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Treinta y tres

Van cogidas de las manos.
Sólo se pueden escuchar sus risas.
Antes de que Romelle pueda sacar las llaves de su bolso, frena frente el portal y mira a la albina.
Sonríe y coge sus manos.

-Bueno pues... nos vemos mañana.

-¿No me vas a invitar? - murmura la albina, sonriendo.

-Vamos, Llura, ya sabes que no... - la albina sonríe y abraza su cintura. Acerca su rostro al ajeno. -Llura... -susurra riendo. Ambas sonríen.

-Va... déjame subir...

-Mañana trabajas... venga ya... - murmura. Besa su nariz y mira sus ojos. -Otro día...

-No, ahora. Podríamos dormir juntas... -la albina busca los labios ajenos. -¡Oye! -Romelle ríe. Es ahí cuando Allura trata de hacerse con ella, entre risas dulces. Agarra su cintura y esconde su cara en su cuello. -¡Déjame, tonta! -ambas ríen. Se miran.
La rubia sonríe y acerca sus labios a los ajenos. La albina ya ha cerrado sus ojos y ha ladeado su cabeza.
Ambas plantan un beso dulce en La boca ajena.
Se separan.

-Mañana nos vemos. -susurra Romelle. -Ves a dormir.

-Pero... -la albina acaricia su mejilla. Romelle niega.

-Nada de pero's. -besa sus labios y saca las llaves de su bolso. -Tienes curro.

-Y una chica preciosa delante mía.

- No cuela, Allura. -dice riendo Romelle. Abre la puerta y mira su alrededor. -Nos vemos mañana. Mándame un mensaje cuando llegues, por favor.

-Si. -susurra sonriendo. Antes de subir un sólo escalón más, vuelve a buscar a la albina y planta un beso en su boca.
Es entre ese beso y la sonrisa de ambas cuando pasan un par de chicos. Un par de chicos que aprovechan y silban a ambas.
Un par de tíos que frenan su camino en algún lado.
Ambas bufan. Siempre es lo mismo.

-Por favor, avísame cuando llegues.

-Si.

-Descansa. -Romelle besa de nuevo sus labios y sube más escaleras.
Allura mira si alrededor. Los tíos siguen en una esquina parados.
La albina baja con miedo y con las llaves entre los dedos, como si sirviese de arma mortal.

-Eh, guapa, ¿nos presentas a tu amiga? - Allura cierra sus ojos y continúa andando. -¡Guapa! -Allura gruñe en voz baja y se gira. No puede hacer nada. Si muestra algo de valor tan vez su vida se ponga en juego. Nunca sabes que puede llegar a pasar en una calle oscura con dos tíos detrás.
Nunca sabes cuando te pueden matar.
Por que hay asesinatos sólo por ser mujer.
Allura sigue caminando.
Hace caso omiso.
-¡Puta, provocando con esa ropa!
Y así siempre.
Siempre.


Un castaño abre sus ojos de nuevo.
Ya no tiene un ciego mortal encima.
Sólo sueño. Mucho sueño.
Se remueve en la cama.

Espera.

¿La cama?

Está tumbado en una cama amplia, de sábanas rojas y blancas, aterciopeladas.
Rasca sus ojos y trata de incorporarse. La sangre baja rápido de su cabeza y, con ello, se marea.
Bufa y cierra sus ojos mientras pasa una mano por ellos. Gira su cabeza hacia la puerta. Escucha una voz.
Sabe que ese piso es desconocido por que se acuerda de lo ocurrido hará una hora.
Un chico atento y amable le ha dejado quedarse a descansar después de que le hicieran algo. Algo que afecta a su cuello. Le pica. Le duele. Lo tiene entumecido.

Espera espera.

Está en una cama.

¿Y si?...

-¡...! -levanta la sábana rápidamente. Sigue con su ropa. Toda en su sitio. Esta vestidito e intacto. Ahora si. Respira tranquilo. No ha ocurrido nada.
Mira atento su alrededor.
Es un cuarto bonito, limpio y, por qué no decirlo, salvaje. Es un cuarto en el que dan ganas de dar un fieston y a la vez dormir junto a la persona que más quieres. El color rojo invita.
Mira el reloj que tiene colgado en la pared.
Son las dos y media de la mañana.
Mierda.
Se levanta.
Aún no sabe no conoce de forma consciente a su salvador.
Camina descalzo con la manta que le han tirado encima y trata de ubicarse.
Atraviesa el pasillo. Escucha una voz cerca.

-...un susto, quedamos en eso. Si... si, yo, no tú... lo que digáis. -gira su cabeza y, por ende, su larga melena. -Te dejo, tengo que colgar. Chao. -el moreno de piel cuelga y sonríe. -Perdona si te he molestado. El trabajo, en fin. -sonríe y se apoya en la encimera. -¿Estás mejor? Pensé que sería mejor si dormías en mi habitación. Así podías moverte tranquilo. Casi te caes del sofá.

-Perdona, soy un poco trasto durmiendo. -Leandro sonríe al escuchar la risa ajena.

-No te preocupes. Lo entiendo.

-Quería darte las gracias. Es tarde, tengo que irme.

-Puedes quedarte a comer. -Leandro frena en seco. Se quedaría, si al menos conociese a su héroe.
Mierda.
Akira.
La Iglesia.
Mierda.

Mierda.

-Lo siento, no puedo...

-Tranquilo, no pasa nada. -sonríe y peina el mechón que cae por su cara. -Estás en tu casa.

Leandro busca su chaqueta con los ojos. Está en la percha de la entrada.

-Gracias por todo. -murmura. El chico alto niega.

-No me las des.

-Eh... no se si quiera tu nombre. -el chico alto sonríe.

-Lotor. Encantado.

-Leandro. -asiente el de pecas. Ahora que sabe el nombre del chico... dios, ahora le atrae más. Va a mentir si dice que esa cara no es bonita. Es tan limpia y estética. Y huele a lavanda.

-Pues Leandro, si necesitas algo...

-¿Tu teléfono? -Lotor alza las cejas. Sonríe y asiente.

-Claro, por que no. -coge su móvil.

Acaba saliendo de su casa.
Va con una sonrisa en los labios.
No sabe por qué ese chico le causa tanta ternura y a la vez curiosidad.
Quiere conocerle. Se le hace interesante.

Llega a casa de Akira.
Abre la puerta y bufa al sentir el olor a sopa de sobre. Es esa de vegetales que tanta angustia y náuseas le crea. No le gusta nada.

-Hombre, ya era hora. -murmura Akira, en el sofá. -¿Que le has rezado a todos los santos de la Iglesia?

-Creo que me han intentado secuestrar. - murmura el castaño. Akira tose al escucha semejantes palabras.

-¿Qué?

-Que me han cogido de aquí. -señala su boca y nariz con la palma de su mano. - y me han tirado a un callejón. Y tengo aquí algo que... joder... me pica mucho. Y duele. -murmura. Se quita la chaqueta y peina su cabello.

-Hueles a lavanda. ¿No habrás ido a beber o algo del estilo?

-Que te digo que no. -suspira y se sienta en el sofá. -¿Te has preocupado por mi? Que bonito Aki, al final tú y yo nos casamos. - el coreano rueda sus ojos.

No va a admitir que ha estado toda la mañana pensando en él, en la falta que le haría comerle la boca un rato y un abrazo. Sobre todo lo último.

-Cállate y come. -susurra de mala gana.

Leandro termina tumbado en el sofá, con el móvil entre las manos y un pie golpeando la cara de Akira.
El coreano gruñe y lo aparta de un manotazo.

-Parate.

-No. - murmura riendo Leandro.

El castaño está hablando por mensajes.

Lotor: Me he encontrado la almohada llena de babas. ≫

Leandro: Tengo sueños intensos, lo siento. ≫

Lotor: ¿Y si me lo pagas a base de invitarme? ≫

Leandro: Invitarte.≫

Lotor: Ya sabes, tomar algo por ahí.≫

Leandro: Venga vale va. ≫

Lotor: Yo digo donde.  ≫

Leandro: Eso es llevar ventaja :c .  ≫

Lotor: Eso es que te va a encantar. Ya verás ;) . Te espero a las ocho en el portal de mi casa. ≫

Leandro sonríe mientras teclea un último "vale".

-¿Te encuentras mejor? - murmura Akira. Leandro lleva una tirita en el cuello.

-Si. Genial. -susurra mientras guarda su móvil.

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