Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

35


¿Cómo era que las cosas podían dar un giro tan brusco en cuestión de días? Pero la pregunta más importante, ¿por qué Yoongi le había roto el corazón a Sae Wa en cuestión de una semana?

Bueno, romper el corazón era un término bastante liviano si analizábamos lo que sintió la chica cuando luego de dos días sin que Yoongi le respondiera las llamadas y hasta la hubiese bloqueado, la hubiese rechazado delante de la entrada de la empresa cuando intentó acercarse a él para hablar. Le había ordenado a los guardias de seguridad que por favor si volvían a ver a Sae Wa no le permitieran el paso y mucho menos estar cerca de él. 

Desde aquel viernes por la noche luego de que se entregaran el mundo mediante caricias y besos, luego de haberse prometido ser el futuro del otro, luego de tantas cosas, ahora Yoongi volvía a ser aquel hombre pelinegro que trabajaba hasta altas horas de la noche y que Sae Wa de vez en cuando espiaba por la ventana para finalmente irse a Neón y terminar de cumplir sus fantasías retorcidas.

Sólo que ahora ella ni siquiera podía espiarlo y mucho menos estaba en Neón, simplemente estaba en el departamento de Jimin ayudándole con el regalo de cumpleaños de su madre mientras Taehyung hablaba sobre que quería una mascota.

  — Te digo Taehyung, cómprate una planta y ve si puedes hacer que sobreviva una semana. Sí lo logras, te daré permiso de tener un perro —Le dijo Jimin.

Sae Wa estaba allí pero realmente no prestaba atención a la conversación que los dos chicos estaban teniendo. Simplemente repetía en su cabeza una y otra vez que se había quedado atrapada en una pesadilla.

Taehyung sabía que Sae estaba realmente afectada por la actitud de Yoongi pero sabía que era lo mejor para ella por los momentos. El mismo Yoongi le había pedido que no le dijera nada a la chica y que simplemente estuviese al pendiente de ella. 

Por supuesto que a Tae le hubiese encantando decirle a Sae Wa que no se preocupara, que todo era una fachada mientras Yoongi buscaba algún punto débil en Min pero no se arriesgaría a que la chica corriera a los brazos de Yoongi sólo para decirle que ella lo apoyaría. No, no podía hacer eso. 

— Ya tuve mi planta, Charlie. Aún sigue vivo.

— Es un cactus, Tae. No es que debas prestarle mucha atención para que siga vivo —Refunfuñó Jimin mientras le pasaba una cinta de color roja a Sae para que esta le hiciera un lazo al regalo.

Jimin por su parte no sabía muy bien de qué iba la situación de Yoongi y Sae y tampoco preguntó, simplemente se limitó a acompañarla como siempre a casa, a consolarla si de casualidad la encontraba llorando, a cocinarle si Sae no había ni almorzado en los días en que se le olvidaba que debía comer. 

— ¿Te parece este estampado para la bolsa, Jimin? —Preguntó ella. Estaba poniendo su mejor esfuerzo para no lucir desanimada pero ambos chicos sabían que no se encontraba bien.

— Sí ese de campanas está bien, ¿a ti te parece?

— Claro —Comentó ella y volvió a su labor de envolver el regalo.

— Jimin, ¿la acompañarás de vuelta a su apartamento? —Preguntó Taehyung recogiendo su abrigo que estaba sobre uno de los muebles de la sala. Se cerró el cierre hasta el cuello y se desordenó un poco el cabello. 

— No, Sae me dijo más temprano que se quedaría hoy aquí.

Taehyung simplemente se encogió de hombros. 

— Bueno entonces yo me voy, mañana es fin de semana y necesito recargar baterías hoy para que mi cuerpo aguante el sábado y el domingo —Dijo dejando salir un suspiro de satisfacción —¡Nos vemos, perdedores!

— Espera, Tae —Sae salió tras el chico mientras Jimin terminaba de encargarse del lazo.

Ambos se pararon en el pasillo del piso donde vivía Jimin y aunque Sae todavía no había dicho nada Taehyung estaba claro de lo que iba a hablarle.

— Taehyung, tú lo sabes ¿no es así?

Taehyung contuvo un suspiro de resignación que casi se le escapa, se aclaró la garganta y clavó la miraba en la casas frente al edificio que se veían desde la baranda del pasillo. 

— ¿Por qué habría yo de saber por qué se está comportando como un desgraciado? 

— Porque tú eres su mejor amigo, Tae —Dijo con los ojos cristalizados pero guardando la compostura. Era como la décima quinta vez que Sae preguntaba a Tae sobre Yoongi aunque sólo habían pasado siete días era más que suficiente para ella para sentirse miserable —¿Hice algo malo? Si es que alguien le ha dicho sobre mi antigua asistencia a Neón...

Tae apretó los puños.

— No creo que sea eso, Sae Wa. Simplemente deja que Yoongi termine lo que sea que está haciendo.

— ¿Cómo destruirme? ¿Debo esperar a que termine de herirme? —Las lágrimas amenazaban con salir pero Sae era más fuerte que un puñado de lágrimas.

— No creo que esa sea su misión —A Tae le picaba la lengua por hablar, se retorcía de impotencia pero debía mantenerse callado.

— Yo sé que tú sabes que... —En ese momento Taehyung recibió un mensaje de texto que lo hizo ocupar su atención en el móvil pero al darse cuenta de que Sae lo estaba mirando, se aclaró la garganta y guardó el aparato en su pantalón —Es él, ¿no es así?

Taehyung no quería decir otra mentira más así que se mantuvo callado.

— Dímelo, solamente dime si es él. ¿Te ha dicho algo sobre mí?

— Sae... ya basta, por favor —Pidió gentilmente con una mueca de tristeza en los labios.

— Quiero verlo, Taehyung —El puñado de lágrimas empezaba a tomar la delantera nuevamente haciendo que la visión de la chica se nublara —Sólo cinco minutos, yo sólo quiero verlo aunque sean cinco...

— Está en el restaurante de la esquina Eoggyu. Estará allí un rato en una reunión, ¿vale... —Pero no bien Taehyung había terminado la frase Sae ya estaba corriendo escaleras abajo lista para tomar un taxi y dirigirse directamente a aquel restaurante. 

***  

Yoongi estaba con el ánimo y el humor por el piso.

Cada mañana era más difícil que la otra y cada intento por mantenerse alejado de Sae Wa era una fractura abierta en su cuerpo.

— Por lo menos quita esa cara cuando estemos con los socios de mi padre, ¿te parece? —Dijo su esposa mientras iban en el auto camino al restaurante. 

Yoongi rodó los ojos e hizo su mejor intento por no responderle una grosería.

— Lo he estado haciendo bien, ¿no te parece? —Dijo con obstinación pero su esposa simplemente se limitó a callar —Y... ¿te has encargado ya?

Ella lo miró sorprendida ante su indiscreción pero asintió lentamente sin llegar a mirarlo a los ojos.

— ¿Cuándo lo sabremos? —Preguntó Yoongi y por primera vez en la noche la miró a la cara. 

— No seas impaciente, pronto —Dijo ella con recato colocando ambas manos sobre sus rodillas como una primera dama —Hemos llegado, ahora... —Ella le enseñó una sonrisa a Yoongi para que él hiciera lo mismo.

Se bajaron al restaurante y a los minutos ya se encontraban hablando de temas importantes con los socios a los que habían ido a ver, entre risas y tragos uno que otro comentario sobre cuestiones personales se escapaba pero la verdad es que Yoongi sólo quería tratar el asunto del negocio para marcharse a casa.

Aunque su casa estaba realmente lejos ahora mismo. No había otro lugar para él que los brazos de Sae, las cobijas cubriendo ambos cuerpos mientras descansaban en su verdadera casa, aquel lugar que había sido destinado a su madre y hermana pero que no había visto luz hasta que Sae puso un pie en ella.

— Parece que va a nevar, ¿no? —Comentó la esposa del socio mirando por la ventana.

— ¡Oh, de hecho! —Dijo la esposa de Yoongi cuando los primeros copos aparecieron pintando el negro paisaje de la calle —Yoongi, mira.

El pelinegro miró aburrido y asintió con una sonrisa leve para luego concentrarse otra vez en su copa de vino. No le había dado más de tres tragos.

— Esto ha sido muy fructífero, de verdad espero que nos encontremos más a menudo joven Min.

A Yoongi le hirvió la sangre. Él no era el joven Min, era Yoongi. Saber que Min tenía que ver con él sólo le repugnaba.

— Es así, ahora creo que es hora de retirarnos —Yoongi fue el primero en levantarse de la mesa —¿Cariño?

— Es cierto, ya es realmente tarde y con la nieve las calles se vuelven un poco resbaladizas —Comentó su esposa —Espero nos reunamos de nuevo —Dijo la mujer cogiendo una botella de agua de la mesa para llevársela a casa.

La otra pareja hizo una reverencia para despedirlos y prometieron volver a encontrarse con Yoongi y su esposa. 

— Debo decir que cada vez lo haces mejor pero aún debes mejorar en tu forma de decirle adiós a las personas. ¿Tenías que levantarte tan rápido?

Estaban a punto de montarse al auto cuando Yoongi se detuvo en la puerta.

— Me gustaría decir que estoy a gusto volviendo contigo a la casa pero la verdad es que no, ¿te adelantas? Llamaré a un taxi —Y la dejó sola para cruzar la calle rápidamente, sentía el corazón acelerado cuando estaba a solo unos pasos de Sae Wa.

Su Sae Wa.

De pie sin un abrigo adecuado para el frío, con la nariz roja y los ojos medio llorosos. Su Sae Wa tenía mil preguntas y él sabía que ahora mismo no podía responderlas pero cuando la había visto hace rato rondando el restaurante al salir supo que simplemente no podía dejarla así.

Aunque se hubiera prometido alejarse de ella temporalmente el verla tan vulnerable fue lo que lo hizo cambiar de parecer y mandar a su esposa sola a casa.

— ¿Se... —se puede? —Quería decir la chica porque le daba miedo acercarse a él y que de repente alguien la arrojara lejos hacia un barranco o un auto le pasara por encima. Tenía miedo de que por el simple hecho de atreverse a hablarle, Yoongi la enviara lejos.

Las palabras se le atragantaron en la garganta y Yoongi simplemente se quedó allí a escasos pasos viendo como se debatía en elegir las palabras adecuadas para hablarle. 

Él fue el que levantó lentamente su mano izquierda intentando luchar contra el impulso de abrazarla y acariciar sus mejillas, sus dedos dibujaban el fantasmal rostro de la chica que no se atrevía a tocar por temor a que todo su avance con el plan se derrumbase.

Se dio media vuelta dispuesto a huir lejos de ella antes de que fuera demasiado tarde.

  — ¡Yoongi! —Gritó ella pero el pelinegro no se giró.

Su paso fue cada vez más rápido hasta que se dio cuenta que había estado corriendo varias cuadras para alejarse de Sae Wa.

Cómo si eso fuera realmente lo que quería.

*** 

Sae volvió al apartamento de Jimin con el semblante derrotado. Su amigo la esperaba echado de cuclillas en la entrada de su apartamento, cabizbajo.

  —  Pasa algo, ¿Jimin? —Dijo ella lentamente como si el frío le hubiese congelado la lengua y le hiciera difícil la tarea de formular las palabras.

  —  ¿Y tú vuelves aquí con esa piel tan fría y los ojos pequeños de llorar y me preguntas si me pasa algo? —Jimin se levantó del suelo y se quitó su suéter para colocárselo sobre los hombros —No te voy a preguntar qué pasó pero por lo menos dime que no tendré que despertarme en la madrugada para salir a buscarte como un loco por la calle.

Sae negó lentamente con la cabeza y pasó hacia el apartamento donde Jimin le ofreció una bolsa de agua tibia para calentarse las manos y una tina pequeña con agua caliente para que metiera los pies.

  — ¿Por qué sigues preguntando por él? —Le preguntó Jimin cuando le estaba secando los pies a pesar de que Sae se había negado.

— ¿Tú dejaste de preguntar por mí alguna vez?

Jimin la miró pensativo desde abajo.

— Cuando entendí que nunca ibas a corresponder a mis sentimientos.

— Pero él si corresponde a los míos, es sólo que de la noche a la mañana siento que me han cambiado a Yoongi y que ese pelinegro que anda por ahí es una copia física de él.

Jimin rió levemente por el comentario pero inmediatamente recobró la seriedad.

— Tú lo sabes, ¿verdad, Sae Wa?

— ¿Saber qué?

Jimin se cercioró de que los hombros y el torso de Sae estuviesen bien resguardados con el suéter que le había colocado, ahora buscaría unos calcetines para ella y le haría un poco de té para que terminara de sentirse cálida luego de haber resistido la ligera nevada de esa noche.

— Que aunque hayas escogido a Yoongi yo siempre tendré un lugar en mi corazón para ti. Si en un futuro él te destruye de tal forma que te hagas añicos entonces recogeré cada partícula de tu ser y las uniré hasta que vuelvas a ser tú. 

Sae Wa se quedó petrificada sin capaz de hacer comentario alguno.

— No te preocupes, no te digo esto para que te sientas comprometida —Le sonrió con ternura mientras le palmeaba los hombros —Es sólo para que sepas que yo todavía te quiero sin importar lo que pase —Y le dio un beso en la frente. 

***     

Haberla visto esa noche casi lo hace mandar todo a la mierda por eso no tuvo más remedio que huir antes de cometiera una estupidez y todos sus planes se vinieran abajo. Llegó a la casa y notó que todo estaba apagado por lo que probablemente su esposa ya se hubiese acostado a dormir.

Se fue directamente hacia su estudio y esperó la llamada que tanto anhelaba. A eso de casi medianoche fue cuando finalmente su ansiedad disminuyó un poco al ver que su invitado por fin había llegado.

— Pasa —Dijo metiéndolo a su estudio —Nadie te siguió, ¿no?

— Todo está bien, nadie me ha visto —Dijo el hombre sentándose.

— Lamento llamarte a esta hora pero necesito respuestas. Necesito saber que has hecho algún progreso o voy a terminar despidiéndote.

El hombre soltó una risa y sacó un papel del bolsillo de su chaqueta con un nombre escrito en ella.

— Deja de intentar sonar amenazante, sabes que me necesitas más que yo a ti, Yoongi.

Yoongi tomó el papel y frunció el ceño sin entender qué significaba aquello.

— Los dos nos necesitamos, Namjoon. Tampoco es que siendo un policía corrupto, detective o lo que sea que eres tienes el acceso a todo lo de Min. Tú también necesitas mi influencia.

Namjoon suspiró y apretó los labios haciendo que sus hoyuelos se marcaran a ambos lados de sus mejillas.

— Tienes razón, sino no me estuviese involucrando con otro Min.

— ¿Qué mierda significa esto? ¿Shabú? 

— Quédate con ese nombre grabado en la cabeza —Namjoon volvió a tomar el papel para arrugarlo y meterlo a su bolsillo —Y la próxima vez, no me jodas a la medianoche. Lo puedes hacer en el día.

Yoongi quiso contestar pero se limitó a quedarse callado viendo como el moreno salía de su estudio mientras saboreaba la palabra escrita en tinta roja que estaba en el papel.

— Shabú...  

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro