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Nueve

Leandro se coloca las gafas y tira la colilla apagada a la carretera.

-Dale, baby. -dice el moreno, sonriendo y con las duales bien escondidas. Aquí nunca se sabe. Lo mismo te riegan por la vida como te amenazan con asesinarte a ti y a los tuyos. Pero claro, esa última parte poco les importa a ambos. Esa parte está bajo control...

-No me llames así. -susurra por lo bajo, sonriendo ligeramente. Arranca la moto y la hace rugir numerosas veces seguidas. Leandro sólo grita de emoción.

-¡Vamos, vamos vamos! -lo que le emociona a Leandro la fiesta es indescriptible.

Y no es exagerar.
A Leandro le emociona pensar en sus cubatas, sus mojitos y sus daikiris. Le emociona escuchar la cocktelera de Corán, le emociona escuchar la música del local. Le emociona ver las luces neon, el olor a incienso y las cachimbas, ese invento postureta del infierno. Ama con su vida la fiesta. El calorcito del alcohol subiendo, el desenfreno, los ligues de una noche, los polvos esporádicos y los bailoteos. Y las tarimas... puff. Que tiemble Disney, por que sus princesas y sus príncipes se encuentran ahí. Y no van de azul, es más, por vestir no llevan nada más que ropa interior.

Akira aparca la moto, la encadena a una farola roida en la base por orines, escucha el click del cierre y guarda las gafas de aviador. Leandro se las da para que haga lo mismo con ellas y se adelanta a él.

-Eh eh, tranquilo, que los mojitos no te los van a robar. -Leandro se queda a los pies de las escaleras que conducen al local. -Lean, por favor, ni se te ocurra...

-Ya, ya lo se... que no pille un ciego y acabe potando en tu casa. Todo controlado.

-Vamos anda. - Akira sonríe y baja junto a Leandro al local.
Se abren las puertas y entran a un mundo nuevo.
Olor a alcohol, tabaco, tal vez a váter, a colonia y a humedad. Los baños también huelen, claro...

-¡Hey Corán, mi hombre favorito! - Leandro da varias palmadas a la barra. -¡Ponme un cubata! -el moreno sonríe y mira a su alrededor.

-Oído. -el hombre del bigote da la vuelta y busca entre botellas.

-¡Akira, vamos a bailar! -el moreno sonríe.

-¿Era un cigarro o un porro, McClain? - Leandro sonríe.

-Cigarro cigarro. Por quien me tomas. -Akira sonríe y mira a su alrededor.

-Lean, tengo una sorpresa para ti. -Corán mira a Akira sonriendo. Sabe de sobra cual es.

-¿El que? ¿Esencia? Ese rollo... no me va eh... ¿dinero? ¡Es dinero, tío te amo! - Leandro abraza a Akira por la cintura.

-¡Quita joder...! - Leandro sonríe. - Vamos a bailar y ahora te lo cuento.

Y allá fueron.
No es de extrañar que a ambos les metiesen mano.
Normalmente bailaban juntos, o al menos lo intentaban. Pero claro, la gente babosa los adelantan. Suelen colocarse tras ellos y manosearles. Suelen pasar sus manos por sus cinturas, dedicarles miraditas y susurrarles cosas al oído.
A veces Leandro suele dejarse llevar con ciertos encantos, y tienda a caer en esas trampas firmadas por Eros. Pero ya está ahí Akira para evitarlo. No va a permitir que timen a su compañero.

Y entonces Leandro va a por otro vaso.

-¡Corán, ponme un...! -Akira no la deja acabar.

-Llevas 3. Con 5 no te acuerdas ni de hablar Leandro. -Leandro sonríe y rasca su nuca.

-Bueno... vale...

-Además, yo te... -y adiós a la atención de Leandro. Entre que cuesta de conseguir y que se pierde en un chasquido...
En la lejanía se encuentra a una diosa con el pelo blanco, piel morena y joyas rosadas en la cara. Tiene algo como un batin rosado brillante puesto, y eso la hace un cuerpazo de escándalo.

-¿Leandro? -el moreno asiente.

- S-Si. -el moreno tiene su boca abierta ligeramente. La chica se acerca y susurra algo en su oído.

-Habitación 215. No tardes... - murmura. Y con ese andar elegante y sus piernas de escándalo vuelve a desaparecer. Leandro mira a Akira.

-Ella... acaso me ha...

-Ya he reservado habitación. Como estabas tan pesadito y ganamos pasta pues yo he... -Leandro se tira a su cuello. Comienza a plantar numerosos vasos en su cara.

-¡Gracias gracias gracias, te la debo tio, te juro que te la pienso cubrir! -y el moreno desaparece, sin vasos en la mano y con prisa.

-Adiós. -susurra Akira sonriendo.

-Que detalle, Akira. - murmura el hombre del bigote.

-Si. Anda, pone un cubata a mi. -y otra mirada al panorama. Algo tiene que pillar él. Lo que sea.
Y a la lejanía ve a un chico mirarle. Un chico de cabello castaño, rasgos marcados y pelo corto.
Bebe el cubata sin dejar de mirarle.

Leandro toca con los nudillos en la puerta.

-¿Se puede? -habitación 215. Si, claro que se puede. Una habitación con luces tenues rojas y detalles negros inunda su cabeza. Madre mía... con ver el cuarto se le pone dura.

-Pasa. -susurra Allura desde algún lado.
Leandro entra y deja la chaqueta en el perchero. Ahí lleva sus duales.
Y por el baño aparece la diosa de melena nivea.
Lleva lencería, detalles pastel y brillo, mucho brillo. Es un puto ángel venido del infierno.

-Hos... tia... -Leandro está rojisimo. -O sea... joder... -no puede dejar de mirar su cuerpo.

-Veo que te alegras de verme. - murmura la morena, acercándose a él. Con sus manos en los bolsillos de sus vaqueros ceñidos, se pega a él. -¿Vas a quedarte ahí parado? -y cuando se da cuenta, tienen ambos las bocas pegadas.

Igual que Akira. Ha acabado con el chico del cabello castaño en el pasillo que conduce al baño, con su propia espalda pegada a la pared. Tiene sus manos en su cabello, pegándole a él.
Se separan, haciendo que ambas respiraciones choquen.

-Estas buenísimo... -susurra el castaño.

-Cállate. -Akira no quiere oír alagos. Quiere notar sus manos, su aliento, su olor y sus dotes. Si si... sus dotes.
El moreno coloca una pierna entre las ajenas. Akira no se va a privar en meter su lengua en su boca. Le pega a él del cuello y susurra algo en su boca.
-Vamos... vamos a una habitación... -susurra ansioso.
Hasta que se corta el rollo.

Un galra irrumpe en el local. Se acerca a Corán, quien tarda segundos en buscar a Akira con los ojos y en apretar el botón de emergencia bajo la barra. Ese botón va directo a Pidge. Y de Pidge, a Hachiko.

-Busco a Hachiko. - murmura el galra una vez más.

-No puede atenderle ahora. Váyase antes de que hayan problemas. -Corán frunce su ceño.
Sendak empieza a perder las formas.

-Escuchame viejo, busco a Hachiko. Quedamos en un acuerdo y este hijo de puta lo ha roto. -y un cartel se presenta delante de Corán. Es Akira. Es un cartel con su cara. Akira se separa del castaño con prisa.

-Vale esto... tengo que irme ¿vale? -el castaño coge su muñeca y le pega a el de nuevo.

-Es broma ¿no? -dice riendo. -¿No me irás a dejar con el calentón? -Akira rueda sus ojos.

-Mi teléfono, coño. Llámame y acabamos esto. - murmura. Y el chico no puede hacer otra cosa que tragar sus palabras. Akira se ha esfumado.
Corre por el pasillo de las habitaciones, poniendo la oreja como un degenerado.
Escucha gemidos de todos los tipos, pero no a Leandro.
Y en un intento de recordar la habitación, tiene una aparición estelar.
La 215.
En esa misma habitación Leandro siente que va a explotar. Tiene mucho calor, y el escotazo de Lura y sus sonrisas de azúcar ácido no ayudan. Y aún menos sus besos descender por su pecho, acompañados de ronroneos y miraditas.
Leandro sólo puede morder su labio y acariciar su cabello.
Corre a la habitación mencionada.
Pone la oreja y golpea con los nudillos la puerta. Nada.

-Lean. -nada. -Lean joder. -nada de nada. -Leandro Álvaro. -y tras varios toques, saca el cuchillo de su chaqueta. Abre la puerta y entra.
Ahí tiene a Allura, de rodillas, con Leandro sin la camiseta y con el pantalón medio bajado. Allura gira su rostro sorprendida, y Leandro suelta un chillido que revienta los tímpanos de ambos.
Allura no está de rodillas por casualidad...
-Te... Tenemos que irnos. Ya. - Leandro gruñe.

-Sal. Ya voy... -el moreno se incorpora. Le va a estallar la entrepierna, lo jura. Es que le va a estallar. Allura sonríe y se acerca a Leandro.

-Lo acabaremos. Mientras tengas dinero... -la morena besa su mejilla y se mete al baño de nuevo.
Ahora Leandro quiere cargarse a Akira.

Sale con mala cara y mira a su compañero.

-Que. -dice borde.

-Nos buscan. Un galra. Hay que salir de aquí ya.

-Iba a tener tema con ella Akira. Joder por una puta vez que... que casi... joder. -susurra.

-Leandro yo también casi follo, no me jodas más. -el coreano coge su antebrazo y corre con él entre la gente.

En la entrada el moreno se pone las gafas a mala gana. Todo a mala gana.
Y es entendible.

Han salido del local como han podido, y conducen con la máxima discreción posible.

Llegan al piso de Akira. Leandro tira las gafas por ahí y se mete en el cuarto de Akira. Siempre hace eso. Hay demasiada confianza...

Akira en cambio va a lo urgente.

-Shiro.

-Akira... -murmura el mayor.

-Hachiko, como sea. -bufa. -Nos han encontrado los galras y están cabreados. ¿Ha... pasado algo o...?

-¿Con los galras?

-Si.

-Joder Akira... ¿donde estáis?

-En mi casa... espera, como sabes...

-No os separais ni para cagar. ¿Qué habéis hecho?

-Pues... -Akira suspira. -Yo creía que nada.

Pero algo si habían hecho.

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