Veinte
Leandro sigue sobre él. Con las piernas a los lados. Tiene sus manos en su nuca, en su cuello. Sus dedos rodean con cuidado y a la vez hambre su cuello. Se separa para observar su boca y reír como un imbécil.
-Sabes a ron...
-Tú sabes a ron... -el moreno ríe y chica su frente en la de Akira.
-Tío no puedo ni abrir los ojos... me mareo... -y de nuevo se echa a reír.
Shiro suspira y se acerca a ambos con los brazos cruzados.
Ya hace rato que todos han salido a la pista y están dejando de lado el rollo empalagoso y salvaje. Ahora están más de disfrute y diversión.
Ellos no. Ellos están devorandose con los ojos y la boca.
El coreano sonríe de nuevo.
-Ven... -susurra contra sus labios. Leandro ríe y une de nuevo ambas bocas.
Hachiko se presenta ante ellos entre suaves carraspeos.
-A ver que no me entero... -el hombre albino coge a Leandro del hombro y separa al cubano de la boca de Akira. -Habíamos venido a pasar el rato, no a acabar pidiendo una habitación. -Akira ríe y busca en su bolsillo otro cigarro. -Pienso decirle a Corán que os prohíba consumir. -Leandro se gira como puede, con ojitos de cachorro.
-¡No... no eso no, eso no por favor... por favor Hachiko! -el cubano habla como si lengua le deja. La lleva a rastras. Hachiko rueda sus ojos.
-Apestas a alcohol, Leandro. Y mañana os quiero en marcha.
-Si, señor. -Akira ríe mientras enciende otro cigarro.
-Tú sigue jugando. -Adam de acerca a Hachiko y coge su mano.
-Dejales. Y dejad de beber ya. -Leandro asiente. Se sienta en el sofá y en voz baja murmura.
-El último... -Akira ríe en voz alta.
Adam lleva a Shiro a la pista. Bueno pista, a la masa de gente sudando y bailando.
-Déjales.
-Mañana no van a rendir.
-Y que. Es un día. No pasa nada. -coge el rostro de Shiro y besa sus labios. Con una sonrisa pasa sus manos por sus brazos y las baja a una zona trasera peligrosa. -Estaba pensando... tú y yo... en una de tus habitaciones... -Shiro sonríe.
-¿Habitaciones teniendo mi piso? Que les jodan. -Adam sonríe. El coreano más alto hunde su cabeza en su cuello. -¿Que prefieres... masaje y follar hasta que se acabe el mundo... o follar hasta que se acabe el mundo y masaje?... - el de gafas sonríe y acaricia su trasero con descaro.
-Lo segundo de lo primero y lo primero de lo segundo... -Shiro frunce el ceño. -Follar, tonto... -el coreano abraza al castaño entre risas.
Fuera está ese hombre de pulso acelerado. Tiene las manos en los bolsillos y le tiembla el cuerpo. Además de hacer algo de frío, le tiembla el cuerpo.
Una hora antes seguía allí sentado, en esa sala que olía a humedad y se ausenciaba de higiene. Era pulcra, pero la existencia de sangre estropeaba todo.
-Vas a ir, vas a pedirles puta esencia y vas a volver cagando hostias. - el hombre asiente. Slav traga saliva. -Y como digas una sola palabra sobre nosotros... -Sendak sigue agarrando el cuello de su camiseta. Slav continúa atado en la silla.
Se siente sucio. Se siente asqueroso. A la vez está en las nubes. Es como estar muerto. Esa es la sensación. Es paz y a la vez caos.
No sabe muy bien que es lo que le han pinchado, sólo sabe que es una bomba de relojería. Tal vez para que no se le acelere el pulso. No lo sabe.
Está allí, fuera, con la cara hinchada por los puñetazos y con sangre seca en la chaqueta. Tiene marcas en el cuello de presión. No sería de extrañar que Sendak le cogiese del cuello en alguna amenaza.
-Y si se ponen chulos... les pegas un puto tiro... -le tiende una pistola con dos únicas balas. -Y no vayas de guay con esto, trozo de mierda. Compra toda la que puedas.
¿Para que? Pues muy simple. Compra y reventa. Para consumo público y propio. Para que lluevan billetes. Para quitarle lo que es suyo.
Pasa media hora.
Leandro está ya que no puede con su cuerpo. Está ahi, tirado en el sofá, con una pajita entre sus dedos.
-A este me lo llevo, da pena verle... -murmura Akira al coreano más alto.
-Tened cuidado. -Hachiko está junto a Adam. -Si pasa algo llamad a Corán.
-Si. -coge a Leandro del hombro y sale al exterior. El cubano siente el frío y en seguida reacciona.
-Donde vamos... -susurra.
-A casa. Sube y calla. -el cubano ríe en voz baja. Abraza su cintura y pega sus labios en la zona de la nuca descubierta. -Párate. -Leandro sólo se echa a reír.
El local está un poco más vacío. Tampoco mucho. Sigue habiendo gente.
Lo que ya no está vacío es el piso de Akira.
De alguna manera han acabado una vez más comiéndose la boca esos dos.
De alguna manera Akira ha terminado pegando a Leandro a la pared, y el mismo le ha acercado a él del culo y de las tiras del pantalón.
Se separan y miran la boca ajena.
-Vamos... vamos al cuarto... - susurra Leandro. Akira junta de nuevo ambas bocas.
Con pasos tontos y ciegos caminan hacia el cuarto, quitándose la ropa.
Adam está sentado junto a Shiro en uno de esos sofás del local.
-Te quiero Hashi... -susurra en su boca.
-Y yo a ti... Adam... -murmura el ajeno en la misma.
Akira y Leandro han acabado en la cama del cuarto del coreano. Leandro está debajo, Akira sobre sus piernas. Se separa y coge al mentón de Leandro con sus dedos. El pulgar se sitúa en su barbilla.
El cubano, tal vez en un acto calentito o fuera de razón, coge su mano. Akira sube al pulgar a sus labios y el moreno, con las pupilas ligeramente dilatadas, chupa ese dedo con la calma de un crío. Akira muerde su labio.
-¿Te gusta?... -susurra Leandro. Asienta mientras saca el dedo de su boca.
Son imbéciles. Imbéciles que están cachondos.
El hombre que se halla fuera entra. La tiemblan las manos y la mandíbula.
-Hola... -murmura al hombre del bigote.
-Que desea... -Corán observa al hombre cuidadosamente. Esta que da pena. Y no le da buena espina. Mucha sangre. Tiene las ojeras violetas debido a la paliza previa.
-Esencia...
Shiro besa los labios de Adam y sonríe.
-Voy al baño. No tardo. -Adam asiente.
Leandro tapa su boca con su mano. Akira ha descendido lentamente a base de besos por su pecho. Ha llegado al vientre. Leandro ya está que no puede más.
El coreano sonríe y desciende la goma Y la tela que guardan su "premio". Con una sonrisa despiadada y endiablada coge su sexo y acerca la parte más algida a sus labios. Leandro jadea de placer al sentir la boca de Akira. Calentita y apretada y... demasiado. Muerde su labio estira su cabeza hacia arriba. Con la otra mano agarra su cabello. Eso a Akira le pone, aunque otras veces prefiere que no le obliguen y él sea quien establezca el ritmo. Leandro gime al sentir como sus labios aprietan dicha zona.
-Sigue, Ki... ra... sigue... -susurra como puede realmente.
Que pena que Leandro se haya derretido en ocho o doce movimientos más.
Pero a veces no es suficiente.
La boca de Akira se separa de su sexo y mira al cubano. Leandro sólo puede jadear al ver su carita.
-Joder...
Akira sube a su boca de nuevo. Leandro le acepta de tan buena gana...
El hombre espera sentado tras la barra. Le tiemblan los músculos. Tanto que empieza a sentir espasmos.
No sabe que coño han metido en su cuerpo pero es una puta bomba de relojería.
Corán saca cuatro botes de esencia de un tamaño considerable. Tampoco es como una botella de agua, pero no es el tamaño de un chupito.
El hombre las coge y se levanta cuando Corán se ha dado la vuelta.
Aire. Necesita aire. Se ahoga. Se asfixia.
-Eh... -el hombre continúa andando. -¡Eh, tienes que pagar! -Corán llama por él.
Va a paso rápido y torpe. Le tiembla la mano de la bolsa. El cristal resuena por su cabeza. Solo hay eco.
-¡Eh, eh tú, tienes que pagar! -otra voz se hace detrás suya.
Y recuerda unas palabras.
-Si el de pelito blanco se te pone chulo... le pegas un tiro en el brazo.
Slav sigue caminando.
Leandro está sobre Akira, bajando su bragueta con torpeza y peleando con su lengua en su boca.
El coreano de separa de él.
-Espera... -dice riendo.
-No. No, Kira... -el asiático frunce el ceño. En su puta vida le había llamado así. Pero y lo bien que suena... -Kira... -dice de nuevo mirando sus labios. -Follame... -el coreano ríe. Besa sus labios de nuevo.
-No vas a durar...
-Que si...
-No. Acabas de correrte.
-Que si... -su voz suena tonta. Claro, siguen un poco muy borrachos. -Que yo aguanto...
Es en ese polvo donde Akira descubre que Leandro es multiorgasmico.
-¡Eh para ahí! -Slav está fuera. Coge aire. Siente que se ahoga. Se gira. Delante suya hay un tío grande. Ve borroso pero sabe que es grande. -¡Hay que pagar, cabronazo! -Slav quiere hablar pero no puede. Le tiembla la boca. -Que coño te pasa. ¡Hay que pagar, estas sordo o que! -con la mano en el bolsillo coloca el dedo en el gatillo. Tiene la pistola dentro.
Leandro en cambio está gimiendo como si se le acabara el aire.
Akira le tiene sobre él, sentado. Ambos lo están. El cubano tiene lágrimas en los ojos.
-Lean... -el cubano gruñe de nuevo al sentir como entra hasta dentro. Agarra con sus uñas sus hombros y gimotea.
Tanto de dolor como de placer. - Lean... -susurra en su cuello.
-Sigue... -dice con la voz gastada. Su problema es que ha pasado demasiado tiempo sin estar con un tío y ser "el de abajo". Akira coge sus caderas y Sigue moviéndole en un vaivén idílico.
El hombre sigue mirando al hombre alto que hay delante suya.
Ve borroso. No sabe quien es.
Y pasa de saberlo.
Saca la pistola, apunta hacia él y dispara las dos balas del arma.
Sólo se oye eso. Dos disparos.
La gente del local no parece enterarse o parece darle igual.
Slav, con un ataque de pánico y al borde de sufrir literalmente un infarto por la presión de la sangre, corre como puede a algún lugar donde no morir. Y donde dar el pedido.
Leandro sigue gimiendo. Está aferrado a su cuello, con las piernas a los lados, con el cuerpo sudado y pegajoso.
Ya se ha corrido alguna vez. Akira no. Ambos están pegajosos. Ambos llegan al puto clímax.
Shiro está en la barra.
-¿Y Adam?
-¡Sigue, sigue! -Leandro está al borde de llegar. Está a punto. Akira gruñe al sentir como se contrae.
Ambos se arañan y se muerden.
En gemidos agudos y cortos Leandro se corre, igual que Akira.
Adam entra de nuevo al local.
Shiro abre sus ojos, pálido.
Leandro y Akira terminan ahí, en la cama, sin ropa, sólo con una sabana y con la presencia del otro. Akira acaba abrazado por Leandro por la espalda tras un cigarro, varios besos y varias caricias.
Adam entra a paso lento.
Tiene un balazo en el pecho.
En su mano hay borbotones de sangre.
Shiro escucha como la sangre cae al suelo.
Le han disparado.
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