Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Soltar

Nota: En el capítulo hay inmersas algunas frases o estrofas de la canción "Hilo escarlata", de Edgar Oceransky, creo que ya lo había mencionado, igual corroboro, fue una muy importante inspiración para esta historia, ahora si, a leer, con mucho cariño para ustedes.


Las frases de su novela volaban alrededor, a veces tomaban esas alas metafóricas para irse lejos, muy lejos donde nadie pudiera perturbarlo, luego, jugaban a danzar entre los copos de nieve, cayendo suavemente sobre los hombros de la gente, como si con eso sus pensamientos fueran mudos acompañantes de las almas atormentadas como la suya. El agua congelada se derretía en sus manos ya desnudas, desvaneciéndose de forma casi sutil, para luego correr por su piel, al igual que una lágrima, silenciosa, personal..., era como si quisiera mover sus labios temblorosos, sin que voz alguna saliera. Time Square ya no le parecía tan brillante, ni tan moderna, no..., no existía tiempo de maravillarse por ese estrafalario exterior, cuando lo etéreo le ganaba con un peso extraordinario.

Trataba de guardar cada detalle en su memoria, caminando con lentitud, los sonidos rápidos, las guirnaldas de las calles que le ponían mercadotecnia muy bien pensada por aquí y por allá, de repente el frío caló más que antes, ¿o sería el invierno dentro de sí mismo?, quién sabe..., quiso buscar calor dentro de los bolsillos de su chamarra, los guantes hacía bastante que desaparecieron, se topó con el papel que dobló con dedicación unos quince minutos atrás, cuando estaba sentado en el subterráneo, esperando por algo, aunque no sabía exactamente qué era, una solución tal vez, una esperanza que se negaba a morir en sus latidos, la verdad es que era la primera vez, desde que pisó Nueva York que se sentía muy solo.

Mientras pasaba por el frente de una boutique Tommy Hilfiger, se reconoció en el brillante cristal, mismo porte elegante francés, ojos violáceos tristes..., una dependienta salió a atenderlo, pensando que miraba los artículos, tuvo que responder por educación, ni siquiera reconoció su voz, ¿sería un mal presagio?, ce n'est pas possible, la pobre empleada le regaló una expresión de pena, ¿tan mala imagen daba?, se alejó pasando de largo, definitivamente no tenía los ánimos de poner en práctica sus finos modales, no esa noche, únicamente deseaba ser Camus a secas, no el joven prodigio en la escritura, ni el extranjero interesante y serio, no un miembro de la distinguida casa de los Boissieu, ¡a la mierda su pinta refinada!

Del otro lado de la acera distinguió a un pobre hombre que claramente padecía alguna enfermedad mental, gritando improperios a diestra y siniestra, lo observó por unos instantes, después ese mismo sujeto se carcajeó como si la felicidad estuviera fluyéndole libre por todo el cuerpo, e irónicamente sintió envidia, ¿ese desdichado era realmente un demente?, ¿o los locos eran otros?, como él... que fingía ante ese mundo, que todo estaba bien, cuando también tenía ese impulso desenfrenado de desgarrar su voz a través de miles de palabras, de correr sin parar hasta desfallecer de cansancio, y al final, llegar hasta los suaves brazos de su madre.

Milo... él también lo atormentaba, con todo su cariño recorriendo como fuego puro por su piel, jamás imaginó que el amor doliera de la misma forma como te llevaba a la gloria, y ni siquiera era el principio..., reflexionaba todas las posibilidades, y entendió que no tenía el panorama más alentador, comenzando con aceptar que no tenía el valor de imaginar la blanca piel de su madre marchitarse, de no volver a ver sus ojos claros, o acariciar las rubias ondas de su cabello mientras aspiraba su esencia a flores, y en su lugar quedara la tierra, seca... polvo que se une con la eternidad, suponía que nadie estaba preparado para algo así, tendría que acostumbrarse a soltar, a conformarse con verla en el atardecer, con sentir sus caricias a través del viento y ver su sonrisa en los rayos de luz de la luna.

¿Tendría el coraje de volver?, para él ir a Francia significaba un suicidio, con vergüenza aceptaba que cuando escapó en ese avión que lo trajo a América tenía toda la intención de no regresar, Dégel lo comprendía, incluso Krest lo aceptaba, pero su abuelo Henri Lafinur... esa era otra historia, ahora entendía perfectamente el miedo de Natassia, divorciarse de su papá no solamente era el mayor fracaso sentimental de su vida, si no que era una deshonra para su casa de soltera, y él como primogénito y único heredero de esas dos nobles familias tenía cadenas invisibles, que muy torpemente intentó romper, si desaparecía ahí mismo no le importaría demasiado... no hasta que de nuevo unos profundos ojos azules le recordaron que tenía algo invaluable, su griego, su significado más intenso encerrado en un beso, l'amour de sa vie.

Levantó la cara con decisión, ni siquiera le importó la punta helada de su nariz, ni el vaho que exhalaban sus pulmones en cada suspiro que daba, los cobardes no llegan a ninguna parte, solamente... requería un poco más de minutos, se percató que ya estaba cerca, The Copacabana se alzaba a su vista cansada, su ropa era demasiado casual para la ocasión, sin embargo no le importaba demasiado, solamente quería refugiarse en sus brazos protectores, hundir sus dedos en su rebelde cabellera, y juntos respirar el mismo aire, Milo..., ya era momento de dejar de ser fuerte, o fingir serlo, se daba cuenta que su querido bicho era más indispensable de lo que alguna vez lo fue otra cualquier cosa en su existencia.

Sus compañeras de clase, que vestían hermosos vestidos de gala no fingieron su sorpresa de verlo de esa manera, no era normal, se separaron para darle el paso de ingreso al lugar, la iluminación lo cegaba a ratos, y sus pupilas tardaron en acostumbrarse al sitio, giraba su rostro por todas partes, esperando encontrarse con alguien conocido, pero nada... ¿necesitaba unos binoculares?, ¿o acaso que sus lentes se transformaran por arte de magia en unos con fondo de botella?, la desesperación estaba a punto de lograr que rechinara sus dientes, tan sólo quería pasar desapercibido, claro que sus pantalones de mezclilla y sus botas cafés no ayudaban mucho, no en contra de los lustrosos zapatos de los asistentes.

Un diminuto milagro se materializó ante él, no era Milo, pero si Shaka y Afrodita, que al verlo abrieron mucho sus párpados, apenas y pudo recibir el abrazo efusivo de su amigo de cabello celeste, que le daba dos besos en ambas mejillas, demasiada cercanía para su maltrecho estado de ánimo, aun así le devolvió una sonrisa a medias.

-¡Viniste Cammie!, oye... te ves terrible, y no hablo solamente de tu cara, aunque todavía parezcas una escultura de la época clásica, esas horribles ojeras arruinan tu outfit urbano, deberías vestir tu calzado italiano, y aunque Levi's me encanta, no creo que esas botas sean adecuadas, ¿Qué te pasó?, tú y Yuzu son mi única esperanza de estilo en este sitio, no te ofendas Shaka.- Al menos Afrodita estaba tan efusivo y... elocuente como siempre, su compañero de piso rubio ignoró esa disculpa que no tenía nada de sincera, y lo miró detenidamente, como si lo examinara.

-Pensé que no vendrías Camus, aun así, es bueno que al final te decidieras.- Shaka no era ingenuo, notaba perfectamente que algo no estaba bien con Camus, examinó sus movimientos que todavía estaban presos en los brazos de Dita, estaba preocupado, pero su respeto a la privacidad de su mejor amigo era más grande, le dijo en palabras mudas que estaba para él, cosa que el galo también comprendió.

-Si... al final pensé que no tenía caso quedarme en el departamento... ¿Dónde están los demás?.- La pregunta del aquamarina los tomó por sorpresa, porque sonó entrecortada, y era obvio que no pretendía conocer el paradero de Aioria o Yuzuriha, si no de Milo concretamente, Afrodita por fin soltó a Camus, y se giró inseguro hacia Shaka, como si esperara que éste hablara por los dos, cosa que tuvo que hacer.

-Yuzuriha está a unos minutos de llegar, dijo que quería usar un Chanel o algo, la verdad no la estaba escuchando, Aioria fue por unas bebidas a la barra, y Milo... no sabemos.- Camus taladró a Shaka con la mirada, ¿le estaba mintiendo?, trató de descubrirlo analizando su rostro, hasta que Dita lo tomó del brazo y lo obligó a ir a un apartado donde tenían toda clase de postres, distrayéndolo por un momento.

-Sabes Cammie, tal vez anda por ahí triste por los rincones pensando que tú no ibas a estar aquí, y sabes que toda espera es mejor con pan, o en este caso con un delicioso mousse de chocolate y mango deleitando tus sentidos, ¿a que no?, acompáñame, y no seas tan agrio como un limón cariño.

El chico Khan los vio alejarse, notando que Camus se incomodaba y le decía a Dita que lo apretaba muy fuerte, sus neuronas trabajaron al doble, ya que él intuía donde estaba Milo, y esperaba que Aioria y Yuzuriha lo trajeran como fuera, y deseaba con todas sus fuerzas que pareciera sobrio para cuando su amigo francés lo viera.

------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Aioria tenía toda la pinta de ser un león digno de su apellido en ese presente raro que estaba viviendo, estaba enojado, muy muy enojado caminando por la calle, cerca del Copacabana, después de discutir toda la tarde con Milo para que fuera a la fiesta de la Universidad. Todavía se tocaba la mejilla adolorido por el golpe que su amigo le dio cuando lo encaró por su humor de los mil demonios, no lo entendía, cuando lo vio que regresó de visitar a Saori estaba bien, tal vez un poco melancólico, pero estable a fin de cuentas.

Luego el castaño tuvo que salir al supermercado, ya que era su turno de surtir su alacena, y para el instante que estaba otra vez en su departamento lo encontró totalmente cambiado, estaba acostado en el sillón de la sala, con las manos cubriéndole la cara, la respiración entrecortada, y el pecho le subía y bajaba con irregularidad, en la mesa del comedor distinguió un recipiente que era de su madre, y recordó que en ese día comían un guiso especial de su nana, no le veía lógica por ningún lado, y menos la tuvo cuando le preguntó al peliazul lo que le había pasado, éste solamente suspiró una y otra vez, y se negó a responderle, sólo escuchaba palabras dichas entre dientes de su parte, cosas como: "soy un estúpido", "¿qué pretendía?", "ahora comprendo su alejamiento".

Y después vino lo inevitable, el puñetazo, su agresiva respuesta, la mirada arrepentida de Milo comentándole que lo perdonara, que él no tenía la culpa de nada..., la impotencia le corroía los huesos al no poder ayudar en gran cosa, luego al saber que el heleno había cambiado de opinión con respecto a asistir a la fiesta le dio mala espina, sospecha que catastróficamente se estaba convirtiendo en verdad, al darse cuenta de que bebía sin control, y como si no hubiera un mañana, por último un mensaje en su celular lo alertó en el sanitario de hombres:


Milo Bicho 9:35 pm.

"Gatito pulgoso... te veo en el departamento, me voy a embriagarme todo lo que quiera sin que me estén molestando, no te preocupes estaré cerca."


Había dos cosas en ese texto que le ponían los pelos de punta, la primera, que dulcificó su forma de referirse a él, eso quería decir que estaba muy muy mal, y la segunda, si de verdad estuviera tan enfadado como pretendía hacer creer a los demás, se hubiera largado sin despedirse de nadie, ni siquiera de él, y la realidad era que no estaba furioso, si no deprimido y metido hasta el fondo en una imprudencia, era como si metafóricamente le implorara que lo salvara.

No pasó ni un cuarto de hora cuando con Yuzuriha hicieron equipo para buscarlo, él iba en sentido de fuerza física, por si tenía que cargarlo en sus hombros de vuelta a la fiesta, y ella en la misión de ser una linda y seductora fémina que aleteaba sus espesas pestañas para sobornar con su belleza a todos los dueños, empleados, o valet parkings de los bares, en caso de que el escorpión cometiera una locura.

Cuando su amiga ingresó al R Luonge, se fue a toda prisa a cubrir el otro lugar que les faltaba, el Tonic Times Square, no le fue difícil entrar, sin importar que él no anduviera mostrando las piernas como Yuzuriha en su mini falda, su tarjeta de crédito dorada le dio el acceso, enfocó su visión buscando a Milo, cuando una pequeña mano se posó en su hombro, extrañado estuvo a punto de decirle a la rubia que debía quedarse en el otro bar y no andar de cotilla donde estaba él, puesto que contaban con poco tiempo, pero su sorpresa lo llevó a los confines de la galaxia al notar que no se trataba de la prima de Shaka, si no de Marín, si... esa misma pelirroja que llegó a amar más que a su propia vida, y también la misma que lo dejó cuando más la necesitaba, abandonándolo por irse con quien sabe quién, dejándolo solo en el duelo por perder a sus padres.

Su mirada azul era tal como la recordaba, aunque sus labios estaban temblorosos en una mueca de dolor, la conocía..., o mejor dicho creía que la conocía bien, y eso según sus memorias lo significaba que estaba a punto de llorar de coraje..., cínica, mentirosa, manipuladora, ¿ahora era ella la que se ponía en su papel de dama digna?

-Aioria..., no esperaba volver a verte, pero gracias a Athena que pasó, porque así puedo hacer algo que siempre quise, ¡esto es por dejarme por Lyfia maldito infeliz!- Acto seguido una sonora cachetada le giró la cabeza, su palma cayó implacable en el mismo lugar donde horas antes Milo lo había golpeado.

Tuvo sordera temporal, sus canales auditivos se bloquearon por la inestabilidad de la situación, ¿Que él qué?, si Lyfia era sólo una compañera de la preparatoria, y según ahora trabajaba en una cafetería que ni por asomo le daban ganas de visitar, si era cierto que tuvo una especie de crush con él, pero jamás le correspondió, se masajeó la zona afectada, sus sentimientos hicieron ebullición en su interior, ¿de verdad aprendió a soltar?, comprendió que tenía asuntos que arreglar, sin embargo, esa idea no le encantaba.

-¡¿Qué carajo?!, si fuiste tú la que me dio una puñalada por la espalda al largarte con Frodi.

Sus palabras destilaron el mismo veneno que recibió por parte de Marín, no le importaba más seguir ahí y menos con la firme idea de que sus sentimientos estaban totalmente comprometidos con Shaka, por lo que sin miramientos, dejó a la pelirroja con las palabras en su bonita boca que no sabía más que engañar, además, la prioridad era Milo, y ya estaba seguro en donde lo podía encontrar.

------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Ser bonita siempre fue una bendición para Yuzuriha, la verdad, y a pesar de no querer presumir demasiado, su físico si le abrió muchas puertas en el mundo, sin importar que no fueran precisamente las que ella anhelara, aunque en ese caso, sin duda lo agradecía infinitamente, los hombres le daban rápidamente la información que quería, con la esperanza de que esa belleza se dignara a agradecerles su buena (o mejor dicho, interesada) voluntad, otorgándoles su número de teléfono o tal vez una cita, cosas que por supuesto no estaba dispuesta a dar a cualquier sujeto que se le cruzara, ese error ya no lo volvería a cometer.

Gracias a sus habilidades, junto con Aioria intuyeron que Milo estaba o en el Tonic Times Square, o en el R Lounge, siendo ella la que tuvo suerte, su corazón se agitó tanto que tuvo que ponerse una mano al pecho para apaciguar sus acelerados latidos, el alma se le fue al suelo en esa aspiración de aire que dio para darse un poco de valor, en la mesa al fondo del bar detectó a un muy ebrio joven Scarlet, en compañía de nadie más que el caballero andante que la salvó de morir por el tropiezo que tuvo por sus Prada.

Su taconeo resonó agresivo en ese piso que relucía como un espejo, ni siquiera se disculpó con la chica que aventó provocando que el daiquirí se le cayera encima de la blusa, no tenía el afán de fingir ser una buena samaritana con la desconocida, y justo cuando Kanon estaba a punto de besar a Milo que se había quedado dormido en su silla, lo apartó tomándolo del hombro con todas sus fuerzas que su delgado brazo le dio.

-¡¿Qué te pasa Kanon?!, ¿eres estúpido o qué?, mira que caer tan bajo al aprovecharte de alguien que obviamente no está en pleno uso de raciocinio, apenas te conocí esta tarde y ya me dan ganas de matarte.- El aludido le sostuvo la mirada desafiante, pero no por eso se avergonzó de lo que hacía, se levantó, quedando en ventaja de más de quince centímetros de altura, por lo que ella tuvo que elevar el rostro digna para seguir con la riña.

-La linda chica de las zapatillas caras, ¿esto te importa?, que yo sepa él no es tu novio.

-¡Yuzuriha!, ¡me llamo Yuzuriha!, ¡no quiero que me vuelvas a llamar, linda, o preciosa, o lo que sea que se maquile en tu mente torcida!, y no, no es mi novio, pero si es mi amigo, y estoy segura que él ama a su pareja, ¿no te parece que aquí tu sales sobrando?

Sus rostros estaban muy cerca, destilando incomodidad por todos los poros de su piel, y mientras Yuzuriha miraba de reojo que nada le pasara a Milo, Kanon aun enojado pudo notar que el sonrojo de ella estaba más vivo que nunca, pero no por su apariencia adorable de berrinche se iba a dejar intimidar.

-Tú no lo entiendes, y no creo que lo vayas a hacer nunca, "linda", ¿no lo has sentido?, ¿que te gusta mucho alguien, que te mueres por hacerlo feliz, conocerlo aunque sea un poco, y que serías la persona más dichosa de este odioso planeta si siquiera te mira?, ¿y luego te mareas por la desesperación al notar que cada vez se enamora más y más de otra persona que no eres tú?, no... no creo que te pase, porque seguro tienes a cualquier infeliz que se te antoje a tus pies.

-No... no es como lo piensas, y eso no te da derecho de esto, no seas tan basura.

Yuzuriha no se dejó intimidar por Kanon, aunque por su mente pasaran los hombres como si fuera una lista de desgracia, Tenma, Yato, Manigoldo, El Cid, Aioria... todos aquellos que la dejaron por otra opción, y sin duda el que más le dolía era el último, se limpió una lágrima rebelde que amenazaba con hacerla flaquear y arruinar su perfecto maquillaje, se lo prometió a Mu, a Shaka y a ella misma, el soltar a Aioria para que fuera feliz con quien realmente amaba.

Para su mala suerte, lo que quiso evitar a toda costa junto con su primo y amigos se cumplió, en la entrada estaba el castaño claro que discutía con Camus para no ingresar ahí, pero ya era tarde, ni la astucia de Afrodita, ni la serenidad de Shaka, ni la lealtad de Aioria, detuvieron que el francés encontrara a Milo en ese estado, frunció su delicado rostro en señal de confusión, ¿Quién podría haberles dado la ubicación, si apenas ella había llegado ahí?, y entonces encaró a Kanon de nuevo... ya conocía la respuesta.

-Me puedes decir cómo rayos le avisaste de esto a Camus.

-En la guerra y en el amor todo se vale, ¿Qué te interesa cómo conseguí el número de Boissieu?, no me importa lo que pienses guapa, esto ya no tiene arreglo, y será mejor que te ajustes las correas de tus "Valentino Garavani", te harán falta para que no te caigas al ver que tu esfuerzo fue en vano.

Kanon le dio descaradamente un beso que apenas y rozó la comisura de su boca, que ella se limpió enojada apenas el contacto se terminó. El gemelo menor se retiró después de pagar la cuenta, intercambiando una profunda mirada con Aioria y con Shaka, para después fijar su atención en Camus que tenía la expresión misma de la confusión, si todo le salía bien, tal como ese tal Surt se lo advirtió días atrás cuando lo buscó en su oficina, él podría quedarse con Milo, y el tipo pelirrojo con el francés. Se retractaba de las palabras que dijo más temprano ese día, las artimañas eran necesarias si el fin era tener los suaves labios del griego sólo para él.

------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Su boca le sabía amarga, pero no más que todo lo que escuchó o le insinuaron ese nefasto día, creía que todo estaría bien, de verdad que se esforzaba por ello, tal y como le aconsejó Saori, aunque... no todo sale siempre como uno quiere, y eso es algo que no manejaba con facilidad, se tomó la cabeza entre sus manos, estaba seguro que le estallaría en cualquier momento, con pesadez, se obligó a abrir los párpados tratando de averiguar cuál era el lugar en el que se encontraba, oscuridad..., ¿ya sería de madrugada?, reconoció su cama, su chamarra tirada por algún lugar del suelo, sus libros regados por su escritorio, estaba en su habitación..., al menos no era un pub mugriento lleno de drogas, luego, como una avalancha de nieve, el recuerdo de las palabras de Kanon lo golpeó hasta dentro de su ser: "¿Te sientes mal?", "si yo fuera tu novio no podría tratarte de esa manera", "que negarte un beso, ¿no te suena a que está cansado por estar con otro?", "Ah, el barista del Starbucks que está cerca de Madison Square Garden", "me pareció verlo en esa cafetería comprando un pastel por allá del 8 o 9 de noviembre".

Le dolía todo, incluido el corazón, se sentía como un imbécil cuando remató con Aioria, arrepintiéndose un instante después, pero es que... esa "charla" con el mayor, si es que se podía nombrar así lo dejó pensando más de lo que debería, se negaba muchísimo, sin embargo al final las piezas encajaban, el distanciamiento de Camus, su frialdad, sus enojos repentinos y sin sentido cuando le preguntaba si algo malo le pasaba, los secretos que estaba seguro guardaba, sus desplantes, sus rechazos..., por más que lo amara y tratara de comprenderlo, de justificarlo, esas cosas terminaron por hacer un espacio para la duda en él, ¿Cuándo fue la última vez que lo sintió pleno y entregado?, sonrió con amargura ahí a oscuras, con el cabello cayendo libre por los costados de su cara, y la respuesta lo entristeció, y eso era en su cumpleaños..., ya no hacían el amor...

Ya había pasado más de un mes, mientras se hundía en la miseria del invierno, y a cada segundo que las manecillas del reloj avanzaban, el distanciamiento con su galo se hacía más y más grande, y lo peor fue que cuando se disponía a ir a la fiesta de la Universidad para ir con sus amigos, tuvo la brillante idea de encarar a Surt, ese idiota... con su expresión de autosuficiencia al verlo entrar hecho una furia a la cafetería, su mundo se vino abajo más rápido que el hundimiento del Titanic cuando escuchó: "Jamás podrás entenderlo como yo, no sabes nada de su vida, y si recurre a mi es por algo, haz caso a esa intuición tuya que no te está fallando, dime ¿sigue metido en tu cama?, ¿o te aparta con su excusa de querer estudiar?, como si lo necesitara con su coeficiente intelectual, no te lo dice porque teme lastimarte, o simplemente porque tiene compasión por ti, nunca debiste venir a Nueva York, le haces daño, no le sirves como pareja, si apenas y conoces lo que le gusta, en tu vida podrás charlar con él de su pasión por la literatura, ni serás digno de un caballero como Camus, a su lado no eres más que un niño berrinchudo que intenta comprender a un erudito".

Lo siguiente era borroso, una copa tras otra, Afrodita y Aioria intentaban detenerlo, Shaka razonaba con él de forma inútil, Yuzuriha llorando de impotencia... luego una llamada de Kanon, ¿de dónde consiguió su número móvil?, el camino que atravesó de puro milagro sin quedarse desmayado en la acera, el escándalo del R Lounge, sus insinuaciones, y después... nada, no sabía cómo llegó a su hogar, su garganta estaba seca, un poco de agua tal vez le caería bien, recurrió al aplomo de su fuerza de voluntad para ir a la cocina por un poco del vital líquido, pero no se esperaba encontrar a Camus ahí sentado en su sala, con las piernas cruzadas y leyendo uno de sus dichosos tomos de literatura incomprensible para él, como si nada pasara... la sangre le hirvió como la lava volcánica incandescente, no le importaba... y eso era más claro que el agua o un cielo despejado.

-¿Dónde está Aioria?- Su voz era agresiva, casi visceral, Camus dejó el libro a un lado, y se levantó para quedar frente a frente.

-Se quedó a dormir con Shaka, de hecho, ya casi amanece...

-¡Ah!, ¿Y tú estás aquí por que...?

-No estoy nada feliz con lo que hiciste anoche, estoy molesto Milo Scarlet, más que eso, estoy hecho mierda, ¿Qué maldita idea te cruzó la cabeza para perderte así?, no tienes idea de lo mal que la pasé cuando me dijeron que estabas borracho en un bar con el cuñado de Aioros, ¿Qué estupidez hiciste?

-¡Como si algo de mi te hiciera feliz!

Ambos gritaban, sus caras estaban rojas y lamentablemente esta vez no era por el dulce gozo del éxtasis, Camus por su parte no podía creer lo que estaba escuchando, ¿Que nada de Milo lo hacía feliz?, qué idea tan equivocada, ¡era su vida entera!

-¡¿Puedes explicarte?!, ¡porque francamente no te entiendo!, he tratado de ser todo lo humanamente posible de paciente contigo, y hoy me quedé como tarado pensando en que si te quedabas solo, algo malo te podía pasar, ¡toda la noche en vela Milo!, ¿entiendes?

-¡Lo que no entiendo es qué ganas con tenerme esa puta y odiosa lástima!, ¡mejor dime la verdad!, ¿Qué es lo que escondes?, ¿a tu asquerosa aventura?

-¡¿Aventura?!, ¡no es lo que te imaginas!, creí que confiabas en mi.

-¿Entonces qué es?, porque tú tampoco confías en mi, no creas que por amarte me trago con gusto tus malos tratos, me evades, y lo de la mañana de ayer... no tienes idea de cuánto me dolió ese portazo en la cara, discúlpame pero ni el más idiota enamorado puede con algo así.

Camus se exasperó lo suficiente como para pasarse las manos por el cabello con desesperación, tenía demasiado con su madre moribunda y su implacable abuelo como para soportar el numerito de Milo, por lo que mantener el control era muy complicado a esas alturas de la pelea.

-¡Es que no es fácil!, ¡y lo sabes Milo!, hacer todo a tu antojo y voluntad, ¿Dónde quedo yo?, tengo mis propios problemas, y me los guardo para no preocuparte, me acusas como un crío, no quieres ir a Broadway, cuando yo si he pasado tortuosas horas en los partidos de los Knicks, ni siquiera comprendo el básquetbol, dijiste que eras capaz de complacerme en todo, y eso es claro que no es verdad.

-¿De eso se trata?, ¿por eso prefieres al imbécil de Surt?, no me sorprende tu baja calidad moral, después de todo como lo dejaste a él por mi, puedes abandonarme a mi por otro.

Una cachetada de Camus para Milo, un golpe, una herida... y una vuelta sin retorno, ya no tenía caso seguir con ello, ojalá las lágrimas arrasaran con el dolor de su ruptura, con la poca dignidad y fuerza que el aquamarina cargaba consigo, le estampó al peliazul el dichoso papel que cargaba desde la noche anterior, era su dedicatoria especial para él, parte de su novela, que pensaba sería la más dulce oda al amor, aquello ya era un sueño que no se cumplió... y con la mirada vacía, y el peor de los sufrimientos, salió del departamento con la intención de no volver más, le avisaría a Dégel que el pasaje a París ya no tendría un regreso...

Mientras tanto, el griego intentaba recuperarse del shock, se sentó lentamente donde antes había estado Camus, tomó su libro entre sus manos, era un ejemplar de "Rayuela" de Julio Cortázar, y por pura inercia guardó el papel perfectamente doblado entre sus páginas, tal vez si hubiera leído lo que contenía, la esperanza de su amor no estaría tan rota...

"Que soltar no significa decir adiós
Que si alguien te besa el corazón
Siempre te habitará
Mis labios se alejan pero el beso no tiene final"

Hilo escarlata.

















Continuará...











Comentarios: Hola nenas, esta vez regresé muy pronto, ando de prisa jajaja por lo que subo el capítulo sin darle una revisada, pero más tarde lo volveré a leer para corregir cosillas, si alcanzan a checarlo antes de eso perdónenme si tengo errores de redacción o palabras mal escritas, un abrazo a todas, y ya pueden lanzar los tomatazos jajaja próximamente viene la separación física de Milo y Camus, de nuevo estarán en diferente continente, y de Aioria y Shaka... hee jejejeje el gatito no soltó del todo su pasado, ya verán.


Nos leemos pronto, Yare.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro