía algo que decir, se quedó a medio camino entre su boca abierta cuando Axer volvió a empujarla a ella hasta que alcanzó con su lengua la erección de Aaron y la lamió como si fuera su paleta favorita, pasando la lengua desde las bolas hasta la punta, introduciéndola en su boca y escupiéndola con todo el gusto del mundo.

Axer, necesitado de darle a Sina todo el placer que fuese posible, llevó una mano dentro de la falda de ella directo a sus glúteos y los acarició mientras ella le chupaba la entrepierna al otro. Fue bajando su mano hasta sentir la humanidad que tanto complacía su ego. Ella estaba empapada de placer, y él aprovechó esa ventaja para penetrarla con dos dedos de una vez.

Ella gimió con la verga de Aaron en la boca, y esa vez Axer no tuvo indulgencia. Levantó la falda de Sina y llevó su brazo hacia atrás para cobrar impulso. Azotó su culo tan fuerte que el impacto resonó más fuerte que el grito de sorpresa de Sina y el gruñido de placer de Aaron por haberlo sentido mientras ella se la chupaba.

—Te dije que te callaras.

Más complacida que nunca, Sina arqueó su espalda y levantó su culo para darle una mejor visión a Axer. Él se mordió los labios al experimentar esa nueva imagen, aliviado de que ella no pudiera verlo, de que no atestiguara lo débil que estaba siendo.

La marca del castigo de Axer brillaba roja sobre los glúteos de Sinaí; hermosa, imponente. Axer admiró su creación mientras estimulaba a su gatita por dentro, moviendo los dedos contra ese punto interno que le ponía a temblar las piernas y a chocar las caderas contra sus dedos.

Imaginaba la tortura que estaba siendo para ella no gemir, pues su respiración estaba más acelerada que nunca mientras ella masturbaba a Aaron haciéndolo gruñir de placer.

Axer, queriendo ponerle las cosas todavía más difíciles a Sinaí, llevó la punta de su lengua a su ano, complacido con la manera desesperada en que ella se arqueó ante el roce.

Así, con su lengua de Axer lamiendo, su mano apretando su culo y sus dedos estimulándola por dentro a la vez que Aaron le penetraba la boca, Sinaí llegó a un orgasmo que no pudo evitar gritar a pesar de la verga en su boca.

Aaron la separó de su entrepierna antes de llegar al punto sin retorno, y se puso de cuclillas en el piso frente a ella.

Axer se tensó, aferrando su mano con fuerza al muslo de ella, pero no hizo nada más, aguardando a descubrir lo que Aaron conspiraba.

Entonces sintió los dedos de él en su muñeca, aferrándola hasta arrancarle la mano del muslo de Sinaí.

—¿Estás seguro de que no quieres participar, Frey?

Sinaí se giró a mirar el rostro de Axer y su rostro reflejó su repentina comprensión. Así que le dijo:

—Si quieres...

—No —zanjó Axer y volteó hacia Aaron—. Te dejé claro que no vas a tocarme.

Sin embargo, Aaron sonrió, volteando la muñeca de Axer para examinar su antebrazo. Sus dedos recorrieron toda la longitud de esas venas que sobresalían, tensas e hinchadas.

—¿Sabes qué es esto, Frey?

—Tú eres el matemático, imbécil. Yo estudié anatomía hasta soñarla. Por supuesto que sé lo que son las sukin syn venas.

—¿Venas? —Aaron apretó fuerte su muñeca—. Esto, mi no muy querido colega, se llama tensión.

—Gracias por la lección gratuita de lenguaje corporal —espetó Axer, arrancándole brazo a Aaron de sus manos.

—¿No necesitas que te explique cómo puedes aliviar esa tensión, o sí, Frey?

—Esa «tensión», es ira, Jesper.

—Cuidado, Frey, siempre he tenido un gusto culposo por la manera en que suena mi apellido en tu boca.

—De acuerdo, serás solo Aaron a partir de ahora.

Aaron, en lugar de desalentarse, sonrió todavía más.

—De hecho, me prende que te dirijas a mí, de la forma que sea.

—Basta ya.

—No haces más que sumar argumentos a mi lógica —prosiguió Aaron—. ¿Que esa tensión es ira? Mejor. No hay una forma más satisfactoria de coger que con ira. Mientras más odio, más pasión.

—Ya te dije que no.

—Ya, pero tu «ira» no parece pensar lo mismo.

Mientras Aaron se fue acercando al rostro de Axer, este contuvo la respiración. Se tensó todavía más, todos sus músculos reaccionaron en alerta y eso solo aumentó la sonrisa de Aaron, quien siguió invadiendo su espacio con una lentitud extrema, lo suficiente para crear una atmósfera nociva entre ellos.

Pero Axer no lo detuvo, a pesar de toda la rabia que parecía exhumar. Y Aaron, victorioso, abrió su boca para rozar los labios de él. Y lo consiguió, apenas un roce que podría atribuirse al aliento, y fue todo, porque los dedos de Axer se cerraron con firmeza sobre la garganta de Aaron, manteniéndolo a raya por lo implacable de su agarre.

Axer lo miró con algo muy parecido al odio mientas Aaron solo sonreía.

—¿Cuál es tu problema, Frey? Tal vez yo pueda ayudarte.

Axer negó con la cabeza, una sonrisa ladina en sus labios mientras todavía aferraba a Aaron por el cuello, y le dijo:

—No es mi intensión ofenderte, Jesper. Eres todo lo atractivo e interesante que sabes que eres, pero mis labios... —Ladeó la cabeza hacia Sinaí—. Son de ella.

—Vaya —suspiró Jesper—. Un monógamo. Qué decepción.

—Pero... —Esta vez fue Sinaí la que habló. Y tal vez ni ella misma entendía lo que estaba diciendo o el por qué, pero se dejó llevar por la curiosidad—. Yo quiero...

—¿Qué, bonita?

—Yo quiero verte.

Axer frunció el ceño, pues era lo último que esperaba oír de sus labios, pero no dijo nada y volvió a mirar a Aaron, todavía con la mano en su cuello.

Las venas en los brazos de Axer parecían a punto de explotar, y todo empeoró al ver esa sonrisa en los labios del Jesper, que quiso borrarle a toda costa. Así que apretó más fuerte su garganta, intentando que su respiración no se hiciera tan obvia, porque definitivamente quiere matarlo.

Es por ello que Axer le apretó la mandíbula con maldad, hundiendo sus mejillas y acercándolo hacia sí. Aspiró su aroma, tanto el rastro de su perfume como la evidencia de la lujuria, y acercó sus labios a los de él, pero no avanzó.

Se quedó ahí, respirando su aroma, y recibió una bofetada de ira cuando Aaron Jesper sacó su lengua y empezó a rozarlo, porque reconoció que no se sentía tan mal.

Así que tiró de él, sujetándolo por la nuca, brusco y despiadado, a la vez que le abrió la boca con los dedos en su mandíbula para penetrarla con su lengua.

Axer agredió a Aaron con su boca, con dificultad controlando su respiración porque la adrenalina se había disparado.

Sintió cómo Aaron se abalanzó hacia él, por completo extasiado por su nociva maldad, correspondiendo el acto de intensidad peligrosa. Hasta que Axer sintió el rasguño en su labio.

Tirando de la nuca de Aaron, lo separó y lo mira con fuego en sus ojos mientras se lamía el labio.

—No me muerdas —rugió.

Pero a Aaron no pareció importarle su amenaza, puesto que se impulsó hacia adelante y lamió el hilo de sangre que brotaba de la herida, deslizando su lengua desde la mitad del cuello de Axer hasta la comisura de sus labios.

Axer lo recibió con sorpresa, conteniendo fuerte la respiración, y lo permitió un momento, pero enseguida volvió a alejarlo.

Jadeando, Aaron le dijo:

—Besas mejor de lo que pensé, Frey.

—No te besaba, Jesper. Intentaba matarte.

—Vaya —suspiró Aaron—. De haber sabido que esta es tu forma de asesinar habría dejado que lo intentaras hace tiempo.

Axer no se preocupó en ocultar su sonrisa de suficiencia y le contestó:

—Honestamente, todo esto ha sido un excelente servicio de tu parte, Jesper, pero... —Miró a su gatita, que parecía estar en shock—. Si ella no tiene objeción, prefiero que esta experiencia llegue hasta aquí.

—¿Estás seguro? Todavía te noto... tenso.

—Yo tengo quien me agote esa tensión, por eso no te preocupes.

Aaron suspiró y se levantó en busca de su ropa.

—Bien. Nos volveremos a ver, de todos modos.

—Por desgracia.

Aaron terminó de vestirse y se fue, lo que dejó a Axer y a Sina un rato sentados en silencio, cada uno atrapado en sus pensamientos.

Ella fue la primera en hablar.

—Tú... ¿Eres bisexual?

Él volteó a verla sin ningún tipo de complejo.

—¿Quieres saber si me gustan los hombres?

—Yo... Bueno, sí. Si no te molesta hablar de eso.

—A nadie le gustan los hombres, Nazareth. Me excitan las personas con cierto atractivo y algunos hombres lo tienen. Eso es todo.

Ella solo asintió.

Ambos estaban sentados al borde de la cama, por lo que Sina llevó su mano más cerca de la de Axer hasta que sus dedos casi tocarse, y entonces le dijo:

—Pues te equivocas.

Axer volteó a verla con una ceja arqueada.

—Pocas veces. Pero de acuerdo, ¿en qué supones que me equivoco?

—Dices que a nadie le gustan los hombres, pero eso no puede ser cierto dados los hechos.

—¿Y qué hechos son esos?

—A mí me gustas tú.

Axer sonrió con timidez, pero acabó viendo hacia adelante y negó con la cabeza.

—Yo no te gusto.

Sinaí lo tomó como una broma, así que dijo:

—Creo que puedo discernir cuando me gusta una persona, muchas gracias por tu opinión.

—No, Nazareth. —Axer volteó a verla, serio—.  Te gusta tenerme. No te gusto yo.

Aunque Sinaí quería decirle lo contrario, se quedó con la boca abierta y en completo silencio.

Axer la salvó de la responsabilidad de responder dándole un beso de buenas noches en la frente antes de irse a dormir.

Sinaí quería darle una explicación eterna sobre por qué estaba tan segura de que lo amaba con todo su ser. Ella estaba enamorada de la persona con la que iba a dormir esa noche, no del hecho de tenerlo.

Pero no lo convencería con palabras.

Ella se lo puso muy difícil, jodió como nadie, pero al final Axer perseveró y le demostró con acciones que era sincero. Que confiaba en ella. Que estaba orgulloso de que fuese su compañera. Que sentía. ¿Qué? Ella no lo sabía, tal vez él tampoco, pero definitivamente sentía algo.

Algo real.

Así que, si Axer Frey quería que Sinaí Ferreira le demostrara con acciones lo que sentía por él, ella lo haría.

Vaya que lo haría.

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Nota de autor:

MARISCAAAA, QUÉ FUE TODO ESOOO?????

Comenten todas sus reacciones por aquí.

¿Siguen siendo Sinaxer?

¿Qué creen que hará Sina ahora?

Chamas, se acerca el final. Lloro.

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