31
Daegu, 2011.
Dieciocho años.
Para cuando el señor Min terminó de recibir los resultados de la autopsia de su esposa, Yoongi lo esperaba de pie fuera del establecimiento de la policía con el cabello empapado por la lluvia de la cual no se había protegido.
El día era gris y no sólo por el hecho de que el cielo lucía lúgubre y las gotas de lluvia pinchaban la pálida piel de Yoongi, había algo más en el rostro sombrío de los policías, en la soledad de aquella calle y en el silencio rumiante del señor Min que hacían que esa mañana todo luciera absolutamente gris.
— Una caída —Dijo Min en la puerta de la comisaría, Yoongi se estremeció levemente cuando escuchó aquellas dos palabras y miró con ojos de cachorro asustado al hombre que no le dirigía las palabras a él, ni siquiera le importaba si Yoongi estaba allí en ese momento. Había perdido a su esposa.
Arrugó el informe en su mano y lo metió así mismo en el bolsillo de su pantalón, sacó un paraguas y se dirigió directamente a su auto negro, el único además de los coches de los policías que estaba aparcado frente a la comisaría.
Yoongi no sabía si seguirlo o simplemente quedarse allí de pie con la ropa helada pegada a su cuerpo, sus ojos ojerosos y el cabello aplastado contra su frente. Él había sido quien había asesinado a la señora Min y el mero hecho de imaginar que pudieran descubrirlo le helaba la sangre aún más que la lluvia.
¿Qué pasaría con él entonces? ¿Lo mataría Min?
— ¿Vas a moverte o te regresas caminando los 24 kilómetros hasta la casa?
Yoongi espabiló, un chorro de agua le corrió desde la sien hasta empezar a gotear por su barbilla. En ese momento se dió cuenta del frío que tenía y que en su garganta había un nudo a punto de hacerlo llorar.
Se había convertido en un asesino.
Le había quitado la vida a la mujer que por tanto tiempo había hecho que pensara que ya había muerto y ahora estaba en el infierno pero aún así, vivir con la mancha eterna de haber asesinado a alguien no era algo que cualquiera podría cargar en su piel. Yoongi era una persona de buen corazón, rota, dañada, pero con un alma demasiado gentil.
Era el miedo y la desesperación los que habían hecho que empujara a Min por la escalera para quitarle la vida.
Caminó a paso rápido hasta el vehículo y se sentó del lado del copiloto, sus ropas mojaron inmediatamente el asiento de cuero pero al señor Min no pareció importarle, simplemente se acomodó al volante y prendió un cigarrillo cuyo humo hizo que le ardieran las fosas nasales a Yoongi.
Arrancó el vehículo y el silencio entre ambos era ensordecedor, no era que Yoongi hablara mucho con el señor Min desde que se había mudado a la casa pero el secreto que estaba en su corazón secándole la sangre provocaba que aquel silencio fuera incómodo.
— ¿Estaba muy tomada? —Preguntó Min. Yoongi dio un pequeño respingo y clavó sus ojos ojerosos en el rostro calmada e impasible del hombre.
— Tú sabes que bebía hasta caer desmayada.
En otra circunstancia Min lo miraría con reprimenda por haberle contestado de esa forma pero ahora sólo asintió y dio una jalada a su cigarrillo.
— ¿Qué estaba haciendo en las escaleras?
Los recuerdos del acontecimiento se pasaron por la cabeza de Yoongi, había sido hace dos días pero todo era tan vívido que se sentía todavía en aquella noche siendo perseguido en el pasillo por la señora Min, con su rostro enrojecido por el efecto del alcohol y las palabras arrastradas que salían de su garganta provocándole escalofríos al chico.
— Tú sabes qué estaba haciendo —Contestó lo más seguro posible pero su voz temblaba —Me estaba persiguiendo.
Yoongi tragó duro y sintió que la saliva se volvía ácida mientras bajaba por su esófago. Siempre había odiado a Min desde que supo que muy probablemente el hombre sabía las cosas que le hacía su esposa. Y aún así, no movía ni un sólo dedo para defenderlo.
Min sólo dió otra calada a su cigarro y lo apagó contra el tablero del auto, el cual detuvo abruptamente.
— Coge el autobús hasta la casa —Dijo lanzándole un billete —Debo hacer algo primero.
Yoongi cogió el billete que había caído en su pierna izquierda y abrió la puerta, todavía estaba lloviendo por lo que sabía que iba a volver a mojarse y que el frío sería aún peor.
— Suga —Llamó Min haciendo que Yoongi se girara antes de terminar de salir del vehículo.
La mirada del hombre estaba sombría y perdida sobre algún punto sobre el rostro de Yoongi.
— Una caída es algo muy probable viendo las condiciones en que estaba ella, la policía... ellos confirmaron lo que dijiste... Alcohol, muy alcohol en su sangre.
El corazón de Yoongi empezó a latir con rapidez en el pecho, casi al punto de dolerle.
¿Por qué Min le estaba diciendo todo esto?
— Pero sé que has sido tú —Min clavó su mirada en los oscuros y miedosos ojos de Yoongi quien ante tal acusación sintió que todo a su alrededor se detuvo —Supongo que la has empujado por el miedo y no sabías que ibas a matarla pero lo has hecho. Has matado a mi esposa.
— Yo... yo no... —¿Qué debía hacer?
¿Confesar?
¿Correr?
¿Llorar?
Llorar.
— No creas que esto te libera del apellido que llevas—Soltó, y aquello parecía una amenaza —Te puedo prometer que esto ahora sólo comienza.
Yoongi quiso correr entonces en ese momento pero Min pareció leerle los pensamientos.
— Y si piensas en huir, puedo prometerte algo más. Me encargaré de hacer pagar a tu madre y a tu hermana.
A Yoongi le tomó un minuto procesar las palabras que acababa de escuchar pero sólo dos de ellas se grabaron en su mente: Mamá y hermana.
— Mamá... —Incontable lágrimas bajaron por sus mejillas. Tenía tanto tiempo sin que pensara en la idea de que aún podía estar con su madre. Incluso él mismo se había dado la tarea de intentar olvidarla cuando la rabia lo consumía de pensar que ella había sido la culpable de todo por abandonarlo en aquella casa.
Y su hermana... Yoonmi, Dios como la extrañaba.
— Ve, llegó el autobús —Lo alentó con la mano para que se largara de una vez —Una última cosa, Suga... O bueno, la última promesa que puedo hacerte.
A este punto Yoongi sólo asintió conteniendo la rabia en su garganta mientras que sus lágrimas lo delataban.
— De alguna forma lograré hacerte sentir el dolor que tú me has hecho sentir. Algún día, te lo prometo.
❀
he vuelto con muchas ganas de escribir, además de que me he hecho la promesa personal de terminar esta historia este año :) y... les tengo una sorpresa con respecto a ella pero se los digo después para no arruinarla.
hoy por lo pronto, ¡les haré un maratón!
lxs extrañé mucho :(
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