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Para Sae Wa fue una verdadera sorpresa cuando los ojos de Yoongi se empañaron a tal punto que ella podía sentir como el pelinegro estaba conteniendo sus lágrimas. Él le había dicho que le revelaría sus secretos y ahora antes de abrir sus labios para empezar a contar la historia de su vida, sus ojos estaban colmados de lágrimas retenidas.

Sae todavía estaba encima de él pero al verlo de esa forma tan vulnerable, decidió quitarse de encima y cubrirse con la sábana para luego tomar el rostro del chico que lucía como delicada porcelana que al más mínimo toque podía romperse. 

— ¿Yoon... —Sae Wa no terminó de decir su nombre cuando el chico estaba hundiendo su rostro en el hueco de su cuello mientras dejaba salir las primeras lágrimas. Ella sintió como de golpe su pecho se sentía pesado y aunque trató de obligar a que él la mirara, Yoongi negaba con la cabeza mientras seguía refugiado en su cuello.

— Yo sólo quisiera que... —Carraspeó intentando que su voz no sonara quebrada.

Los recuerdos empezaron a pasar por su mente uno a uno en cámara lenta y se sintió asqueado por un momento que alguien tan manchado como él estuviese tocando la suave y cálida piel de Sae Wa.

— ¿Qué quisieras? —Dijo ella suavemente rozando los mechones de su cabello negro con sus labios haciendo que su aliento los moviera un poco —Prometo hacerlo realidad si eso aleja toda esa tristeza de ti.

Yoongi sonrió con amargura.

No era del todo imposible que Sae Wa aliviara su dolor pero sí que eliminara todas las manchas y cicatrices en su alma.

— Quisiera... —Levantó su rostro y clavó sus oscuros ojos en los de la chica —Que no dejes de quererme si te cuento mis secretos. ¿Podrías hacer eso por mí? —Pidió con cierta tristeza en su voz como si le causara miedo la respuesta de Sae.

—Oh, ¿eso es todo?

Yoongi la miró incrédula por unos segundos. 

¿Acaso no entendía la magnitud de lo que estaba a punto de contarle? Por supuesto que no y por ello se sintió algo ofendido de que Sae estuviese menospreciando su dolor.

— ¿Crees que lo que diré es una tontería, acaso? 

Sae enarcó una ceja ante el tono de reprensión que usó.

— Nada de lo que salga de tu boca es una tontería, sin embargo, lo que acabas de decir sí lo es —Yoongi se alejó un poco de ella para sentarse frente a ella de brazos cruzados.

Hace un segundo se veía tan vulnerable y ahora parecía una coraza de rocas dispuesto a tomar cualquier bala y hacerla rebotar.

— Nada podría hacer que deje de quererte. Yo realmente no podría ni aunque quisiera, así que cuéntame tus secretos y verás que al final igual te diré que te quiero —Dijo ella sin dudar ninguna de las palabras que acababan de salir de su boca.

Yoongi soltó sus brazos y entreabrió los labios de la sorpresa, la tomó por los hombros y la jaló hacia él en un intento por pegarla a su pecho.

— Me da tanto miedo ahora que tengo algo que perder. Me da miedo que me mires con otros ojos.

— Yoongi... —Ella se incorporó y clavó sus ojos en los de él —Al final te querré igual... Y al final —Susurró —Te diré entonces por qué estaba en Neon. 

El pelinegro la observó detenidamente mientras ponía en orden sus pensamientos y aunque el miedo estaba latente en su cuerpo sabía que si deseaba seguir al lado de Sae Wa tarde o temprano debía contarle su pasado.

Hoy era ese momento y por ello le pidió que por consideración no lo interrumpiera mientras él hablara. 

— Pregúntame lo que quieras al final —Dijo con timidez bajando su mirada, Sae sólo asintió y volvió a pegarse a su pecho para escucharlo mientras que simultáneamente escuchaba los latidos de su corazón. 

Y Yoongi habló. 

Del pasado y las sombras, de su familia real y su trágico final, del comienzo de la pesadilla Min. De las manchas, las heridas, los gemidos, del veneno. De la señora Min. 

Su alma se fue desdoblando poco a poco mientras contaba cada cosa que se le venía a la mente, las navidades arruinadas, los cumpleaños llenos de lamentos. Su cuerpo se sentía en una especie de exorcismo donde cada recuerdo era un demonio que salía de su boca como una masa negra que durante mucho tiempo lo estuvo consumiendo.

Sae sólo escuchaba sin reaccionar, sin gemir, sin hipar, sin abrir los ojos como platos. Ni siquiera un respingo en las partes en las que sentía que el cuerpo de Yoongi se tensaba como una cuerda a punto de partirse en dos.

Ella simplemente estaba allí yendo al compás de sus latidos y atenta a su voz. Atenta a cada palabra que Yoongi pronunciaba hasta que finalmente luego de las sacudidas, de las lágrimas derramadas y el asco que se reflejaba en el rostro del pelinegro, este se quedó en completo silencio cuando terminó de extirpar la última gota de veneno de su sangre.

— Yo la maté —Dijo para culminar y un largo silencio se asentó sobre ellos haciendo que el aire se volviera pesado.

Sae estaba aún inmóvil en su pecho con los ojos cerrados y aunque Yoongi no lo notara debido a la posición, la chica tenía las mejillas empapadas de lágrimas.

— ¿Sae? —Llamó él cuando ya le preocupaba que no hubiese respuesta. Estaba casi temblando cuando movió el rostro de la chica para verla a los ojos.

Pero no encontró asco o repulsión hacia él, el rostro de Sae estaba siendo adornado por una mueca de dolor como si hubiesen atravesado su pecho con cientos de agujas.

— ¿Sae... 

— ¿Y tú creías que yo iba a dejar de quererte?

Yoongi sintió como los brazos de ella le enredaron el torso con fuerza.

— Pues eres un idiota, Min Yoongi. 

Él le correspondió al abrazo y hundió su rostro en el cabello de la chica.

— ¿Lo soy? —Susurró.

— Lo eres —Respondió ella —Yo todavía te amo. 

***


El auto estaba estacionado delante de uno de los pocos postes de luz que servían en la calle. El chico caminó a paso rápido con las manos en los bolsillos mientras veía por encima de su hombro repetidas veces.

Llegó hasta el auto de color negro y tocó la ventana del copiloto mientras se agachaba al a altura de la misma.

— ¿Entonces? —Preguntó mirando otra vez por encima de su hombro.

El hombre que estaba en el asiento lo miró con cara de pocos amigos y le extendió un sobre de color marrón.

— ¿Y esto qué es?

— Últimamente Yoongi se está portando bastante mal, así que creí que era mejor acudir a ti antes de tomar alguna acción.

Taehyung abrió el sobre con manos temblorosas y cuando revisó el contenido el corazón se le detuvo en el pecho.

— Sólo necesito una cosa de él ahora mismo pero se niega a escucharme, creo que tú lo puedes hacer entrar en razón antes de que me vuelva un bruto y...

— Hablaré con él —Dijo Taehyung apresurado mientras guardaba el sobre en su chaqueta —Por favor, déjame tratar de convencerlo.

El hombre lo miró con desconfianza pero luego dejó salir un suspiro de resignación.

— Recuerda que me debes una Taehyung, así que habla con Yoongi o te juro que no iré por las buenas.

Taehyung tragó duro e hizo una reverencia pequeñísima antes de ver como el vidrio del copiloto volvía a subir hasta cubrir el rostro del hombre.

— Lo haré, señor Min —Dijo apretando la mandíbula mientras en su mente se recreaban todas las imágenes que acababa de ver dentro del sobre.

Malvado infierno, Sae Wa.

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