Trece
-Joder... - Leandro suspira y se tira en el sofá de Akira. Cosmo le observa desde el suelo. -Sólo 40 míseros tickets. No me da ni para un boli con luz. -el cubano suspira y pasa sus manos tras su cabeza.
-¿Quieres tickets? Vende tu cuerpo. Verás como te caen hasta del cielo.
-Tienes un trauma con eso eh... -el moreno mira alzando una ceja al coreano, que está de espaldas a él, mirando el dinero que ha sacado de la cartera de JG. Al no recibir respuesta de levanta. -Eh, te he vacilado. Una respuesta o algo.
-Cómete mis huevos. -el azabache observa el dinero que hay en la mesa. -Esto es una porquería... -suspira Akira.
-Bueno, 50 pavos son 50 pavos. -Akira sigue mirando el dinero. -¿Pero que pasa?
-Nada... -recoge el dinero y lo guarda en la hucha que tiene bien escondida.
-¿Mitad y mitad?
-No.
-Pero...
-Para gastártelo en alcohol ya te invito yo. -Leandro rueda sus ojos y se deja caer en el sofá de nuevo.
Y vibra su móvil.
Lo saca de su bolsillo y lee un número que no tiene guardado. Con el ceño fruncido se incorpora de nuevo.
-Quien es.
-No lo se...
-No lo cojas. Dame. -el coreano se acerca a él. Leandro niega y extiende una mano en señal de que frene. El cubano descuelga y se pronuncia.
-¿Si?... -en la otra línea una voz dulce.
-¿Blue? - Leandro frunce su ceño.
-¿Blue? Se ha equivocado... ¿quien es? -Akira resbala su mano por su frente y su sien.
-Leo, ese es tu nombre en clave... - Leandro susurra un ligero ah. A Akira le entran ganas de soltarle un guantazo.
-Blue soy yo, Princess... -silencio. -Llura. - Leandro se incorpora de golpe.
-¡Ah, vale vale! Dime dime. -el moreno sonríe y rasca su nuca.
-Que me he acordado de que no acabamos la sesión y... bueno... tengo un hueco libre ahora y... era por si tu podri...
-Voy para allá. O sea... no estoy haciendo nada. Tardo 5 minutos en llegar.
-De acuerdo. Nos vemos. -Allura cuelga con un tono meloso y una suave sonrisa. Leandro siente el pitido y empieza a susurrar animados ¡toma!
-¡Dame condones!
-¿Perdón? -Akira le mira desde la cocina. -Te los compras tu chaval.
-¡Con que dinero, si apenas llevo encima! -Akira suspira. Saca del bote 20 y se los tiende. -¿Allura me pedirá más?
-Si te pide más le dices de mi parte que los busque en otro lado. -el coreano rueda sus ojos. -Y no vuelvas a mi casa. Vete a la tuya, gorrón.
-Es que me gusta tu casa. Y ese culito. -el moreno le guiña un ojo mientras guarda el dinero y su teléfono. -¡Te compensaré con algo, comida china o mexicana, yo que sé! -grita desde la puerta.
-¡Me compensa que desaparezcas de mi vista!
-¡En tus sueños, mi amor! -cierra la puerta. Akira niega con una suave sonrisa.
-Que puta pesadilla de chico... -mira a su mascota, la cual ladea su cabeza.
Ahora todos mojan menos él. Y él también quiere...
Y entonces se acuerda: JG tiene su teléfono, pero él no tiene el suyo. Y no puede conseguirlo... a no ser...
El coreano se pone la chaqueta, coge sus llaves, algún condón y el casco de su moto.
-No tardo, Cosmo. - acaricia su cabeza y sale de su casa.
Sigue oliendo a gasolina.
Da igual cuantas veces limpian las calles, que número de coches pasen, cuanto llueva y cuanto sol haga que siempre olerá igual. A gasolina y, depende de la calle, a incienso o comida.
A Leandro le encanta cuando huele a comida, especialmente a canela o ajo. Quien sabe, recuerdos de su hogar.
Le encanta.
También la encantan las noches de locura y de si no me acuerdo no pasó.
Esta sería una de no ser por que no es de noche realmente, y por que no va bebido.
Tiene a Allura apoyada por las rodillas, agarrada al almohadon de la habitación, con la cara hundida en la funda de este. Su voz no deja de salir a mares, de fundirse con la pintura de la pared.
Se muerde el labio cuando Leandro pasa una mano por su espalda.
-Allura... -susurra el moreno. El moreno cierra sus ojos y acelera el ritmo de sus caderas. El choque de pieles rebota en cada pared.
-Si... si... - la albina cierra sus ojos con fuerza, con la boca abierta.
Ese polvo esporádico, iniciado por preliminares y vacío no tarda demasiado en finalizar. El cubano se tumba bocarriba al lado de la albina, de la diosa de curvas peligrosas.
-Joder... -susurra Leandro. Sonríe y ríe en voz baja. Al fin... ¡al fin! No se ha llevado una decepción. Al contrario... ¡dios mío!
-¿Bien?
-Genial. -susurra sonriendo. La albina se levanta y coge su ropa de los pies de la cama y el suelo. -¿Puedo... un cigarro?
-No cielo. Zona fuera de humos. -la morena coge su ropa interior y se la pone, de espaldas a Leandro.
-Oye... -tras unos segundos silenciosos donde carga fuerzas, Leandro se atreve a hablar. -Podríamos... quedar algún día. En plan alejado de esto. Ya sabes...
-Una cita. -la albina gira su rostro hacia a él.
-Si, llámalo... cita. -el moreno sonríe.
-Cielo... -la albina, aún sin el sujetador, se gira hacia a él. -No me hagas perder el tiempo... - Leandro frunce su ceño. -No por nada... no estoy interesada en eso. -acaricia su rostro y sonríe de forma tan encandilada que Leandro no se lo toma ni a malas. -Si me pagas, todos los polvos que quieras.
-Y... ¿si te pago para una cita? -el de pecas se arriesga. Allura sonrie. Se acerca a él a gatas y le susurra al oído:
-No me hagas llamar a Hachiko, Leandro... -su aliento choca en su oreja. La piel se le pone de gallina. La albina besa su mejilla y recoge su sujetador.
-Vale. Perdón.
Tarda 5 minutos en salir de allí sin ser asesinado o amenazado por Shiro.
-¿Una copa, Leandro? -es tentador.
-No, mejor no. -sonríe y sale del local.
Es salir y encenderse un cigarro.
Mira a su alrededor y se pone la capucha. Que irónico eh...
Mientras, Akira se planta en los recreativos. El castaño siente una mano en su cintura. Y una voz en su oído.
-Te espero en los baños, JG. -el castaño sonríe suavemente.
Sabe ya de sobra de quien es la voz.
Tarda 3 minutos en soltar la bolsa de tickets de los críos que tiene en las manos y dirigirse a los baños.
Y ahora empieza el verdadero juego.
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