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Veinticuatro

Leandro había salido a por esas patatas. De camino a casa se ha encontrado una pistola, una pistola a la que sus ojos no pudieron dejar de mirar.
La coge.
No lleva balas, sólo una empuñadura de acero negro y un acabado relativamente mate. Está un poco sucia, y el cuero del "mango" tiene gotitas escarlata. Le flipa. Le flipa mucho. Se la guarda en la chaqueta.

La misma chaqueta que ahora cae del sofá debido a que Leandro se está echando hacia atrás. Está apoyado en sus manos, en sus brazos. Akira está sobre sus muslos, besando sus labios ansiosamente. Sus manos rodean su cuello.
El cubano cierra sus ojos con fuerza y se deja llevar por la situación. Vale, si que es verdad que ya se han liado antes, pero... es que no se acuerda. Y al parecer han follado. Bueno... le han follado. A Leandro.
En fin, que le va a hacer.
Coge sus mejilla con sus manos y ladra su rostro. Tiene los ojos cerrados.
En escasos segundos se cuela la boca de Akira en su boca. Se separa de él y mira sus labios.

-Leandro, no te alejes. -susurra, acercándole de la nuca. Y otro de esos besos fieros.
El castaño gruñe y le pega a él de los muslos.

Tardan segundos en levantarse del sofá. El coreano, con la muñeca de Leandro en la mano, le guía a su cuarto, como si jamás lo hubiese pisado.
Acaba tumbado en la cama, con Akira sobre sus muslos. Le sienta sobre estos y le acerca a él de la mandibula, con sus dedos.
Se separa y susurra:

- No quiero ser el pasi...

-Que si. Cállate. -murmura el coreano. Sonaba algo molesto. El cubano asiente y vuelve a unir ambas bocas.
Poco a poco la ropa empieza a sobrar.
Akira... Akira simplemente no está pensando. Prefiere no hacerlo. O sea, sabe a quien le está comiendo la boca y tal, pero que no le quiere dar muchas vueltas.
Baja la bragueta de Leandro lentamente una vez las camisetas han volado.
Baja sus pantalones con ansia y furia, mientras que ambas bocas se siguen besando. No se despegan. Tampoco piensan hacerlo.
El cubano, con algo de torpeza, busca el cierre de su pantalón. Coge el fino metal de la cremallera y la baja lentamente.
Y con los mismos dedos los baja. Siente ya su ropa interior.
Eso último apenas es un problema.

En otros lugares se han acabado los gemidos tras largas y rudas embestidas, cogidas de cabello y mordidas.
Lotor acaba lavandose en el baño la corrida de Sendak. Sale de él con ese batin lencero que tan poco deja a la imaginación.

-Dime. Que has pensado. -Sendak está encendiendo un cigarro. Tira el mechero a la cama. Lotor sonríe de forma lasciva.

-Verás... ninguno puede ir al hospital. Están fichados. Antes o después lo han estado.

-Si.

-No pueden saber que pasa con Adam.

-Ya...

-Había pensado en... hacerles uno de esos trucos que tanto les gustan. - El albino sonríe. Esta tumbado de lado en la cama.

-Te escucho... -Lotor sonríe.
El plan lo desarrolla lentamente, con sus problemas y sus ventajas.
Y Sendak siente que el mundo le sonríe.
Siente que todo está arreglado. Que se vengan.
Que van a por todo lo que le han arrebatado a Zarkon.
Falta el visto bueno del último.

Akira termina sobre él. Sobre él... sobre él.
Está abrazando su cuello, con el cabello suelto y la frente pegada a la ajena.
Sus labios están abiertos. Sus uñas se clavan en la piel de su nuca. Eso a Leandro, en el fondo, le gusta.
Ambos están gimiendo. Uno más que otro. Ese uno es Akira.
Leando tiene sus manos en sus caderas, copiando el vaivén que ha establecido Akira.

-Sigue... -gime frunciendo su ceño. -Lean... - el mencionado muerde de su labio.
Cierra sus ojos.
Akira los tiene abiertos, mirando la pared.
La pared es blanca, ya desgastada.
Probablemente la pared del hospital también sea blanca.
Gruñe.
-Más... -gime de nuevo. No es suficiente. Quiere sentir más. Quiere perder la consciencia. Leandro sube la velocidad y las embestidas. Akira gime en voz alta cerca de su oido. Sus uñas se topan con su nuca rapada.
Abraza su cuello con algo más de fuerza.
Otros en cambio no pueden abrazar a nadie. Ni tocar. Por que están solos. Solos.
Akira jadea en voz baja. Suelta un pequeño lloriqueo.
-Lean... -susurra de nuevo. Akira cierra sus ojos con fuerza. Leandro no sabe si es capaz de subir el ritmo e intensidad. No por nada, es que no domina bien esa postura de estar sentado.
Akira gime. Acaricia su piel con los dedos. Adam no podrá hacer eso.
Akira gime de forma rota. Aprieta sus ojos. Sus labios se curvan.

Abre sus ojos. Leandro abre sus ojos al sentir una gotita de agua, o sudor, o el que sabe, recorrer su espalda.
Los abre y mira de reojo a Akira. Sigue abrazado a su cuello, pero gimiendo de forma rota y... suave. No está gimiendo. Eso no son gemidos.
Coge su rostro con una mano y le hace mirarle.
Está llorando.
Deja de moverse y abraza con fuerza al coreano.

-Eh eh... -murmura el cubano. Akira niega.

-Sigue. -Leandro niega.

Son largos segundos de "discusión".
Acaban separados, ambos con la ropa interior subida.
Akira da una calada al cigarro y se lo pasa a Leandro.
El cubano le mira de reojo.

-Aki...

-Lo siento. Lo siento ¿vale?... -pasa su mano por su cabello. - No dejo de pensar en... en gomo despertará... -suspira.

-Hachiko lo dijo. Está todo controlado. Igual mañana todo está mejor... - Akira mira sus pies bajo la fina sabana de la cama. -¿Estás bien?... -es estúpida la pregunta. Tan estúpida que es necesaria

-No... -murmura el asiático. -Adam es... como un hermano mayor. Ambos lo son. Adam es... importante. Es especial para mi. -suspira. -Me ha visto madurar y... y ahora... por no estar pendientes... - Leandro frunce el ceño.

-No es nuestra culpa. Nadie sabía que podría pasar eso. En todo caso sería de Hachiko, no tuya. - Leandro sigue con sus ojos en Akira. Está mirando un punto fijo. -Deja de martirizarte... - se acerca a él. Sabe lo frío que es Akira, y lo innecesario que ve el afecto, pero sabe que le vendrá bien. Al menos ahora.
Abraza sus hombros y le acerca a él, a su nuca.

-Él... antes de eso, hacia minutos estaba bailando con Shiro y... ahora no sabemos nada de él... -murmura.

-Estará bien. Confía en mi. -el coreano mira a Leandro.

-¿En ti?

-Si... -murmura. Akira sonríe con los ojos vidriosos.

-Pues vaya ayuda.

-¡Oye!... -Akira sonríe y coloca su cabeza en su hombro. El cubano le imita, pero intentando ocultar esa sonrisa. -Lean...

-Dime.

-Me... ¿podrías... ya sabes...? -con el dedo indica la cama. El cubano suspira. Se tumba y deja sitio enfrente suya.
Akira coloca su cuerpo frente a él y le abraza.

Son minutos los que duran en silencio.

-Oye...

-¿Hhmm? -murmura Akira.

-No... ¿esto no significa nada, no?

-No... -musita el azabache. Leandro asiente.

-Vale. -sigue acariciando el cabello de Akira con sus dedos.
Son las cuatro y pico de la tarde.
Han acabado dormidos en la cama del coreano.

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