Hilo carmesí
Advertencia: Capítulo con contenido adulto, lee bajo tu propia responsabilidad, sin más que decir, disfruta mucho de tu lectura.
"En el tejido de causas y efectos
Hay misterios que escapan a la razón
No hay carretera sin intersección
No hay vida si no hay decisión(...)
Que soltar no significa decir adiós
Que si alguien te besa el corazón
Siempre te habitará
Los labios se alejan pero el beso no tiene final(...)"
Canción "Hilo escarlata" de Edgar Oceransky.
Desde el ventanal de su nuevo departamento, contemplaba a los enormes rascacielos de esa gran ciudad que fue su escenario perfecto para el amor, un tenue reflejo le devolvía la mirada pensativa, observándose a sí mismo más allá del plano físico, recapitulaba sobre su pasado, presente y futuro, y sólo una palabra danzaba en el aire a su alrededor, "apasionamiento", devoción a su gozo por amar, por sufrir, por anhelar, por vivir. El sol estaba próximo a ocultarse, y en esas magnánimas construcciones humanas se encendían una a una luces brillantes, recordándole a ese extraño efecto mariposa que supuso su relación con Milo desde un principio, un evento tras otro los arrastró a encontrarse más de una vez, y en cada encuentro la emoción que le erizaba la piel fue la misma, renacía, moría, suspiraba, volaba.
La leyenda del "hilo rojo del destino" , siempre le resultó tan improbable como hermosa, quizá era su imaginación desbordante de escritor, o su necesidad por buscar una explicación bella y mágica a lo que experimentó desde su infancia, nunca lo comentó a nadie, siempre creyó que era un sueño, un vapor suave que lo envolvía a pesar de cruzar sus pasos por la realidad, pero fue inevitable, caer en esas redes de seducción, arrastrarse por la corriente por su propia voluntad para al final terminar de construir su historia, su propio libro que agregaba páginas día con día, que se adornaba de ardientes besos, de desesperadas caricias.
Suspiró empañando un poco la plana y fría superficie transparente que estaba frente a él, sonrojándose en soledad, dio vueltas en su dedo anular izquierdo al anillo de oro que lo adornaba, su alianza era más que un pacto entre sus sentimientos, era un juramento de quererse para siempre, ¿era intenso?, tal vez... pero, ¿Qué tan longevo es el vivir de un hombre como para no arriesgarse por lo que desea?, no desperdiciaría ni un segundo, anunciaría al mundo su inspiración en cada libro que publicara.
Sonrió, era inevitable, no caería en la culpabilidad por ser feliz, la aprovecharía igual que la desdicha, los aprendizajes jamás dejan de adquirirse, y el ver como entraban improvisada y atropelladamente sus dos seres más amados a la sala de su casa, le enseñaba el camino correcto hasta esa meta, Milo y Hyoga eran una dupla perfecta para el desastre, en la misma medida que eran cómplices de una paternidad preciosa. Camus decidió dejar su sitio para separarlos con unos suaves toques en sus hombros y una mirada reprobatoria.
-¿Me harían el favor de terminar con sus volteretas innecesarias?, Hyoga, ya casi vienen por ti, Milo, arruinarás el planchado de tu ropa con esas travesuras, no te permito que me avergüences delante de los demás asistentes al show de Broadway.
Sus palabras eran medio mentira, medio verdad, francamente adoraba con toda su alma ese disparo de vitalidad que sus dos hombres favoritos le daban a su existencia, y su peliazul no se apreciaba desaliñado, al contrario, bien podría provocarle un desmayo con su saco negro y camisa carmesí, era... simplemente irresistible.
-Papá Milo y yo no hacemos nada malo Camus, sólo déjanos jugar un ratito más, ¿si?, por favor hermano...
-Si "mami Camus", por favor, tú sabes que al final siempre terminas por perdonarme.
El pequeño cisne agrandó sus ojos hasta parecerse a un cachorrito capaz de manipular a cualquiera, pero lo que hizo Milo le provocó un sudor frío desde la nuca, resbalando peligrosamente hasta su espalda baja a causa de la excitación, porque mientras el francés miraba a su hermano, su pareja se colocó junto a él, entrometiendo a escondidas una mano bajo su ropa, tocando con lascivia esa curvatura trasera altamente sensible en el borde de sus pantalones, ¿Cómo era posible que le hiciera eso frente a un niño?, no le permitiría que lo dominara, sin importar cuánto trabajo le costara contener los latidos de su corazón, ignorando ese tono de voz grave, insinuante, invitante....
-Basta los dos... pequeño, recuerda, que la etiqueta y los buenos modales hacen a un caballero, ¿recuerdas a tu súper héroe favorito?, Steve Rogers sabía comportarse y cuidar su lenguaje, trata de mantener la compostura, ya habrá momento de jugar.
-Cam tiene razón patito, ya terminamos por hoy, además no creo que la pases tan mal si Aioria te va a llevar a "Nintendo NY", tráeme una figura de "Peach" ¿si?
-¿La princesa?, ¿por qué quieres eso papá Milo?, ¿no te gustaría más un "Bowser"?
-Verás Hyoga, creo que me gustan más las cosas finas y delicadas, con características dignas de la nobleza.
Ahí iba de nuevo, Camus sentía que su rostro ardía más que nunca, su estado era de una fiebre perpetua, su heleno no hablaba realmente del personaje de videojuegos femenino, estaba refiriéndose a él, y pudo captar a la perfección esas centellas emanadas de su mirada azul, rayos..., eso también era tan complicado como peligroso, vivir con él era igual a estar cerca del objeto de tu adicción, siempre queriendo más, sin saciarte nunca, era un náufrago que cavaba su propia ruina al beber agua salada sin apagar nunca la sed, y el colmo era que lo haría las veces que le fuera necesario, sucumbiría en cada ocasión aunque muriera, porque las manos de Milo le daba fuego a su entrega, qué suerte que Hyoga fuera tan despistado.
-Como digas papá, ¿me vas a extrañar?
-Claro, no aguantaré las ganas de que sea mañana para darte un enorme abrazo de oso, es más, ven aquí patito, quédate conmigo hasta que vengan por ti.
Ese era otro cuadro que no quería borrar de sus memorias, Milo sosteniendo a Hyoga como un verdadero padre lo enamoraba, lo enloquecía, "agréguenle la paternidad sensual a esos incontables atributos de la estirpe Scarlet", ¿Sucumbiría?, si... ¿Qué más daba?, Camus se sentó en un sillón individual cruzando las piernas, y con una mano sosteniendo su mejilla, esa era su hermosa familia, evocó el nombre de su madre al cielo, aspirando su aroma en sus recuerdos, sin duda, ella estaría contenta de verlos así, "mamá, no tienes de qué preocuparte, yo cuidaré de él, con el hombre que amo, ojalá puedas verlo desde el paraíso donde estoy seguro descansas, ¿sabes?, tu belleza reencarnó en Hyoga, eso me ayuda a sentirte cerca de mi".
El timbre sonó después de su oración privada, el aquamarina despeinó el cabello de los dos, pidiéndoles que no se molestaran en levantarse de su asiento, le agradaba su rol de guía en su hogar, y en su puerta saludó a más personas de las que esperaba ver, ¿en qué instante pensó que esa dupla no se iba a colar a esa actividad?
-Cammie, ¿Cómo estás corazón?, ¿Dónde está el pequeño cisne?, ya queremos irnos a los videojuegos.
-Hola Cam, ¿listo para tu noche de acción con el bichito?, no te preocupes, hoy si vas a poder gritar todo lo que quieras.
Camus fue empujado levemente por Afrodita que entró muy rápido a su departamento, luego se sintió más rojo que las manzanas de Milo, a causa de Yuzuriha, que siempre sabía que esos planes de llevarse a Hyoga para pasar tiempo con ellos era con doble intención, y no se molestaba en nada por ocultarlo, pero daba igual, eran sus amigos, y tan queridos que era imposible no perdonarles su falta de propiedad, quizá era un masoquista que disfrutaba sin querer de vivir con características tan opuestas a su personalidad, Shaka era otro que estaba en su misma situación, por lo que le preguntó a éste con discreción la causa de las invitaciones extras.
-Así que... ¿Shura y Kanon están ocupados?
-Shura si... Kanon nos alcanzará allá, ¿sabes que es tan "aventurero" como mi prima?, prácticamente se pelean por alcanzar los puntajes más altos en cada ridícula competencia que se les presenta.
-Shaka..., ¿recuerdas cuando sólo éramos tú y yo en la tranquilidad de nuestro departamento de estudiantes?
-Si, la verdad extraño dormir más, ¿en qué nos metimos Camus?
-Creo que ya es tarde para escapar, ¿crees que la señorita Saori tenga alguna explicación o tratamiento para nuestra completa falta de juicio?
-Creo que ya es tarde para encontrar una cura amigo, además sé que ninguno de nosotros buscamos sacar de nuestro sistema esa energía que la verdad nos hacía mucha falta.
-Concuerdo...
Claro que esa era una simple ironía, ninguno de los dos cambiaría lo que tenía por estar en paz, Camus reflexionó entonces, que el amor tiene formas muy raras, y que no se tiene que luchar por entenderlas, solamente tenía que sentirlas, dejarse envolver en la embriagante sensación que recorría sus venas. No sabía con exactitud si fue suerte o casualidad el enamorarse de esa manera, sólo reconocía que donde quiera que estuviera, una parte de su alma siempre estaría conectada a su Milo y volvería a él.
Aioria se llevó a Hyoga en su espalda, cargándolo como "caballito", despidiéndose del escorpión con una seña obscena que el niño no alcanzó a ver, pero que provocó una carcajada en los dos cuando Milo le respondió igual, y tras cerrar de nuevo la puerta cuando todos se marcharon, Camus se quedó a medio suspiro de tranquilidad, ya que se vio interrumpido por su esposo que lo aprisionó contra la madera, presionando su entrepierna en su cadera, pasando sus palmas por su abdomen firme.
-Ya se fueron...
-Lo... lo sé, ¿Qué haces?
-¿Tú qué crees?
-Pa.. para, los boletos para el musical de "Moulin Rouge!" no tienen reembolso...
-¿Y eso qué?, dime... ¿no te sientes tenso en estos tres días que no he tenido la oportunidad de tocarte?
El pasillo estaba a media luz, ya había oscurecido y las sombras de sus cuerpos se reflejaban en parte de la pared, el agarre se hizo más fuerte por parte de Milo, que sentía que iba a estallar si no tomaba ahí mismo a su bellísimo caballero francés, y es que Camus siempre se veía bien, como fuera que estuviera, dormido, tomando té, leyendo con su semblante concentrado e intelectual, con las gotas de agua mojando su estético cuerpo en la ducha, redactando sus manuscritos, pero esa noche... esa noche lucía perfecto, arrebatador, la corbata verde anudada y acomodada con habilidad bajo su chaleco gris, lo invitaba a halar de ella para acercarlo a sus labios y recorrerlos con su tibia lengua, además de utilizarla a posterior para amarrarlo a la cama, cubrirle los ojos, en fin, las posibilidades eran infinitas, ¿y qué si se perdían de una excelsa puesta en escena?, él estaba más que dispuesto a crear su propia oda a la lujuria en su cama.
La respiración entrecortada de su galo favorito le estaba dando una buena razón para continuar, lo encendía con un fuego incontrolable, podría resistirse, apartarlo, retarlo con su mirada altiva, pero él siempre sabría ver más allá de la seriedad Boissieu, sobre todo cuando esa misma elegancia significaba nada en el momento que hacían el amor, ¿Cómo podría sobreponerse a los gestos temblorosos de la boca de su Cam?, ¿de sus gemidos íntimos, de sus besos, de sus abrazos interminables, o de sus palabras sinceras al momento de llegar a la cima del placer?, no... no existía un retorno para su conocimiento de la verdadera esencia de Camus, y francamente, no iba a esperar más para estar entre sus piernas.
-Te propongo algo Camus... son las 7:00, yo pongo algo de dinero extra, y gracias a las influencias de mi apellido cambiaré los boletos para la función de las 9:00, eso nos daría un precioso margen de... hora y media, noventa minutos para hacer que te vengas como nunca, de... lograr marcarte el cuello de un intenso color carmesí, de deleitarme de tu celestial voz clamando mi nombre de la forma sensual que solamente tú sabes hacer.
-Milo...
-¿Si Camus...?
-Supongo que tendré que usar una bufanda...
-Bien dicho amor.
Milo sonrió coquetamente, sonrisa que no se borró cuando Camus se giró para atrapar sus labios colgado de su cuello, recibió su humedad con el pulso acelerado, luchando por reponerse, tocando toda la superficie de su espalda, pasando la punta de sus dedos por la fina tela de su camisa, imaginándose la suave piel que había debajo y lo esperaba para hacerla suya. Sus piernas se volvieron las más torpes, avanzando con dificultad por todo el departamento, chocando una vez contra uno de sus muebles, tirando un par de libros que no se molestaron por levantar, y a cada paso que daban, ropa quedaba relegada en el suelo a causa de la desesperación por quitársela, el saco, el chaleco, las camisas, todo fue botado entre tirones, mordidas suaves de labios, sonidos ardientes de sus gargantas, excepto las corbatas, que el griego recordó guardar, enredándolas rápidamente en su muñeca derecha.
-¿Para qué las quieres bicho?
-Oh, tengo una idea muy interesante mi querido cubito de hielo...
-Me estás empezando a asustar.
-Lo que vas a hacer, es implorarme por más.
Su fugaz conversación con doble sentido, les sirvió para recuperar un poco del oxígeno perdido, lo que significó que se acrecentara todavía más su flujo de sangre, que se concentró especialmente en su entrepierna, los bóxers ya les estorbaban, y aún así Camus se permitió disfrutar de la gloriosa visión de Milo encima suyo, con el pantalón desabrochado aligerando algo de la tensión sexual, se perdió en la firmeza de su torso y brazos, en la belleza de sus manos que amarró una de las corbatas a sus muñecas por encima de su cabeza para que no las usara, y cuando la otra se posó sobre sus párpados impidiéndole tener el sentido de la visión, se embriagó de su perfume, del calor de su cuerpo.
Estaba a su merced, lo único que escuchaba era el tic-tac del reloj de pared, combinado con el roce de la boca de Milo que se posaba en su cuello, en su quijada, en su clavícula, en su hombro enrojeciendo y humedeciendo todo a su paso, qué suerte que su querido bicho tuvo la delicadeza de no amordazarlo, porque no sabría qué hubiera hecho si le impedía expresar lo que estaba sintiendo por medio de su voz, por lo menos tenía el desahogo para hacerle saber lo mucho que le estaba gustando.
Camus creía que su pareja tenía una forma muy especial de ser mientras mantenían sus relaciones íntimas, era como si le inyectara un veneno que aletargaba sus sentidos, y así adormecido las descargas eléctricas recorrían cada espacio de su piel, era tan seductor, peligroso, letal..., quiso abrazar su cabeza que estaba muy ocupada en succionar los rosados botones de su pecho, pero no alcanzó a tocar esos cabellos azulados cuando el fuerte brazo de Milo se lo impidió de un modo autoritario.
-No Cam, tú sólo déjate querer... y disfruta de lo que puedo hacerte.
Sentía como su torrente sanguíneo ya no sólo se concentraba en sus mejillas, su entrepierna estaba mojando su ropa interior, y un gemido de placer escapó de sus labios cuando su griego la frotó gentilmente con su mano, estaba delirando por su toque aun sobre la tela, además de que ese camino de besos en el vientre bajo estaban comenzando a doler, si... a doler de necesidad, de espera, ansioso por unirse al hombre que más le había atraído en la vida.
Camus fue consciente de la saliva tibia que recorría su miembro erecto de un instante a otro, no se dio cuenta cuando ya estuvo expuesto totalmente, sin embargo era obvio por los dedos que se entrometían en su cálido interior buscando prepararlo, estimulando de más. No podía hacer más que repetir de forma sensual ese nombre a cada golpe de placer, todo era Milo, Milo, Milo...., sin poder actuar por voluntad propia, y con el pensamiento rebosante de imágenes mentales, el francés se recreaba todavía más esa historia en su cabeza al oír que Milo desprendía igual que él una sinfonía de erotismo, sus gemidos eran seña clara de que se tocaba a sí mismo mientras sumergía a su pareja en una exquisita experiencia.
Con la razón nublada, y luchando titánicamente por no venirse, Milo se detuvo antes de que cualquiera de los dos tuviera un orgasmo, cosa que hizo enojar a Camus, puesto que gruñó casi inaudiblemente, pero la mueca en su boca lo delató, el heleno subió sonriendo contra sus labios, sabía que se había molestado.
-¿Te dejé con las ganas Cammie?, ya sabes que no siempre quiero que termines así, guarda eso para cuando esté dentro de ti.
-¡Ahh!
Gritó cuando se hicieron uno, y lo hizo con tanta fuerza que incluso se asustó a sí mismo, en su defensa sólo diría que había pasado mucho tiempo desde que estuvieron solos en casa, normalmente tenían su rutina amorosa en secreto y muy bien guardada por el bien de Hyoga, pero en esa ocasión no existía nada que le impidiera dar rienda suelta a lo que Milo le provocaba, quería que lo supiera, que entendiera lo mucho que le atraía, todo lo que lo amaba.
Esa ocasión era un desenfreno de sexualidad, que derrocharon energía por todas partes, destilando pasión por cada uno de sus sentidos, la intromisión del chico Scarlet en él era tanta, que soltó un par de lágrimas que empaparon la corbata, que de pronto ya no lo cubrió más, Milo se la quitó con el deseo de verlo directamente a los ojos, buscando traspasar y abrazar su alma con la propia, las piernas de los dos temblaban, sus labios se buscaban mientras el cabello aquamarina de Camus adornaba contrastaba de una forma muy bella con las blancas sábanas.
-Te ves tan hermoso Cam...
-Milo... continue, ne t'arrête pas.
¿Cómo no caer de rodillas ante ese acento tan sensual?, el peliazul se derritió con el tono de voz bajo de su Cammie, cómplice, casi como un susurro, con el tiempo aprendió a adorar las veces que se le escapaban frases en su lengua materna, y ese "Milo... sigue, no pares", lo dejó a sus órdenes y caprichos, daba igual si Camus se iba al mismo infierno, lo seguiría hasta ahí con tal de tomar su mano, de acariciar su lindo rostro.
Y lo hizo, continuó tan rápido y profundo que le fue muy fácil tocar con la punta de su masculinidad ese centro que era el máximo punto erógeno de su pareja, esa noche fue distinta en más de un sentido, dado que la cima de Camus se vio doblemente conquistada, por dentro, y por fuera, al mismo tiempo, un inesperado orgasmo en zonas distintas lo noqueó tan fuerte que un desbordante llanto se desató de sus pupilas amatistas, era demasiado... que prácticamente se sintió drogado, embelesado de Milo Scarlet en toda su esencia y esplendor.
Milo se dejó caer aspirando ese aroma a mar tan propio de las hebras aquamarinas, no se cansaría nunca de decir que su galo era muy parecido a las enigmáticas sirenas, que con su hechizo hacían sucumbir hasta los más experimentados navegantes, así que se permitió envolverse en esa magia, dando grandes bocanadas de aire, tratando de regular su respiración agitada, podría haberse quedado así por siempre, sin embargo era un hombre de palabra, y con toda la paciencia y cariño del mundo, se incorporó para dar otro largo beso a Camus.
-Me encantaría seguir así, sin embargo... sé que mueres por ver ese musical.
-Ya... ya no me importa tanto.- Camus trataba de igual forma de recuperarse, con las secuelas de su orgasmo recorriendo sus venas todavía.
-Yo sé que si... a menos que necesites ayuda para caminar o sentarte.
-Idiota... ¡claro que voy a poder caminar, ni que fueras un semental.
-Claro que lo soy, es de familia, ¿o qué?, ¿crees que tu papá sale inmune de los ataques del mío?, sólo basta con observarlos un poco.
-¡Ya basta bicho venenoso!- Camus no podía con la vergüenza de imaginarse a Dégel involucrado en una situación similar con Kardia.
-Bien, bien, bien, vamos, y después podremos volver a repetir esto, no te voy a dejar dormir, así que tomemos un café o una copa después de ir a la función.
La risa divertida de Milo y el bochorno de Camus continuaron por un buen rato, que en realidad no se percibió tan largo, no comparado con lo bien que sentían esos masculinos y tersos dedos entrelazados con los suyos, o con la luz dando de lleno en el metal de sus anillos de matrimonio, tampoco fue demasiado en contraste con cada fibra sensible de su ser presenciando un espectáculo hermoso acompañado de la persona que amaba.
El café calentando sus gargantas, saboreado de una forma distinta a través de un beso intenso, su llegada a casa nuevamente, y su suave baile en el centro de su sala con la canción "Bed of roses" de Bon Jovi de fondo coronó su romántica velada, Milo sostenía con delicadeza la cintura de Camus, mientras éste se recargaba en su pecho, escuchando el latir de su corazón que se sincronizaba con el suyo, el aquamarina acentuó su abrazo a sus hombros, y sonrió ahí cuando su peliazul le anunció que le tenía un detalle más.
-Antes de que acabe el día Cam, ¿recuerdas que nuestra primera cita fue después de un ensayo con la orquesta?
-Cómo olvidarlo...
-Bien... en esa ocasión ya había tenido la dicha de probar tus besos, desde ahí supe que serían mi perdición y salvación al mismo tiempo, soy adicto a ti, y como te dije esa vez, yo recuerdo perfectamente la fecha en la que te vi en el museo en Grecia siendo niños, y hoy...
-Hoy es el aniversario de ese día.
-Correcto, y como regalo para ti, tengo esto, espero te guste.
Milo soltó a Camus, no sin antes darle un inocente beso en su frente, adentrando sus dedos en su cabello a modo de caricia, después le sonrió en su camino al piano que tenían junto al enorme ventanal de cristal, ese magnífico instrumento era utilizado para tocar bonitas melodías infantiles para el pequeño niño que era la luz para ambos, pero en esa ocasión, el griego comenzó a emitir unas notas que se asemejaban a una delicada balada, y con su mirada clavada en su amante y compañero de vida comenzó a cantar todas las dedicatorias que Camus le había escrito en sus novelas, que ahora eran convertidas en una canción preciosa.
-"Quien entrelaza las piezas del juego, con el hilo escarlata del corazón, porque entrecruza historias que luego, sólo encuentran caminos hacia el dolor. Cuánto es instinto, cuánto decisión, cuánto azar o intuición, sólo sé que el destino y tus ojos divinos, me enseñaron la más triste y bella lección. Que soltar no significa decir adiós, que si alguien te besa el corazón, siempre te habitará, mis labios se alejan pero el beso no tiene final, es un instante la eternidad, como un sueño que incendia la realidad, (...)"
Era una canción creada por los dos, al igual que su historia juntos... a cada estrofa que pasaba, Camus sentía las lágrimas resbalar lentas por sus mejillas, purificando sus sentimientos con ellas, y en cuanto su esposo terminó de crear su hermosa música, corrió para sentarse en sus piernas y abrazarlo, cubriéndolo con su amor.
Como escritor tenía el poder de conectarse con las personas, hacerles saber lo que pensaba, lo que sentía, y sin duda en sus novelas hablaría siempre de una u otra forma de su más grande casualidad o bendición, porque era increíble lo que le pasó, y esperaba que alguna vez el mundo escuchara, que de entre todas las épocas, continentes, naciones y ciudades, y entre todas las personas que alguna vez vivieron, viven o vivirán, él se encontró repetidamente con un hombre, un alma y un corazón, en el que se vio reflejado de la forma más íntima y hermosa, y que su hilo carmesí estaba encadenado a un sólo nombre: Milo Scarlet, y que por más que ese hilo se estiró o se lastimó, jamás se rompió, resultaba que del otro lado lo estarían esperando.
-Milo... volvería a ti siempre.
-Y yo a ti Cam.
FIN.
Comentarios: Hola lectores guapos y bonitas, de tooooodo lo que tengo que decir, comenzaré con decir que lo que canta Milo a Camus si es una canción real, de un cantante muy romántico que en lo personal a mi me gusta mucho, el enlace se los dejo en la portada. Lo segundo, como ya saben la esencia de esta historia está inspirada en la novela de Rayuela de Julio Cortázar, además de que la mayoría de los personajes pertenecen al sensei Kurumada. Tercero: es GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS, porque llegamos al final de otra historia, de verdad aprecio muchísimo el apoyo recibido por cada uno de ustedes, espero que con mi humilde aportación a Wattpad haya logrado un ratito agradable, en especial en estos tiempos difíciles que estamos viviendo, les mando un abrazo grande, sobre todo a las amigas bonitas son muy amables conmigo, que todo lo bonito que hagan se les retribuya al doble.
Como regalo les diré que si habrá epílogo, a lo mejor es cortito, pero tengo un detalle más que contar, es una sorpresa (espero les agrade).
Ya corro a contestar los comentarios del capítulo anterior jejeje, (bueno, primero voy a sacar a pasear a mi perrito un rato y los contesto), por si alcanzan a leer esto antes, no crean que las ignoro, al contrario, me dieron tantos ánimos para actualizar rápido que aquí tienen el resultado.
Nos leemos pronto, Yare.
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