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→One

Ahriel sonrió con alegría — Camille, eres una psicóloga en un bar. Lugar perfecto para encontrar hombres borrachos, ayudándolos a su superar sus penas. Envidio tu carrera.

La rubia camarera rodo los ojos a la joven que con alegría se burlaba, Ahriel era demasiado gentil y amable, en sus tiempos libres ayudaba a Camille con el bar la rubia le pagaba a Ahriel por su ayuda.

—En vez de burlarte Ahriel — Camille le entrego una copa a la joven de ondas castañas y suaves rizos de ojos tan azules como el cielo en días de primavera — Deberías llevar esta copa al cliente.

Camille le señalo a un hombre en traje demasiado apuesto como para ser real.

—Yo encantada querida Camille — Ahriel le sonrió con picardía a la rubia — con hombres así hasta trabajo sin sueldo

Camille negó con la cabeza sonriente — Ve Ahriel, y tal vez considere no decirle a Alexander que estas coqueteando con los clientes.

Ahriel resoplo, su sobreprotector hermano mayor era un celoso de primera junto con su padre que con sonrisas amenazantes siempre lograban ahuyentar a sus pretendientes. Ellos tenían un argumento no muy lógico ante aquel comportamiento hostil hacia sus pretendientes

>>Si no lo espantamos a la primera ni segunda, solo tal vez sea digno de pretenderte<<

Ahriel sacudió la cabeza antes de colocar con suavidad la copa frente al hombre de traje.

— ¿Qué te trajo a este poso lleno de pecado que es Nuevo Orleans? — Pregunto Ahriel con una cierta ironía oculta entre el aplastante sentimiento de curiosidad que era sutilmente acompañado de una alegría jovial llena de inocencia

El trajeado sonrió sorprendido de la manera tan natural con el que se desenvolvía aquella joven a quien había visto llegar llena de luz a un lugar demasiado opaco y oscuro para tal flor de primavera.

—Solía vivir aquí — hipnotizado como solo una polilla que veía la luz podía estar, ¿Cómo no ser cautivado por la fuerza de su felicidad?

Ahriel fingió sorpresa de manera exagerada, que hizo reír al hombre trajeado — ¿En serio? ¿Cuándo? ¿En la época de las reinas y los reyes?

Ahriel movió sus manos de manera tan teatral, fingiendo ser una princesa de la corte de un reino. Elijah quien contagiado por la alegría de una persona demasiado joven para ver las creaturas monstruosas que ocultaban las sombras de Nuevo Orleans.

—Algo así — El trajeado le sonrió — Creo que hace unos cien años

Ahriel sonrió mientras se cruzaba de brazos, siguiéndole el juego — Bueno, yo vivo aquí desde que tengo uso de razón. ¿Qué te trajo devuelto a este infierno?

—Mi hermano esta por aquí en alguna parte, me temo que está metido en algún embrollo.

Ahriel sonrió con tanto amor que hizo el corazón del original encogerse, tanta ternura en su mirada como si hubiera recordado un momento lleno de felicidad y amor que su mirada no fue capaz de ocultar sentimientos tan potentes.

—Lo dices como si fuera algo muy común — Ahriel no borro esa mirada cargada de amor — y lo entiendo mi fratello es un imán para los problemas.

Los ojos de la camarera de ojos cielo destellaron con un brillo tan único como mágico. Amor pensó el original, el amor por su hermano había llenado su mirada de luminosos brillos blancos.

Elijah sacudió la cabeza tratando de no demostrar su fascinación por los ojos tan expresivos de la joven —Bueno... es complicado — Elijah suspiro — Desafiante, maleducado y...algo temperamental. Es que no compartimos el mismo padre a mí eso nunca me molesto pero a mi hermano odia eso de verdad no sintió que perteneciera y se sabe que tiene un gran historial en meterse en problemas.

—Y yo creo que tú tienes un gran historial sacándolo de ellos — Joyas pensó el original, ni las joyas, ni siquiera las estrellas podrían competir contra la luminosidad de aquellos orbes azulados llenos de alegría he inocencia — ¿En qué embrollos se mete? Mi fratello, una vez bailo desnudo en medio de un carnaval — Ahriel rio por el recuerdo — En su defensa estaba borracho, aunque aún me pregunto cómo llego a un carro alegórico.

Elijah rio, "Madre santa" pensó Ahriel esa risa debería ser pecado.

—El piensa que las personas de esta ciudad conspiran en su contra

— ¡Vaya! Narcisista y paranoico — Elijah no ocultó su sorpresa ante tal análisis, pero tampoco borro aquella sonrisa que Ahriel estaba segura significaba la caída de más de 100 vírgenes —Lo siento, una amiga psicóloga y demasiado tiempo libre te da cierta noción de las cosas — Ahriel se encogió de hombros — Además me sirve cuando quiero descifrar personas.

Elijah alzo sus perfectas cejas y se inclinó aún más cerca de la joven de brillantes ojos celestes — ¿Así? ¿Me has descifrado a mí?

Ahriel se inclinó hacia el trajeado con su mirada de diamantes fijas en los castaños ojos del hombre — Eres caballeroso, noble, sacas a tu hermano de sus problemas porque sientes que le debes algo, te dedicas a tu familia, crees que es el poder que mueve al mundo.

Elijah se estremeció, la suavidad de su voz lo hizo pensar en que cantaba. Sus palabras marcando una verdad que era parte de su historia — Que observadora.

Ahriel le sonrió — Es un don, pero dime ¿Cómo piensas sacar a tu hermano de sus embrollos?

Elijah suspiro — Pues veras....

La joven le sonrió, y le respondió la pregunta que bailaba entre sus palabras — Ahriel

—Escucha Ahriel — La suavidad con la que dijo el nombre de la joven lleno de nerviosismo el cuerpo de Ahriel — estoy buscando a alguien que pueda ayudarlo en este predicamento ella trabaja aquí Jane–Anne Deveraux ¿tienes idea de dónde puedo encontrarla?

Ahriel frunció el ceño, el nombre le era conocido. Demasiado.

—No... — Ahriel miro como su hermano entraba en el bar — Vinieron por mi

Elijah volteo y vio la imagen misteriosa del joven que vestía con una chaqueta de cuero, ropa totalmente negra. Y que con sus ojos verdosos buscaba a alguien en el bar.

—Camille puede saber sobre la persona que buscas — Ahriel le sonrió — Espero que logres resolver los problemas de tu misterioso hermano, y que algún día nos volvamos a ver.

Elijah asintió. Por supuesto que la vería de nuevo, Ahriel era un misterio que todavía no resolvía. — Le aseguro que nos volveremos a ver.

Ahriel simplemente le sonrió antes de darse la vuelta y salir detrás de la barra para caminar así al joven de mirada misteriosa, quien al verla sonrió con alegría, mientras la rodeaba por los hombros y besaba la frente de Ahriel con cariño.

El muchacho levanto la mirada conectándola con la del original, el chico lo miro sin censura analizándolo. Su mirada contenía amenazas como si el simple hecho de mirar a su hermana significara pecado para él.

Elijah alzo su copa y le sonrió, el muchacho era humano jamás podría contra él.

Por lo menos eso creía el original.

[...]

Alexander, o para Marcel, Keir y Ahriel, Alexis. Caminaba entre las calles de Nuevo Orleans con el único objetivo de llevar a su rebelde hermana a la residencia y guarida de los vampiros, aun con la renuente negación de su hermana quien con pucheros y ojitos de cachorro intentaban convencerlo de dejarla volver con Camille.

Sorella — Alexis la abrazo cerca del — Iras a casa y te quedaras ahí y crearas música para nuestros fanáticos oídos de tus creaciones.

Ahriel lo miro suplicante — Fratello prometo no decirle nada a Papa, pero déjame estar con Camille en el bar.

Alexis negó con la cabeza, con la amenaza de un hibrido original en Nuevo Orleans la prioridad de su padre adoptivo era mantener a Ahriel y Davina lejos de ellos. Ahriel por ser el corazón de la casa en donde le rey de Nuevo Orleans y sus vampiros viven además de mantenerla lejos de ellos. Los originales no podían saber de su poder, no debían.

—La ciudad está en alerta Sorella — Alexis tomo su pequeño rostro entre sus manos, besando su frente. 16 años cuidando de ella, de la pequeña bebe a quien había salvado. 16 años siendo hijos de Marcel Gerard. Rey de Nuevo Orleans. — Niklaus Mikaelson está en la ciudad, Padre no quiere arriesgarte.

Ahriel suspiro con pesar — ¿Soy débil contra un original verdad fratello?

Alexis negó con la cabeza, mientras abrazaba a Ahriel. Su rebelde hermana quien se había negado a aprender a usar espadas y dagas, quien peleo con Marcel para en vez de tomar un arma, tomar el violín o tocar el piano con asombrosa elegancia. Quien con asombrosa valentía y astucia se había escapado de la protección de Keir.

Non mia Sorella — Alexis suspiro — Eres muy valiente.

— ¿Entonces fratello?

Alexis sonrió con cariño antes de besar la nariz tan pequeña de su hermana —Eres nuestra más preciada fiore sorella, ¿Qué haríamos nosotros sin tu carisma? Te protegemos por que perderte significaría perder un pedazo de nuestro corazón que jamás recuperaremos.

Ahriel le sonrió a su hermano — Te quiero fratello

io a te piccola mia

[...]

Ahriel le sonrió a Keir el vampiro amigo de su hermano, quien la miraba con reproche — ¿Qué tal Keir? ¿Qué tal tu estupenda noche vigilando un cuarto vacío?

Keir la miro mal, por supuesto que no le había dado gracia darse cuenta de que Ahriel la hija de Marcel se había escapado con una astucia digna de una ladrona. Lo había dejado vigilar a un perro dormido en su cama para simular su corazón y le había puesto una de sus blusas para el olor.

—Ahriel eres una maldita rata escurridiza — Keir la abrazo porque era demasiado débil contra su sonrisa de niña regañada, prácticamente era imposible enojarse con ella cuando los mirada con tanto amor, tanto cariño. Una flor demasiado hermosa. — Ahriel debes decirme cuando vas a salir para que pueda acompañarte ¿Qué va a ser de mí si te pasa algo?

Ahriel froto su cara contra el pecho del tatuado, quien le beso la frente. Realmente ella era el corazón de una casa llena de personas muertas. Era como un juego de ajedrez si la reina caía el imperio lo hacía, en este caso no era una reina si no una princesa.

—Tu trasero vampírico ya estuviera muerto — Susurro ella — Marcel puede ser un poco protector.

Era cierto, Marcel se desvivía por su hija. Como no hacerlo si cuando él se ausentaba unos días una pequeña niña de rizos castaños y ojos como las joyas corría a él a tropezones por su vestido y con gran alegría se lanzaba a él gritando "¡Papi, Papi volviste"

Como se le derretía el corazón cuando lo llamaba Papi, Alexis siempre fue reservado. Marcel sabía que tenía su cariño y su respeto. Pero fue Ahriel quien siempre era la alegría de la casa quien con sus abrazos de tanto amor lleno aquella casa de la calidez de un hogar y era por esa calidez que los vampiros resientes no se sentían tan fuera de lugar.

—Ve a dormir Ahriel — Keir rodeo a la pequeña Ahriel con su brazo sobre sus hombros — Mañana será un día largo

Ahriel hizo pucheros — Quiero quedarme a festejar

Keir negó con la cabeza. Demasiado peligroso para ella con vampiros que a veces no podían controlarse y Ahriel era un bocadillo demasiado llamativo, ese olor lavanda y tierra húmeda demasiado llamativo para novatos en el control.

—Ahriel tu seguridad...

—Es lo primero...— Ahriel imito la voz de su padre — Ya lo sé pero Keir...

—Pero nada Ahriel

—Te odio Keir....

—Pues yo te quiero y por eso te cuido.

[...]

Alexander acariciaba la cabellera castañas de su hermana quien dormía sin preocupaciones, sin pesadillas como usualmente él las tenía, recuerdos que se había esforzado en enterrar, pero no se podía no cuando los recuerdos de su infancia estaban manchadas de sangre gritos y lágrimas. Usualmente cuando tenía esas pesadillas iba a asegurarse que su hermana dormía con normalidad y la vigilaba cuidando sus sueños o en ocasiones se acostaba a su lado y de una manera casi inconsciente su hermana se acurrucaba cerca del calor de su cuerpo como un cachorro buscaba el calor de su madre.

Ahriel era su atrapa sueños, como si su inocente luz fuera demasiado poderosa, demasiado luminosa como para que las sombras de los recuerdos llegaran a él. Como si simplemente siendo ella, siendo feliz, siendo amable siendo buena ahuyentara sus demonios que usualmente lo solían atacar.

Alexander suspiro antes de acostarse a lado de su hermana, acariciando suavemente su cabello que era tan rebelde como lo era ella. Keir solía decir que ella era la princesa de Nuevo Orleans, Ahriel solía decirle que era demasiado viejo como para estar vivo, claro aquello solo era para molestarla pero tenía una parte de verdad.

Si Ahriel caía, no solo Alexander el soldado más fiel de Marcel se hundiría en la miseria si no Keir el compañero soldado de Alexis entraría en un estado de rabia que lo llevaría a apagar su humanidad, Marcel lloraría la muerte de su hija pero se mantendría firma aunque eso le costase, Thierry la mano derecha de Marcel aunque dolido por la pérdida seria fríamente razonable.

Eran Alexander, Keir y Marcel quienes sufrirían más que cualquier otro lo sentirían como si les hubieran quitado su sol para dejarlos en las terribles tinieblas.

—Ella no está segura aquí — Alexis asintió antes de mirar a su padre adoptivo — Los originales son un peligro aquí.

Alexis comprendía eso — Sabes que si la dejamos ir lejos habrá más peligros de lo que corre aquí verdad, aquí podemos protegerla, puedo protegerla.

Marcel alzo una ceja interrogante — ¿Aunque te cueste la vida?

—Sabes la respuesta a esa pregunta Marcel — Alexander beso la coronilla de su hermana quien dormía profundamente — Lo sabes mejor que nadie

Marcel suspiro — Las cosas cambian

—No cuando se trata de ella — El sentimiento de protección que lo había impulsado cuando apenas era un crio a protegerla a pesar de estar muerto de miedo no solo se había hecho más fuerte mientras crecía y veía que al pequeño capullo de ojos castaños y ojos como las joyas había florecido como una bella flor demasiado hermosa, demasiado buena para un mundo de inmortales. En donde los humanos eran la presa. Donde ellos eran la presa.

— ¿Ya descubriste algo, Thierry me dijo que estabas hablando con Davina sobre las leyendas de los sobrenaturales? — Alexis suspiro mientras negaba con la cabeza — No te preocupes Alexis ya aparecerá algo

Alexander resoplo — Estoy seguro que no soy el único que ha sentido el aumento de poder en ella Marcel, Thierry tu he incluso el despistado Keir lo hemos notado. Marcel me preocupa que su poder despierte por completo.

—Te ayudamos cuando el tuyo despertó — Aun recordaba ese aterrador día, el agónico dolor en su cuerpo — La ayudaremos a ella cuando eso pase.

—La cosa es Marcel...— Una pausa — Que creo que mi poder no será nada comparado con el de ella.

Un poder como eso era una carga demasiado aplastante. Y Alexander no estaba seguro de que Ahriel sobrevira ante eso.

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