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Después de quedarse minuto tras minuto simplemente acariciando las orejas del gatito, MinHo comprendió que al pequeño minino le agradaba ese gesto, debido a que cerraba sus
ojos y ronroneaba un poco más fuerte, estando aún sobre su regazo. Si él podía ser sincero, en realidad TaeMin tenía muchas actitudes de un felino, pero no le molestaba, eso no quitaba que
fuera, para él, la criatura más hermosa del planeta.
Con simplemente verlo, MinHo notaba el precioso color
esmeralda brillante y hermoso de su mirada tan cargada de vida
y de inocencia; esa piel suave, como de un menor —bueno, MinHo, es que es un menor— pero definitivamente él podría volverse adicto a simple roce de su piel. Más de una vez ya había sentido a TaeMin estremecerse cuando tocaba un punto en sus orejitas que le causaba cosquillas, y MinHo no evitaba sonreír ante
eso.

Bajando la mirada, observó la traviesa cola del menor, que
si bien él estaba relajado, la punta de esa larga extremidad se movía de lado a lado, en lo que TaeMin continuaba sosteniendo el vaso con las dos manos, sin querer derramar nada, ya lo habían golpeado mucho por eso y aunque se consideraba un poco torpe,
aprendía la lección a la tercera o a la cuarta vez.

De hecho, aún existían cosas que el gatito no entendía,como la razón por la cual MinHo le estaba acariciando las orejas de esa manera tan delicada, quizás era porque había podido pronunciar su nombre y ahora merecía su premio, un perfecto premio lleno de caricias. La gran mano del chico más grande se pasaba de una a otra de sus gatunas deformidades sin ningún problema, causándole cosquillitas de vez en cuando.

No era que se
quejara, eso se sentía extremadamente bien.

Pasados unos minutos más, TaeMin aún tenía el vaso a medio
tomar, pero lo alejó de sus labios para luego relamerlos, quitándose todos los restos de leche. Miró hacía su cola, subiendo luego la vista a MinHo. Ese chico había sido muy amable con él
¿Cómo podía agradecerle? No, el pequeño TaeMin sentía que ya no
era suficiente un simple beso en la boca, así que miró a MinHo
de nuevo y sin decir más, volvió a cortar la distancia entre sus
rostros, atrapando sus labios en un lento beso.

TaeMin jamás había besado a nadie antes. Por raro que parezca, durante sus dieciséis años de vida, o lo que recordaba,siempre lo tenían encerrado en una zona diferente a los demás
gatos, solo junto a unos pocos más.

Él creía que era porque se
portaba muy mal, ya que lo que sí solían hacer, era golpearlo sin
piedad alguna hasta dejarlo en el suelo, lleno de moretones y largos raspones.

Claramente nunca en su cabeza y jamás en la cara, y según escuchó decir a uno, era porque tenía que mantenerse bonito, como una puta sin estrenar.

Sin embargo, TaeMin aprendía,
a diario veía a los otros ser sacados de sus jaulas a tirones decabello, los escuchaba llorar, gritar, algunos maullar; otros decían palabras cortas, quizás fue de ahí que aprendió a decir sí y no, también reconoció que su nombre era TaeMin por las miles de veces que al golpearlo, con esas sonrisas oscuras y perversas, gritaban el “TaeMin, eres un buen gato” ya que nunca se oponía a los golpes, y de hecho, supuso que de eso se trataba su vida.

No tenía que hacer nada, porque ese era su mundo, un lugar del que nadie lo salvaría y donde él consideraba no había razón para ser salvado.

También sabía que los besos se dan por agradecimiento o
por obligación, cuando veía a esos hombres grandes encargarse
de moler su boca contra la de alguno de sus compañeros, quizás amigos, si TaeMin comprendiera mejor el significado de amistad.

Pero con este chico era diferente, él no sentía miedo, mucho menos chillaba como los otros cuando sus labios impactaban contra los del mayor.

Podía hasta romper el beso cuando él deseara, cosa
que no sucedía en el otro caso ¿Por qué este tipo era tan raro?

—Meow —soltó un pequeño maullido al separarse de los
labios del precioso chico de ojos azules.

TaeMin le sonrío y entonces MinHo hizo lo mismo.

Para MinHo, todo esto era una tremenda locura, tenía tantas preguntas en la cabeza en ese momento, pero aunque quisiera
decirlas, ese niño frente a sus ojos no podía responderle a ninguna, ya que lo único que salía de sus labios eran esos pequeños,
tiernos y definitivamente encantadores maullidos.

Volvió a la realidad, viendo a TaeMin con una pequeña mueca de confusión. Increíble pensar que hasta con el ceño fruncido se veía tan tierno. Ya sin ningún temor, le acarició la mejilla, susurrándole:

— ¿Qué pasa, minino? —TaeMin lo miró e hizo un pequeño
puchero, soltando unos cuantos maullidos, como intentando decirle algo a MinHo, pero obviamente, él no entendía ni una palabra.

Y por primera vez en lo que llevaba vivo, el gatito se enojó, refunfuñó un poco al no poder decirle a
MinHo lo que deseaba,
así que mordió su labio inferior, cuando se le ocurrió otra idea.

Sin pensarlo dos veces, listo para poner en práctica su plan, dejó
el vaso un poco alejado de ellos, en la pequeña mesa del centro
de la sala y se acomodó mejor sobre las piernas de castaño, ahora con una de sus rodillas a cada lado de este.

Se vieron directo a los ojos, fue ahí cuando TaeMin aprovechó.
—Tae… TaeMin —dijo, señalándose con ambas manos, para
luego llevar estas mismas al pecho de MinHo, esperando que
comprendiera lo mucho que deseaba saber su nombre también.

MinHo meditó un poco, era divertida y extremadamente
tierna la mirada que le lanzaba el pequeño ahora. TaeMin podía hacer de todas las expresiones del mundo un completo encanto, incluso ahora, observaba a MinHo con los ojos entrecerrados, esperando su respuesta, removiéndose ligeramente sobre sus piernas.

Definitivamente parecía que no podía dejar de ser adorable.

— ¡Oh! —exclamó el mayor, dando a entender que ya había comprendido, aunque llevaba rato sabiéndolo, pero ver a TaeMin levantar ambas orejitas, estirandolas bien sobre sus rizos color oro, mientras abría los ojos emocionado; definitivamente valía la pena.

—Yo soy MinHo —Sonrío tranquilamente. —Pero puedes llamarme Ming, creo que se te hace un poco más fácil.

El gatito lo miró y asintió suavemente, para después bajar
la mirada, cosa que preocupó al mayor ¿Había dicho algo malo?

Pero si apenas y dijo algo. Aún peor ¿Por qué le preocupaba tanto lo que un niño, que acaba de conocer hace máximo una hora,
pensara de él?

— ¿Qué pasa?

MinHo lo observaba con atención, cuando comprendió
todo al escuchar a TaeMin murmurar suaves “M…Mi….Mi…” sin poder decirlo completo. Otra de esas sonrisas completamente sinceras apareció en el rostro del mayor, así que tomó al pequeño de la barbilla para que subiera su mirada, encontrándose con sus hermosos ojitos llenos de decepción.

—Vamos, dilo después de mí ¿De acuerdo? — el minino sonrió mientras abría los ojos emocionado; definitivamente valía la pena.—Ming.

—M-Min…

—No, TaeMin. Tienes que pasar juntar la i y la n, para luego
pasar a la g , no trates de hacerlo idéntico a mí, no sabes hablar
bien, así que te debe ser un poco difícil, pero con el tiempo saldrá
como debe, además, si me quieres llamar “Min”, no hay problema.

Acarició la mejilla del pequeño con uno de sus dedos y
este cerró el ojo de ese lado, estremeciéndose un poco ¿Y los
golpes?

Ahora MinHo debería golpearlo por no haber sido capaz de pronunciar su nombre.

Él sabía que cuando hacía algo mal debía recibir golpes y no le molestaba recibirlos de MinHo, era un chico que en definitiva le agradaba demasiado.

—Ming.

Dijo al fin, sorprendiéndose no solo él, sino que ambos se miraron a los ojos totalmente emocionados, TaeMin lo abrazó con fuerza, apegando más su cuerpo al del mayor, causando un estremecimiento en este, uno que definitivamente MinHo tenía que
ignorar.

Se separaron apenas un poco para luego tenerlos atrapados
en otro de esos castos besos.

Pero MinHo ya tenía suficiente, la
vida le estaba jugando una mala broma pesada que simplemente no soportaría más, y sin pensarlo, empezó a corresponder al acto,
sintiendo un estremecimiento por parte de TaeMin .

Llevó sus manos a las caderas del más pequeño, mientras
este continuaba con sus manitos sobre sus anchos hombros, al
menos para esas pequeñas manos.

La lengua de MinHo repasaba
los labios de TaeMin, y besaba cada parte de estos, disfrutando del sabor dulce causado por la leche.

TaeMin tembló un poco, de hecho, hasta presionó más sus manos sobre MinHo cada que él atrapaba sus labios y los mordía suavemente.

Aprovechando uno de estos
momentos, el castaño ingresó su lengua en la cavidad bucal del
minino, dejándose embriagar completamente por tan perfecto y adictivo sabor.

De repente, TaeMin se separó de golpe, colocando sus manos
ahora en el pecho del otro, alejándolo apenas un poco más, al menos hasta que sus pechos dejen de tocarse.

¿Por qué mierda había hecho eso? Sentía el bulto en su
entrepierna despertar.

Joder, que era un maldito enfermo, se estaba excitando no solo con un simple beso con lengua, sino ante
la imagen frente a sus ojos.

El pequeño TaeMin jadeaba una y otra vez, tratando de recuperar su propia respiración, tenía los labios un poco rojos y húmedos, las mejillas con un pequeño rubor,mientras llevaba una de sus pequeñas manos a su labio inferior, tocándolo un poco, seguro sintiéndolo caliente.
—Mi-Ming…

Escuchó ese pequeño jadeo entre tantas respiraciones pro-
fundas y entonces
MinHo comprendió que se estaba volviendo loco, o mejor dicho, que TaeMin terminaría volviéndolo loco.

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