Capítulo 2
Capítulo 2: Ciudades subterraneas
Enormes hologramas de mujeres se proyectaban en la ciudad, invitando a los hombres a los antros.
La multitud de autos poco lujosos reflejaban infinidad de matices neón de los carteles. Personas con cabellos de color entraban y salían de los clubes y bares.
Se sentía un poco incomodo. No llevaba puesto su traje. Se sentía desprotegido. En vez de usar su característica armadura, usaba una camisa negra cubierta por un blazer y pantalones tácticos del mismo color. En su cinturon colgaba del lado izquierdo la funda con su katana la cual se encontraba escondida por el blazer y del lado derecho, tambien escondida, la funda con su arma. A la vista podía verse una cartera rectangular, sujetada al mismo cinturon, donde guardaba sus suplementos de amrita.
Era su primera vez en Yaesu y era notable la diferencia con Neo Tokyo.
Aquí viven las personas marginadas de la sociedad. No hay ley ni moral que reine. Las pandillas quebrantaban la ley a diestro y siniestro, y los prostíbulos ofrecían los servicios de androides sin necesidad de ocultarse.
A diferencia de Yaesu, en Neo Tokyo predominaba el crimen organizado y los delincuentes allí son "peces gordos" (como decía el sargento Hwang).
Al mirar sobre su cabeza, no había un cielo, había un vacío oscuro con luces tenues que simulaban estrellas y allí la falsa luna, casi opacada por las coloridas luces de los edificios.
En esa ciudad subterranea jamás amanecía, la noche se extendía las veinticuatro horas y las constelaciones brillan debido a un gran proyector que se encuentra encima de la ciudad.
Se detuvo en frente del edificio, las coordenadas que mostraban su ojo derecho lo ubicaban cerca del lugar que buscaba.
—Hola bonito, ¿quiéres pasar un buen rato con algunas muñecas?
Le habló una mujer con poca ropa y cabello rosa mientras acercaba su voluptuoso cuerpo.
—No, señora. —Le respondió ignorando su propuesta y avanzando hacia el edificio.
Muñecas era el seudónimo que utilizaban los proxenetas para referirse a las androides. TaeHyung no lo sabía y aunque lo supiera, estaba allí con otro objetivo diferente, ahora mismo no debía levantar sospechas.
Ingresó en el edificio y estudió con la mirada el área.
Al entrar, se encontró con la recepción.
—Buenas noches, ¿puedo ayudarle en algo? —Le preguntó el encargado desde su cubiculo.
—Si, estoy buscando a Jang DaHye.
Se acercó al vidrio del cubiculo para hablar mejor con el hombre.
—Lo siento, aquí no hay nadie con ese nombre.
—¿Está seguro? —preguntó y el encargado asintió— Que extraño, ...gracias igualmente.
El menor hizo una leve mueca y se inclinó frente al señor, mostrando gratitud.
Salió de allí y volvió a visualizar en su ojo las coordenadas que le enviaron.
Al volver a mirar las coordenadas, se dio cuenta que había cometido un error, pues el lugar correcto era en el subsuelo.
Entró por la entrada del estacionamiento, allí se guio hasta toparse con el lugar exacto. Se trataba de la tapa de una alcantarilla.
Entonces lo supo, Jang Heize no vivía en un edificio sino debajo de él. Allí se había estado escondiendo todo este tiempo, evadiendo a la ESWAT y a las personas que querían asesinarla.
No podía abrir simplemente la alcantarilla debido a que no había traído herramientas y tampoco podía tocar el timbre porque ni siquiera tenía uno, así que decidió esperar. Se ocultó detrás de una columna y aguardó.
La gente del edificio que iba a buscar sus vehiculos lo miraban de forma extraña.
Luego de media hora, la escotilla se abrió. No se había equivocado con las coordenadas, ella se ocultaba allí.
Una joven con el cabello rubio y rizado asomó. Ella era muy delgada, vestía con ropa suelta y usaba unos lentes grandes.
Usar lentes era considerado algo vintage, pues ya nadie los usaba. Todos preferían utilizar lentes de contacto permanentes o incluso se recurría al transplante de ojos para mejorar la visión completamente.
—Jang Heize. —la llamó él— Tienes que venir conmigo, estas-
La rubia lo miró sorprendida y no pudo terminar la frase ya que ella se había echado a correr hacia el elevador.
—¡Jang Heize!
La llamó él mientras la perseguía.
—¡Déjame en paz, maldito! —Respondió chillando.
Abrió su mochila y de ella saco una bomba de humo, la tiró en la dirección del soldado y esta se extendió rápidamente como una densa niebla. En unos cuantos segundos TaeHyung no podía ver nada.
—¡Detente!
El comenzó a toser, no sabía hacia donde dirigirse pero escucho el paso apresurado de Heize y se guió por el sonido.
Logró salir de la mota de humo y divisó las puertas del elevador cerrandose. Allí Heize lo miraba burlona con el dedo del medio levantado y pronunciando un "jódete".
No llegó a detener las puertas del elevador. Según el cartel que se encontraba encima de este, ella se dirigía al piso 20.
Maldijo por dentro y se encaminó hacia las escaleras.
Subía los escalones a pares y a la velocidad máxima que le permitía su cuerpo.
Luego de unos pocos minutos llegó al último piso y pudo ver a una melena rizada luchando por abrir una puerta que llevaba hacía la azotea.
—¡Jang Heize, sólo quiero hablar! —Llamó su atención provocando que ella se alarme.
Mientras él se acercaba a paso tranquilo hacía ella, la nerviosa muchacha tomo el extintor que se encontraba en la pared.
—¿Qué crees que nací ayer, idiota?
Ella examinó el extintor con la mirada y lo apuntó en dirección del pelinegro.
—¿Quién te envió? ¿Cómo sabes mi nombre?
El soldado levantó sus manos en forma de forma pacífica.
—Por favor baja eso. No voy a hacerte nada, sólo vine a-
Antes de que pudiera terminar la oración, Heize abrió el extintor y una densa capa de gas comenzó a salir, manchando el rostro y ropa del joven.
Él con los ojos cerrados se apresuró a sacarle el extintor de las manos y lo tiró lejos de su alcance.
Heize ya estaba colmando su paciencia. Jamás imagino que hablar con ella le tomaría tanto trabajo.
Mientras él limpiaba su rostro la muchacha intentó empujarlo para escapar pero su intento fue fallido ya que el joven la tomó de ambas muñecas y la aprisionó con su cuerpo contra la pared del pasillo.
—Suéltame psicópata. No sé cómo me encontraste pero en cuanto me libre, ya verás. —Amenazó la joven.
El soldado puso los ojos en blanco y suspiró cansado. Este iba a ser un largo día, pensó.
—¿Puede escucharme sólo un momento, señorita?
—¡Yo no sé nada, no me importa quién te envío pero si no me sueltas te patearé en las bo-!
TaeHyung le puso la mano en la boca para que se callara y con su pierna bloqueó la de Heize para evitar que lo pateara en la entrepierna.
Unos felinos ojos azules lo miraban con odio y fastidio a la vez que intentaba zafarse de su agarre.
—Lo siento, pero sólo escúcheme —ella se había callado y lo miraba con el ceño fruncido— y por favor, deje de morder mi mano.
Heize no confiaba para nada en él pero supuso que si aún no le había hecho daño, quizá tenía una buena razón para estar ahí.
—No la soltaré hasta que escuche lo que tengo para decir, ¿lo hará?
Ella dudó por unos segundos y asintió. Pues no le quedaba otra opción.
—Mi nombre es Kim TaeHyung y soy soldado de la ESWAT. Me enviaron para protegerla, ya que usted debe venir conmigo.
Se calló por unos segundos para observar su reacción, con las cejas levantadas ella mostraba interés en su mirada.
—La han estado buscando por años, señorita. Mi misión es llevarla a la base, en las afueras de Tokyo, sin llamar la atención. Sabemos que mucha gente peligrosa desea hacerle daño, por eso allí le brindarán seguridad.
El aflojó su agarre dispuesto a soltarla.
—Le contaré más en un momento pero ahora la soltaré, por favor no me golpee.
Asintió nuevamente y él a cambio la liberó de su agarre. La joven se masajeó las muñecas, adolorida.
—¿Crees que la ESWAT puede protegerme, soldadito? —respondió ella con tono sombrío mientras se cruzaba de brazos con la mirada en el suelo— No pudieron proteger a mi padre, ¿Piensas que podrán conmigo? Já.
Él entendía perfectamente su posición, se notaba que ella seguía dolida por la muerte de su padre. Sin embargo, estaba seguro de que el General era lo suficientemente competente y no le habría dado esa misión si no fuera cierto.
—Le prometo que no dejaremos que nadie le haga daño.
Ella lo miró con el ceño fruncido y ambos escucharon el sonido de una puerta cerrarse.
—No podemos seguir hablando aquí, no es seguro. Vayamos a mi departamento. —dijo alarmada.
Heize abrió la tapa de la alcantarilla con un dispositivo con un botón, similar a una llave de coche. Ambos bajaron por las escaleras verticales, cerrándose automáticamente la tapa encima de ellos.
—Bienvenido al mejor departamento de Yaesu, soldadito. —le dijo orgullosa con los brazos en jarra y el mentón en alto a la vez que acomodaba sus lentes— Aunque no te pongas demasiado cómodo, te irás pronto.
TaeHyung observó el panorama y se sorprendió un poco de lo que veía. No se imaginó que dentro de lo que parecía una simple tapa de alcantarilla, hubiera un departamento allí.
Al ingresar por la escalera, te encontrabas con un monoambiente dividido en dos secciones. Por la derecha estaba la sección más grande con una cama, un escritorio con un computador cuántico acompañado de una impresora laser y una planta robot. Justo por encima del computador había un panel táctil con notas y un dibujo del cerebro humano.
En el mismo sector también había un enorme ventanal redondo con un sofá y una mesa baja repleta de dispositivos, herramientas y cables.
El ventanal tenía vistas a una estación de metro. Por él ingresaban luces de colores provenientes de carteles neón.
En el lado izquierdo había una pequeña cocina con una mesa. Allí todo estaba un poco desordenado. Había cajas de ramen sobre la mesada y cables y circuitos sobre la mesa también.
En dirección opuesta a las escaleras, había una puerta a la cual la rubia muchacha se dirigía. No tardo más de diez segundos en salir de allí. TaeHyung supo que era el baño ya que Heize salió con una toalla en la mano y se la extendió para que se limpiara la ropa mientras se disculpaba por el incidente del extintor.
Luego ella se echó sobre la silla flotante que se encontraba junto al ventanal.
A menudo la gente tenía en sus casa una IA y decoración holográfica, pero no parecía que el departamento de la joven tuviera nada de esto.
Esta decoración tan popular consistía en reconstruir un departamento con todo tipo de decoración holograma que el dueño desee. Uno podía tener su departamento ambientado en el siglo XIX si así lo deseara. Todo esto es controlado por una IA que asiste a las personas dentro de su casa.
Sin embargo, el departamento de Heize carecía de lujos y decoración (exceptuando la planta robot). Sin embargo transmitía, a primera impresión, que Heize era una muchacha simple y no necesitaba bienes materiales para satisfacerse. Se conformaba con un ambiente en el hubiera silencio para organizar sus ideas.
—Si quieres, siéntate. —le hizo un gesto ella para que se acerque— Ahora dime, ¿Por qué ahora, de repente, le intereso a la ESWAT?
TaeHyung se sentó en el sofá de cuero marron de dos plazas.
—Desean reabrir el proyecto de su padre, Jang Heize.
—Pero Olympus se fundió hace mucho tiempo por culpa de los androides.
Frunció el ceño, confusa y desconfiada, pues aún no le terminaba de convencer la idea de irse.
Prefería mil veces trabajar sola. Ella siempre fue así, independiente. Estaba acostumbrada a su soledad y su espacio.
Ella giró su silla mirando esta vez al ventanal, pensativa.
—No lo sé con certeza. —respondió honesto el soldado— ESWAT y el gobiertno saben que aún continúas con el proyecto After Life.
La rubia se quedó en silencio. Esas dos palabras le provocaban un sabor amargo en la boca. Su padre había muerto y su madre estaba desaparecida, quizás muerta también, por culpa de ese proyecto. Ahora, tambien peligraba su vida por eso.
Internamente se preguntó que había hecho mal, cómo es que la habían descubierto.
TaeHyung sabía que no estaba logrando convencer a Heize de que fuera con él y la verdad que no deseaba engañarla, pero si ella no iba voluntariamente tendría que obligarla.
—Escucheme, señorita.
Él se paró del sofá, dió vuelta la silla donde se encontraba ella y mirándola a los ojos le dijo:
—No sé cuáles son sus motivos para continuar con el proyecto, pero me parece muy noble su causa. Salvaría a millones de personas enfermas de la muerte. —se inclinó aún más sobre ella— Si decide acompañarme, tendrá toda la tecnología que desee para cumplir lo que su padre comenzó y le juro, por mi vida, que nadie le hará daño. Yo me aseguraré de eso, es mi misión.
Ella se quedó perpleja frente a las acciones del joven soldado y por primera vez se vio obligada a mirarle a los ojos. Dos orbes heterocromáticos la miraban decidos.
No sabía con certeza cual era la causa que la hacía confiar en él. Algo en su mirada le transmitía seguridad.
—Esta bien soldadito. -suspiró alejando la mirada de él— Iré contigo.
TaeHyung se alejó de ella y esta vez fue él quien comenzó a observar por el enorme ventanal redondo. Allí los blancos trenes se movían con la velocidad de las balas.
La muchacha se quedó pensando en lo peculiares que eran los ojos del pelinegro.
—Oye, no sabía que te dejaran teñir el iris siendo soldado. Creí que tenían códigos de apariencia muy estrictos.
Ella se levantó de su lugar y se dirigió a la cocina, le estaba entrando hambre.
—Yo me teñí el iris recientemente de azul, arde como el infierno. —Continuó ella mientras se preparaba un sándwich con cosas que había en la nevera.
—No me teñí el iris, señorita.
—¿Es un implante? -respondió sorprendida ella y él asintió— Pues vaya extraño color le pusieron. Allá arriba cuando me perseguías, creí que eras un androide.
TaeHyung pensó sus palabras con cuidado e iba a responder, pues sabía dónde terminaría la conversación. No le gustaba decir de primeras que el era un cyborg, ya que la gente lo relacionaba con los repudiados androides.
Comenzaron a oírse estruendosos ruidos en el exterior. Ambos jovenes miraron en dirección a la escotilla y luego entre sí.
—Dime que es tu equipo o algo así, soldadito.
El peligro negó con la cabeza y Heize soltó maldiciones.
Los ruidos provenían de la escotilla. Alguien forcejeaba para abrirla.
—¿Acaso le dijiste a alguien que venías?
El soldado negó nuevamente.
—No, yo no le dije a nadie. -negó nuevamente. Luego abrió los ojos de par en par, recordando. — Pregunté al recepcionista por ti.
—¡Carajo, no puedes ir simplemente diciendole mi nombre a cualquiera! —Maldijo mientras que con una mano se sujetó el cabello desesperada.
Heize envolvió el sandwich con una bolsa de papel apoyandolo sobre la mesa y corrió a sentarse frente al computador.
Los sonidos se hacían cada vez más fuertes, parecía que en cualquier momento romperían la escotilla.
TaeHyung se acercó al computador donde Heize accedía a las camaras de seguridad del edificio.
La camara del estacionamiento, donde se encontraba la entrada al departamento, mostraba a un grupo de diez androides alrededor de la escotilla. Dos de ellos intentando abrir la tapa de alcantarilla con sus cuchillas, usandolas a modo de palanca.
Cinco pares de ojos rosados centelleaban con fuerza bajo la tenue luz del estacionamiento.
—Androides. —dijo Heize seria mientras se lavantaba de su asiento.
La jóven se apresuró a tomar su mochila y llenarla con su laptop cuántica, algunas herramientas y dispositivos, una caja, provisiones y el sandwich que comía anteriormente.
TaeHyung sacó un arma de su chaqueta y se preparó para luchar.
—¿Qué mierda haces? ¡Guarda eso! —le dijo Heize— No puedes combatir tu solo. Hay que escapar.
—¿Hay otra salida?
—Por supuesto que si, ¿crees que viviría en un lugar que sólo tiene una salida? —le respondió mientras guardaba algunos archivos de su pc en un memoria del tamaño de una pildora— Podemos salir por el baño hacia la estación de metro.
Heize se apresuró a terminar de guardar sus cosas y sacó de su mochila un interruptor redondo y pequeño.
—Volaré este lugar en milpedazos con ellos adentro.
Por dentro sentía cierta nostalgia, pues vivió muchos años allí y aunque estuviera sola había hecho de ese departamento su lugar seguro. Sin embargo, no podía arriesgarse.
El jóven soldado asintió y se apresuró a dirigirse hacia el baño.
Heize se tomó unos segundos para programar el temporizador de los explosivos.
—Vamonos señorita Jang, entrarán en cualquier momento.
Dentro del baño, había una trampilla cuadrada en el suelo, en dirección opuesta a la puerta. Esta era del mismo color que el piso y estaba oculta ingeniosamente por una alfombra naranja.
Heize retiró la alfombra de algodón y abrió la trampilla. Al abrirla se observaban unas largas escaleras verticales de hierro.
Heize observó hacia abajo y se veía completamente oscuro. Le asustaba un poco la oscuridad pero decidió bajar primera.
TaeHyung que aún se encontraba en el baño oyó el ruido de la tapa de alcantarilla abrirse. Se apresuró a bajar por las escaleras y cerró la trampilla sobre él.
Ambos bajaron en la oscuridad hasta que Heize se topó con que habían llegado al final.
No podía verse absolutamente nada asi que decidió encender la linterna de su watch.
Como su nombre lo indica, poseía la apariencia de un reloj pero de él se podía acceder a la red desde cualquier lugar, comprar y pagar desde él, y su función más importante: Estaba conectado a su ID.
Este es un microchip en el lateral del cuello que es colocado al nacer. En el se indica información basica sobre el usuario, patologías, antecedentes penales, ubicación en tiempo real y otros datos.
Al encender la linterna notaron que se encontraban en un cubiculo de concreto y frente a ellos una puerta de metal.
Heize intentó abrirla pero estaba cerrada.
—Permitame, yo puedo abrirla, señorita.
Respondió TaeHyung indicando que le deje espacio para abrir la puerta de una patada.
En el primer intento sólo logró deformar la puerta pero en la segunda patada la puerta se abrió.
Heize asombrada iba a preguntar cómo es que pudo abrir la puerta, de diez centimetros de metal y con cerradura electrónica tan facilmente.
—¿Qué clase de ramén te dan de comer en la ESWAT?
No alcanzó a preguntar nada más ya que se oyeron sonidos por encima de ellos, justo por donde venían.
Heize tomó del brazo al pelinegro y ambos se echaron a correr.
Ambos corrían por el andén de la estación.
Heize se detuvo unos segundos para revisar el holograma que indicaba la hora de llegada de los trenes.
—Tenemos que ir a Nova Shibuya, allí conozco a alguien que nos ayudará. —Afirmó Heize.
—No, debemos emprender camino a la base. No tenemos tiempo que perder. —La contradijo TaeHyung.
—Oye, —se acercó a él y habló casi en un susurro— no llegaremos muy lejos con este ID, nos encontrarán rápido. Esos bastardos estan en todos lados. Es por eso que necesito modificar los datos de nuestros watch.
El soldado comprendió lo que ella decía aunque no estaba muy seguro de que manera lograría modificar los datos.
Se acercaron a las vías del tren, faltaban treinta segundos para que llegara según el holograma que habían revisado antes.
Muy pocas personas esperaban tambien el tren y al ingresar a este estaba casi vacío.
Ambos se sentaron en un asiento y Heize apuntó a la pantalla holográfica que mostraba el recorrido del subterráneo.
—Nos bajamos en la tercera estación, Nova Shibuya. —Indicó ella.
El pelinegro asintió en respuesta.
Los minutos siguientes transcurrieron en silencio. Debido a esto, Heize se sentía incomoda. En cuanto al soldado, él ni siquiera se percató de esto.
Heize suspiró resignada y miró fijamente al pelinegro. Le interesaba saber un poco más sobre el soldado, pues pasarían el resto del viaje juntos y no sabía practicamente nada de él.
A simple vista parecía un personaje salido de un videojuego, pensó. Estaba vestido completamente de negro; sus facciones y sus ojos parecían hipnotizantes. Aunque no era raro ver personas con las pupilas de color puesto que estaba muy de moda cambiar el color natural.
—Oye, ¿te llamas TaeHyung, verdad? —Preguntó curiosa la rubia.
—Si, señorita.
Respondió amablemente el menor mientras giraba el rostro para toparse con la mirada curiosa de Heize.
—¿Eres coreano? —Preguntó ella esta vez.
—Si, señorita. —Respondió nuevamente.
—Ajá. —asintió ella.— Yo tambien lo soy. Aunque me mudé a Japón cuando era pequeña así que no recuerdo mucho.
Internamente se preguntaba cuál era la historia del joven debido a que los coreanos que escaparon de la guerra hoy en día se encontraban desperdigados por todo el mundo.
La guerra había acabado con parte de la población coreana y sólo las familias con suerte y dinero pudieron abandonar el país.
—Lo se. Leí su expediente.
Respondió seco el soldado mientras fijaba la vista nuevamente en el pasillo. Heize arrugó su nariz en una mueca debido a su respuesta cortante.
Será difícil averiguar más sobre él, supuso Heize, ya que el pelinegro no parece muy interesado en charlar.
—Bueno, si tanto sabes de mi. —arrugó su nariz— Cuentame algo de ti.
—¿Qué quiere saber de mi?
—Algo que sea importante para ti.
El pelinegro se quedó unos segundos sin saber que responder.
—Bueno... Todos los días me levanto temprano, tomo vitaminas y desayuno yakijake, arroz, tsukemono y sopa miso. Luego me pongo el uniforme y-
—Bueno TaeHyung-chan, no hace falta que me cuentes tu vida. —interrumpió Heize con una risa— No me refería a eso, me refería si tienes algun hobbie o algo así, algo importante para ti.
Nuevamente el pelinegro puso los ojos en blanco pensando su respuesta.
—Karate y kenjutsu. —respondió.
—Entonces te gustan las artes marciales. —asumió ella.
—No lo se. -se sinceró TaeHyung— Las aprendí en la academia y lo hice una costumbre. Mi padre dice que es importante saber defenderse y siempre seguir aprendiendo.
Ella frunció el ceño extrañada, pues TaeHyung le parecía raro.
—Próxima parada, Nova Shibuya. Next stop, Nova Shibuya.
Dijo una voz femenina desde los altavoces del vagón.
Ambos se miraron y se pararon de sus asientos para abandonar el vagón.
Se formó un tumulto de gente para salir de la estación a la superficie y TaeHyung decidió agarrar de la muñeca a Heize para no perderla de vista.
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