Capítulo I: Adopción.
Declaimer: Los personajes de Naruto NO son míos, pertenecen a Kshimoto, yo sólo los uso para crear esta historia, sin fines de lucro, con el único objetivo de hacer pasar un buen momento al lector.
—Yo sé... Que te convertirás en Hokage.
Durante algún tiempo, le fue posible estar en paz a lado de la persona que amaba, eso hasta que llegó su momento de reencarnación. Después de Rin todo era oscuridad, caminó por un largo tiempo sobre un lago que parecía no terminar jamás. Pasó siglos en esa misma rutina, vivía y luego moría.
En una ocasión fue una mariposa, de grandes alas negras y deseos profundos de encontrar una flor que compartir con su familia. Su mala suerte lo llevó a detenerse en un jardín con macetas finamente cuidadas, donde una mujer lo aplastó con una escoba antes de que le fuera permitido llegar al hermoso girasol que lo llamaba. Aquella mujer gritó que era una señal de muerte, y en lugar de espantarlo, decidió terminar con su pobre vida.
Algunos años después, volvió a la tierra, esta vez siendo un niño que disfrutaba de ayudar a su padre en su trabajo de panadero. Ambos vivían en Francia, donde las mañanas agradables siempre traían clientes amables, que contaban historias sobre valientes soldados o mujeres lindas triunfando en el mundo de la moda. Esa sin duda fue una larga y feliz vida, había tenido un trabajo honesto, una familia pequeña y una muerte relativamente pacífica. Su corazón se detuvo mientras dormía, a la edad de setenta y cinco años.
Otra forma en que regresó, fue como una estudiante de bachillerato, que vivía perdidamente enamorada de su profesor. Y es que como no caer ante los encantos de aquel peliplata luego de verlo sin su máscara. Lamentablemente su amor no era correspondido, luego de unos meses de observarlo mientras intentaba reunir valor para confesarse, descubrió que su profesor ya tenía una esposa.
Durante unos años más, esperó en la oscuridad a que su siguiente vida fuera escogida. Nunca recordaba lo que hacía en la anterior, lo que le permitía disfrutar sin preocupaciones el presente. Ahora, quien se encargaba del asunto de las reencarnaciones, le concedió ser un gato.
Un gato negro de ojos oscuros.
A su madre la habían rescatado en un refugio, la cuidaron durante su periodo de gestación hasta que por fin llegó el día del nacimiento. Su madre no logró resistir al parto, tampoco algunos de sus hermanos lo consiguieron. En el mundo, solamente existían su hermano mayor y él. La mujer de la tercer edad que vivía a lado del refugio, fue lo suficientemente amable para ofrecer su ayuda al enterarse de la situación. Ella tenía una gata con una cría de una semana, un tierno gatito al que llamaba Gai. La idea era que la madre del pequeño gato alimentaría a los dos mininos del refugio.
De esa manera sobrevivió junto a los que ahora eran sus dos hermanos mayores, quienes estaban al cuidado del refugio, en espera de ser adoptados. Gai era el mayor de los tres, su pelaje era negro, con una franja blanca en el dorso, sus orbes también eran del color predominante de su cuerpo. Kakashi le seguía de él, con un pelaje plateado y un par de ojos oscuros como los de Obito. Los tres llevaban doce meses esperando en el refugio que les concedió un nombre, lo que en el tiempo de un gato sería un número diferente. Tanto Gai, Kakashi y Obito sentían como si hubieran vivido quince largos años.
El día más especial en la vida de Obito, fue cuando una hermosa mujer de ojos perla entró al refugio en busca de una nueva mascota. Ella lo había visto primero a él, y por unos segundos su corazón se aceleró tanto que amenazaba con salir de su pecho. Debía ser un ángel, porque él jamás conoció a una criatura tan hermosa como esa linda azabache.
Hinata admiraba a los tres gatos que se encontraban dentro de una misma jaula, el de pelaje plateado parecía estar dormido, y el que tenía una franja blanca intentaba llamar la atención del gato negro. Los tres le parecieron realmente adorables. Con cuidado acercó su mano a la jaula, permitiendo a su dedo índice ir más allá de los pequeños barrotes. El gatito de ojos negros colocó su mano sobre su dedo, la Hyūga casi juraba que le estaba sonriendo.
—Ellos tres son hermanos, probablemente sea difícil al principio, pero puedes llevarte a uno si gustas— habló el chico que atendía el refugio, consiguiendo la completa atención de la azabache. Obito se mostró disgustado al no tener los cautivadores ojos perla de Hinata puestos en los suyos.
—¿Qué clase de persona sería si separo a tres hermanos?— la Hyūga les regaló una sonrisa a los tres mininos, fue con esas palabras que Gai decidió observarla con curiosidad, justo como Obito lo hacía desde que llegó. El pequeño gato saltó feliz sobre su hermano, que lo intentaba apartar para no dejar de ver a la chica. Por fin alguien los adoptaría, y sería a los tres juntos.
—¿Llevará a los tres?— el encargado no ocultó su creciente emoción, nunca imaginó que hubiera alguien tan noble como para adoptar a tres gatos. Únicamente por no separar a ninguno de sus otros hermanos.
—¡Claro!— Gai se acercó para frotar su rostro en los suaves dedos de la chica, demostrando con esa muestra de afecto su agradecimiento por adoptarlos. Obito lo apartó con varios empujones, por el momento no quería compartir a la mujer de mejillas rojas —Sólo necesito hacer una llamada antes.
—Estaré en el mostrador, para cuando termine— el joven que atendía el refugio se retiró del lugar para darle un poco de privacidad en su llamada. Hinata siguió inclinada hacia la jaula donde se encontraban los tres gatos, fue necesario reír un poco al ver como dos de ellos comenzaban a jugar. (O en todo caso, a pelear).
En su pequeño bolso buscó su celular, que le fue difícil desbloquear con una sola mano. El contacto al que llamaría lo tenía registrado como un favorito, por lo cual rápidamente cumplió su objetivo principal. Al tercer timbre, una voz cálida y femenina le respondió con un amable "hola".
—Kurenai-sensei— inició dudando, no le gustaría excederse con el permiso que recién le concedían —Sé que me ha permitido tener una mascota, pero...— los brillantes ojos de cierto gato le hicieron sonreír, por momentos sentía que el comprendía todo lo que ella decía —¿Es posible que me permita adoptar a tres gatos?, Son hermanos, y sería muy triste separarlos— los segundos de silencio fueron rápidamente interrumpidos por la Hyūga —Será sólo mientras consigo un nuevo departamento, por favor.
—Por supuesto, no hay problema. De esa manera Mirai podrá jugar con alguien— la ojiperla por fin se permitió respirar más tranquila, ahora con el permiso de su maestra, adoptaría a esos tres gatitos sin problemas.
—¡Arigato gozaimasu!— la risa de su maestra la contagió rápidamente.
—Necesito irme, haré las compras con Mirai— le informó Kurenai, dándole tiempo para una respuesta. Hinata sabía que dentro de aquellas palabras, le preguntaba si requería algo del supermercado.
—Hasta luego— no creyó muy correcto de su parte seguir abusando de la buena persona que era Kurenai, por ese motivo decidió terminar la llamada al finalizar con su despedida.
Obito continuaba acariciando la suave mano de la chica con su cabeza, el contacto entre ellos le provocaba una tranquilidad que jamás experimentó con alguien más. Gai no se rendía fácilmente, a los segundos de que sus intentos fallaban, volvía a mover a su hermano para alejarlo de la que sería su nueva dueña. Ganando en más de una ocasión, un rasguño del menor.
—¿Por qué la miras tanto?— cansado de no lograr jugar con Obito, Gai optó por dirigirse directamente a él. La idea de despertar a Kakashi para que interviniera en la situación le resultaba tentadora, pero tener que lidiar con su forma de ser tan perezosa lo desanimaba.
—Gai... ¡Ella será mi pareja!— la mujer frente a ellos sonrió al escucharlos maullar, como si hablarán entre sí. Obito interpretó eso de manera diferente, seguramente ella sonreía porque aprobaba el deseo que él confesaba.
—¡Estás demente!
—Señorita— el encargado hizo acto de presencia una vez más, imaginando que ella ya habría terminado su llamada. Afortunadamente así era —¿Cuál dijo que era su nombre?
—Hyūga Hinata— le respondió con una linda sonrisa. El encargado seguía llenando el formulario para la adopción con los datos que la azabache proporcionó antes de pasar a ver a los gatos.
—Hey Gai, ¿Qué tal suena Hyūga Obito?— el mayor negó en silencio, la llama del amor había cegado por completo a su hermano. ¿Es que no comprendía la situación en la que estaban?
—Es tonto— el gato negro lo observó con rencor por su negativa, pero no indagó demasiado en el tema. Estaba más preocupado por el hecho de que Hinata ya no tenía su mano dentro de la reja.
—Bien señorita, debo informarle que para el refugio es muy importante la seguridad de nuestros animales, saber que la persona a la que los entregamos es la correcta— la Hyūga se incorporó por completo para mirar con total atención al joven que hablaba. Obito se acercó más a los barrotes, queriendo sacar la cabeza por en medio de ellos para ver lo que ella hacía —Debido a ese tema, es un requisito que usted nos informe de su dirección, también que nos proporcione un número de teléfono. Los primeros meses será obligatorio que nos envíe algunas fotos para comprobar que cuida bien de ellos. ¿Eso es una molestia para usted?
Ella negó, su genuina preocupación por los animales le parecía algo digno de admirar —Al contrario, creo que es completamente aceptable.
—Me alegro que piense de esa forma— el chico sintió un gran alivio recorriendo su cuerpo, por lo general, las personas siempre decidían irse al escuchar sus requisitos —Ota cosa que olvidaba, al ser tres gatos los que se llevará, debe demostrar que el espacio en que estarán es el adecuado. A lo que me refiero, es a que no puedo entregarle a los gatos hasta que me envíe fotos de dónde dormirán, el tipo de alimento que tiene preparado para ellos, entre otras cosas.
—Bueno, en realidad no tenía preparado lo necesario para tres gatos— murmuró apenada, si había comprado una cama para tener una mascota, pero no tres como ahora le pedían —Aunque, lo conseguiré pronto. Hoy, saliendo del trabajo iré a comprar todo.
—Está bien, pero no podrá llevarse a los gastos hasta que eso suceda— le dijo al pasar unos segundos.
—De acuerdo, pasaré mañana por ellos— observó de reojo a los tres gatos que se encontraban en la jaula, solamente dos la miraban fijamente —¿Puede esperarme?
—¡Sí!— el encargado asintió en repetidas ocasiones, feliz de conseguir alguien que estaba dispuesta a adoptar a esos pequeños hermanos.
—¿Tienen nombre?— preguntó al regresar sus ojos a la jaula, el único gato que mantenía su completa atención en ella era Obito. Gai saltaba de emoción al saber que no serían separados.
—El que duerme es Kakashi, quien no deja de moverse es Gai, y el gato que se encuentra tan callado es Obito— el joven se acercó a Hinata para señalar con su dedo índice al gato del cual revelaba su nombre.
—Les prometo que estaremos es casa pronto.
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Ya era de noche cuando Hinata Hyūga salía de su trabajo, sus botas de lluvia salpicaban en los charcos que ella pisaba con fuerza. Sus pasos eran rápidos, buscando llegar pronto a casa para encontrar a la hija de su antigua maestra despierta. Seguramente a la niña le gustaría armar junto a ella las camas y centros de juego que compró especialmente para sus futuras mascotas. Kurenai le había enviado un mensaje diciendo que Mirai todavía no se iba a la cama, puesto que disfrutaba de colorear un libro en lo que su padre y su querida madrina hacían acto de presencia. A Hinata le encantaba cuando Mirai la llamaba madrina, o incluso tía, tener el amor de esa pequeña niña era único.
Al final consiguió caminar en tiempo récord, la distancia entre la parada en que su ruta la dejaba y la casa de Kurenai. Ya estaba buscando las llaves de la cerca en su bolsa, ansiosa por entrar a la casa y disfrutar de los abrazos de su ahijada.
—Hinata— sus manos dejaron de moverse al escuchar su nombre, la voz tan profunda de ese hombre la hizo temblar de pies a cabeza. Después de siete años, jamás pensó que volvería a verlo.
—Hyūga-san— susurró asustada, al darse la vuelta encontró la misma figura tan elegante y sin emociones que recordaba.
—Es momento de que regreses a casa, hija mía— por un momento, creyó escuchar un poco de tristeza en su tono. Pero eso era prácticamente imposible, a Hiashi Hyūga no le importaba nada más que él mismo —Eres mi heredera, debes ocupar el lugar que te corresponde.
—Yo perdí ese lugar en el momento que salí de casa— repitió las palabras que alguna vez le gritó su padre, el efecto que tuvieron en Hiashi fue muy notable. Su padre por fin mostraba ante ella una faceta que nunca había visto. Por primera vez, Hiashi Hyūga estaba llorando.
La escena duró sólo algunos segundos, su padre limpió discretamente sus ojos y procedió a levantar su cabeza para enfrentarla —Admito que conseguiste esconderte muy bien de mi, pero ya no es necesario. Regresa a casa por las buenas, o me veré en la obligación de no dejarte otra opción
—Yo no...
—No quieres que denuncie a Kurenai por secuestro— la mujer le observó sorprendida —¿Verdad?— reunió todas sus fuerzas para impedir que las lágrimas que retenía salieran de sus ojos. Hinata se esforzó por verse indiferente, dándole la espalda para entrar a su casa y dejarlo solo en la oscuridad de la noche.
Al estar dentro del recibidor, se deslizó por la puerta principal hasta caer al suelo, llorando por tener que tratar con su padre luego de sufrir su desprecio.
Muy pocos sabían lo ambicioso que llegaba a ser Hiashi Hyūga, y Hinata lo vivió de primera mano. Cuando uno de sus compañeros de la escuela, abusó de ella a la edad de dieciséis años, Hiashi miró su oportunidad de presentar una denuncia y usar a los medios para hundir la empresa que resultaba ser su principal competencia. La familia Uchiha caería por sus propias manos, todo gracias a que el menor de los hijos de Fugaku, cometió el error de violar a su hija.
Hinata, fue en contra de la voluntad de su padre, retirando la denuncia que sería sólo el comienzo del fin de los Uchiha. Al enterarse de esa situación, Hiashi Hyūga desató su ira con la pobre adolescente que en ese momento necesitaba de su padre. La discusión terminó con una joven Hinata siendo expulsada de su casa, rescatada por la alma bondadosa de su maestra Kurenai.
Aquella mujer fue como la madre que tanto extrañaba, le había dado un hogar y conseguido otra nueva vida en Tokio. Una ciudad lo suficientemente alejada de Konoha, donde nadie sabría su pasado, y ella formaría su nuevo presente.
No era justo que después de tantos años de estabilidad, su padre decidiera arruinar lo que tanto le costó construir.
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La mala suerte parecía que siempre la perseguía, consiguió todo lo necesario para el cuidado de tres gatitos, y lo que encontró al llegar al refugio fue la noticia de que sólo tenían a uno de ellos. El chico que la atendió al principio no dejaba de disculparse una y otra vez, empero, Hinata prestaba más atención al minino en sus brazos. Obito se acomodaba y dejaba a la ojiperla acariciar su pelaje.
Durante el tiempo que ella tardó en volver, dos personas diferentes se llevaron a sus hermanos. El primero era un hombre que a simple vista se miraba muy serio, ese sujeto se llevó a Gai sin que Kakashi y él consiguieran detenerlo. El segundo que se atrevió a separarlo de su familia, fue el padre de dos niños muy inquietos. El señor quiso tomar primero a Kakashi, y Obito con tal de defenderlo rasguñó su mano. Lo único que recibió a cambio fue un golpe por parte del ladrón que robaba a su hermano mayor.
—De verdad lo siento mucho. Una de mis compañeras fue la que entregó a los gatos a otras personas, es nueva y aún no aprende el manejo— disculparse con la mujer no parecía suficiente, ella no respondía y tampoco le dirigía la mirada —Le puedo decir los nombres de las personas que adoptaron a los gatos, y un aproximado de su dirección— con esa propuesta la Hyūga por fin lo notó.
—¿En serio?— indagó sin creerle tanto. No era muy ético que el refugio le hable sobre los datos personales de otros clientes a terceros.
—Si promete total discreción— ella asintió, convencida a recorrer todas las calles de Tokio si era necesario para encontrar a los hermanos del pequeño gato que ronroneaba cerca de ella.
—Te prometo que encontré a tus hermanos, Obito— el gato la observó en silencio, maravillado por la mujer que le hablaba en ese instante.
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Notas de la autora:
• Esta idea nació de ver la película "Amor de gata", se las recomiendo si no la han visto. Es entretenida, pero ciertas cosas no terminaron de convencerme :c
• Aclarando algunos puntos, Hinata ahora tienes veintitrés años.
• Esto es como pequeños fragmentos de introducción a la historia.
• Los invito nuevamente a no ser lectores fantasma xd
Aquí les dejo la portada de esta historia, para que la puedan apreciar un poco mejor. La quiero mostrar porque me esforcé en hacerla xd
¿No es lindo el Obito molesto? 💕
Dejen sus votos y comentarios 💖
Nos leemos en la próxima actualización 👀❣️
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