Capítulo 12
El día no acababa, ni siquiera su mañana, y todavía faltaba lo peor.
Aysel me esperaba sentada en el comedor. Supuse que el resto de sus novios no estarían en esa misma universidad, dado que en ese momento se encontraba sentada junto a Aaron, mirándose con ternura y devoción a los ojos mientras reían y masticaban.
Si no supiera que ambos estaban locos, hasta me habría parecido lindo.
Mientras caminaba hacia allá, choqué de frente con alguien, consecuencia del caminar errático de Mailyn. La persona que intercepté resultó ser un estudiante rubio de ojos verdes y sonrisa indeleble. La calidad de su uniforme era notoriamente superior, y su pulcritud intachable. Y a pesar de que habíamos tropezado, su humor seguía por las nubes.
—Dime que no te he hecho daño —pidió, tomando mis hombros para estabilizarme.
—No, no se preocupe...
—Hey, hey, no puede haber mucha diferencia de edad entre nosotros. Tutéame, ¿sí?
—Eehh... —Bajé la cara, arreglándome uno de los mechones caídos de mi moño—. Sí, sí. De acuerdo.
—Soy Álex. ¿Y tú?
—Eehhh... Mailyn.
—Mailyn. —Sonreía con amabilidad, no como esos chicos que se ríen porque con solo una mirada ya te han marcado como su nueva víctima. Parecía una buena persona—. Un placer, Mailyn.
Se aproximó a darme un beso en la mejilla para finalizar la presentación, así que me aseguré de mostrar mi desorientación por el gesto que no parecía muy del estilo de una chica conservadora.
Él pareció leerlo en mi mirada.
—Lo siento si...
—No pasa nada, en serio —lo tranquilicé con amabilidad.
—Bien. Entonces supongo que nos veremos por los pasillos, ¿no?
—Claro que sí, me aseguraré de tropezarte más seguido.
Gracias a mi broma, el chico se alejó con la más radiante de las sonrisas que había mostrado hasta el momento. Lo imaginaba fantaseando con un idilio de amor prohibido entre una chica presa de sus dogmas, y el encantador popular inalcanzable pero de buen corazón.
Seguro que estaba planeando nuestras escapadas a tomarnos de la mano, y el tono de blanco exacto para mi vestido de novia.
Al girar para dirigirme a la mesa de los tortolitos, me di cuenta de que el novio cadáver me observaba con descarada fijeza y reproche en la su oscura mirada. Por suerte, Aysel estaba demasiado sumida en su teléfono como para darse cuenta de ese detalle.
Me senté frente a ambos y apoyé mis codos en medio de sus bandejas de arroz, papas, pollo y jugo de naranja.
—¿Nos vamos ya? —dije en dirección a mi presunta prima.
—¿Qué hacías con ese? —espetó Aaron sin rodeos, demostrando frente a su novia, y de la peor manera posible, que ya nos conocíamos.
Aysel volteó enseguida con indignación, mirando a su novio como si quisiera atravesarlo con el tenedor en su mano.
—¿Y a ti qué carajos te importa con quién ande ella?
—¿Puedes dejar tu celopatía por un maldito minuto? —se quejó Aaron llevando los dedos a sus sienes.
—¡No maldigas en mi presencia!
Metí la mano en el plato de Aaron para robar de sus papas fritas mientras me degustaba el show de los tóxicos. Aysel estaba tan roja que sus pecas casi se habían borrado de su rostro.
—¡¿Pero yo qué hice?! Solo le pregunté qué hacía con él y ya está.
—Se lo preguntaste en todo de reproche —argumentó Aysel con la mandíbula tensa.
—¿Y? Me dijiste que es tu prima, me preocupo por tu familia.
—Ay, pero qué considerado. Te voy a llamar Aaron Consideración a partir de ahora.
—Esto es ridículo —bufó Aarón, volviendo a su plato para meterse una gran cucharada de arroz en la boca.
—¿O sea que quieres terminar conmigo?
El pálido chico apenas pudo tragar con esfuerzo para responder, con el rostro al borde de un colapso de desconcierto.
—¡¿Todo porque le pregunté qué hacía con ese?!
—¿Terminamos o no?
Volví a acercar la mano al plato de Aaron, pero un manotón de Aysel interrumpió mi fechoría.
—Quita tus impías manos de la comida de mi novio.
—Ah, claro —dije tomando la papa de todos modos, y llevándola a mi boca, consciente de mi inmunidad a pesar de la furia de la pelirroja—. Te refieres a tu" novio. Tu único, hermoso y comprensivo novio, ¿no?
—Cállate la maldita boca.
—No maldigas en mi maldita presencia —la imité.
—Aarón —llamó Aysel sin dejar de mirarme.
—¿Sí, amor?
—Ya te llamaré, mi prima y yo tenemos versículos de la biblia por discutir.
—Como quieras, bonita —dijo el muchacho dándole un beso en el cabello a su novia antes de abandonar la mesa.
Cuando el chico estuvo a una distancia prudente de nosotras, Aysel tomó su tenedor como si se tratara de un arma, apuntándome con él y moviéndolo en un gesto amenazante al compás de sus palabras.
—Vuelve a amenazarme delante de mi novio y...
—¿Y qué? ¿Me acusarás con el pastor de la congregación?
—No, haré que desees el destino de Pinchis.
Dejé salir una risa que se asemejaba más a un bufido.
—Si crees que me puedes asustar con lo que le hiciste a tu gato...
—No lo hice nada, él se lo buscó. Como tú. Y aléjate de Aaron. Es mío.
—Al igual que tus otros dos novios —recordé con una ceja arqueada.
—Puedo hacer lo que me plazca, no le pertenezco a nadie. Tú sí. Concéntrate en tu trabajo y déjame en paz.
Eso había sido un golpe bastante bajo. O lo habría sido, si me importara, si no lo tuviera tan asumido. Para mí, era como si me hubiesen recordado que dependía del oxígeno. Nadie se ofende por una realidad constante e ineludible.
—¿Quieres que me concentre en mi trabajo? —Me incliné un poco más hacia ella, bajando la voz—. Pues ayúdame. ¿Dónde puedo conseguirme con Sama'el "accidentalmente" fuera de clases?
—En su club, obviamente.
—¿Club? ¿Qué club?
Aysel torció los ojos, fastidiada por mi ignorancia.
—No sabes nada.
—Para eso te tengo a ti, para que me expliques. Pero con precaución, por favor. Mete una cucharada de comida grande a tu boca y habla mientras masticas. Y cuando hables, hazlo casi en un susurro.
—¿Por qué tengo...?
—Hará más difícil que alguien te entienda si te escuchan, y así no podrán leer tus labios a lo lejos.
—Estás paranoica, ¿quién en la uni podría estar pendiente de lo que hablamos?
—La paranoia me mantiene con vida, así que haz el favor y coopera. No quiero que nadie sepa que me estás hablando de él.
—Como quieras.
Mientras Aysel se metía una cucharada de arroz a la boca, volteé con disimulo, como si estuviera soñando mi cuello, para identificar a cualquiera que nos estuviese observando. Y sí había alguien, pero no parecía interesado en nuestra conversación, sino en mí: Álex, el rubio con el que había tropezado hacía un rato.
—Sama'el Jesper es quien dirige «Parafilia» —explicó Aysel al fin, con la voz distorsionada por la comida en su boca—. El club le pertenece a su padre, pero la dirección ha pasado a Sama'el ahora. El padre no está muerto ni nada, simplemente el lugar necesitaba una cara... fresca. El señor An'tíago sigue siendo el dueño de todos modos, por lo que sé.
—Ajá, y ¿qué es Parafilia y por qué hace peligroso a Sama'el?
—Lo hace peligroso porque le da poder, y le da poder porque le da dinero. Su entrada es demasiado costosa. Las personas de ingresos menores solo pueden permitirse el acceso cuando es por invitación. Es un lugar de mucho prestigio y hay que hacer reservaciones con antelación, a menos que tengas mucha influencia o seas cliente regular.
—¿Qué pasa en ese club? —indagué muy interesada de pronto.
—De todo. O nada. No lo sé porque nunca he ido. Pero los rumores son muchos. Lo único que se sabe es por la propaganda de los pósters que hablan del costo estratosférico de la entrada y te juran que el lugar te garantiza una "experiencia inolvidable lejos de cualquier tabú y convencionalismo".
—Pues se venden bien.
—Bien caros. Pero funciona. El negocio lleva décadas y cada vez se expande más en cuanto a alcance e inversionistas. Pero no crean nuevas sucursales. Se niegan. Quieren que Parafilia siempre sea llevada por un Jesper, así que no puede existir un club igual lejos de Malcom porque no existe ningún Jesper fuera de aquí.
Escuché pasos detrás de nosotras y advertí a Aysel con la mirada para que se callara un momento. La pelirroja aprovechó esa pausa para ayudarse con su jugo a tragar todo lo que había estado masticando.
Yo esperé hasta ver que la persona pasaba de largo, y volteé con disimulo para asegurarme de que no venía nadie más. Y así era. El resto de los estudiantes estaba cada uno en su mesa, comiendo y hablando con sus respectivos compañeros.
—Háblame de esa familia —pedí a Aysel al retomar el tema.
—¿Los Jesper? —Tal como le había pedido, ella tomó otra cucharada grande de comida antes de continuar la conversación—. Viven en un condenado castillo gótico, Poison, tienen toda la urbanización comprada para que solo vivan cerca socios de Parafilia o sus mejores clientes. Son muy místicos con sus cosas, están pudriéndose en secretos. Son tan cerrados y asociales que dan miedo, pero es que para colmo son atractivos.
—Con dinero todo el mundo es atractivo, primita.
—Tienes razón. No creo que Sama'el se vea tan bien sin sus trajes y relojes caros. Pero, ajá, como te decía... ¿Te dije que cerraron una urbanización en torno a su castillo, no? Pues sí. El lugar es como una especie de Beverly Hills de pervertidos. Políticos, generales, miembros de las fuerzas especiales, empresarios, multimillonarios y hasta duques y princesas bastardas viven con ellos.
—No quiero imaginar las cosas que hacen en ese club.
—Ni deberías entrometerte, aunque entiendo que no tienes opción. Pero, en serio, son peligrosos. Si te metes con un Jesper, no se vuelve a saber de ti. Tienen el dinero de un imperio, el poder de una mafia, el alcance de un gobierno...
—¿Quiénes son? La familia, digo.
Aysel hizo un gesto con la cabeza que expresaba ambigüedad, como si no estuviese muy segura de la respuesta.
—No es que yo sepa mucho más de lo que se dice por ahí. Son el señor An'tíago, sus tres hijos, incluido Sama'el, y los hijos de cada uno. Aunque la mujer, Adhara, creo que no tiene hijos. Dicen que es estéril, pero yo creo que no le da la gana y ya está. Si yo tuviera dinero y poder, y un club de lujuriosos, tampoco perdería el tiempo trayendo más desperdicios a este mundo.
—Si el Señor te escuchara hablando así... —Negué con la cabeza, bebiendo del jugo de Aysel—. ¿Qué hace ese hombre dando clases aquí, Aysel? No entiendo la lógica.
—Dicen que es que ama enseñar. Pero yo creo que si fuera así, montaría una academia cerca de su castillo. Yo creo que es más porque quiere mantener vigilado de cerca a su hijo, como... Como si temiera que lo pudiera traicionar.
—¿Tiene un hijo aquí?
—Claro, estúpida. Acabas de hablar con él.
—¿Con quién?
—¡Con su hijo!
Volteé rápidamente a mirar al rubio detrás de nosotras, que todavía nos miraba aunque ya se estaba levantando para entregar su bandeja vacía de comida.
Cuando volví a ver a Aysel, ella entendió a la conclusión que había llegado y me miró con cara de horror.
—¡Él no!
—¿Entonces?
—Mi novio.
—¿Aaron? —Bajé la voz al punto en el que casi dudaba de que alguien más que yo pudiera escucharme, pero mi tono era de desconcierto, una especie de grito susurrado—. ¡¿Eres novia de un Jesper y le eres infiel?! ¿Estás loca?
Ni sé para qué preguntaba si ya sabía la respuesta.
—No somos esa clase de novios —minimizó la pelirroja con un gesto despectivo de la mano y una sonrisa—. Su padre ni siquiera sabe de mí. De hecho, lo de los secretos te lo dije por experiencia. Aaron no habla jamás de Parafilia, o de su familia, o de su castillo embrujado. Odia que le haga preguntas, es una regla muy clara en nuestra relación. Somos... dos personas que se besan y se celan. Y ya. No es como si nos fuéramos a casar.
—Aysel, dijiste que esa familia es peligrosa...
—Es mi problema, no el tuyo.
Me callé la boca, fingiendo una sonrisa.
—Haz como te dé la maldita gana entonces.
Me sobresalté por el impacto del puño de Aysel a la mesa. No lo veía venir, y varios a nuestro alrededor voltearon a vernos en consecuencia.
—Si vuelves a maldecir te voy a clavar el maldito tenedor en los ojos.
—Ya, ya, cálmate, loca. —No quería seguir discutiendo y llamar la atención hacia nosotras—. Entonces... ¿Aaron hijo de Sama'el? No se parecen en un coño. Y dudo que Sama'el tenga la edad para ser su padre. O, mejor dicho, que Aaron tenga la edad para ser su hijo. ¿En serio es tan menor?
—¿Tan? ¿A qué te refieres con tan? ¿Qué te ha dicho? ¿Cuándo hablaron? Sabía que...
—Tan menor para ser su hijo, celópata de mierda.
—Ah, no. —Aysel suspiró con alivio—. Sama'el lo adoptó de grande.
—¡¿Por qué?!
—Oh, claro, porque el jefe de un club multimillonario me va a comentar a mí, su nuera anónima, por qué demonios se le ocurrió adoptar al hijo que, por cierto, no debería estar conmigo sino comprometido con alguna duquesa muy rica.
—Tienes que ser muy buena cogiendo para que ese niño rico te soporte con lo celosa que eres. Sin mencionar lo desquiciada que estás, aunque imagino que ambas cosas irán de la mano.
—No me escuchas cuando hablo, ¿verdad? Yo no digo mentiras, Mailyn Lugo, te dije que no mantengo relaciones sexuales con mis novios y así es. Jamás he tenido coito en mi vida. Aunque... imagino que ya tendré que hacerlo, por ti.
Aguanté a duras penas las ganas de reír, solo por no llamar la atención a nuestra mesa.
—¿Por mí? Ah, muchas gracias. Me es de mucha ayuda que decidas intimar con tu novio.
—Lo será, porque si quieres acercarte a Sama'el tendrás que entrar en Parafilia. Y ya que no tienes recursos, y dudo mucho de que te guste la idea de atracar una joyería...
—No descartemos esa idea, pero tú prosigue, empiezo a interesarme en tu plan.
—Aaron me ha invitado varias veces al club de su padre, con la condición de que esté con él ahí. Quiere que nuestra primera vez sea ahí... a su modo.
—¿Y en serio nunca le dijiste que sí?
Me pregunta tuvo que haberla ofendido mucho, porque dudo que pudiera fingir la espontánea seriedad que surgió de pronto en su rostro.
—No quiero. No me interesa acostarme con él si eso ensucia mi testimonio ante la iglesia.
—¿Y el asesinato...?
—¿Puedes dejar de mencionar eso por una maldita vez? El Señor perdona, y cuando perdona, borra. El pasado está olvidado y no hay testigos de ello. Pero la pérdida de mi virginidad significará algo para mí toda la vida. Significa que no tengo algo que ofrecer luego de desfilar al altar con mi futuro esposo. Significa que estoy faltando a mi fe, y mis tradiciones.
—En ese caso, mejor. No te cases.
—Mailyn.
—Ya te acostumbras al nombre, eh.
—Tengo qué, no quiero ser la causa de un tropiezo que te cueste la vida.
—Qué bondadosa.
—El Señor lo es.
—Bien por él. De todos modos, olvídalo. Olvida tu plan. He cometido muchos delitos pero hay una sola atrocidad que jamás podré tolerar, que va incluso más allá de la perversión de mi putrefacta alma, y es el abuso sexual. Me niego a ser la causa por la que te entregues sin verdadero consenso. Buscaremos otro modo. Yo lo buscaré, al fin y al cabo es mi puto trabajo.
—Yo quiero hacerlo —dijo la pelirroja en medio de una risita—. Me refiero a involucrarme en esto... Quiero ayudarte, ser más que tu niñera y la informante del griego. Además, no será una tortura estar con Aaron, yo lo deseo, la tortura ha sido postergarlo. ¿Que representa un sacrificio? Sí, a mi fe. Pero nada más. Ya maté a mi gato, creo que puedo sobrevivir a esto también.
—Si tú lo dices... —Torcí los ojos, pero no discutí más—. De todos modos, ¿cómo? O sea, puedes entrar tú como su invitada, pero... ¿no tendría que invitarme él a mí también? ¿Cómo harás que acceda a eso?
Entonces la sonrisa de Aysel se ensanchó hasta casi partir su rostro en dos.
—Le diré que haremos un trío.
Casi me ahogo con el jugo al escuchar eso.
—¿Algún problema? —cuestionó ella con inocencia.
Había más de un problema en esa idea, pero solo uno verdaderamente determinante: ahora que sabía que Aaron era un Jesper, lo último que debía ocurrírseme sería acostarme con él. Azrel lo dejó muy claro en sus reglas: no tendría intimidad sexual con mis presas.
Y yo creía en Azrel. Por algún motivo, temía su alcance, temía que pudiera descubrir que había estado con el hijo de Sama'el, y que me matara.
No. Definitivamente esa opción estaba descartada.
Pero necesitaba entrar a Parafilia, y Aysel no tenía por qué saber que yo no tenía intensiones de consumar ese trío.
—Prima, pensé que jamás me lo pedirías.
Alzando el vaso de jugo hacia ella en simulación a un brindis, cerramos el trato.
~~~
Nota:
Ay papá con yuca 👁️👄🔥
¿Qué expectativas tienen de ese trío?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro