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19


El lugar que le era totalmente desconocido a Sae era el refugio de Yoongi, su casa. Pero no la casa donde vivía con su esposa ni la casa de los Min en la cuál vivió durante tantos años, no.

Se trataba de su refugio, una pequeña casa que había comprado tan pronto como hizo suficiente dinero con lo que ganaba a costa de trabajar para los Min. En esa época Yoongi todavía tenía la esperanza en su corazón de que su madre volviera alguna vez por él para darle una explicación y de que iba a encontrar a Yoonmi, es por eso que había comprado esa casa para que al tenerlas de vuelta pudieran vivir tranquilas y felices junto a él.

Pero eso no pasaría. Su madre no regresaría y ahora que Yoonmi no lo quería ni ver, su refugio era sólo de él pues nunca lo compartiría con ellas. Y ese refugio empezaba a sentirse aún más sólo y frío.

— ¿Está tu esposa en casa? —Preguntó Sae cuando se sentó en un pequeño sofá de la sala mientras miraba hacia todos lados temerosa de que la señora Min apareciera de la nada y se preguntara qué hacía una empleada allí a esas horas.

Yoongi sólo soltó una risa nasal y se dirigió a la cocina.

Sae estuvo un rato sentada en el sofá esperando a que el pelinegro apareciera en compañía de su esposa pero nada de eso pasó, al contrario, a los veinte minutos de estar allí en la sala se percató de que un aroma se escabullía desde la cocina.

— ¿Yoongi? —Sae se levantó y con mucha cautela caminó hacia donde provenía el olor. Vio como Yoongi estaba de espaldas en la cocina preparando alguna cosa que desde esa distancia no alcanzaba a ver ni con sus anteojos. 

— Puedes hablar con libertad, la señora Min no está —Dijo él sin voltear a verla —Y también puedes tomar lo que quieras del refrigerador si tienes sed o ir al baño —Siguió pasando unos huevos revueltos a una sartén.

Su mirada se detuvo por escasos segundos en la de Sae y ésta se petrificó.

Yoongi era arte, siempre que lo miraba desde cualquier ángulo parecía arte. 

— Estoy cocinando para ti, debes tener hambre —Dijo quitando su mirada para continuar con su labor de cocinero. 

Sae Wa estaba un poco confundida no sólo por todo lo que había pasado esa noche sino porque le parecía raro que siendo la señora Min tan elegante como se veía su casa fuera tan pequeña y modesta.

— ¿Por qué no está la señora Min? —Preguntó la chica y Yoongi empezaba a molestarse un poco.

Lo menos que quería era hablar de Min o de cualquier persona pero sabía que Sae Wa estaba confundida y que necesitaba explicaciones.

— Sae Wa, esta no es la casa donde vivo con la señora Min. Esta es mi casa —Hizo énfasis en la sílaba mi —Por eso eres libre de caminar y hablar con tranquilidad. 

— ¿Tu casa... —Sae Wa empezó a repasar con la mirada ahora los rincones del recinto.

Min Yoongi la había traído a su casa, no estaba soñando ¿cierto? Ni en el mejor de sus sueños esto hubiese pasado.

— Sí, es mi casa. De mi mamá, de mi hermana y mía —Dijo sirviendo un plato de comida en la mesa —Ahora ven a comer y quédate tranquila.

Sae estaba muriéndose del hambre y no dudó ni un sólo momento en probar la delicia que Yoongi le había preparado.

¿Le habría cocinado alguna vez a la señora Min? Se sintió un poco celosa por ello pero pensó en lo estúpida que era por sentirse así. 

Debía dejar de obsesionarse con la señora Min pero ¿cómo no hacerlo? Si era la esposa del hombre que le robaba los suspiros y el estar con él a solas en su casa la hacía sentir sucia por meterse en una relación ajena, más de lo que ya se había metido.

— ¿En qué piensas? —Preguntó Sae cuando vio que Yoongi la estuvo mirando fijamente todo el rato que ella comía. Las mejillas de la chica se encendieron y cuando quiso levantarse a fregar el plato para evitar mirarlo a la cara Yoongi la tomó por la muñeca y la obligó a sentarse de nuevo.

— Deja eso, yo lo hago luego —Dijo quitándole importancia al plato sucio —¿Tienes sed? 

Yoongi evitó por completo su pregunta.

— S—sí... —Admitió la chica. 

El pelinegro se levantó para servirle un vaso de agua y volver de nuevo a su asiento y clavar la mirada en la chica que se removía incómoda en la silla sin ser capaz de mirarlo.

¿Quién lo diría, no? Aquella Sae Wa osada que tenía sueños húmedos con Yoongi y se imaginaba mil salvajadas con él ahora ni le podía sostener la mirada.

— Estaba pensando en que... —Yoongi terminó el silencio entre ambos —Es gracioso.

— ¿El qué? —Preguntó ella con el ceño fruncido —¿Qué es gracioso?

Yoongi tenía una sonrisa pequeña en los labios que tenía nerviosa a Sae, miró su reloj de muñeca y luego desvió su mirada hacia la sala donde antes había estado sentada la chica. 

— Que eres la primera mujer que traigo a este lugar.

Sae Wa casi deja caer el vaso cuando lo escuchó decir eso pero mantuvo la calma para no parecer más torpe de lo que ya se veía delante de Yoongi.

— Supongo que a tu mamá no le gustaría saber que estoy aquí. 

— No lo sé —Dijo Yoongi recostándose de la mesa cerrando los ojos —En realidad ni ella ha estado aquí nunca.

¿Qué?

— Pero tú dijiste que... —Sae Wa estaba más y más confundida.

¿Por qué lo único que hacía Yoongi era confundirla y enamorarla? Yoongi era un agujero negro tan profundo que Sae Wa ni siquiera estaba cerca de su superficie. No sabía nada de él.

— Que era nuestra casa pero la verdad es que sólo yo la he pisado.

El estómago de Sae empezaba a dolerle, ¿estarían muertas su madre y hermana?

— No entiendo nada, Yoongi.

— Lo sé —Dijo abriendo los ojos y mirando a Sae desde la misma posición —No necesitas hacerlo —Aunque la verdad Yoongi necesitaba hablar con alguien pero no sentía que Sae fuera lo suficientemente cercana a él para confesarle que esa casa era un regalo que tenía pensado para dos personas que lo desecharon de su vida. 

— En realidad... —Dijo la chica tomando la manga del suéter de Yoongi. Él abrió los ojos como platos y dirigió su mirada hacia el agarre.

Su corazón se empezó a sacudir con fuerza. 

— En realidad sí lo necesito —Musitó suavemente.

— ¿Por qué? —La mirada de Yoongi se dirigió de nuevo hacia el rostro de Sae, esta vez confundido y expectante de lo que la chica tenía que decirle. 

El pelinegro no sabía por qué pero todo lo que Sae estuviera pensando a él le gustaría saberlo. 

— Porque... —Se mordió el labio inferior. El corazón le latía hasta en los oídos —Porque quiero conocerte, Yoongi —¿Se le estaba confesando...?

— ¿A mí? No, no quieres conocerme.

— ¡Sí quiero! —Dijo con seguridad —Siempre he querido...

— ¿Siempre? —Él dejó salir una risa y Sae pensó que se estaba burlando de ella por lo que dejó de tomar la manga de su suéter y bajó la mirada.

— Olvídalo... esto es tan complicado —Susurró para sí misma.

— Sae Wa —Yoongi tomó la mano de la chica y la dirigió hasta su manga nuevamente —Mírame.

Ella hizo como le ordenó pero sus ojos estaban cristalizados.

Era tan difícil explicarle que le gustaba desde que lo vio por primera vez en la compañía, de que soñaba con él y que quería hacerlo feliz como pudiera porque estaba segura de que no era feliz en su matrimonio. Era tan complicado pedirle un espacio en su vida para conocerlo y...

— Sé que te gusto, Sae Wa —Dijo él y la chica se sobresaltó en su lugar —Siempre lo he sabido, siempre te he observado mirándome en la oficina o pendiente de que mi café no se enfríe, ¿creías que no lo había notado? puedo decirte esta y muchas cosas más de las cosas que he notado de ti desde que te empezaste a quedar hasta altas horas de la noche en la oficina pero... 

No. Puede. Ser. 

Sae Wa se dio una cachetada mental cuando Yoongi le dijo en su cara que estaba consciente de sus sentimientos y quiso salir corriendo de allí para ahorrarse el resto de la vergüenza. 

— No puede ser —La chica se llevó ambas manos a la cara y la cubrió con ellas —Dios, lo siento tanto. Qué tonta soy... sé que eres casado y que no debería haber hecho lo que hice el otro día —Su voz empezaba a quebrarse —También sé que no debería estar aquí, lo siento tanto...

— Sae Wa, detente —Dijo él tranquilamente tomando las manos de la chica para apartarlas de su rostro empapado —No te he dicho nada y ya estás sacando conclusiones apresuradas. Nunca he dicho que tú no me gustaras.

¿Cómo?

— Pero... —La chica balbuceaba.

Ahora sí que su confusión mental se había elevado a la máxima potencia.

— Desde hace tiempo que noté que estabas allí y por eso cuando tuve la oportunidad de pedirte como mi asistente personal lo hice. Lo siento, soy yo el que debe sentirse como basura. 

Sae Wa pensó que se decía de esa forma porque era casado y le estaba siendo infiel a su esposa pero eso no le importó a la castaña, ahora mismo todo lo que podía pensar era que Yoongi le acababa de decir que le gustaba.

Ni en sus más lindas y románticas fantasías eso había pasado pero ahora... Ahora él mismo se lo estaba diciendo.

— ¿Por qué nunca... es decir, siempre creí que era invisible —Dijo secándose las lágrimas del rostro.

— Oh no, no eras para nada invisible pequeña —Dijo él soltando una risa nasal —¿Cómo demonios ibas a serlo si eres tan jodidamente hermosa? 

¿Había escuchado bien? 

— Esto debe ser un sueño —Dijo Sae Wa —Tú no puedes estar diciéndome esto.

— Está bien, no me creas —Se encogió de hombros y estaba a punto de levantarse cuando Sae Wa lo tomó por la mano.

— ¿Por qué no habías hecho nada antes? ¿Por qué no me habías dicho?

Yoongi bajó la mirada.

No podía porque si los Min lo descubrían era su final y su oportunidad de encontrar a Yoonmi se esfumaría. Sin embargo, ahora que la misma Yoonmi no lo quería en su vida y que nada le importaba estaba dispuesto a dejarse llevar por lo que quería.

Y una de las cosas que quería era a Sae Wa.

Sí, Yoongi había notado la presencia de la chica desde mucho antes pero siempre se mantuvo a raya. Nunca pensó en acercarse a ella ni siquiera un poco por las razones antes mencionadas y porque sabía que romántica y sexualmente hablando no sería capaz de brindarle nada a la chica.

Él no sabía como amar, como demostrar cariño y mucho menos sabía tocar a una mujer. No podía tocar a una mujer sin recordar aquellas desagradables manos de la señora Min explorando su cuerpo tantas veces, esos labios asquerosos saboreándolo y esas palabras venenosas y lujuriosas que le hirieron el corazón.

A pesar de que habían pasado años desde la última vez que la señora Min lo tocó y que aquella mujer ya se debía estar pudriendo en el infierno, Yoongi no aprendió a cómo lidiar con su trauma a pesar de que varias veces intentó acercarse a una chica y por lo menos sentir que podía ser un hombre. 

Pero fracasó, fracasó todas y cada una de las veces que fue a un antro, a un prostíbulo, a un club. Siempre que las cosas empezaban a ponerse serias Yoongi se paralizaba y huía, tal y cómo había hecho el día que estuvo con Sae en la oficina. 

— Porque no todo es tan fácil, Sae Wa —Le dijo aún cabizbajo —No es tan fácil cómo crees.

— Sí, sé que estás casado y que puede ser difícil pero... —Yoongi le puso un dedo en los labios para silenciarla.

— No la nombres otra vez, por favor. Esto no tiene que ver del todo con ella, no es mi esposa la que me detiene, es... —Yoongi sentía ganas de ser vulnerable, de abrirse, de ser humano delante de Sae pero no podía, ¿cómo le admitía que había sido abusado de pequeño y que eso lo detenía a dar un paso a delante con cualquier mujer? O con ella. 

— Está bien —Dijo ella cerrando los ojos sintiendo los dedos fríos de Yoongi sobre sus labios —Pero... ahora que sabes que me gustas y que... —Las manos de Sae Wa empezaron a subir hasta tomar el rostro de Yoongi entre ellas con suavidad —Tú también...

Los escalofríos empezaron a recorrer la espina dorsal del pelinegro cuando los labios de la chica se acercaron con lentitud hasta los suyos sin llegar a tocarlos.

— Sae Wa... —Susurró con la voz ronca cerrando los ojos.

El tacto con la chica le gustaba, sentir su aliento sobre el de él le hacía sentirse embriagado pero ¿cómo reaccionar a ello? ¿Qué debía hacer? ¿Cómo debía seguir...

— La otra vez me dijiste que querías sentir —Le dijo casi en un aire erótico que hizo a Yoongi estremecerse.

Sae Wa había llegado a la conclusión de que el matrimonio de Yoongi era una farsa y que por eso él no había sentido lo que era ser amado de verdad.

Y por eso me pidió sentir algo...

Aquellas conclusiones no se alejaban mucho de la realidad pero todavía la chica desconocía gran parte de la historia. 

— Sae Wa, por favor... —Dijo sintiendo el pecho de la chica unirse al suyo y el tacto de sus dedos acariciar sus mejillas con suavidad.

— Yo quiero hacerte sentir, Yoongi —Le dijo mirándolo a los ojos desde esa corta distancia en la que sus narices se estaban rozando —Quiero que sientas lo que es ser querido.

— Sae... —Un diminuto beso lo silenció cuando estuvo a punto de pedirle que se detuviera, que él no podía darle lo que quería.

Pero Sae Wa no quería tener sexo esta noche, es más, ni siquiera quería hacer el amor. Hoy sólo tenía un plan en su cabeza y nadie la iba a detener.

Hacer sentir querido a Yoongi.

— Quiero que sepas lo que se siente quererte, Yoongi. 






quería compartir una opinión con ustedes. el otro día leí por ahí a alguien en wattpad que decía que las historias con contenido sexual era indebidas y pensé... ¿por qué a estas alturas aún tomamos al sexo y la sexualidad como un tabú? a mí no me parece que esos temas sean indebidos siempre y cuando se sepan llevar.

más bien me gusta que en la actualidad seamos más abiertos con ello y que dejemos atrás tantos prejuicios. no sé qué opinan ustedes pero jamás estaré de acuerdo con esa frase de que las historias con contenido sexual son indebidas.

pd. ¡estoy de vuelta y amo leerlxs!

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