42
Los recuerdos son dagas que se clavan en la piel lenta y dolorosamente hasta hacernos sangrar. Hasta hacernos rogar por piedad.
— ¿Hoy nos quedamos en casa? —Preguntó Yoongi aún con la mirada clavada en el computador.
Sae salió de sus pensamientos y detuvo su juego con el cabello de él.
— ¿Tenías planes?
El chico se encogió de hombros.
— Es sólo que no quiero que te aburras de verme aquí sentado haciendo tonterías —Dijo él cerrando la laptop para dejarla a un lado de la cama —Porque te aburres, ¿no? —Aquella pregunta fue hecha de forma tímida aunque Yoongi trató de disimularlo.
— ¿Dime como alguien pudiera aburrirse en el paraíso?
Pero realmente no estaban en el paraíso, ahora estaban los dos dentro de las llamas del mismo infierno.
— ¡Sae Wa! —Gritó Yoongi cuando la vio amordazada a una silla a unos metros de distancia, tenía la boca cubierta, el cabello despeinado y las lágrimas no paraban de correr por sus mejillas.
Yoongi sintió que el miedo era un cuchillo que le arrancaba la piel a tajos, su corazón dolía en su pecho con cada latido y el aire no llegaba muy bien a sus pulmones.
— ¡Déjala ir, ella no tiene nada que ver con nosotros! —Dijo Yoongi a Min quien hasta ahora había estado mirando la escena de aquellos dos.
Sae negaba repetidas veces con la cabeza y aunque sus gritos eran acallados por el trozo de tela que tenía metido en la boca, se podían escuchar sus cuerdas vocales desgarrándose por intentar gritar.
— En eso te equivocas, Yoongi —Dijo Min sentándose en el borde de la cama, dejando a Sae de un lado en la silla y a Yoongi del otro agarrado por los dos secuaces —La visita será breve así que no creo que necesites una silla —Le dijo al pelinegro.
Yoongi tenía los ojos clavados en el rostro aterrado de Sae y ella igualmente en el de él. Intentaban hablarse, consolarse el uno al otro con la mirada para que supieran que todo iba a estar bien.
Y oh, cielos. Nada iba a estar bien. Nada podía ir bien en aquel escenario pensaba Yoongi mientras luchaba con liberarse y correr hasta ella, abrir un portal mágico o que un agujero negro se los tragara no importa si los escupía en la mitad de la nada pero que los sacara de allí.
Ahora mismo a Yoongi le gustaría despertar de aquella pesadilla y amanecer enredado en los brazos de ella, comentarle que había tenido un terrible sueño y que necesitaba sus besos para olvidarlo.
— ¿Todas las chicas luces así en la mañana? —Preguntó.
— ¿Cómo?
— Tan radiantes como el sol.
Recordó esa vez en la que amaneció junto a Sae por primera vez luego de entregarse mutuamente.
¿Cómo la mujer a la que había visto sonreír tan feliz estaba ahora justo frente a él corriendo peligro, llorando, implorando piedad?
Min siguió observando hasta que finalmente se levantó y se acercó hasta Sae.
— ¡No te atrevas a hacerle nada, nada! —Gritó Yoongi amenazante e intentó correr hacia ellos pero lo detuvieron de inmediato haciéndolo doblarse cuando le dieron otra patada en el estómago.
Sae se alteró en la silla, se movía frenética en ella.
— Si no te quedas quieta, mi niña te juro que no te quitaré eso de la boca —Le murmuró Min en el oído. Sae tenía los ojos muy abiertos, los vasos sanguíneos brotaron casi luciendo como si ambas esferas sangraran, las lágrimas se paralizaron momentáneamente al igual que su respiración.
— Así es, quieta... —Dijo Min llevando sus manos hasta la boca de Sae para finalmente liberarla.
La chica tomó una gran bocanada de aire y tosió por un largo rato.
— ¡Sae, Sae! —Yoongi parecía una fiera enjaulada. Miró a Min imaginando todas las formas en las que podía asesinarlo.
— Yoongi... —Balbuceó ella arrancando a llorar —¿Qué está pasando?
— Yo te diré que está pasando —Intervino Min volviendo a la cama. El colchón se hundió ante su peso —Vinimos aquí para que Yoongi se despida de ti, ¿no es cierto, hijo?
Sae balbuceó algo inentendible y giró su rostro lentamente para mirar a Yoongi con un horror que nunca antes había sentido.
— ¿Des... despedirte?
Yoongi lloraba en silencio mientras tenía la mandíbula tensada.
Todavía albergaba la esperanza de que estuviera soñando y que lo que estaba ante sus ojos no era cierto.
— Sí —Min se aclaró la voz —Pero antes quería que se despidieran sin tener rencores o secretos, ¿les parece? —Dijo cruzando las piernas —Vamos a empezar por ti, Sae Wa. ¿No tienes algunas cosas que confesarle a Yoongi?
Sae Wa no procesó la información en ese momento, ¿qué se supone que debía confesar? El miedo no la dejaba pensar con claridad y por eso Min volvió a tomar la palabra luego de que ella no respondiera.
— Bueno, yo lo haré por ti. Yoongi, ¿recuerdas que te pregunté por qué creías que te había traído aquí?
Yoongi no lo escuchaba, sólo miraba a Sae Wa y le murmuraba cosas que nadie entendía excepto ella.
— Resulta que es el lugar favorito de Sae Wa. ¿No es así? —Miró a la chica acusadoramente —¿No te contó nunca que es fiel cliente de este antro? —Le dio una ojeada al cuarto —Que se hace llamar Katrina y viene por lo menos una vez a la semana. ¿Te lo contó?
Sae miraba a Yoongi en busca de una respuesta.
— Yoongi eso fue hasta que empecé a verte... en serio —Su labio inferior temblaba, las lágrimas se desparramaban por sus labios —Más nunca vine aquí —Decía entre sollozos.
— Dime, ¿qué hacías en un lugar como Neon?
Ah... Cómo si eso importara ahora.
— ¿El amor duele, no?
Yoongi bajó el rostro, no era momento para pensar en los pecados de Sae. No era lugar para ponerse a dudar si ella le mentía o no. Creía fielmente en su Sae e igualmente él había cometido muchos errores en el pasado así que era el menos indicado para juzgarla.
Aunque le dolía que no le hubiese contado.
Pero él mismo le había dicho que estaría esperando que voluntariamente le contara aquello que le escondía, sin embargo, nunca pensó que se trataba de Neon.
— No me importa lo que Sae haya hecho con su vida antes de mí. No me importa Sae, ¿lo sabes? —La miró con suavidad en el rostro —Nada de eso importa para mí.
Sae lloró en silencio.
Min hizo una expresión de asco.
— Podrías conformarte con más... —Suspiró —En fin, Sae Wa —Ahora se dirigió a la chica —Supongo que siendo Yoongi tan débil de carácter te habrá contado su asqueroso pasado acostándose con mi mujer.
— Ella lo violaba... —Balbuceó con miedo.
— ¿Violar? Puede ser. No lo sé, estoy casi seguro de que él la tentó varias veces —Dijo restándole importancia al asunto.
A Yoongi le dieron ganas de vomitar y quiso insultar a la difunta pero no podía, no ahora que sí tenía algo que perder frente a sus ojos.
— Sí, seguramente... Él te contó tantas cosas de ella —Dijo Min mirando al techo de la habitación. Parecía sumido en sí mismo —Pero lo que estoy seguro que no te dijo... —Volvió la mirada hacia el pelinegro —Es que la mató.
La habitación se sumió en silencio.
Sae Wa miró a Yoongi y este le sostuvo la mirada. Ambos sin decir nada eran capaces de entenderse.
A la mierda la señora Min. Pensaron los dos.
— Y ahora que sabes eso probablemente te estoy haciendo un favor —Min se levantó de la cama y caminó hacia la puerta de la habitación —Espero se digan todas las cosas bonitas que se les ocurran mientras no estoy —Tamborileó el marco de la puerta y salió.
La tensión era menor cuando Min ya no estaba pero ahí seguí Sae amordazada y Yoongi cautivo.
— Perdóname Sae, perdóname por todo...
Por culpa de él. Todo era su culpa.
— Basta, Yoongi. No es tu culpa que ese psicópata nos haya agarrado —Dijo ella con una sonrisa leve y triste, sus lágrimas seguían corriendo por sus mejillas hasta morir en sus labios.
La habitación estaba fría pero nada era más calador que la distancia que había entre sus cuerpos. Estaban tan cerca y a la vez tan lejos y eso los mataba, era como agujas frías que se movían bajo sus pieles.
— ¡Dios! Daría tanto por besarte ahora... —Dijo Yoongi bajando el rostro.
— Yoongi, mírame —Pidió ella —Mírame bien.
Tan frágil, tan vulnerable. Esa no era la Sae que conocía y sin embargo ella estaba allí intentando lucir fuerte.
— Te amo y vamos a salir de aquí, ¿verdad? —Dijo.
Cielos, ¿por qué el mundo era tan cruel?
Yoongi empezó a llorar sonoramente, no tenía la valentía de mentirle a la cara porque sabía que él no saldría de ahí. Moriría a manos de Yoongi delante de Sae Wa. Él se encargaría de que ella viera como daba su último aliento.
— Sae Wa, eres tan hermosa ¿lo sabías? —Asintió lentamente —Tú eres lo que nunca soñé y sin embargo... Fuiste mejor que cualquier sueño.
— ¡Deja de hablar en pasado! —Gritó ella.
— Prométeme que nunca vas a dudar que eres la única persona a la que amo y amaré.
Sae recordó y su corazón se hundió.
— ¿Cómo podría si no puedo ver el futuro? ¿Qué tal si te enamoras de otra persona que sea más lista o bonita que yo?
— Es que lo que yo siento por ti no tiene nada que ver con lo inteligente o hermosa que seas... —Sonrió suavemente —Oh, Sae, ojalá pudieras entender que si fuese posible enamorarse de lo más puro, de la persona en su estado más crudo, entonces te darías cuenta que la forma en la que yo te amo no es algo sencillo de entender porque es justamente así como me siento por ti, si fuera ciego, si fuera tonto, incluso así vería lo que adoro de ti, incluso así seguiría pensando en que eres la mejor mujer que existe sobre la faz de la tierra. Al menos para mí, porque lo eres tú —Le dio un beso en la frente y la volvió a abrazar esta vez colocando su cabeza en el cuello de ella —Y aunque no puedas ver el futuro, sería exactamente igual que ahora sólo que posiblemente te amaría más; pero igual te abrazaría, te vería con los mismos ojos de admiración, te elogiaría incluso las pequeñas cosas que hagas, te prometería cualquier cosa con tal de verte sonreír. Entonces, dime... Luego de esto ¿no eres capaz de prometerme lo que te pedí? Porque creo que ya estás lista para ver el futuro y mi futuro es junto a ti.
¿Y cómo se respondía a tal declaración sino es de la forma en la que hizo Sae Wa?
— Entonces ya que me has dado ese superpoder de saber el futuro, podemos hacerlo... —Levantó su mano y dejó ver su meñique —Puedo prometértelo entonces, y te aseguro que no le haré promesas a nadie más a partir de ahora —Tomó la mano del pelinegro y este comprendió que debía entrelazar su meñique con el de ella —Yoongi... te lo prometo.
— Te lo prometo... —Murmuró ella.
No podían entrelazar meñiques pero harían la promesa al aire.
— ¿Listos? —Min entró de repente y todos los muros que habían construido alrededor de ellos se derrumbaron en segundos.
En la mano derecha tenía un bate y en la izquierda un libro pequeño negro.
— Bueno, henos aquí para cumplir la última promesa que te hice, Yoongi —Dijo Min colocándose frente a él.
— Púdrete.
— Algún día —Rió —Pero hoy te toca a ti.
Min caminó lentamente hacia el lado contrario de la habitación, volvió a colocar el pañuelo en la boca de Sae y esta se volvió inquieta otra vez.
— Lo siento, no puedo permitir que grites.
Yoongi se removió, empezó a gritarle a Min pero este hizo caso omiso.
¿Gritaría Sae al ver su cuerpo caer al suelo?
— Ah, sí —Min levantó el libro y buscó una página, pareció leer algo y finalmente cerró el objeto y lo colocó sobre el colchón.
— ¿Qué...
Yoongi abrió los ojos como platos.
— ¡No, no! —Gritaba y su garganta parecía desgarrarse en cada grito.
Min se colocó detrás de Sae Wa y empuñó el bate.
— "Cuando de noche él me llame, atrayéndome al infierno, iré. Desciendo como un gato por los tejados. Nadie sabe, nadie ve."
El golpe sobre el suelo no fueron las rodillas de Yoongi al caer, no ese golpe no se debía a eso y mucho menos a la silla de Sae haciendo eco en la cerámica.
Había sido el bate contra el cráneo de la chica. Un golpe y nada más. Seco, vacío, sórdido.
Cayó de lado dando un segundo golpe al suelo con su cabeza.
No había sangre, no hubo gritos. Sólo los ojos de la chica cerrándose inmediatamente tras el golpe, sus lentes de pasta volando hacia algún lado y el pañuelo saliendo de la boca de ella.
La inconsciencia y la oscuridad rezaban sobre el cuerpo de Sae Wa.
— Un hombre nunca rompe sus promesas —Dijo Min lanzando el bate sobre la cama.
Pero Yoongi había dejado de escuchar.
Se había ido hacia la oscuridad junto a Sae Wa.
❀
sólo me falta subir el epílogo, chiquitxs.
lxs quiero mucho.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro