" No puedo dormir porque mi mente sigue corriendo"

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° Neon °

En los charcos de la carretera se reflejaban las sombras de colores de las luces que bailaban en el aire rayadas por la lluvia , los coches se amontonaban en la carretera , el atasco era más estresante de lo común pues a una hora como esa la mayoría de las personas abandonaban las oficinas para dirigirse de nuevo a casa. Las madres acababan su jornada y tironeaban de los brazos de sus hijos para hacerlos avanzar más rápido mientras sostenían en sus manos grandes paraguas que las libraban de la lluvia primaveral. El ambiente era húmedo, tenso e incluso aburrido para aquellos que no sabían apreciar la belleza sencilla.

Dentro de un viejo todoterreno se encontraba un muchacho tranquilo, sus manos marcaban el ritmo de la música sobre el volante a la vez que sus ojos recorrían cada pequeño detalle de la calle . La prisa de la ciudad se detenía en su mirada mientras los colores de los neones reflejaban en sus pupilas colores vivos, cargados de pigmentos brillantes.

En sus oídos se coló el sonido de los claxones apurando un atasco que jamás se solucionaría con la insistencia del ser humano impaciente. Una pequeña sonrisa se escapó de sus labios mientras abría la ventana del vehículo, su mano bailo en el aire mientras sus ojos captaban las gotas finas de agua resbalar por la palma de esta hasta colarse bajo la tela de su camisa de cuadros.

El asfalto brillaba colorido gracias a los neones de las tiendas que lo rodeaban y su piel era ahora un poco mas magenta de lo normal debido al mismo factor. Los reflejos chocaban contra los cristales y brillaban como diamantes cuando se colaban en el interior de la condensación de agua. Su mirada se paró sobre las botas azules de un pequeño muchacho que saltaba de una en una las pozas mientras su padre caminaba apurado hablando por teléfono, el agua se alzaba bajo el plástico de los botines cian con cada menuda zancada creando un árbol de gotas dispersas , un otoño primaveral sin hojas de colores, con gotas translúcidas... hasta que el hombre tomo su mano obligandolo a caminar con normalidad , provocando que la sonrisa divinamente infantil se tiñera de seriedad adulta y los ojos se ennegrecieran de tristeza.

Cerró la mano todavía situada fuera de la ventanilla del conductor, notando como el agua en contacto con el aire enfriaba su piel. Sus ojos volvieron observar el panorama, los pájaros se escondían de la repentina lluvia , los dependientes bajaban las rejas de los comercios, una vieja señora cruzaba la calle tratando de sostener su paraguas mientras peleaba con el bastón en su otra mano, los adolescentes conversaban bajo el plástico duro de las paradas de autobús, un hombre caminaba bajo  chaparrón con una sonrisa en la cara mientras los demás lo miraban juzgando su decisión de sentir cada pequeño rastro de rocío en su cara. Y los coches hacían ruido, rompian el sueño , partían la atmósfera , formaban parte del lugar. Como una noria que gira día tras día hasta oxidarse. El mismo camino de todos los días, la misma ruta y rutina. Hasta que los días se extinguieran y la vida muriese. Hasta que una nueva área de la ciudad fuese abierta  , una carretera más rápida inaugurada.

Mientras tanto él prefería olvidar la prisa. Disfrutar de los pequeños detalles. Perderse como un loco en todos los lugares que otros obviaban.