Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

52: Traitor

Consejo de la escritora: para más placer, escuchar Traitor de Olivia Rodrigo.

Sinaí, nunca más Monte, Ferreira

A la mañana siguiente decidí que era el puto momento de darle sentido a mi relación, ya sea que tuviese arreglo o que lo mejor fuera terminarla.

La madre de Soto me abrió la puerta. Seguía sin saber de nosotros, así que me saludó como una amiga más y me condujo a la habitación, donde abrí sin tocar.

Soto quedó perplejo de encontrarme parada en el umbral de su habitación. Frunció el ceño mientras ponía en pausa su juego. Dejó el control de la PlayStation a un lado de la cama, y me miró sin ningún rastro de todo lo que habíamos tenido alguna vez.

Las bromas.

El coqueteo.

La confianza.

Las ganas.

La cagamos tanto al hacernos novios.

—Te fui infiel.

—Ah —reaccionó él con frialdad—. Buenas tardes para ti también.

Después de aquella respuesta, Soto caminó hasta el televisor para alcanzar el segundo control, el que estaba encima de la consola. Regresó a su cama y empezó a configurar el juego para que pudieran participar dos personajes en lugar de uno.

Cuando tuvo todo listo volvió a mirar hacia la puerta y frunció el ceño, como si no entendiera por qué seguía ahí.

—¿Vas a pasar o...? —empezó a decir, haciendo un gesto dubitativo con sus manos.

La opresión en mi pecho era demasiada, y no precisamente de arrepentimiento. Tuve que tomar una fuerte bocanada para continuar.

—¿Es todo?

—¿Es todo, qué? —inquirió él.

Estaba demasiado tranquilo, pero eso era una alarma en sí misma. Sin rastros de todo lo que lo hacía ser Soto. El problema es que no sabía determinar si se debía a mi confesión o la irreversible cagada que cometimos al hacernos novios.

—¿No piensas hacer o decir nada? —insistí—. Acabo de decirte que te fui infiel.

—¿Y qué esperas, que llore?

—¿Lo harás?

—¿Eso quieres? —Se encogió de hombros—. Sí, quizá lo haga cuando te vayas. Quizá me estoy haciendo el fuerte.

—O quizá no te importa una mierda.

Soto soltó el control y metió las cabeza entre sus manos, despeinándose de frustración.

—Sina, te voy a ser muy honesto: llegaste en un momento de mierda. Puedes quedarte y jugar, y hacemos como si nada pasó, o puedes irte a joder a otro maldito lado porque...

—Sí estás molesto, entonces.

Di varios pasos hacia él y le tomé del brazo. Lo había extrañado tanto... No de la forma necesaria para ser su novia, pero sí como la amiga que una vez fui para él.

—Puedes decírmelo —presioné—. No tienes que guardarte nada. Puedes gritarme, sacar todo lo que...

—Hey. —Soto me agarró el rostro con sus manos heladas por el aire de la habitación—. No estoy molesto contigo, ¿okay?

—Pero te acabo de decir que...

—Yo conocía los riesgos de esta relación.

Y aún así insistió por ella.

Si la historia fuese al revés, todo el mundo diría de mí que no tengo un ápice de dignidad o amor propio. En la puta vida me iba a creer que Soto cayera tan bajo como para aceptar una relación con una persona que le sería infiel a su antojo.

Pero no iba a decirle eso.

—¿Entonces... no me vas a terminar?

Se volteó con brusquedad, la rabia escalando por primera vez por sus mejillas.

—¿Quieres que te termine? ¿Es eso?

—¡Quiero que seamos honestos! Si no podemos ser fiel el uno al otro...

—Tú —espetó—. Tú no puedes.

Me mordí la boca para no reaccionar con mi primer impulso, y solo argumenté:

—Y tú lo sabías.

—Ya.

—¿Estás molesto entonces?

—¡Que no, maldita sea!

—Eres muy bueno demostrándolo, eh —ironicé—. Solo dime a la cara que me detestas, que te fallé, que te hice daño... Pero no te quedes con todo eso por dentro.

—¡¿Por qué, loca?! ¿Por qué quieres que haga algo así? No, no te detesto. Te quiero un mundo y no me importa si tenemos que aprender a ser exclusivos con mucha más lentitud que las demás parejas. Creo que al menos nos merecemos esa oportunidad. O, al menos yo me merezco que tú lo intentes. ¿No pudiste esperar... no sé, tres días?

Y ahí estaba el golpe que se había estado guardando.

No podía decir nada a mi favor, me lo merecía. Mi fidelidad duró menos que un huevo en un microondas.

Secando mis manos en la tela de mi pantalón, suspiré. No podía verlo a los ojos en ese preciso instante, pero debía al menos decir la estúpida palabra que no solucionaba un carajo, pero que siempre te recriminan si no la usas:

—Lo lamento.

—Ya, olvida eso.

—¡Que no, idiota! —Me volví a exasperar y giré para verlo de frente—. Si queremos que esto funcione tenemos que hablar las cosas. Ya la cagué, sí, y tú quieres seguir a pesar de ello, entonces... al menos deberíamos tener la confianza que parece que perdimos al cruzar la línea de la amistad. Necesito a mi amigo de vuelta, Soto, y para eso necesito que me digas tooodo, aunque creas que va a dolerme, porque solo así te voy a conocer. Conocerte realmente. Solo así voy a poder consolarte, ayudarte. Solo así tiene sentido esto.

—¿Sirve a la inversa?

—Yo... Claro. Te contaré todo, todo lo que quieras saber. Creo que esto es una prueba de eso.

—Bien. ¿Con quién fue?

Tomé aire, esperando que el oxígeno en mis pulmones me llenara de valor para continuar, pero no podía. Su nombre se quedaba atascado en mi garganta, asfixiándome. No podía hacerlo.

—Tú sabes con quién.

—Es un alivio —dijo Soto, y sonaba honesto—. Si hubiese sido con otro pensaría que simplemente me ves como un payaso. Al menos sé que solo fue una recaída en una droga de la que ni siquiera yo te puedo salvar.

Me mordí los labios, avergonzada. Me dolió muchísimo la parte de que solo lo veía como un payaso. Porque no era así, pero mis acciones demostraban lo contrario. Tal vez nunca debí aceptar esa relación en primer lugar.

—Soto, yo...

Pero entonces sus manos acariciando mi rostro, y sus labios los míos. Su beso fue el consuelo que necesitaba, y la puñalada que merecía; porque él estaba siendo demasiado bueno conmigo para la mierda que era yo.

—No te merezco —susurré contra sus labios.

—Lo mereces todo —dijo en cambio, y temí echarme a llorar en ese momento.

Pero no iba a hacerlo, no cuando la parte racional de mi cerebro seguía empujándome a terminar lo que había ido a hacer en aquella habitación.

—No te veo como un payaso, jamás podría —dije al pegar mi frente a la suya—. Yo... solo... Caí. Supongo que tenía que hacerlo alguna vez en la vida, para sacarlo de mi cabeza. Al menos así habría más espacio para ti.

Él me besó la nariz antes de responder.

—¿Y funcionó?

—No lo sé —musité—. Ahora tengo... todas esas imágenes dándome vuelta en la cabeza y no puedo dejarlas ir. Se repiten una y otra vez, y no puedo hablar con nadie al respecto porque mi mejor amigo ahora es mi novio...

—Hey... —Me besó con más fuerza—. ¿Dónde quedó eso de la confianza? Tal vez es esto lo que necesitamos, seguir siendo los mejores amigos a pesar de todo. Desahógate.

—No, ¿estás loco? No te voy a dar detalles de algo que te pueda lastimar.

—Tal vez soy más fuerte de lo que parezco. Cuéntame. —Pasó sus dedos por el cabello en mi mejilla, llevándolo detrás de mi oreja—. Si es lo que crees que necesitas para que él salga de nuestras vidas de una vez, hazlo.

Así, empecé a relatarle a Soto, no lo ocurrido en el auditorio —no quería revelar los secretos de los Frey ni la participación de Veronika—, sino lo que pasó aquella madrugada luego de la fiesta de disfraces. Lo que pasó en el auto. Como si hubiese sido reciente.

Al principio le huía al contacto visual de Jesús Alejandro, siempre con la cabeza gacha y la voz trémula, deteniéndome a mitad de ciertos detalles porque me había puesto roja de vergüenza y no podía continuar.

Pero Soto estaba tan relajado, haciendo chistes y comentarios graciosos sobre cada cosa que le contaba. O acotando sus clásicas bromas obscenas para ponerme nerviosa. Era como los típicos comentarios de Wattbook en cada párrafo de una novela.

Durante ese momento, volvimos a ser amigos. Solo Soto y yo, sin acertijos de por medio.

Estaba describiendo cómo Axer se masturbaba, las obscenidades que me decía mientras yo estaba expuesta y deseosa de su tacto. Describí sus gestos, su cuerpo, el ritmo y la intensidad con la que se castigaba; y a medida que me volvía más explícito, Soto se quedaba sin respiración. Le costaba tragar, y cada vez lo disimulaba peor.

Entonces me fijé en la diferencia que había en su short. La dureza que casi lo atravesaba.

—Parece que no eres el único que quiere escuchar el final de la historia —bromeé con picardía y Soto me alejó la cara con su mano para que me callara.

Pero volví a el, desatando los nudos del short para poder meter mi mano en su bóxer y acceder a lo que me importaba de aquella situación.

—Sina —susurró tembloroso.

—Cállate y escucha el resto —le dije, empezando a hacer presión en su longitud, moviendo la mano de arriba hacia abajo.

Cedió. Se echó hacia atrás para quedar acostado mientras mi mano y mi boca contribuían a su placer, una por estar jugando en su entrepierna, la otra por continuar el relato que lo mantenía erecto.

Le conté todo, incluida la bofetada, cómo me restregué en la pierna de Axer como si necesitara aquel contacto para poder respirar, y sentí cómo sus músculos se contraían presagiando el fin, hasta que comenzó a llenarme la mano de chorros y chorros de semen.

—Espera —me dijo quitándose la camisa para luego lanzarla hacia mí.

La atrapé y la usé para limpiarlo a él y a mi desafortunada mano.

Se veía muy bien sin camisa, luciendo cada tatuaje en su piel. Así tal cual se sentó en la cama para besarme con una alegría que solo podía atribuir a su gratitud.

—La próxima vez cierra con seguro, Monte. Mi mamá me hubiese matado solo para volverme a parir y volverme a matar si hubiese entrado y nos encontraba así.

Una chiste muy bueno, pero yo no tenía ánimos para una jodida broma más en la vida.

Y Soto lo notó.

—¿Qué pasa?

Alcé la vista, encarándolo con hielo en los ojos. Si las miradas hiciesen daño, la mía debió haberlo estado estrangulando en ese momento.

—Te gusta.

—De bolas que me gusta lo que haces, eres muy bue...

—Cállate, Soto, cállate. O te voy a cachetear, te lo juro.

Frunció el ceño hasta que sus cejas casi se tocaron. Se le notaba un desconcierto enorme por mi reacción.

—¿Y a ti qué mierda te pasa?

—Te gusta él.

—No sé...

—No te atrevas a negarlo.

Me levanté de la cama, dispuesta a alejarme para no agredirlo. Cuando estuve más cerca de la salida que de él, le dije:

—Estás conmigo porque quieres llamar su atención.

—¡¿Qué?! ¿Te pica el culo, Sinaí? ¿Qué te fumaste?

—Niégalo.

—Eso hago.

—¿No has estado hablando con él? —presioné—. ¿No me has ocultado sus encuentros, llamadas y...?

—¡Pero siempre ha sido hablando de ti!

—Dame tu teléfono —exigí con los brazos cruzados, y me di cuenta de que eso lo puso a la defensiva.

—¿Por qué?

—Si no tienes nada qué ocultar, si no voy a encontrar nada que delate tu atracción por él, dámelo.

Soto se llevó las manos a la cara y respiró, primero frustrado, luego como si tratara de calmarse.

—Sina... Lo sé, fue raro lo que acaba de pasar, pero no fue por él. Es que la idea de que otro te coja me excita, es eso. Solo es una fantasía, no es por él.

—Eres tan buen mentiroso... ¿Cómo no me di cuenta? —La voz se me quebró a esa altura, pero me obligué a reponerme al instante—. ¿Qué más me has ocultado?

Abrió la boca y la cerró varias veces con perplejidad, hasta que decidió soltar su hiel en un tono que en otras circunstancias me habría dolido mucho más.

—¿Pero tú por qué carajos chillas, hipócrita? Si él te encanta y me lo has dicho mil veces, acabas de masturbarme hablándome del orgasmo que te dio, ¿y vas a llorar porque sospechas que me gusta?

—¡Porque estás jugando conmigo, carajo!

—No. —Se echó a reír, como si acabara de contarle el chiste del siglo—. La que juega eres tú. Conmigo. Con él. Con todos.

—Mentira. —Negué tantas veces con la cabeza que hice caer una de mis lágrimas en el proceso. Eso sí me había dolido—. Contigo nunca.

Él se carcajeó, pero yo seguí hablando a pesar de su risa.

—¿Cuántas veces te dije que no? Dime, dime cuántas veces te repetí que no quería ser tu novia. Pero insististe.

—¿Y qué si insistí?

—¿Por qué harías eso, si sabías que no me sacaba a otro de la cabeza?

—Porque pensé que tarde o temprano...

—¡No me repitas esa mentira! —Ya era tarde, ya estaba llorando—. Lo hiciste porque te valía mierda si te era infiel o no, porque lo único que te importaba era él. Su atención. Seguir la competencia.

—Estás actuando...

—Me manipulaste, me cargaste con tus lamentaciones, haciéndome sentir miserable por algo que yo no controlo. Me empujaste a obligarme a fingir que siento lo mismo por ti, y que puedo ser solo tuya. Me complicaste las cosas con una persona que sí me interesaba para todo. ¿Y por qué? ¿Por qué llegar a eso si estábamos bien, si ya cogíamos? Y no repitas esa mierda de que querías presentarme a tu mamá, porque a estas alturas sigues sin decirle la verdad sobre nosotros.

—Lo haré cuando...

—Soto, cállate, en serio. No le quito peso a lo que hice. Te fui infiel, y no me arrepiento de ello. Y a ti no te duele una mierda porque ya lo sabías. Lo esperabas. Lo necesitabas, para poder decirle a Axer que lo que se come es tuyo. Y a mí no me importa que te guste otro, me quiebra el alma que yo estaba dispuesta a renunciar a mí misma por ti, por no herirte, pero tú eres tan maldito que te burlaste de mí, me engañaste y utilizaste. ¡Te valgo verga, maldita sea! Si somos amigos, si querías darle celos pudiste haberlo pe...

—No.

Se levantó, el rostro rojo, la explosión contenida en su mandíbula tensa. Quedó de pie delante de mí, esperando mi reacción.

—¿No? ¿No, qué?

—No funciona así —explicó. A pesar del torbellino en su rostro, su voz estaba dolorosamente tranquila—. Mira lo bien que me salió la última vez que te pedí ayuda: me besaste, se puso celoso y cogieron. Eso me dijiste cuando te pedí que fueras mi novia, que habías estado con él. Y sé que fue esa noche.

—¿Qué mierda me estás diciendo, Soto?

—Tenerte de novia hacía todo más fácil, pensé que me pedirías un trío o una vaina así. O que pasaría esto: estarías con él y eso me daría la oportunidad de restregarle en la cara que eres mía. Es verdad. No pensé que te dieras cuenta, eso lo admito. Siempre has sido tan fácil de manipular que...

Mi cachetada le calló la boca.

—Eso no fue por mis sentimientos —escupí mientras se tocaba la mejilla golpeada, mirándome estupefacto—. Fue por subestimarme, imbécil. Tenías ventaja porque te creí la única buena persona en mi vida. Tú mismo lo dijiste, que yo estaba paranoica al tomar todo como una estrategia. Pero ahora te jodes, ¿okay? No volveré a confiar en ti.

—Mejor. Así no creerás cuando te diga que tenía otros motivos para acercarme a ti, y no solo él.

—¿Sentimientos? ¿Me vas a decir que lo que sentías por mí fue real?

Él se mordió la boca para no reírse en mi cara.

—Nuestra amistad lo fue, es cierto —dijo—. Y el queso, claramente. Pero jamás habría podido renunciar a nada por ti, por ser tu novio. Éramos iguales en eso.

Estaba llorando tanto en ese momento.

—En serio en este momento no te soporto —expresó con una risa de incredulidad contenida—. Tu lloradera, tu hipocresía. ¿No es lo mismo que te pasaba a ti?

—¡Pero yo nunca te engañé! ¿Te hice creer que quería una historia de amor contigo? ¿Alguna vez te dije que renunciaría a todo por ti? ¿Que quería presentarte a mi mamá? Tú me hiciste creer que era especial, me diste lo que sabías que me faltaba en Axer porque sabías que era la única manera de hacer que yo quisiera aferrarme a ti.

—Pues bienvenida a la realidad, amiga. No existe nadie especial, solo distintos grados de interés hacia otras personas. Y el que sentí por ti no valía todo lo que tú querías que fuera.

Entonces me rompí por completo.

—¿No es la honestidad que querías? Ahora ya podemos ser amigos de verdad, ya somos los mismos malditos sin máscara.

—Púdrete, Soto. Y si antes no me importaba, ahora te diré esto muy claro usando tus mismas comparaciones: mi grado de interés hacia Axer lo supera todo en esta vida. Tú eras el que equilibraba mi balanza, pero ahora, si te acercas a él te voy a demostrar quién es la maldita con la que has estado jugando.

Capítulo dedicado a @SKYXHIDD por el edit de arriba ♡♡♡

¿Me va a doler toda la vida este capítulo? Por supuesto que sí. Ahora ya saben por qué nunca fui team Soto y no podía explicarles por qué, pues era spoiler.

Momento para que me digan sus reacciones. Teorías. Veredictos. Argumentos. Qué coño creen que va a pasar después, e.t.c.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro