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Tres

Leandro tiene arte a la hora de tintar el pelo. Akira se fia de él antes que de alguna tipa con cara llena de piercings y pelo de colores. Ya se sometió a esa tortura una vez y su pelo duro dos semanas en irse. En cambio, Leandro sabía donde aplicar y que tintes le favorecían.

-Podríamos teñirlo un día de rosa. -murmura el moreno, pegando todo el pelo y sujetandolo con una pinza. Akira sonríe y niega.

-Eso no va a pasar nunca.

-Bueno, rosa no... ¿azul?

-Ni loco.

-Pero si mola.

-Te mola a ti. -las pecas de sus mejillas se arrugan una vez sus mofletes se levantan al sonreír.

Es media hora de bromas y cachondeo lo que tarda en quitarse el tinte y lavarse el pelo.
Una vez más comiendo bollos, viendo la tele. Leandro tiene en un cenicero un cigarro liado con vaya tú a saber que misterios. Aquí nadie teme a nada. Ambos están atontados y medio dormidos.

-Tío... -la voz de Leandro suena suave. -Me estoy sobando... -suspira y se apoya en sus brazos. Sus ojos se dirigen a Akira, cuya figura está teñida de la luz del televisor. -O hacemos algo o me quedo frito en tu sofá.

-Mejor hagamos algo... -Akira despierta de su sueño y bosteza. -¿Tienes pasta?

-Si, Shiro me ha dado la mitad de lo de hoy.

-Que capullo.

-Ya, es lo que hay. No es tan malo como parece. -saca los billetes. -¿Nos vamos por ahí? -a Leandro le brilla la cara. Ana irse de fiesta. Y aún más cuando es el quien no conduce.

-¿En serio tío?

-Al "Altea's Rocket", hoy se liaba allí. -Akira sonríe. Es ver a Leandro sonreír y hacer ojitos de forma involuntaria y derretirse.

-Voy a por el holográfico... -se refiere a su propia arma. Leandro sonríe.

-¡Bien, vamos joder! -él sólo se motiva.

Tras dos buenos bollos llegan al local.
Bajan las escaleras, abran las puertas y el olor a tabaco, incienso, seducción, trapicheo y licor inunda ambos olfatos. Se miran entre ellos.

-¿Chupito?

-Chupitos. -ambos sonríen. Van a la barra y buscan al hombre que conocen de sobra. -¡Coran, dos fuertes aquí! -el hombre de bigote y pelo peinado asiente.

-Oido. -Leandro aprovecha para ojear el lugar. Ya hay cuerpos bailando en tarimas. Ya hay jaleo al fondo. Ya hay gente comiéndose la boca o cogiendose de la camiseta. Es lo normal. Ahora la sociedad va así. Ahora apenas hay control. La superpoblación ha podido al Estado y la noche es puro frenesí y rebeldía. No pueden controlar tanto jaleo.
Leandro escucha los vasos chocar contra la barra. Mira a Akira y sonríe. En el fondo ama esos ojos peligrosos.

-Quien no apoya no folla. -ambos chocan contra la barra. Akira sonríe.

-Quien no roza... no goza. -ambos rozan el vaso con sus dedos.

-Quien no recorre... - Leandro hace bailar el vaso por la barra. -No se corre.

-Girazo para que no haya gatillazo. - Leandro se echa a reír. -¡Tú has empezado!

-¿En serio te sabes tanto? ¿Tanto padeces en tu vida sexual? - Akira rueda sus ojos. Le enseña el dedo del medio y bebé de golpe el chupito. Jadea y muerde el limón que traen de acompañante. Leandro le imita. -No está Lura.

-Estás obsesionado. -el coreano mira a la lejanía a los chicos que bailan en las tarimas. Le ponen bastante, pero no le van los tíos inflados a esteroides y poco entrenados. Por que luego nunca están entrenados y a la mínima se cortan.

-Es un ángel venido del infierno tío. Un día saldrá conmigo.

-Y te despertaras. -Akira sonríe.

-Que te follen, chinito.

-Eso quiero, pequitas. -ambos miran el panorama. -Akira siente una mano cerca de su cintura. Frunce su ceño. Gira su rostro al lugar de donde proviene y mira al hombre de mayor edad acariciar su cintura. -Tus putitos están al fondo. Si buscas pelea nos vemos fuera. -el señor desaparece de mala gana.

-¿No querías follar? Esa te pagaría y todo.

-No soy un prostituto. -el coreano le mira de reojo con repugnancia. -Vamos, vamos dentro. -el moreno le sigue.

Pasan las horas. Leandro ya ha bebido más de un vaso y le cuesta estar en pie.
Y al ir bebido, entra en pelea fácil.

-¡Maricón tu puta madre, gilipollas! -Akira le saca del fondo cogiendo su muñeca.

-Lo único que no quiero es un borracho y mira que obtengo. Que sorpresa. -murmura por lo bajo. Leandro se sigue con el ceño fruncido y la mirada perdida. Es difícil no caer en la tentación de evadirse de forma efectiva cuando vives en la evasión no efectiva constante.
-Corán, ¿has visto a Hachiko? -el pelirrojo niega. Leandro tiene que pagar las copas y no tiene más pasta.

-Se ha ido antes de tiempo.

- Joder. - Leandro tiene su cabeza escondida en sus brazos. -¿Bien el viaje? -pregunta irónico Akira.

-Voy a potar tio...

-Eres un imbécil. Por esto no salgo contigo. -Leandro muestra sus ojos aguamarina bajo su cabello rizado y entre sus brazos. -No miras como un perro abandonado, borracho. -el coreano mira a su alrededor. Y divisa algo: una cartera en un bolsillo ajeno. Es lo que necesitan. -Ves fuera. Salgo en nada. - Leandro se levanta y tambaleandose sale de allí. Sube las escaleras y se apoya en la pared.
Akira entra en acción. Se suelta el pelo. Se acerca al dueño de la cartera. Con sus manos acaricia sus brazos y pinta una sonrisa en sus labios.

-¿Haces algo ahora después?... - susurra en su oído. El chico, que se joven va escaseando, sonríe de forma estúpida.

-¿Por?...

-Por si te querías divertir... -sonrie aunque en el fondo quiere pegarle una paliza. -Hay una habitación al fondo reservada para mi... y no tengo acompañante... -sus brazos llegan a su cintura. - ...y a mi me va todo... -sus manos llegan a la cartera. - ...tengo esencia... -esa palabra abre cualquier puerta.

-Esperame dentro. No tardo. -Akira sonríe. Guarda la cartera en su entrepierna y se aleja unos centímetros.

-Te espero allí... - susurra. -se acerca a la barra. El tipo sólo puede ver a Akira hablar con Corán de forma sería. Corán asiente y vuelve a lo suyo. Akira le guiña un ojo al tipo y se funde en la multitud.
Sale como puede del lugar y lo primero que se encuentra es a Leandro sentado en el bordillo con una pota al lado.
-Toma anda. Eres un capullo. -le tira la cartera del tipo. Leandro frunce el ceño. No ve una mierda.

-Pero si yo no... tengo...

-Mira. Déjalo. Damela. -le arrebata la cartera. -Sube a la moto y cállate.

-Aki, que yo me... -y la puerta se abre bruscamente.

-¡Tú, zorra de mierda, ven aquí, hijo de puta! -Akira hace que la moto gruña.

-Agárrate y vomita a los lados.
El viaje fue eterno. Casi igual que el odio del tipo del bar.

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