4.
Tercera persona
Para ninguno de los habitantes de la mansión paso desapercibido que algo había sucedido entre ellos.
Erik se había cambiado a otra habitación, sólo se quedaría hasta que terminara el año escolar y luego se iría para no volver.
Cada día, apenas se miraban, apenas se saludaban. En las juntas de profesores o desayuno, con suerte se hablaban de trabajo.
Raven había estado con su hermano que lloraba a mares toda esa noche y el día siguiente.
Erik había bebido a más no poder ese día.
Ambos tenían el corazón roto y aunque les preguntaran que había pasado, lo único que respondían ambos era ''el firmó'' o ''ya firmé''
Esa semana no fue diferente.
El ambiente en los pasillos era cada vez más pesado a medida que pasaban los días, cada vez estaba todo más tenso.
-¡Con un demonio, Scott! ¡Deja de ser un crío y molestar a Jean porque te gusta!- gritó Erik furioso a mitad del pasillo llamando la atención de todos.
-¡No me gusta!- gritó el rubio de vuelta logrando enfurecer aun más a Erik.
-claro que no, y sabes, me gustaría que se lo dijeras cuando ¡Tengas tres malditas semanas de castigo junto a él!- gritó nuevamente pero nadie se atrevió a responder.
Erik había cambiado de víctima todos los días, cada día, había alguna razón para que le gritara a alguien, quien fuese, el día anterior había sido Ororo por gritar mientras leía un libro, el anterior a ese fue Scott, de nuevo, por quedarse parado en el pasillo mirando a Jean, la pelirroja había sido también víctima de Erik y la lista continuaba...
Charles no decía nada, no interferia ni cuando los alumnos se acercaban a el para que Erik no les gritara.
Simplemente ninguno hablaba con el otro.
Hasta que ese día debió entrar a la oficina de Xavier.
-¿Que necesitas?- le hablo con aquella formalidad que usaba con los extraños.
-firma mi renuncia, cuando el periodo escolar termine, me iré- hablo sin titubeos ni remordimientos.
-¿Que? No puedes irte- por primera vez en varios días, Charles le miró al rostro.
-¿Qué me lo impide? Aquí no tengo ninguna razón para quedarme- Charles se puso de pie y tomo su brazo obligándole a que le mirara.
-no puedes abandonar la mansión así como así, hay alumnos que te necesitan, Erik- hablo en un tono serio pero sin levantar mucho la voz.
-no me importa, la única persona que me importa no me ama- respondió desviando la mirada y frunciendo el ceño.
-no puedo creer que te vayas por esto...
-¿''Por esto''? ¿Así lo llamaremos ahora? Y claro que me voy, como crees que me sentiré cuando tengas otra pareja, cuando te vea sonreír por alguien más... ¡Cuando te vea amar a alguien más! -Erik le sostuvo de los brazos- ¿Como se supone que te mire cada maldito día y mi corazón no se siga rompiendo en pedazos? ¡Dímelo! Porque yo no se como se hace, ¡Habla, Charles!
El chico le miró y luego desvió la mirada.
-déjame Erik... -Charles intento separarse pero no logro nada- no eres el único que sufre.
Erik le apretó contra la pared y le miró con el ceño fruncido.
-¿Estás sufriendo? ¿¡Tú!?- le miró cada vez más furioso- ¡Tú quisiste esto! ¡Tú fuiste quien me pidió firmar esa mierda!
Charles se encogió en su lugar y algunas lágrimas comenzaron a acumularse en sus mejillas.
-yo no quería... no lo quiero...- Erik le abrazo y comenzó a acariciar su espalda.
-entonces porqué... ¿Por qué lo hiciste? -hablo con la voz quebrada.
-es lo mejor... -murmura con su rostro lleno de lágrimas- es lo mejor para ambos...
Erik se separa le mira sin comprender bien las palabras.
-Charles... -la duda se podía ver en su rostro- ¿No te gusta que te bese?
-¿Qué?- el pequeño le miró fijo.
-mis besos y abrazos... ¿No te gustan?- Charles escondió su rostro en el torso de Erik, disfrutando del aroma de, su ahora, ex esposo- dime, Charles... ¿Yo te molesto?- el pequeño negó apoyado en el torso de Erik.
El alemán soltó un suspiro, y aunque quiso con todo su corazón abrazar a Charles y no dejarle ir jamás, se separó de el con la mirada baja.
-no te entiendo... y eso me lastima... -Erik se fue de aquel lugar sin voltear una sola vez en dirección a Charles.
Luego de eso, el ambiente de tensión se fue dejando una tristeza por todos los lugares de la mansión.
Charles intentaba mirar a Erik. Pero este desviaba la mirada...
Pero la suerte de Erik nunca fíe buena y un par de días después en una de las fiestas organizadas por la mansión las cosas cambiarían.
Estaba, como de costumbre cuando había fiesta, en su habitación leyendo un libro. Estaba pasando la hoja cuando la puerta fue abierta de golpe.
-¡Tú!- gritó y comenzó a caminar tambaleante hasta él- eres un bastardo... -Erik tuvo que sostenerle para que no se fuese a caer- eres un bastardo que me folla tan bien... -Charles intento besarle pero Erik se negó.
-ve a tu habitación, Charles- hablo molesto.
-no, no me iré- el castaño camino hasta la cama de Erik y se recostó en ella- ven aquí y por ese gran pene alemán en mi- le hablo Charles poniéndose en cuatro sobre la cama aún con la ropa.
-vete a tu habitación- gruño Erik cruzandose de brazos.
-por favor... liebe...- jadeo Charles moviendo su cadera e intentando quitarse los pantalones.
-no, Charles- hablo molesto.
-liebe...- jadeo comenzando a acariciar su miembro con los pantalones a medio quitar.
Erik quería, de todo corazón, sacar a Charles de su cama y llevarle a su propia habitación... Pero... ¿Que tan racional puedes ser cuando la persona que amas gime tu nombre mientras se está tocando en tu cama?
La respuesta para Erik fue clara.
Y no tenía duda en el momento que se encontraba desnudando a Charles para comenzar a entrar en el de manera brusca.
Porque a pesar de todo, Erik amaba a Charles.
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