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Enamorado de ti

"Trato de escribir en la oscuridad tu nombre. Trato de escribir que te amo. Trato de decir a oscuras todo esto. No quiero que nadie se entere, que nadie me mire a las tres de la mañana paseando de un lado a otro en la estancia, loco, lleno de ti, enamorado. Iluminado, ciego, lleno de ti, derramándote. Digo tu nombre con todo el silencio de la noche, lo grita mi corazón amordazado. Repito tu nombre, vuelvo a decirlo, lo digo incansablemente y estoy seguro que habrá de amanecer." Jaime Sabines.


Su biblioteca personal le parecía más oscura que de costumbre, quizá fuera la entrada hora de la noche, o que la mortecina iluminación que a algunos podría antojarse como íntima, para él significaban el abandono y el olvido, ¡qué nostálgica podría ser la vida!, repleta de palabras no dichas, que escapan del cuerpo en pensamientos clandestinos, secretos que se guardan con candado en el alma, tratando en vano de esconder en sus adentros la pasión no expresada, el dolor en lágrimas que jamás se derramaron, le desgarraban en silencio las entrañas, rojas, incandescentes, sin señales de que algún día fueran a mitigarse las llamas de ese antiguo romance.

Se sentó con la cabeza hacia atrás en ese enorme sofá color caoba, los anteojos casi le resbalaban hasta la frente, sin interesarle si el cristal se rompía en miles de pedazos si caían estrepitosas hasta el suelo, daba igual si con ello el mundo se le desvanecía un poco, el sabor del vodka ruso todavía lo saboreaba en su boca seca, tambaleante, temblando por todos esos besos guardados, cuyo destino estaba lejos, muy lejos de ahí, distante como las estrellas del cielo, la lava ardiente de los volcanes serían una perfecta analogía de su pasión contenida que le recorría por las venas, perfectamente velada por una facha de serenidad.

Los libros abiertos en su escritorio, le recordaron el trabajo atrasado de esa tarde, sin embargo, hasta ese entonces fue incapaz de concentrarse en ellos, la visita inesperada de Natassia esa mañana lo dejó cansado en extremo, como si hubiera tenido cien años, su mirada triste que lo acusaba desde lo más profundo de su ser, y sus palabras hirientes reclamándole de nuevo por aquello que jamás sintió no lo dejaba estar tranquilo, aún más cuando esa bella mujer le dejó caer como una cuchillada que por su culpa Camus había huido de Europa.

Su ex esposa estaba en lo correcto, su hijo, "su petit", que extrañaba infinitamente, fue una cruel víctima de sus estupideces, ¿pero qué podía hacer?, ¿tratar de arrancarse el corazón así nada más?, apretó sus sienes con desesperación, como si con eso fuera capaz de borrar esas madrugadas sujeto a su cintura, aniquilando de su memoria los suspiros cargados de deseo, los "te amo" dichos con la voz profunda, y las cumbres del placer que desde hace años ya no sentía.

Un sólo nombre le resonaba como un rayo en su tormenta personal "Kardia", ¡maldito fuera!, ¡y más desgraciado era él por seguirlo amando!, ¿y ahora eso para qué importaba?, si escapó de él como un cobarde, cuando su padre Krest lo obligó a casarse con la hija de una influyente familia francesa, se odió así mismo por años, se azotaba metafóricamente cada mañana al despertar al lado de esa bella mujer rubia, que no le movía ni una sola vibra de su cuerpo, en lugar de estar en los brazos de ese griego que lo volvía el más insensato, pero feliz de los hombres, no había un sólo instante en los últimos dieciocho años que no hubiera pensado en él, mirando a la luna con el consuelo de que si ambos podían verla, tal vez la diosa Artemisa se apiadaría de ellos, y mandaría mensajes entre los dos a través de esos rayos plateados en medio de la penumbra, imaginaba en su necedad, que eran vecinos en esta existencia, habitantes de un mismo planeta, pero después volvía a su agonía al no saberse cerca de él.

Vencido, como desde hace tiempo se sentía, se incorporó de ese sillón, sólo para dejar caer libres un par de lágrimas traicioneras, caminó sin ser consciente de ello hasta el estante donde estaba una fotografía de él con su perfecto hijo Camus, él, su "Cammie", ese joven era lo único bueno que obtuvo de su indignante caída en un matrimonio por conveniencia, estaba seguro que el criarlo, y convertirlo en todo un caballero llenaría el vacío de una vida sin su escorpión, pero ahora que también se encontraba lejos, se dio cuenta que Camus volaría con sus propias alas, libre para forjar su propio destino, y él... se quedaría nuevamente solo, soñando despierto con unas salvajes hebras azules, y una sonrisa sádica que significaron para él una utopía perfecta.

¿Cómo callar durante casi dos décadas?, tuvo que morderse los labios hasta hacerlos sangrar un poco para no seguirlo cuando se encontraron en Atenas, y después decirle cobardemente con la mirada que ya no lo quería en todas las veces que lo siguió en París, no podía creer los esfuerzos que hizo Kardia por encontrarlo, tal vez usó todo su dinero para contratar a los mejores investigadores privados, ¡qué más daba!, si en ese entonces el miedo lo dominaba más que nada, un irracional y paralizante horror de ver sufrir a su pequeño hijo por una familia rota, ¿qué le iba a decir?, que él, ¿el intachable notario público Dégel Boisseu estaba prendado de un magnate de la moda?, lo detestaría, y le dolía pensar, que de nada le sirvió guardar las apariencias, de todas formas esa familia ya estaba desecha.

Acarició el vidrio que protegía la imagen del precioso cabello aquamarina de su "petit", y sólo eso le trajo un poco de paz, sin embargo, se preguntó, si alguna vez volvería a ver a Kardia, no creía que tuviera tanta suerte para topárselo de nuevo, tal vez ya se había rendido, y se permitió soñar, aunque fuera por un corto lapso de tiempo, que en otra vida si serían libres de amarse.

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El sueño no quería acudir a él, molesto, se revolvió entre las sábanas una y otra vez, pero era inútil, no conseguía dormir, cansado se quedó mirando el techo tratando de destruir los hechos de esa tarde, y es que el joven galo no podía evitar sentirse mal en cierta manera, pensaba en el inocente y tonto juramento que se hizo al partir de París en ese avión hace más de un año, de que jamás le haría sentir a otra persona el dolor de un amor no correspondido, qué irónico fue el atascarse con el fracaso de sus promesas vanas, trataba de no pensar en eso, pero a cada momento que cerraba los ojos, la imagen de Surt con el llanto desbordante lo hacía sentir peor que un traidor, y sin querer recordó lo acontecido cuando fue a terminar con él a su trabajo.


Flash back

Surt tenía un mal presentimiento, su compañera de trabajo Lyfia lo miraba preocupada, y se quedó como una estatua de arcilla cuando el pelirrojo derramó el contenido de tres cafés cuando Camus entró en el acogedor interior de la cafetería, la pobre chica quiso ayudarlo a limpiar el desastre, pero él con una media sonrisa le dijo que no importaba, y le solicitó de favor que lo cubriera por un momento mientras charlaba con su novio, el francés observó todo el incidente con el sentimiento a flor de piel.

Los jóvenes se miraron a los ojos, buscando descifrar en el otro los pensamientos que les recorrían las redes neuronales, sin éxito por supuesto, Camus supo entonces, que no quería extender ese mal trago, y con la determinación brillando en sus pupilas, lo invitó a salir un momento a caminar por la calle, con un ambiente citadino como confidente de lo que más tarde hablarían.

-¿Y bien Cam?, dime, ¿qué es lo que se te ofrece?, no es que me desagrade que vengas a verme, al contrario, sólo me pareció raro, te iba a ver hasta mañana para nuestra cita, ¿quieres ver esa película de la cual estuviste hablando por meses?, ¿o tal vez el cuarteto de cuerdas para que te inspires con tus composiciones para las actividades de la universidad..?

-Surt...

-¡Ya sé!, vamos a ese restaurante italiano que tanto te gusta, pero no te propases con el vino, se supone que el mayor soy yo y debo cuidarte...

-Surt... antes que todo eso, espera, debemos hablar de algo.

-¡No Cam!, no te preocupes, ya sé que no te fue muy agradable cuando tuvimos relaciones por primera vez, no te preocupes, no volveré a presionarte, y lo haremos de nuevo cuando estés listo...

-¡Surt!, ¡ya déjame hablar!

El aludido se detuvo girando su rostro a un par de novios que pasaron junto a ellos tomados de la mano, diciéndose mutuamente palabras dulces en el oído, y ahí se percató, que Camus y él estaban a años luz de distancia de estar así, y la agonía fue visible en todas sus facciones, serio, esperó a que el menor lo enfrentara, trató de emplear el temple necesario para no caer, pero no estuvo tan seguro de poseerlo, cuando el  pausado y característico acento francés se dejó escuchar en una oración destructiva para él.

-Escucha..., yo... ya no estoy seguro de seguir con esto.

-¿Con qué Camus?

-Con... lo nuestro.

-¿Por qué?

La simple pregunta dejó a Camus tratando de buscar las razones menos hirientes como respuesta, culpándose más que nunca el no ser sincero desde el principio, consciente de no desear dar un espectáculo, tomó a Surt de un brazo para entrar en una afortunada cafetería que no era tan concurrida como en la que el pelirrojo laboraba como barista, se sentaron apartados de los demás, en una solitaria mesa en un rincón, causando en el pobre hombre en desventaja, minutos de una muerte lenta y letal, cuando estuvieron listos, y sentados en esas sillas de madera, el joven Boissieu volvió a entonar esa predicción de sentencia.

-Surt..., sé que tenemos poco tiempo de ser novios, y mucho más de ser amigos, y por respeto a esa sincera amistad que siento por ti, es que no quiero lastimarte...yo quisiera que revaluáramos nuestra situación, para dar un paso atrás...

-¿Por qué me terminas?, podrías dejar de torturarme, y decirlo sin más.

-No estoy listo para una relación...

-Conmigo, evidentemente, porque con otra persona, las cosas serían muy distintas.

-¿A qué te refieres?

-¿Quién es?

-No sé de qué hablas.

-¡Claro que lo sabes!, hay alguien que te interesa más que yo.

La cara de Camus no expresó emoción alguna, pero dentro de si, tenía el corazón bombeando sangre y oxígeno para no desmayarse, y es que el recuerdo de los cálidos besos de Milo le provocó un involuntario escalofrío, no podía negar que él tuvo mucho que ver, con su impactante presencia, su arrebatadora sonrisa, y su hermoso calor al estar juntos en su cama, con ese aroma que lo mareaba, y lo drogaba.

Pero después reflexionó, que aunque Milo no existiera, él no era capaz de ver a Surt como alguien que no fuera su amigo, la primera y única vez que se entregó a él, olvidando su virginidad para siempre, sus sentimientos fueron tan planos y vacíos, que no deseó repetir la experiencia, y se dio cuenta que esa fue su señal para acabar con eso.

-No se trata de si hay alguien más o no Surt, la verdad es que yo te dije desde un principio que te daba la oportunidad con muchas dudas, y no te importó, te prometí que trataría de corresponderte, aunque yo no puedo mandar sobre mis sentimientos... perdóname.

-Camus... ¿te das cuenta que yo si estoy enamorado de ti?

-Por eso es que no quiero hacerte daño...

-No, el que te harás daño serás tú, yo lo sé, te analicé con detalle, cambiaste cuando ese tipo se mudó junto a ti, Milo... me di cuenta de cómo te mira, y de tus reacciones cuando pasamos a su lado, sólo quiero decirte, que hombres como él no saben querer, y van cambiando de amante como se cambian de ropa, no importa si me dejas ahora, verás que ese intento de casanova no sabrá estar contigo, y te terminará lastimando, ¿y sabes qué? yo estaré ahí para ti con los brazos abiertos, adorándote como siempre, disculpa si te dejo para que te tomes ese té chai solo, pero no soportaría que me veas llorar, sólo recuerda, que cuando me necesites, te consolaré por cualquier cosa que haya hecho Milo Scarlet, hasta pronto Cam.

Camus siguió a Surt con la mirada, notando cómo se limpiaba un poco el rostro con el dorso de su mano, analizando el precipitado juicio que hizo sobre su situación con Milo, y sintió un intenso miedo de que lo que dijo fuera verdad, ¿y si Milo sólo se interesaba en él como su diversión del momento?, ciertamente, no podría soportarlo...

Fin de flash back


Volviendo al presente, Camus abrazó su almohada conteniendo las ganas de llorar, cómo le haría bien un abrazo de su madre, o una palabra conciliadora de su padre en ese momento, estaba tan anhelante de volver a sentir los besos de Milo, que imaginarlo jugando con él lo destruía, unos ligeros sollozos se dejaron escuchar de su boca, cuando su celular que tenía en su mesa de noche empezó a vibrar, por un momento se confundió, y creyó que dejó activada una alarma para tomar unos medicamentos contra la alergia, tratamiento que ya había terminado el día anterior, por lo que se dispuso a desactivarla, pero no... no era eso, era un mensaje de un número que no conocía, desbloqueó su pantalla, y se le fue la respiración al ver la fotografía del remitente de Whats app, era su griego, que se veía guapísimo con esa sonrisa de lado, se sonrojó de inmediado, y casi con el corazón en la mano leyó letra por letra:


Milo 12:00 am

-"¡Hola Cam!, disculpa que te mande mensaje a esta hora, ya me di cuenta de que te despiertas de muy mal humor jaja, pero no me aguantaba las ganas de decirte que ya no puedo esperar a que sea mañana, y regresemos juntos del ensayo, me gustas... me gustas mucho, y no tienes que hacer o decirme nada, sólo quería que lo supieras... ¡ah! y si te preguntas cómo conseguí tu teléfono, te diré que Afrodita es muy fácil de sobornar si lo acompañas a comprar todos esos productos que se pone en el cabello, en fin, ¡valieron totalmente la pena esas dos horas en el centro comercial!

Descansa, ¡te mando un fuerte y enorme abrazo!

PD. Te ves hermoso en tu foto de perfil."


Apretó el teléfono junto a su pecho, y una sonrisa se posicionó en su boca mientras cerraba los ojos con anhelo, y creyó firmemente en su intuición, Milo le provocaba los más grandes y puros deseos de estar con una persona, claro que él también se moría por estar junto a él la tarde siguiente, con determinación, quiso responder a ese mensaje, pero típico de él, lo hizo con muy pocas líneas, que sin duda, el peliazul, supo comprender, acostado en su habitación, mientras ponía una expresión soñadora, y suspiraba por su precioso galo.


 Camus 12:05 am

-"No importa, todavía no estaba dormido, gracias, y no me molesta que consiguieras mi número, al contrario, y por cierto, yo también espero verte, te mando un abrazo de vuelta.

PD. Tú tampoco te ves mal en tu foto de perfil."


El chico Scarlet se dispuso a dormir feliz, no sabía por qué, pero tenía una buena corazonada, se esforzaría bastante por verse bien al día siguiente, el nerviosismo se apoderaba de su cuerpo con sólo pensar en Camus, se sabía completamente perdido en sus encantos, y antes de descansar, analizó lo que le estaba ocurriendo.

-"Ay Camus, ser tan bello debe ser pecado... creo que ya estoy enamorado de ti..."


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Shaka salió de sus clases en el campus más fastidiado que de costumbre, había dormido mal a causa de Yuzuriha, le dolió mucho verla llorar abrazada a él en su habitación, le recordó momentos de su infancia cuando una diminuta niña rubia se pegaba a él con sus coletas mal peinadas y las rodillas sucias por haberse caído y raspado las rodillas, sólo que ahora no podía curar sus heridas con un poco de desinfectante.

Tuvo que aguardar con ella en sus brazos hasta que el sueño la venció, quedándose con él en su departamento, ni siquiera cenó para no dejarla sola, y es que él más que nadie comprendía lo que se sentía dejar ir a la persona que más querías, Camus se acercó a su habitación para llevarles algo de cenar, pero se negó porque observó que su mejor amigo tampoco tenía muy buena cara, ya después hablaría con él, porque también le preocupaba.

Avanzaba por los pasillos de la facultad de Arquitectura con prisa, quería ver a Afrodita en el edificio de Biología para indicarle que se quedara con su prima, ya que él tenía trabajo en la constructora, y nada menos que con Aioria, no estaba seguro de qué era más grande en ese momento, si la atracción que le provocaba, o el enojo que sentía contra él por hacer sufrir a alguien que amaba tanto, deseaba desquitarse por las dos cosas... y ahora más que nunca le iba a exigir que avanzara en el proyecto que tenían juntos.

-"Prepárate Aioria Leo... no sabes con quién te metiste."

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Milo iba directo al subterráneo para llegar más rápido al teatro de la Universidad, agradeció no tener que cargar un instrumento en su mochila, además de las partituras para el concierto de otoño, ya que el piano estaba en las instalaciones, y es que se regañaba mentalmente por durar más que de costumbre eligiendo su vestimenta, que consistía en un pantalón ajustado, roto en las rodillas, con botas de agujeta cafés y camisa negra remangada en sus brazos, además de un toque de su perfume Swiss Army, no era que normalmente se preocupara por eso, él era muy atractivo de por sí, pero saber que Camus le estaba abriendo una pequeña rendija lo tenía al borde del colapso, sus hormonas adolescentes estaban vueltas locas por una delicia francesa, que deseaba más que nunca estrechar en sus brazos.

Miraba constantemente el reloj Calvin Klein en su muñeca, ¡ya se le había hecho tarde!, el profesor Orfeo iba a matarlo, ¡y sin hacerle el amor a su Cammie!, era mucho sufrimiento para alguien tan joven, pero después, por arte del destino, o del favor de la Diosa Athena, el flamante Golf GTI negro de Aioros apareció majestuoso junto a él, como campana de salvación, en su interior el hermano mayor de Aioria le sonrió al bajar los cristales de la ventana del copiloto, a su lado estaba su novio Saga, y atrás otro hombre exactamente igual a él, además de Shura, que los acompañaba, que lo miraba atentamente.

-¡Milo!, ¿a dónde vas?, te ves apurado.

-Al teatro de la Universidad, tengo ensayo con la orquesta, pero ya se me hizo tarde...

-¡Sube!, te llevo, acabo de dejar a Aioria en la constructora donde da servicio social, y no me molesta darle otro aventón a mi hermano adoptivo.

-¡Gracias, me salvaste la vida!

El trayecto estuvo lleno de risas, bromas y pláticas entre Aioros, Saga, Shura y el griego peliazul, sobre que Milo no era el prospecto exacto o habitual para ser miembro de una orquesta de música clásica, el único que estaba en silencio, expectante a la voz del que estaba sentado junto a él era Kanon, que suspiró cuando Aioros aparcó para dejar que el amigo de su hermano se marchara para su ensayo, las palabras del gemelo menor dejaron perplejos al resto.

-Aioros, ¿y él?, ¿dónde lo tenías guardado?, es tan sensual.

-Ya sabes... es amigo de Aioria, y ahora es como mi hermano adoptivo, ni te atrevas a ponerle los ojos encima, es diez años menor que nosotros, pedófilo.

-¿Estás loco Kanon?, los chicos de su edad son como niños para nosotros.- Dijo muy seguro Shura, a lo que el mismo gemelo menor reclamó.

-¿Qué?, ¿y me lo dices tú Shura?, si ya te vi cómo te pones de nervioso con el pasante que tienes en tu centro botánico, ¿cómo se llama?, ¿Afrodita?

-Por eso mismo, ellos son muy jóvenes para nosotros.

Contestó el pelinegro, sintiendo el rostro arder al recordar la exuberante belleza del joven estudiante amante de las rosas, además de no querer incomodar a Aioros, que aunque no le correspondiera su amor, pensaba en que por lo menos quería que tuviera una imagen decente de él. Después la imponente voz de Saga dejó a todos en silencio.

-Kanon, Aioros y Shura tienen razón, Milo es alguien a quien le llevamos mucha ventaja, no dejaré que pienses cosas inapropiadas de él. 

Pero Kanon no quiso hacer caso a las palabras de su hermano o sus amigos, lo estaban juzgando demasiado pronto, es verdad que Milo era algo joven, sin embargo, no quería aprovecharse de él sin más, puesto que le atrajo como nunca nadie lo había hecho antes, quizá no estaría mal tratar de conocerlo un poco.

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Aioria no tenía deseos de trabajar un viernes, cómo le hubiera gustado tener que hacer otra cosa, ni siquiera el fútbol americano lo salvó de ir a la constructora, ya que esa tarde no tenía práctica, y no es que quisiera escapar del trabajo, si no de Shaka... le aterraba verlo y perderse en su aterciopelado tono de voz, o de marearse con la esencia que desprendía con aroma a vainilla, o de soñar despierto con que tomaba su cabello dorado con fuerza para besarlo hasta quedarse sin aire, para después recorrer con sus labios esa seductora piel de su cuello, mientras entrelazaban sus manos, arrancando suspiros de su sensual boca...

Además estaba el hecho de ya no seguir con Yuzuriha... si, pero ¿fue la manera correcta?, sabía claramente que no, que se comportó como un completo patán, si tan sólo no se hubiera dejado llevar por sus alocadas hormonas, habría tratado de suavizar la manera de separarse, él no solía ser así, su carácter era más dulce de lo que le agradaba admitir, era muy cariñoso y noble por naturaleza, pero no el día anterior... se odiaba a si mismo por ello.

Cuando llegó hasta la oficina que tenían asignada para desempeñar sus labores, pensó con pavor que su superior ya estaba ahí, agudizó su sentido del oído, y escuchó su calmada forma de hablar, charlando quizá por teléfono, no alcanzaba a distinguir lo que decía, ni lo intentaba, daba lo mismo, Shaka podría estarle rezando al mismísimo Buda, y Aioria se sumergería en la hermosa fantasía de ser el único al que le mandara una plegaria.

Supiró un par de veces, jurándose que trataría de controlar lo que sentía, entonces tocó la puerta, que abrió después de un imparcial "adelante" por parte del rubio,  su mano se apretó tanto a la manija plateada que le dolió, su corazón palpitaba frenético, y casi entra en shock cuando enfocó su mirada jade en su vecino, estaba increíblemente guapo con esa camisa azul marino, que combinaba perfectamente con sus ojos. Se adentró con timidez, identificando a la perfección que por el resto de lo que estuviera ahí, la calma no era algo a lo cual podría recurrir.

Shaka lo miró con más seriedad que la habitual, y con una mano le indicó que se sentara frente a él con el grande escritorio de madera de ébano de por medio, le dirigía una expresión inescrutable, como si impusiera una barrera entre los dos, y es que el joven Khan creyó que estar enojado con Aioria sería más sencillo, claro... lo era mientras no lo tuviera al frente con su cabello ligeramente despeinado, enmarcando un masculino y perfecto rostro, que se veía casual e irresistible en esa vestimenta digna de un modelo juvenil de Hugo Boss, su resistencia corría peligro si no seguía con su fachada de seriedad. El rubio retomó su postura de autoridad en esa relación laboral y le exigió al menor que le mostrara su avance, el castaño muy seguro sacó a la vista de los dos un plano, que fue inspeccionado en el acto.

-No está mal Leo, pero te falta técnica, es obvio que esto fue hecho por alguien de primer año.

-No es por justificarme, pero me dejaste esta tarea hace apenas unos días, creí que lo entregaría en el tiempo que tú me pediste, de un mes...

-Para el tiempo que lleva corriendo, ya deberías tener algo mejor, no nos vamos a ir de aquí hasta que corrijas tus errores, no quiero un proyecto mediocre, que nos lleva a ambos a reprobar, te lo dejo claro, que por ti no voy a perder mi estatus de excelencia académica.

-Hablas como si no fuera capaz de seguirte los pasos, deja de menospreciarme.

-Entonces no te comportes como un imbécil y asunto arreglado.

-¿Cómo me llamaste?, ¡atrévete a repetirlo Shaka!

Aioria frunció sus cejas en clara señal de molestia, Shaka se estaba refiriendo a él como lo que no era, un alumno sin futuro, su ego se vio dañado, y sin quererlo, comenzó a contestarle sus agresiones con un tono de voz que ya no era tan cordial, pero recordando cuál era su posición ahí, respiró profundo y se pasó una mano por toda la cara para tranquilizarse, volteó a verlo una vez más con resignación, y tomó sus cosas para corregir su plano en una mesa que estaba más alejada.

El rubio también se concentró en su parte, tratando de ignorar el ambiente cargado de tensión que se instaló entre ambos, en las siguientes dos horas no se hablaron para nada, pero de vez en cuando se miraban de una forma que haría volar chispas de electricidad, ya sea por furia o pasión, de improviso, cuando ya se estaba haciendo de noche el comunicador de la oficina dejó oír al padre de Shaka, Asmita que le decía que ya se iba a retirar, y que él y su compañero de universidad deberían hacer lo mismo pronto.

El chico Khan contestó escuetamente un "está bien", Aioria tomó eso como un fin de su "interesante" convivencia, sin embargo, la segura y autoritaria voz de Shaka lo detuvo cuando él estaba guardando sus pertenencias para retirarse y alcanzar el subterráneo para irse a su departamento, para nada esperaba que el rubio le ofreciera llevarlo en su auto, debido a su comportamiento tan ácido.

-¿A dónde crees que vas?

-A mi casa Shaka, ¿o qué no puedo?, ¿algo más en lo que me quieras esclavizar?

-Deja de hablarme con tus ironías ridículas, te dije que no te ibas a ir de aquí sin arreglar la porquería que me trajiste.

-¿De qué rayos hablas?, ¡este plano está bien y lo sabes!, si no me voy ahora me tendré que regresar al condominio a pie.

-Ese es TU PROBLEMA.

-¡Ya está bien!, quiero saber cuál es tu maldita inconformidad, hasta hace poco creí que nos estábamos llevando bien, ¿o quieres que te recuerde esa noche que te encontré llorando y te llevé a mi casa?

-¿Así que ahora vas a cobrarme los favores?, ¿no eras tú el que con su angelical e hipócrita voz me dijo que la bondad no se paga?, ¿mentiste?

-¡Claro que no!, ¿crees que fingí todo eso?

-No lo sé, tal vez a ti te encanta engañar y hacer sentir mal a los otros.

Eso ya fue demasiado para Aioria, que dejó que el coraje fluyera libremente por su cuerpo, sentía que la piel le ardía, y en un arranque de descontrol total soltó sus cosas abruptamente, y dando grandes zancadas, se acercó peligrosamente hasta donde estaba Shaka sentado, y posicionando sus dos manos en el respaldo de su silla giratoria de piel, lo acorraló con su cuerpo y sus penetrantes ojos verdes, sin embargo el mayor no se dejó intimidar tan fácilmente, que le devolvió su reto con su propia expresión colérica.

-¿De dónde sacas eso Shaka?, yo jamás he herido a alguien con toda la intención, mucho menos soy de los que se jactan de mentir...

-¿Ah no?, ¿y lo que pasó ayer con Yuzuriha qué?, ¿es muy digno de un caballero?

-Lo sabes...

No era una pregunta, era una afirmación, y no por eso la situación se relajó, al contrario, sus rostros reflejaban el profundo huracán de sentimientos que estaba agobiando sus mentes, Shaka tenía el más puro instinto protector fraternal activado, recordar a su prima envuelta en esa tristeza le provocaban unas tremendas ganas de moler a golpes a Aioria.

-Claro que lo sé, ¿cómo iba a tragarse eso sola?, me repugnan las personas como tú, que juegan con los sentimientos de quien los quiere de verdad, la trataste como una cualquiera.

-Mira Shaka... no me siento orgulloso de lo que pasó con Yuzuriha, pero si tengo que defenderme lo haré, yo jamás la traté mal, y lo que sucedió ayer fue la gota que derramó el vaso sobre nuestra falsa relación, y antes de que vuelvas a abrir esa boca tuya con tus acusaciones tontas, te diré que yo no pude continuar con ella, porque claramente no le correspondo, deseo con toda mi alma que encuentre a alguien digno de su belleza interna y externa, porque yo no soy el indicado, dejé de acostarme con ella, porque sé que se merece a alguien que no esté enamorado de otra persona...

-¿Qué?, ¿estás enamorado de otra persona?, ¡¿quién es tan maravilloso como para que dejes sufriendo de esa manera a una linda mujer que te adoraba?!

-No me preguntes eso, creo que no estás listo para la respuesta.

Sin embargo el enojo de Shaka estalló, y se levantó empujando a Aioria con toda la fuerza de sus brazos, frente a frente, lo miró desafiante, y con seguridad marcada por la intensa emoción de la rabia, le gritó:

-¡Dímelo maldita sea!

-¡¿Quieres saber?!, ¡bien te lo diré!, ¡de quien estoy enamorado es de ti!

Acto seguido, los párpados de Shaka se abrieron de par en par, sus neuronas estaban vueltas locas, al igual que el sonrojo de su rostro, su corazón pareció paralizarse, y no fue capaz de apartar a un furioso Aioria que lo acorraló en la pared más cercana, tirando un cuadro que descansaba en su marco de metal, tomando sus muñecas arriba de su cabeza, para proceder a besarlo con pasión y hambre, su lengua se metió intrusa, enredándose con la suya, saboreando una tibia saliva, el mayor sintió que se desvanecía y sin más cerró sus ojos para disfrutar de la calidez del cuerpo sensual que lo tenía preso, correspondiendo el contacto.

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Las compañeras de actividad curricular de Milo y Camus no podían suspirar más, sus cansados pulmones inhalaban y exhalaban una y otra vez sin remedio, y es que no era para menos, en ese momento el escenario brillaba con una luz propia en un tono dorado, iluminando a los dos perfectos y guapísimos hombres que las deleitaban con sus miradas entregadas el uno al otro al momento que interpretaban con el piano y el violín, la bellísima "Sonata Pathetique, No. 8" de Beethoven, el profesor Orfeo estaba orgulloso y entusiasmado, con la seguridad que con su maravilloso talento, llevarían el festival de otoño hasta la cima más alta de los rascacielos de la ciudad.

Las notas musicales acariciaban los sentidos de quienes los escucharan, y su visión de sus semblantes enamorados el uno del otro le daba una presentación perfecta y romántica, tildando en el más tierno arte, sin duda era una dupla envidiable. Cuando terminaron de interpretar las partituras, el pequeño público estalló en aplausos, pero cuando el francés y el griego se acercaron para darse la mano con educación y un adorable sonrojo apareció en sus rostros, los gritos del tipo "fangirl" inundaron el auditorio, el profesor tuvo que taparse los oídos y mandarlas a callar, mientras lidiaba con las expresiones envidiosas de todos los hombres que también eran miembros de esa orquesta.

Milo disfrutaba de llamar la atención, pero Camus no, por lo que el peliazul pensó en hacer que su Cam se avergonzara todavía más, por lo que para rematar su atrayente actuación, se arrodilló para tomar nuevamente la mano del aquamarina, para darle un delicado y casto beso en el dorso de su mano.

Las chicas se descontrolaron aún más, al igual que la sangre que fluía cálida por las mejillas de Camus, que cerrando los ojos para reprimirse, se apartó de repente caminando rápidamente hasta su estuche para guardar su violín, Milo lo persiguió divertido, riéndose sensualmente para abrazarlo por la espalda, el francés no lo apartó, pero tampoco le correspondió, sólo ocultaba su rostro con parte de su cabello, deseando que la tierra se lo tragara, aunque... también se estaba derritiendo por dentro, emocionado hasta la fibra más profunda de su ser, al sentirse tan atraído por ese chico que derrochaba testosterona, captando su perfume que lo tenía a su merced.

Afortunadamente para el galo, Orfeo dio por terminados los ensayos de esa tarde, indicando a los alumnos que debían practicar en sus casas para que todo saliera a pedir de boca, las jóvenes hablaban entre ellas mirando divertidas a la pareja más envidiable de su actividad curricular, y casi se desmayan cuando Milo les sonrió y les regaló un guiño a señal de despedida, sólo para ser arrastrado por un serio y tímido Camus hasta la salida. Extrañamente sus manos entrelazadas no se soltaron una vez que estuvieron en la calle, era como si siempre se hubieran pertenecido para acariciarse con sus dedos de esa manera.

-Cammie, ¿quieres que te ayude con tu mochila o tu estuche?, yo tengo suerte de no cargar el piano, si no, imagínate.

-¿Cómo me llamaste?

-¿Te molesta?

Camus se enterneció por la expresión de Milo, ¿cómo podía pasar de la seducción total a esa cara de niño regañado?, era... adorable..., y relajando su expresión, afirmó aún más su agarre, para acercarse y darle un beso en la mejilla, que dejó al peliazul deseando mucho, muchísimo más.

-Me encanta, sólo mis padres me nombran así, gracias Milo.

-Tú eres un encanto..., no quiero regresar al edificio todavía, ¿te parece si vamos a cenar?

-Me gusta tu idea.

-¿De casualidad no te gusto yo?

Y ahí iba de nuevo, Milo siendo el acosador más atrayente de toda Nueva York, era tan hábil y tenaz que hasta alguien tan frío como Camus cayó preso en esa insinuación enmarcada de una sonrisa coqueta, e inevitablemente, el sonrojo apareció de nuevo, cansado de verse en desventaja, soltó su mano para darle un pequeño golpe en el hombro, que sólo provocó que el griego deseara aún más estar cerca de él.

Divertidos y felices, se aventuraron a ir a un restaurante de comida japonesa que ninguno de los dos conocía, pero que les habían recomendado bastante durante las prácticas musicales, "Flor de Sakura", era un pequeño, pero muy romántico establecimiento próximo a la quinta avenida, los adornos en tonos rosados y rojizos, daba una atmósfera delicada y privada, perfecto para una cita de un par de enamorados, los empleados vestían trajes tradicionales de Japón, que se veían muy interesantes y místicos bajo la media luz de diversas lámparas de papel suave de china, las mesas no eran convencionales, al contrario, siguiendo con la ambientación oriental, los comensales tenían que sentarse en suaves y mullidos cojines con las piernas cruzadas, al ras del suelo de duela brillante de madera color ámbar, encantados, siguieron a su mesero, que encendió una vela con olor a magnolias, y preguntó educadamente si ellos festejaban algún acontecimiento.

-Es nuestro aniversario. 

La voz de Milo era tan veraz que Camus casi le cree, pero la verdad era que ellos aún no eran nada, al menos no oficialmente, lo único que los unía era su deseo de profundizar en el conocimiento físico y espiritual del otro, sin embargo... su lindo escorpión sonó tan seguro... que cuando el mesero se retiró, prometiendo traerles un postre especial a base de fresas frescas con chocolate por parte de la casa, se atrevió a indagar en el por qué le había dicho esa mentira al amable empleado.

-¿Por qué le dijiste que era nuestro aniversario?, bicho mentiroso, tú y yo somos amigos solamente. 

-Oh Cammie, hasta donde yo sé, los amigos no se besan con pasión en los labios...

-¡Milo!, ¡cállate!

-Ay Cam, eres un encanto definitivamente, te ves tan sexy... avergonzado por mi...

-Es en serio Milo...

-Ya... está bien, lo que dije, hermoso francés, no es mentira, aunque no lo creas si es nuestro aniversario.

La misteriosa respuesta de Milo dejó muy confundido a Camus, que lo escrutó con sus ojos amatistas, buscando una razón para que actuara así, en ese momento, el peliazul volvió a tomar su blanca y suave mano, para mirarlo a los ojos con una tierna sonrisa, que lo puso inmediatamente a temblar.

-Sabes Camus, yo siempre fui un niño muy necesitado de cariño, mi padre viajaba bastante, y con ello mi madre y yo también, nunca tuve un lugar al cual yo llamara hogar, el dinero no suple la felicidad..., luego se divorciaron, y yo vivía una temporada con uno, y otra con el otro, y aunque soy bastante popular al lugar al que voy, me gustaba aferrarme a una constante, una hermosa constante... yo recuerdo perfectamente el día que te vi por primera vez, me marcaste en ese museo... mi mente infantil de 7 años pensaba en ti como un ángel... y la primera vez que nos vimos fue un 23 de septiembre... y hoy es...

-23 de septiembre..., Milo..., me gustas tanto...

-No más que tú a mi...

Antes de que el mesero regresara con su pedido, Milo aprovechó su momento de privacidad para acercar su rostro a Camus, implorándole con la mirada cargada de ternura por un nuevo y cálido beso, sus respiraciones se mezclaron en una sola sinfonía, que vio su cumbre cuando sus labios se acariciaron en un tibio contacto, dulce... sumamente dulce, con movimientos lentos, que se intensificaron cuando el griego pasó la punta de su lengua sensualmente por el labio inferior del aquamarina, ocasionando un suspiro de placer, que correspondió con una ligera y muy tortuosa mordida de parte del francés. Camus ya no podía negarlo, su pecho gritaba con anhelo, el poder decirle a su maravilloso acompañante un: "estoy enamorado de ti".






Continuará...





Comentarios: de aquí en adelante en este fic va a brotar más miel que la que sale de un panal de abejas, están advertidos jejeje, gracias a quien se toma la molestia de votar o dejar un comentario, ¡son geniales preciosuras!, se merecen el cielo, y si eres uno de mis lectores anónimos no importa, también eres muy bienvenido. ¿Y qué creen?, cha chaaaaa, el próximo capítulo viene con contenido adulto jejeje, ¿qué parejita será?, ¡no se lo pierdan!


Nos leemos pronto, Yare.



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