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Una mirada al pasado

El color naranja estaba dominando la temporada, por doquier se veían calabazas y detalles oscuros que anunciaban la próxima noche de brujas, a pesar de que apenas fuera mediados de octubre, las tiendas departamentales estaban abarrotadas de monstruos, fantasmas, arañas y telarañas, como la antesala de una velada donde cualquier fenómeno natural podría pasar, aunque dentro del departamento de Aioria y Milo los miedos no eran hacia los eventos de tipo Hallowen, si no por cuestiones mucho más "adultas".

Esa tarde se encontraban los habitantes de ese piso junto con Afrodita y Camus, reunidos para hacer sus deberes escolares, aunque los cuatro estudiaran carreras completamente distintas, el estar juntos por lo menos hacía que su carga académica fuera menos estresante, al menos para tres de ellos, porque francamente el francés prefería trabajar solo, pero ante la mirada tierna, suplicante y después seductora de su hermoso heleno no podía hacer nada, y más si acompañaba esa expresión con un beso ardiente que lo dejara anhelante, y sediento por llevar las cosas a un nivel mucho más íntimo.

Desde la velada en la que se encontraron piel a piel por primera vez, las cosas se habían vuelto incontrolables, Milo acosaba a Camus en cada momento que podía, y el aquamarina caía en la tentación sin remedio, pensaba que por lo menos en esas horas su griego no lo incomodaría con sus muy sensuales distracciones, no se atrevería con sus amigos cerca, por lo que tranquilo tecleaba en su computadora las líneas que le pedían para su informe de la postura filosófica del existencialismo, mientras a su lado, en la mesa del comedor, estaba su novio leyendo un artículo sobre termodinámica. Se distrajo un momento cuando Afrodita le dejó a su lado una infusión de cítricos, y acercó una silla al lado del peliazul para ofrecerle lo mismo, parecía que ya había terminado con sus tareas, porque se dispuso a observar a Milo con detenimiento.

-Mili...-Dita usó un tono de voz dulce, sólo para disfrazar un comentario que por demás iba a ser malicioso.

-¿Qué quieres Dita?

-¿Podrías despegar la vista del libro por un momento, y si Aioria y tú invitan a Aioros y... bueno a sus amigos?

-Lo haría, ya sé que quieres ver a tu jefe el "español macho", pero Camus me regañaría, dice que tardo mucho en concentrarme, y si no termino esto pronto, me dejará sin...

-¡Milo por Athena cierra tu enorme bocota!

El galo cerró su laptop bruscamente, antes de que su bicho anduviera revelando sin más sus secretos, claro que "animaba" a Milo a que terminara sus deberes pronto, porque si no jamás tendrían tiempo para ellos, además de que la máxima presentación con la Orquesta sería pronto, así que también estaban ensayando muchísimo, pero su rubor que sentía extenderse por todo su rostro era porque estaba seguro que el imprudente que tenía como pareja, estaba a punto de decirle a Afrodita que lo tenía "amenazado" con no hacer el amor si no era responsable.

-¡Oh Cam!, ¿no me digas que tienes a Mili en aislamiento sexual?

La risa de Aioria, que estaba cómodamente en la sala, escribiendo igual en su computadora portátil, salvó a Camus de un muy bochornoso momento, los tres estaban casi seguros que se uniría a Afrodita para hacerle un comentario sarcástico a Milo, y así hacerle la vida imposible, sin olvidar hacer todo tipo de bromas sobre su "impotencia masculina" o algo así, pero no ocurrió, al contrario de todo eso, jamás levantó su vista de la pantalla, y sus labios volvieron a su estado inicial en una línea recta, que tal vez denotaba un poco de tristeza, su compañero de departamento, por primera vez mantuvo esa seriedad que Camus tanto le reclamaba no tener, él era el único en ese espacio que conocía de sobra los sentimientos de Aioria por Shaka, y estaba seguro que su estado se debía a no verlo en casi todo el mes, y antes de que sus invitados preguntaran por su comportamiento, él mismo cuestionó a su novio sobre su rommie.

-Cammie, ¿y Shaka?

-Ya sabes que él es una persona más seria.

-Ay, ¿más que tú?, perdóname cariño, es raro que lo diga el chico que es un témpano de hielo viviente- Dijo Afrodita, a lo que Milo sonriendo malicioso, y antes de seguir indagando para Aioria, se dio el lujo de decir algo sobre su adorado novio.

-Eso no es cierto, claro que Camus puede ser frío, pero cuando estamos juntos, yo siento su calidez inundando el sitio en el que estemos.

-¿Por qué Shura no me quiere así?

Con Dita recargando pesadamente su cabeza en la mesa, soltando un bufido de desesperación combinado de decepción, y un Camus enternecido hasta los huesos, Milo continuó con su autoproclamada misión de sacarle información a su pareja.

-Ya sabes que te adoro Cam, pero, ¿Shaka no se siente mal porque ya no haces tu tarea en tu casa con él?

-Últimamente no está mucho en el departamento, tú debes saberlo Afrodita, parece que su tío Shion no se encuentra tan bien, y su familia está haciendo relevos para cuidarlo, Yuzuriha lo necesita mucho.

La voz de Camus, y la mirada cómplice de Milo le dieron una idea a Aioria, aunque Shaka no quisiera, él deseaba con todas sus fuerzas estar cerca de él, y demostrarle que su interés no era momentáneo, si no apasionado y devoto, por lo que pensó en mandarle algún obsequio para hacerlo sentir mejor, una expresión de ternura cruzó por su rostro, y el griego supo que su labor estaba completa, porque a pesar de llevarse como bestias salvajes, el chico Leo era lo más cercano a un hermano, y deseaba que alcanzara a su amor platónico, así como él lo hizo con su bello francés.

Afrodita iba a continuar molestando a Milo porque estaba aburrido, y ni hacer la deliciosa infusión de cítricos lo había distraído lo suficiente, pero una llamada entrante de Kardia distrajo al grupo en cuestión, el peliazul ya sabía lo que su padre quería, saber que estaba bien, y no en la cárcel, así que no le vio el problema de ponerlo en alta voz, el único que podría gritar cosas estúpidas estaba demasiado concentrado en un rubio de ojos azules.

-"Hola papá, ¿qué pasa?"

-"Muchacho idiota, salúdame como se debe, debes decir: buenas tardes señor padre."

-"Viejo... estás en altavoz, estoy con mis amigos y mi novio."

-"¿Qué?, ¿y por qué no avisas?, además sólo tengo 36 años, te tuve prácticamente en la flor de mi juventud, me voy hacer viejo pero porque eres un ingrato que no se digna a llamarme."

La estancia estaba en silencio total, Aioria que era el que tenía música de U2 en su reproductor puso pausa, para mirar a Milo con la boca abierta, era cierto que para nadie era un secreto el tipo de relación que tenía el peliazul con su progenitor, pero escucharlos ya era otra cosa, era como ver al joven Scarlet discutir con una versión más madura de si mismo, por lo menos en el tono de voz.

-"Eres viejo, ya acéptalo, aun así te amo, jajaja"

-"Mira querido hijito, para esa risita, me estoy conteniendo porque me dijiste que estabas con tus amigos, sólo te llamo para avisarte que iré unos días antes de tu concierto con la Orquesta a Nueva York, quiero verte."

-"Y mi novio papá, no lo olvides, mi novio también te escucha."

Camus se puso nervioso, cosa que sólo con Milo le pasaba, lo estaba mirando asesinamente, porque aunque su "suegro" estuviera del otro lado de la línea, sintió una grande presión por saludarlo educadamente, carraspeando y diciendo entre dientes al griego que lo iba a hacer sufrir, trató de encontrar qué decirle a Kardia, en su muy característico y elegante acento francés.

-"Buenas noches señor... es un gusto saludarlo, espero se encuentre bien, me llamo Camus Boissieu."

-"Mucho gusto Camus... espero conocerte cuando visite a Milo, me despido."

La línea se cortó, dejando al menor de los Scarlet desconcertado, esperaba que su padre le dijera al menos qué día llegaba, en qué hotel se iba a hospedar, ¡algo!, y nada de eso ocurrió, iba a reparar en la muy bien escondida angustia de Kardia en sus palabras, pero Afrodita le desterró esa idea con otra cosa.

-Milo... tu padre tiene la voz más sensual que haya escuchado nunca, es varonil, sexy, madura, perfecta, a parte es magnate de la moda, ¡quiero gritar!

-Aggg Dita, ¿no puedes ser más gay?

-¿Disculpa?, que aquí el único que se acuesta con mujeres es Aioria, no me vengas a decir comentarios homofóbicos, nada más porque me gusta tu papá dulzura.

-¡Yo me refiero a que gritas como una niña!

-¿Y?, ser bello no está peleado con ser hombre... además, ya que Shura ni siquiera sabe que existo... ¿qué tal si me convierto en tu madrastra?

Y ahí fue que las risas de los cuatro estallaron como si fuera un globo que estuvo mucho tiempo inflándose con gas, y Aioria vio su salida de emergencia para negar que se seguía interesando en las mujeres, puesto que para él, un hombre era ahora el más dulce de sus anhelos, y los comentarios de Dita le quitaron toda la tensión al asunto.

Aunque si se viera a Kardia directamente, que se encontraba conduciendo a toda velocidad por la ciudad de Chicago, sería inevitable notar su turbación en esos momentos, se maldecía una y otra vez el ser el tipo más imbécil sobre esta tierra, la voz de su yerno también era la misma, si no es que muy parecidas... el tiempo no borró de su mente y de su corazón esa boca que le dijo alguna vez que lo amaba... ¿y ahora?, él sólo planeaba visitar a su hijo, pero le iba ser imposible dar una mirada al pasado, y ver a Dégel tan cerca y tan lejos de él, reflejado en los ojos amatistas de Camus, sin embargo... los desgarros que pudieran hacerse en sus memorias, se verían muy bien recompensados, si en esa estadía se le revelaba un poco más sobre su amante perdido en el tiempo, porque francamente, jamás lo pudo olvidar.

Las luces se perdían en su visión, mantenía el orden vial sólo por inercia, y es que una serie de imágenes se cruzaron en su mente, en especial dos, que contrastaban como un ying y yang maldito, que lo torturaba con dos escenas.


Flash Back


Estar en los preciosos campos elíseos era una experiencia soñada, aún más para un joven heredero de una empresa de moda que amaba la belleza y la estética de la ciudad más romántica del mundo, la sesión de fotos en ese sitio era la mejor para la marca de ropa de su abuelo Ecarlate, y para agregar una cereza a ese delicioso pastel, estaba el ser invitados a una gala de la alta sociedad parisina, Kardia estaba emocionado, aunque Shaina estuviera abrazada a su torso en contra de su voluntad, esa chica de verdad que era insistente.

Sin embargo... su corazón amenazó con fallar, al ver en la distancia al ser más perfecto que jamás vio, el sonrojo tras esas gafas, enmarcado con su hermoso cabello de tono verdoso lo dejó sin aliento, sufriendo cual amante en la vieja Verona, que se le olvidó por completo de la mujer que estaba a su lado.

Se separó de ella inventando una excusa por demás tonta, pero no podía darse el lujo de que esa utópica visión se fuera así como así, sus piernas lo llevaron avanzando entre las personas que le parecían sombras sin identidad, se detuvo a sólo unos pasos, una intensa mirada amatista lo recibió a través de un cristal, y pensó en morir ahí mismo al sentirse tan atraído a alguien que no conocía.

-¿Vendrás a la fiesta?

-Gala, se dice gala... ¿usted es?

-Kardia Scarlet

Su interlocutor hizo un ademán con su cabeza a modo de despedida, no tenía intención de quedarse ahí, sobre todo porque su sangre se sentía como fuego ardiente en sus venas, le molestaba lo que ese hombre le estaba provocando, y creyó prudente regresar con Natassia, su prometida desde el nacimiento podría molestarse si notaba en él un apasionamiento por alguien más que no sentía por ella.

-¿No te parece muy grosero retirarte sin antes decir tu nombre?

La seductora voz de ese desconocido hizo que el peliverde vestido de etiqueta impecable detuviera sus pasos, dándole la espalda, reflexionó en si debía o no revelar su identidad, pero recordó que ante todo era un caballero, y su padre podría molestarse si alguien esparcía el rumor de que la distinguida y antigua familia Boissieu no era tan cortés como se presumía.

-Dégel Boissieu.

La sonrisa seductora de Kardia lo sacó de sus casillas, si tan sólo no lo hubiera mirado de reojo, quizá olvidaría su inquietante presencia.

(...)

La bella cafetería en Francia no era lo que fue en un momento, las tazas humeantes estaban siendo ignoradas, afuera, la lluvia soltaba ese llanto que Dégel no era capaz de expresar, y que el peliazul comenzaba a dejar fluir en un torrente de dolor. La voz rota de Kardia develaba que estaba a punto de romperse de la impotencia, la noticia le llegó como una cuchillada directo a su corazón, desesperado trataba de que su amor se retractara, que no le dijera esa cruel realidad en la que no podía amarlo se cernía sobre ellos como una muerte lenta y devastadora, lo abrazó sintiendo que sus lágrimas ya mojaba la camisa blanca de Dégel, que luchaba con todas sus fuerzas por no corresponderle, pero su hermosa voz, que antes le trajo la más narcótica de las dichas, lo estaba sepultando en un pantano oscuro y triste.

-¡No Dégel!, ¡no puedes decirme que ya no me quieres más!, ¿por qué te vas a casar con ella, si no la amas?, ¿qué te puede arrancar de mi lado?, ¡¿dime qué?!

La insensible expresión de su lindo francés no era la que conocía, era como si su amado Dégel tuviera un cuerpo carente de alma, sin ganas de seguir viviendo...

-Natassia está embarazada...


Fin de flash Back


-"Dégel, Dégel, Dégel... tanto que quisiste alejarme mi amor, ¿qué estarás haciendo?, mira en lo que fuimos a caer, nuestros hijos se nos adelantaron."

El sonido de las llantas del despampanante Lamborghini, y la estela de humo en el asfalto, sólo dieron muestra de la impaciencia de Kardia por ir a Nueva York, si pensaba demorar en sus negocios ahí en Chicago, ya lo había desechado, quería estar con Milo ya, a como diera lugar.

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Saori estaba nerviosa mientras dejaba un aura femenino a su paso, normalmente no veía a sus pacientes fuera de su horario de consulta, pero la voz triste y suplicante de Aioria la convenció de romper un poco con su ética profesional, para acompañarlo al centro comercial para elegir un regalo para alguien, se regañaba mentalmente por dejar que un niño (para ella) con voz dulce la manipulara de alguna manera.

Entró por las grandes puertas del enorme y moderno centro comercial, para enfocarlo unos metros más allá, junto a una tienda que vendía helados de muchos sabores, tan tierno esperando con las manos en los bolsillos de su pantalón de mezclilla, y de vez en cuando viendo la hora en su reloj de muñeca, mirando en todas direcciones esperando que su Psicóloga hiciera aparición, cuando sus miradas se encontraron, sonrieron amablemente, en especial la señorita Kido, porque ver al jovencito Leo así, le causaba mucha ternura.

Caminó más a prisa para no hacer esperar al de mirada de color jade, que con un gesto de vergüenza, estaba ansioso por excusar su tan apresurada y extraña petición, dejó que la pelilila se recargara en su brazo para que tomara aire por su actividad aeróbica.

-¿Te hice esperar?, disculpa, me retrasé con la cita de Milo Scarlet.

-¡No! al contrario, gracias por verme aquí, y si le cuento un secreto sobre Milo no me voy a sentir nada culpable.

-¿Es amigo tuyo?- Saori siempre fingía no saber lo que pasaba con los que pasaban por su consultorio, era en parte por no romper su confidencialidad de sus terapias, y también por divertirse un poco a costa de esos adolescentes.

-Si supiera, vivimos juntos, y llegó tarde a su terapia porque estuvo feliz enredado entre las sábanas con su refinado novio.

A Saori se le subieron los colores al rostro, ahora entendía por qué Milo llegó tan agitado y con el cabello revuelto, además de una sonrisa que no pudo apagar durante toda la sesión, ese debía ser el mejor trabajo del mundo, sin embargo, ella también quería saber qué era lo que Aioria quería en realidad.

-Debes saber que no debo verte aquí, y si alguien pregunta, yo sólo te acompaño como amiga, no como Psicóloga, ¿para qué soy buena?

-Bueno... a decir verdad usted sabe que mi madre murió hace años, yo adoro a Aioros, pero no es lo mismo, y ni hablar de mis amigos, aunque tenga a Afrodita, hay ciertas cosas que sólo una mujer sabe hacer, y la única que tenía en mi vida, piensa que soy un patán, y quizá lo sea, pero no pude evitar enamorarme como un tonto de Shaka.

-¿Es Shaka Khan?, entiendo que por él tu confusión con los hombres.

-Ya no es confusión, yo lo quiero realmente, y por eso, quisiera que me ayudara a elegir ese obsequio que le comenté...

-No hay problema... así saldo una deuda pendiente.

-Usted no me debe nada.

-No a ti pequeño, no... a tu hermano Aioros.

-¿Lo conoce?

-No te sorprendas tanto, y la verdad es que si, íbamos en la misma preparatoria, pero no en el mismo salón, una vez que me tocó quedarme hasta tarde en la biblioteca, y sufrí un intento de violación, pero tu hermano me salvó, siempre quise agradecerle, ¿podrías decirle que fue como un guardián dorado para mi?, y que le deseo toda la felicidad del mundo junto a Saga...

-Será un placer.

-Y ahora, qué tal si vamos a la tienda de muñecos de peluche, yo sé que puede sonar muy raro, sin embargo, tengo un buen presentimiento.

-Lo que usted diga.

Aioria respiró aliviado, necesitaba más que nunca el consejo que sólo podría darle una madre, al menos Saori le recordaba a una, y con un nuevo descubrimiento sobre lo admirable que era su hermano, creyó que le faltaba sólo una cosa para ser completamente feliz, y era estar cerca de ese hombre que era lo más cercano a un Dios para él.

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Milo estaba de mal humor, si no fuera porque su hermosísimo Camus estaba con él, en esa recepción del Hotel más lujoso de la metrópoli, no estaría para nada cuerdo, amaba a su padre, pero aún le guardaba cierto rencor por arrastrarlo a él y a su mamá trotando por el mundo, para que después de un día para otro decidiera que ya no quería estar casado, culpaba a sus negocios por negarle el tener una familia verdadera, y tener que estar ahí, esperando para fingir que su relación era perfecta, era algo que le dolía en un recóndito espacio de su corazón, el mullido sillón de piel le ayudaba a hundirse aún más en su asiento, como si con eso dejara de existir, pero la cálida sensación de la mano de su francés, haciendo pequeños círculos en con sus dedos en su palma lo hizo sonreír, y no pudo evitar darle un largo y muy cariñoso beso en la mejilla, a su lado las cosas eran más fáciles, tanto, que no le importaba la mirada llena de odio que le dirigía Surt cada vez que pasaba a la cafetería, y sabía las obvias razones por las cuales ya no lo atendía, si no Lyfia.

No se arrepentía, antes que dejar a Camus en los brazos de otro, prefería ir al infierno, si es que ahí tenía que consumirse en fuego por probar cada uno de sus besos, bien valía la pena, todo por aspirar esa preciosa fragancia de su piel desnuda, y escucharlo decir su nombre entre suspiros mientras le hacía el amor, no se imaginaba amando a nadie más, con cariño, apoyó su cabeza en su hombro, mientras el aquamarina le acariciaba su cabello con su mano libre.

-¿No te molesta estar aquí Cammie?, lo siento, mi papá insiste...

-No te preocupes Milo, otro día puedo avanzar en mi novela, la verdad me da curiosidad conocerlo, es bastante famosa la marca de tu familia, bien podrías estudiar en la mejor Universidad privada, pero estás aquí.

-Yo no tengo mucho que ver con eso, yo tengo otros sueños, no quiero desfiles de modas, me gustan las máquinas, y soy el hombre más feliz por estar aquí, porque te encontré, te lo dije, la noche que tuvimos nuestra primera vez, te he buscado por todo el mundo, sólo para darme cuenta que mi mundo es donde estés tú, ¿algún día me dejarás leer el avance de tu novela?

-Milo... te quiero... y yo también me siento muy afortunado, siempre quise volver a verte, aunque fuera una vez más, con lo otro... no, no puedes ver nada, pero ten por seguro, que ya conoces algo de lo que contiene.

-¿En serio?, ¿trata sobre mi?

-Es un secreto bicho, no preguntes más.

La risa aterciopelada y hermosa de Camus, que le dio un fugaz beso en los labios fue suficiente para despertar todas las endorfinas de Milo, que le dio el valor suficiente para mantenerse entero y levantarse, cuando el asistente personal de su padre los escoltó hasta la suite reservada para Kardia Scarlet, sostenía como un ancla salvadora la mano tibia de su precioso galo, además de admirar su temple elegante y serio, era como el máximo exponente de la clase que no se compra, era educación y belleza innata, estaba muy orgulloso de poder presentarlo como su novio.

Las enormes puertas de color blanco marfil se abrieron después de que el asistente introdujera una clave de seguridad en la cerradura, para darles el espacio a ingresar al recinto lujoso, el mayor estaba sentado en un sillón individual con una copa de vino blanco en la mano derecha, hablando por celular, dando indicaciones sobre un pedido de telas para una colección de vestidos de alta costura, pero al ver a Milo sosteniendo la mano de Camus, colgó diciendo que tenía que atender a su hijo, la saliva estuvo a punto de atorarse en su garganta, ahogándose por un momento, en serio que el hijo de Dégel era su mismo retrato, buscó por todos los medios contenerse, para así poder averiguar lo que le interesaba.

-¿No le das un abrazo a tu padre Milo?

-Claro... ¿por qué no?

Milo avanzó hasta su padre, disculpándose con la mirada con Camus, que le sonrió comprensivo, al principio quiso ser taciturno y distante, pero al verse rodeado con esos protectores brazos, correspondió con fervor, extrañaba tanto ese tipo de amor fraternal, y Kardia comprobó que a pesar de perder al amor de su vida, Milo le dio ese rayo de esperanza al que se aferró durante todos esos años, al separarse, despeinó un poco su cabello en la coronilla, como cuando era niño y le confesaba alguna travesura, después, le extendió su mano a Camus, para presentarse como debía.

-Tú debes ser el novio de mi hijo, entiendo perfectamente por qué te eligió, eres bellísimo y a leguas se nota que eres alguien muy distinguido.

-Se... señor, gracias, y no es sólo mi parte, Milo es maravilloso.

El rojo intenso de las mejillas del francés se debía a que Kardia era exactamente igual que Milo, ese alago fue como si se lo dijera su Dios Griego en el futuro, su lindo novio se convertiría en un hombre arrasador y letal cuando madurara, y esperaba estar ahí para seguirlo amando cuando eso ocurriera, los muchachos se sentaron en el sofá para dos personas, dispuestos a charlar, el servicio de la habitación les trajo un poco más de vino al mayor, y jugo de frutas tropicales para los menores de edad, hecho que fue muy criticado por el rebelde Milo.

-Papá, ya te dije que no soy un niño, y sabes perfectamente que el alcohol no me es extraño, ¿por qué me sigues dando jugo?

-Porque eres menor de edad, y en este país lo serás hasta que cumplas 21, ¿cuántos tienes mini alacrán?, ¡ah si! 17, eres un niño para mi, y en mi presencia no probarás ni una gota, al menos tengo que tener una mínima ilusión de que sigues siendo inocente, y no le pongas ese mal ejemplo a tu novio que es adorable, dime Camus, ¿no te pudiste conseguir algo mejor que mi hijo?

-¡Papá!, ¿quieres aparecer en los titulares de las notas amarillistas y rojas, cuando anuncien que tu propio hijo te asesinó?

Los gritos de Milo y Kardia que vinieron a posterioridad hicieron que Camus sonriera incómodo, ahora entendía muchas más cosas sobre su escorpión, y soltó una carcajada que intentó reprimir en vano, los helenos dejaron de pelear para perderse en esa maravillosa visión, el padre añorando su pasado, y el hijo adorando el presente, después de que el galo se secara unas diminutas lágrimas producto de su risa, retomó su recatada postura con sus piernas elegantemente cruzadas, y tomando un sorbo de la copa con su jugo de frutas, se dirigió a Kardia.

-A decir verdad... su hijo me parece alguien extraordinario, es valiente, divertido, con sentimientos hermosos, y muy leal, y el alcohol tampoco me es ajeno, mi padre siempre me instruyó en la cata de vinos desde que era niño, las cosechas de más de 30 años son sus preferidas, la botella que usted toma, es curiosamente su favorita.

Las entrañas de Kardia se estrujaron contra sí mismas, el vino que estaba tomando, fue el que bebió con Dégel cuando se escaparon un fin de semana a Florencia, Italia, y se entregaron por primera y única vez, jamás hablaron de la botella, y ahora su primogénito le confesaba que para el peliverde también era su predilecta, tratando de concentrarse en parecer normal, le respondió el comentario a su yerno.

-¡Oh Camus!, me alegro tanto de que estés con mi bichito, tienen totalmente mi bendición para cuando quieran casarse, y estoy seguro que la mamá de Milo pensaría lo mismo, pero dime... ¿tus padres piensan igual?, ¿los dos?

Kardia ignoró el ligero golpe que Milo le dio en el hombro, avergonzado porque dijo que se casarían algún día, Camus tomó la mano de su novio sonriendo tímidamente por la misma razón.

-Ellos están divorciados señor, hace mucho tiempo que no hablo con mi madre, y mi padre sabe que tengo una relación importante, pensaba presentarle a Milo formalmente en el concierto que tenemos con la Orquesta, viajará desde Francia para visitarme.

En ese momento el mayor casi escupe su bebida de la impresión, sus latidos se dispararon hasta el cielo, y el pecho se le incendió como si de una enfermedad devastadora se tratara, su hermoso Dégel era libre, como él en ese momento, las heridas del ayer ardieron como el primer instante, y se dio cuenta, que ese encuentro era inevitable, ¿de qué rayos se trataba eso?, destino, casualidad, o un enredo de un hilo rojo invisible, pero fuerte para quienes juraron amarse.

-¡Papá, eres tan anciano que no sabes ni beber, ya deja de toser!- Milo le daba pequeñas palmadas a su progenitor mientras se reía y a la vez lo regañaba, para cuando Kardia se repuso un poco, sonrió con coquetería, Camus sin duda notó que eso era una hermosa herencia de familia.

-Me encantará conocer a mi consuegro, si te agrada la idea, invítalo para que cene esa noche con nosotros.

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Shaka llegó agotado hasta su edificio, tenía el corazón, el cuerpo, los sentimientos y la mente comprometidos en múltiples problemas, le dolía mentirle a su prima, que seguía cabizbaja y con el autoestima por los suelos, le preocupaba que el estado débil de su tío Shion fuera más grave de lo que pensaban, porque llamaron a todos los familiares para que lo visitaran, eso le daba mala espina, y el colmo era que se sentía muy presionado porque pronto presentaría su proyecto junto a Aioria, Aioria... él era el último y más grande conflicto de su alma, ya que no conseguía arrancarse sus besos de sus labios, soñaba constantemente con sus caricias, que lo hacían despertarse muy excitado y culpable, quería desaparecer el amor que le tenía, pero simplemente no podía...

Estaba completamente derrotado, recargado en la fría y detestable superficie de ese elevador solitario, sólo quería llegar a su departamento y descansar un momento, bañarse para que el agua caliente lo despejara de sus deseos de correr a la puerta de enfrente y meterse para siempre en la vida de Aioria, cuando las puertas metálicas se abrieron pestañeó rápidamente para no encontrarse al castaño, era su momento de huir nuevamente, cruzó ese pasillo como desquiciado, y al parecer consiguió su objetivo cuando cerró su propia puerta tras de si, necesitaba con urgencia un té relajante, después de unos minutos, la tetera lanzó vapor caliente, estaba a punto de apagar el fuego, cuando tocaron a su puerta, no tuvo miedo de abrir, porque a esa hora pasaba una vecina a venderles galletas de mantequilla que hacía en su clase de repostería, abrió esperando ver a Seika, pero en su lugar encontró una caja dorada con un precioso listón azul cielo, ¿se habrían equivocado?, buscó con la mirada a alguna persona responsable de eso, sin embargo no vio a nadie.

Habría ignorado la caja, hasta que pensó que podría ser un obsequio para Camus, por lo que lo tomó, y lo dejó en la mesa del comedor, dispuesto a ahora si por fin cerrar el paso del gas para sofocar esa llama, cuando notó que entre el listón estaba un papel doblado con su nombre en él, no cabía duda, el paquete era para él, ignorando el estridente sonido de la tetera, desdobló el papel, para encontrarse con una nota que le robó el aliento.


"Shaka:

Sé que no quieres saber de mi, sin embargo... yo no consigo sacarte de mi cabeza, cada día te recuerdo, y te recuerdo claramente, si me concedieran algún deseo, sería besarte otra vez, sueño cada noche con tenerte de nuevo entre mis brazos, ruego porque comprendas que jamás quise hacerle daño a Yuzuriha, y que me gustas como no tienes idea, no pienso rendirme, porque sé que tenerte sería lo más maravilloso que podría pasarme, déjame demostrarte lo que siento.

PD: Si en algún momento sientes que necesitas de un hombro amigo, yo estaré incondicional al cruzar el pasillo, y lo que contiene la caja, es un reemplazo por si quieres golpearme."


Los ojos de Shaka se cristalizaron, el perfume en ese delicado papel ya lo tenía grabado con letras de fuego en su memoria, con las manos temblorosas quitó lentamente el listón, y dentro encontró un tierno, suave y esponjoso león de peluche, tocó con ternura esa melenita despeinada, era... como Aioria, una sonrisa irónica adornó a sus confundidos ojos azules.

-Aioria... no quiero golpearte, quiero abrazarte...

Y como si fuera un niño, se aferró a ese juguete, quizá no tenía que pasar por todo eso solo, quizá si hablaba con su prima entendería..., ya que no se veía a si mismo si no era con ese hermoso joven a su lado, la tetera volvió a reclamar el no ser atendida, así que con el lindo león bajo su brazo fue a apagar por fin el quemador de la estufa, pero nuevamente se distrajo con el sonido de una llamada entrante, que atendió sólo por ser Yuzuriha, podría tratarse de Shion.

-"Yuzuriha, ¿mi tío está bien?"

-"Si Shaka, no te preocupes por eso, al parecer está estable por ahora, Dohko me mandó a descansar a la casa, pero no te llamo por eso..."- La voz de la joven no sonaba como siempre, estaba angustiada, y eso para Shaka no pasó inadvertido.

-"Dime qué ocurre."

-"Mu está aquí..."

El sonido de la tetera le siguió apuñalando los oídos, eso no podía ser, y sin quererlo, su voz murió antes de pronunciar palabra alguna, no esperaba que el pasado resurgiera tan pronto, no cuando Aioria estaba tan encarnado en su pecho, sujetó con más fuerza ese peluche, y sin querer sonar muy cortante, le dijo a su prima que la llamaría más tarde, se quemó un dedo por descuido, y en un quejido reclamó por su mala suerte.

-¿Qué voy a hacer ahora?














Continuará...





Comentarios: Owww disculpen la tardanza, a mis lindas lecturas que son leales, son tan bellas, se merecen mucho, les explico, yo soy maestra de jardín de niños, y con esto de la pandemia, dar clases es un reto, tengo mucho trabajo, pero aún así, jamás dejaría una historia inconclusa y menos por la gratitud que le tengo a las maravillosas personas que comentan y votan, también a quien lee en el anonimato.

Por otra parte, siempre quise dar un guiño de que Aioros es el verdadero salvador de Saori, el primero de todos mis preciosos caballeros dorados, saben que ante todo amo a Milo, y que Seiya es el que más adora a la señorita Kido en Saint Seiya, ¿pero Aioros?, la salvó cuando era una bebita, como si fuera su hija, me parece un santo tan noble, tan admirable, y eso me mata de ternura, siempre soñé con que Athena le diera las gracias, (lo que pienso de la relación con Saga y Athena ya es otra cosa, jeje tal vez menos inocente y más hot jajajaja pero es de mis shippeos más raros).


Nos leemos pronto, Yare.

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