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20


Daegu, 2009

¿En la casa de los Min fue Yoongi alguna vez querido como un hijo? Sí, fue porque las cosas se habían ido a la mierda. 

Desde hacía dos años que Yoongi había cambiado por completo con respecto al trato que le ofrecía a la señora Min, desde aquella vez cuando esa mujer, su madre adoptiva, su nuevo hogar y todas las definiciones que inocentemente el chico le había puesto en su cabeza lo había tocado indebidamente.

Aquella noche marcó un final y un comienzo para Yoongi. El final del amor que le profesaba a aquella familia y el inicio de un rencor absoluto por los Min, además de un severo trauma pues ahora el pelinegro no se sentía para nada a gusto delante de las chicas. 

— Yoongi-ah... ¿Qué te pasa? —Preguntó Tae recostándose de su hombro mientras miraban una película en la sala de la casa de los Min.

Yoongi no respondió, simplemente miró la hora nerviosamente en el reloj de la pared y se mordió el labio inferior.

— Es... nada —Suspiró cansadamente.

Sí era algo.

Era viernes por la noche y la señora Min no había llegado todavía a esa hora. Eso sólo podía significar una cosa y es que llegaría apestando a alcohol y le colocaría las manos encima como había hecho durante los últimos dos años. 

Yoongi no sabía por qué ni la razón pero de lo que sí estaba seguro es que en algún punto hacía dos años la señora Min se había roto y toda esa pestilencia que guardaba dentro de ella, todo esa rabia que ahora adornaba su rostro, esa pesadez en su mirada, todo lo que ahora la caracterizaba lo drenaba con el chico. 

— ¿Estás seguro? Casi todos los viernes estás así —Dijo preocupado el menor de los dos mientras se acomodaba la cobija en las piernas.

Yoongi nunca le había contado nada a Hoseok o Taehyung, se había callado todas y cada una de las veces que su piel era explorada por esos sucios labios que le llamaban con deseo. 

— Estoy seguro —Respondió intentando sonar calmado pero Taehyung sabía que algo ocultaba —Mierda.

Ambos chicos se sobresaltaron cuando la puerta de la entrada se abrió de golpe chocando contra la pared.

— Yoongi... Yoongi, ¿dón... de estás? —La conocida voz de la señora Min se escurrió por las paredes hasta llegar a los oídos del pelinegro quien inmediatamente se tensó en el mueble.

— No te vayas, Tae —Le pidió apretando los labios —No me dejes solo —Soltó sin pensar.

La señora Min llegó dando tropezones y se sujetó a la pared para no caer mientras miraba la escena de los dos chicos en el mueble que la miraban atentamente.

— Kim... Taehyung —Dijo la señora Min —Allá —Señaló hacia la puerta con dificultad mientras intentaba no caerse.

Tae se iba a levantar para sostenerla pero Yoongi lo sujetó por el brazo por debajo de la manta para que no lo dejara.

— Es tar... d-d-e... vete —Decía la mujer —Casa —Sacudió su mano para indicarle que debía irse.

Taehyung sintió a Yoongi temblar a su lado.

¿Su amigo estaba siendo golpeado por esa mujer? Porque no le encontraba explicación alguna a que de repente tuviera tanto miedo al verla cuando antes se le iluminaba la mirada.

— ¡Vete tu... casa! —Chilló la señora Min y ambos dieron un respingo en su asiento, Taehyung se levantó de prisa y antes de dirigirse a la puerta miró preocupado a Yoongi quien casi tenía los ojos cristalizados.

— Volveré mañana, lo prometo —Le dijo el castaño —Volveré.

Cuando quedaron solos Yoongi sentía la mirada penetrante de la señora Min, sabía lo que venía... Oh sí que lo sabía.

— Vamos a la —Señaló hacia la escalera —Habitación.

Era el día libre de la señora de servicio y el señor Min no estaba en casa como de costumbre debido a sus negocios.

Estaban sólo él y Goliat. No había nadie que lo defendiera como siempre.

— No... —Murmuró él —Yo estoy viendo una película.

— ¡Sube! —Gritó desesperada —Sube si no... quieres que...

La señora Min siempre lo amenazaba con decirle a su esposo que él se le había metido a la cama y esa era una de las razones por las cuáles el chico no decía nada. Si el señor Min le creía a su esposa, cosa que era lógica, ¿dónde viviría? ¿lo echarían a la calle? ¿lo matarían de hambre? ¿le dirían a todos?

Tenía tanto miedo. Miedo y asco hacia sí mismo por ser tan cobarde y no huir.

— ¡Sube Suga, sube... sube! —Gritaba sin parar mientras se acercaba peligrosamente a él.

Yoongi se apretó más hacia el respaldar del sillón queriendo encogerse y ocultarse en la tela cuando la señora Min se le paró delante y le tomó el rostro con las manos.

— Pues si no quieres allí —Se empezó a desabotonar la franela con torpeza y a Yoongi se le escaparon unas lágrimas.

— No, por favor... —Pidió —No —Quiso levantarse pero la mujer le dio una bofetada y le tomó el mentón con fuerza.

— Silencio —El aliento alcoholizado le invadió las fosas nasales al pelinegro y sintió arcadas cuando le vio el sostén que llevaba encima.

Su madre siempre le dijo que le rezara a Dios cuando tuviese problemas pero ahora ¿por qué Dios no lo escuchaba? Se habría tapado los oídos cada vez que la señora Min lo violaba y él gritaba. 

— Hoy... quiero —Dijo la mujer bajándole el pantalón.

Yoongi estaba tieso, helado, inmóvil. Siempre se quedaba así cuando ella empezaba la odisea, la única forma en la que él moviera un músculo era que lo amenazara o lo golpeara. El miedo que sentía era lo único que le hacía moverse y cumplirle los deseos.

La señora Min se puso de espaldas mientras se levantaba la falda y se quitaba la ropa interior.

El chico cerró los ojos con fuerzas cuando sintió la mano de ella posarse sobre su miembro y alinearlo con su entrada.

— Oh... —Gimió ella cuando lo tuvo en la mano pero por supuesto que no consiguió la erección que quería por parte de él.

Nunca la conseguía y por eso tenía que hacer maniobras con sus manos o su boca para lograrlo.

— Vamos, haz que se pare Suga —Dijo ella con una risa burlona.

¿Cómo una mujer de cuarenta años podía ser tan perversa con un chico de apenas dieciséis? 

Yoongi tragó fuerte y cerró los ojos cuando la señora empezó a masajearlo para finalmente lograr la erección que necesitaba.

— Así... —Dijo y enseguida se introdujo a Yoongi en su interior —Oh, ¡Dios! —Gimió mientras empezaba a cabalgarlo de espaldas.

Que pare, que pare por favor.

Pero no paraba, el peso de la pelvis le caía una y otra vez encima. No podía disfrutar de aquello ni aunque quisiera y sólo se concentraba en pensar en sus amigos Hoseok y Taehyung para no vomitarse encima escuchando los gemidos de la señora Min y su nombre en esos perversos labios.

— Así, así Suga... Oh —Gimió otra vez y Yoongi tenía las mejillas empapadas.

— No más —Murmuró mientras se sacudía a causa de los movimientos —Por favor, para —Pidió entre sollozos.

— Cállate.

— No... no quiero —Dijo llevándose su mano al rostro para cubrir sus ojos pero seguía entrando y saliendo de ella hasta que sintió que las paredes se le cerraron entorno a su miembro y un gemido largo y ronco le hizo entender que Min había tenido un orgasmo.

Ella había tenido un orgasmo pero Yoongi se había roto aún más.

Cada viernes un pedazo de Yoongi se desprendía de su alma y no tenía ni idea de las graves consecuencias que eso le traería en el futuro.





¡siento mucho el abandono! he estado muy cansada haciendo mil cosas... estoy en el último año de mi carrera y es súper fuerte por eso no he tenido energía para escribir, lo siento mucho :(

trataré de subir otro capítulo en un rato, ¡lxs quiero un montonsote! gracias por todos sus mensajitos, me alegra muchísimo saber que están pendiente de mis historias. 

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