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4: Un verano sin ti

Les presento a mi marido ilustrado por MM.Ivens.

Favor escuchar Un verano sin ti de mi adorado Bad Bunny. O sea, cuando dice «la estoy pasando bien, no te voy a mentir, pero a veces tu nombre no me deja dormir». SINAÍ BORGES EN PINTA.
~~

Sinaí

Pude vivir un año sin Axer. Ni siquiera se sintió como una supervivencia la mayor parte del tiempo. Tenía un propósito, todos los días. Un nuevo proyecto por entregar. Una nueva clase a la que asistir. Con nuevos conocimientos al alcance de mi interés.

Tenía amigos, una meta, un negocio y una madre feliz.

¿Lo extrañé? Cada noche. Pero no detuve mi vida por su ausencia.

Hoy me recuerdo eso, porque necesito convencerme de que no me voy a morir solo porque Axer haya invitado a cenar a Sophie.

Y es que, vivir sabiendo que eventualmente tendrá un encuentro sexual con otras personas es una cosa, pero vivir con la idea de que otra le haga reír me parece imposible.

Axer es una persona preciosa. No he conocido a nadie como el Axer que enfrenta todas sus compulsiones por acostarse en la cama de su chica, abrazarla y amanecer con ella. El mismo que prefiere perder la posibilidad de un Nobel que la oportunidad de arreglar las cosas con su novia. El único capaz de entregar su presente y futuro por evitar sostener el cadáver de la persona que ama. El Axer que cambia su plato con el de su novia falsa porque, aunque necesite odiarla, no tolera verla mal.

Axer es mi persona favorita. Por desgracia, el que invitó a Sophie a cenar no es el que me salvó de mi propia treta, es el Axer que vi nacer cuando, destrozado y de rodillas bajo la lluvia, aceptó su derrota y se proclamó el villano de la siguiente partida.

Me meto en Instagram para distraerme. Hoy hace media hora S&S Ediciones debía anunciar el lanzamiento de nuestra novedad del sello de misterio, La masacre de Nunca Jamás, así que quiero supervisar el recibimiento en redes de la noticia.

«¡¿Qué mierda?!»

El anuncio se hizo, sí. Se reveló la portada y la fecha del lanzamiento, que será el 20 de octubre. Pero en los detalles de la publicación dice que el post se hizo hace diez minutos.

Diez minutos.

Veinte minutos después de la hora del countdown.

Y eso podría ser todo y lo dejaría pasar, apenas y me amargaría el día. Pero es que encima revelaron la portada con un fondo que no combina en lo absoluto con la estética del feed. Ni siquiera me pasaron el diseño para aprobarlo.

Okay, entiendo que hay otras personas por debajo de mí que pueden encargarse de aprobar un simple diseño para revelar una portada, pero, ¡¿no había un par de ojos funcional que se dieran cuentan de la asquerosidad que estaban por publicar?!

¿Quién le dijo sí a esa cochinada que arruina mi precioso feed de mi preciosa cuenta con preciosos 100k seguidores?

Los mato.

Hago una llamada enseguida.

Adrián Valdez es mi delegado en la editorial. El «Esperancito», como le digo en secreto. Lo conservo del grupo original porque sabe cómo manejar un equipo, comprende cómo se mueve el mercado y conoce estas personas en particular mejor que nadie. Él se encarga de mantener el orden general mientras yo me ocupo de los asuntos más importantes. Es de los pocos superiores que no fue un aporte de Aaron.

Ah, sí: le pedí ayuda a Aaron con la administración y resultó que además tenía contactos conocedores de leyes especializados en el mercado editorial que venían perfecto para mi equipo.

—¿Pasa algo, jefa? —es el saludo que recibo cuando Adrián atiende la llamada.

—Adrián, ¿quién es el comunity manager del Instagram de S&S Ediciones?

—Eehh...  Ya le digo. —Hace una pausa en la que le escucho teclear. Yo misma, mientras espero, sigo el ritmo de las teclas golpeando con mi pie el piso—. Sebastián Arzolay.

—Despídelo.

—¿Disculpe? —Suena realmente impactado por mi repentina decisión—. No puede despedir a Sebastián, fue recomendado por el editor principal del sello en Catalán, sería como faltarle el respeto. Además, lleva muy bien la cuenta.

—Llevaba —corrijo, pues no está en discusión mi decisión al respecto.

—¿Por qué habría que despedirlo?

—Se retrasó con el anuncio. Y el mock-up de la portada no combina con el feed.

—Fue un error de cálculo lo del anuncio y, con respecto al feed, eso es subjetivo. Solo te estás basando en tu percepción.

Tengo que contener el aliento, alejar el teléfono de mi oreja y apretar el puente de mi nariz para calmarme.

—Repítelo —le pido al volver al teléfono.

Todo lo que recibo de su parte es silencio.

—Soy la jefa, querido —le recuerdo—. Mi percepción es la que importa. Despide a Sebastián y quiero que todos los currículums de los demás aspirantes al puesto pasen por mi correo primero.

—Sí, jefa.

—Y, Adrián...

—¿Sí?

—Vuelve a cuestionar una orden mía, o a dirigirte a mí como cualquier cosa menos tu superior, y serás el próximo. ¿Eso está claro?

—No quiero faltarle al respeto, pero, ¿me permite emitir una opinión?

—Adelante.

—Opino que está siendo tiránica sin motivo. Yo solo le di mi opinión. Y si cree que censurándome llegará a ser una gran líder, tendré que...

—¿Me vas a acusar con Recursos Humanos?

—No, solo comentaba...

—Adrián —interrumpo.

—¿Sí?

—Tu jefe anterior era hombre, ¿no es así?

—No es relevante.

—Es relevante porque hablé con él —discuto, aunque mi voz permanece tranquila, apenas expongo mis ideas con claridad, sin necesidad de agravar mi tono—. Hablé con él y le escuché tratar a sus subordinados. Era un trimardito hijo de puta, pero era hombre. Y pagaba a todos sin falta. Así que nadie decía nada. Era el jefe, al fin y al cabo. ¿Alguna vez le dijiste algo, Adrián?

—Le di varias opiniones.

—Opinar y cuestionar son cosas distintas. De todos modos, ¿le dijiste alguna vez que estaba siendo tiránico?

—No —reconoce—. No lo hice.

—Claro que no. Era tu jefe. Una relación muy simple: haces tu trabajo, cobras y te callas. Los insultos son de la puerta para afuera. De todos modos, tienes el puesto de gerente general, imagino que te ascendió. Un motivo más para odiarme a mí, que al parecer no puedo darte nada; pero, ¿sabes qué? Puedo quitarte. Mientras no hagas nada memorable y cuestiones todas mis decisiones, no esperes más que órdenes de mi parte. No te pago para caerte bien, lo hago para que te enfoques en tu trabajo. Ahora, ¿necesitas que te repita algo de todo lo que dije?

—No, jefa.

—Eso pensé.

Y le cuelgo.

En realidad puede que sí esté siendo tiránica, la cosa es que no me importa. Soy una pulga de veinte años recién cumplidos, si no es así, nadie va a respetarme. No puedo llevar una empresa plagada de hombres con sonrisas y disculpas.

~♟️🖤♟️~

Estoy acomodando las almohadas de la cama de Sophie cuando la escucho gritar.

Viene del piso de abajo, del cuarto que usa para trabajar.

Corro hacia allí, preocupada de que le haya explotado uno de sus experimentos en la cara. Pero al abrir la puerta la consigo saltando y chillando frente a un microscopio como si al otro lado de la lente estuviera Harry Styles.

—¿Estás bien? —pregunto con genuina preocupación.

—¿Bien? —exclama ella, roja, sus brazos preparados, solo que no sé si para seguir saltando o emprender vuelo. El punto es que le brillan hasta las cejas de la emoción—. ¡Acabo de hallar helmintos acantocéfalos en la materia fecal que estoy analizando!

Hasta a Axer hablando en ruso le entiendo más.

—¿Qué es coño es la FLDSMDFR, Sophia?

—¿La qué? —pregunta ella confundida.

—Es de una película. Lluvia de hamburguesas, ¿la has visto? —Su gesto se mantiene confuso, así que hago un ademán con la mano para restarle importancia—. Olvídalo. ¿Qué fue eso que encontraste?

—Un parásito.

—Ah.

Y a mí me llamaron loca en Madrid porque me paré en la calle a señalar el cielo gritando «¡Es Orión, mi marido!» al reconocer su constelación en medio de la noche estrellada.

—¿Y eso es bueno? —indago, pues, como buen ser humano que soy, pretendo hacer un intento de entender a la loca al otro lado de la habitación.

—No para el dueño de las heces —contesta en medio de una especie de risa y bufido—, dadas las afecciones de su tubo digestivo probablemente muera en un mes.

—¡Pero estás sonriendo!

—Bueno, no me voy a morir yo, ¿o sí?

Tal vez debería recomendarle mi psiquiatra. Es posible que ella sí le hable con la verdad, así que tal vez le sirva.

—Espera... —digo al ver que vuelve a acercar su ojo a la mirilla del microscopio—. ¿Estás analizando heces a la hora de almuerzo?

—Oh, sí —responde apenada—. Es que quise aprovechar el rato libre para desestresarme.

—Estás revisando mierda con una lupa gigante, Sophia —le digo al borde de una carcajada—. ¿No sabes que existe el monopolio?

—¿El monopolio es tu idea de un antiestrés? Ay, nena, tendrás canas antes de los treinta.

Quiero responder pero el sonido del timbre me interrumpe. Puede ser el cartero. Puede ser la cocinera que tal vez ha salido antes. Puede ser cualquier persona que Sophia haya invitado. Pero sé que es él, porque ella inmediatamente se pone nerviosa.

Sophie se levanta a toda prisa y empieza a quitarse la bata y lanzar sus guantes a la basura.

—¿Esperas a...?

—¿Puedes abrir? —me pide sin dejar de moverse—. Yo tengo que almorzar todavía, sino no lo haré el resto del día y tendrás que llamar a una ambulancia eventualmente.

—Claro, yo voy.

Pero antes de que salga por la puerta, su voz me detiene con una última explicación:

—Se quedará este fin de semana, pero no creo que se porte desagradable contigo luego de su disculpa. ¿Puedes llevarlo al cuarto de huéspedes?

Esto solo me puede pasar a mí y al pato Lucas.

¡¿CÓMO QUE EL FUTURO PADRE DE MIS HIJOS SE VA A QUEDAR UN FIN DE SEMANA CON OTRA MUJER EN LA MISMA CASA QUE YO DEBO ATENDER POR TRABAJO?!

—¿Él se...? —Fuerzo una sonrisa—. Claro, yo lo acompaño.

Si es que no lo mato en el camino.

Llego a la puerta y...

Okay, a este tipo todavía no lo supero.

El Axer al otro lado de la puerta bien podría ser el modelo idóneo de Scorpius Malfoy. Con su camisa blanca, el anillo y corbata esmeralda, parece recién salido de una clase de defensa contra las artes oscuras.

Y lo que yo daría porque conjure con sus manos en mi cuerpo el maleficio imperius...

«Coño, Sinaí, tú nojombre. Contrólate, estamos molestas».

Bien, déjenme practicar mi siguiente movimiento.

¿Debería decirle que lo odio?

No, él ya debe saberlo a estas alturas, por la manera en que tiemblan manos en la puerta, o los sentimientos que arden en mis ojos al mirarle, ansiando hacerle daño como él pretende hacerme a mí.

¿Debería pegarle?

No, mejor que me pegue él a mí... Mierda, eso no era.

¿Dónde me quedé?

No importa, tal vez no tenga que hacer nada porque es él quien da un paso hacia mí.

No, no es un paso, son más. Está restando nuestra distancia de una manera que me hace sentir en riesgo, a nada de desmayarme por su presencia.

Se acerca más y su expresión no me revela nada, sigue tan infranqueable como es habitual ahora. Pero me está mirando a los putos ojos, y no parece intimidado por la agresividad de mi mirar. Parece, más bien, al borde de una temblorosa y maligna sonrisa.

Él está disfrutando esto. Muchísimo.

Cuando sus dedos tocan mi barbilla, me congelo. Lo juro, dejo de respirar, incluso mis pensamientos me abandonan.

No nos hemos rozado en más de un año, este contacto es tan ilícito como inesperado. Pero aquí está: suave, gentil, su mano sosteniendo apenas mi mentón mientras su rostro avanza al costado del mío, acercándose a mi oído, sus vellos rozándome a medida que se aproxima y...

—¿Te gustaron las flores?

No puedo describir todo lo que empiezo a sentir, o la avalancha de pensamientos que me sobresalta. Solo puedo concluir una cosa, y está entre el «te amo más que a nada en este punto universo» y el «jamás he odiado a alguien como a ti, Axer Frey» y es: lo conozco. Lo conozco como nadie jamás va a conocerlo.

Esas malditas flores sí eran para mí, aunque me las entregara de la manera más «Frey» que existe en esta vida.

Trago en seco y arranco mi rostro de su agarre. Con esta distancia, noto el brillo intangible de una sonrisa en sus labios.

Él sabe que lo entendí. No creo que haya tenido duda de ello en ningún momento.

—¿Te vas a quedar todo un maldito fin de semana?

Es todo lo que puedo decir.

—¿Cómo te llama ella? —interroga.

Sí, es justo que hablemos sobre esto, pero siento que es algo que solo empeorará la imagen que tiene de mí. Él debe verlo como que le estoy mintiendo a Sophie, que me inventé toda una identidad y una historia nueva para vivir en su casa, trabajar para ella, y todo para estar cerca de él.

Es justamente esa la situación, por supuesto, pero sacado de contexto suena horrible.

—Gabi —contesto sin mirarlo.

—Antes me arranco la lengua que referirme a ti como Gabriela —espeta él.

—En ese caso tal vez no deberías ni siquiera referirte a mí de ninguna forma.

Por algún motivo eso lo hace sonreír y termina de entrar a la casa, cerrando detrás de él.

No me volteo en ningún momento, no soporto verlo, pero cuando está ya a mi espalda, dispuesto a avanzar solo hacia el interior, lo siento tocar mi cabello, el que cuelga de la coleta.

Me volteo y lo encaro, molesta.

¿No puede solo dejarme en paz? Si tanto me odia no debería tocarme. Ni hablarme. Ni mirarme como si me quisiera matar de una cogida. Debería, simplemente, avanzar. Lo estoy dejando avanzar. ¡¿Por qué no avanza?!

—Nazareth.

Es como un latigazo diez mil recuerdos, empezando por aquella llamada luego de la fiesta a la que fui con María, donde me negué a besarlo delante de todos. Yo no le había dado mi número, pero él me llamó, y se dirigió a mí por mi segundo nombre. A partir de ahí se apropió de este. Nadie jamás me hará sentir como él al pronunciarlo. Y hace más de un año que no lo hacía.

Abro la boca para decir algo, lo que sea, pero mi cerebro no parece encontrar ni una palabra a su alcance. Así que continúa él.

—Siempre me gustó Nazareth. Deberías decirle a Sophia que ese es tu segundo nombre. Sería la primera verdad que dices en mucho tiempo.

~~~
Nota:

Un capítulo corto pero si llegamos a 1k de comentarios les subo otro <3 (Sí, ando escribiendo como una drogadicta).

Por cierto, este capítulo sé que es demasiado agridulce pero yo lo amo. Yo no siento que Sina y Axer tengan un enemies to lovers, ellos tienen un enemies AND lovers, y ninguno puede escapar de eso.

¿Qué les parece Sinaí con su editorial?

¿Qué piensan de Sophie y su emoción revisando mierda?

¿Qué creen que pasará con Axer ese fin de semana en la casa y qué opinan de su decisión de quedarse?

¿Ustedes habían entendido lo de las flores igual que Sinaí? ¿Qué piensan de la manera en que Axer se las regaló?

Y obvio díganme qué sintieron con el ✨Nazareth✨ después de tanto.

Obviamente se viene salseo del bueno así que amarren esas pantaletas por si acaso.

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