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Cuando Francisco sale del elevador para entras a su departamento, en medio del pasillo lo ve, el alfa que lo hacía suspirar todos los días y aunque al omega no le gustaba hacerse muchas ilusiones, el verlo parado ahí; como si lo estuviera esperando a él, solo hacia que los escenarios ficticios de su cabeza se generaran con más velocidad.
— Hola Francisco, te estaba esperando.
— Oh, ¿sucede algo? — Francisco tiene que contenerse de mostrar su emoción, aunque por dentro solo desea gritar y rodar por el suelo.
— Si, bueno no, no sucede nada grave, es complicado, pero no malo, es algo que tiene que ver conmigo, con nosotros, no es que exista un nosotros aunque nosotros sí existamos o tal vez no existimos y vivimos en una simulación y... — El omega pone sus manos sobre los hombros del alfa al ver lo nervioso que se encuentra.
— Esteban, respira. — Francisco comienza a inhalar y exhalar lentamente, para que el alfa siga sus pasos. — Muy bien, ¿Mejor?
— Si, disculpa, soy un desastre.
— No te disculpes, eres muy tierno. — El omega suelta una risita al ver como la cara del alfa se sonroja. — ¿Qué es lo que querías contarme?
— ¡Ah, si! Es más bien una invitación.
— ¿Invitación?
— Si, ¿Francisco, tu quisieras salir conmigo a cenar mañana en la noche? — Ahora es turno del omega de sonrojarse, esperaba cualquier cosa menos que el alfa lo invitara a salir. — Entiendo si estás ocupado o si directamente no quieres ir, créeme que por mi no hay ningún problema.
— Esteban, — Francisco posa su mano en la mejilla del alfa al ver que este iba a comenzar a balbucear de nuevo. — Claro que me gustaría salir contigo.
— Me alegra mucho escuchar eso, Frani y por favor, si no es demasiado, ¿podrías darme tu número? No me mal entiendas, me gustan nuestros encuentros puntuales en el pasillo y en el elevador, pero me gustaría poder hablar contigo en mis ratos libres.
— No hay problema, gordis, yo encantado. — El alfa le extiende el teléfono al rubio y este no duda en registrarse en el teléfono ajeno. — Solo una advertencia, Esteban.
— Dime.
— Espero tener siempre mis deseos de buenas noches y buenos días. — Francisco señala a Esteban, en un vano intento de ser amenazador.
— En ese caso, ten por seguro que es algo que jamás te faltara. — Ambos avanzan por el pasillo hasta que llegan a sus respectivas puertas y antes de entrar Francisco se gira a ver al alfa.
— Buenas noches, Estebi.
— Buenas noches, Frani.
Ambos entran a sus departamentos y apoyan su espalda contra la puerta de estos, Francisco suelta una risita nerviosa y no puede evitar bro corear en su lugar, mañana va a salir con Esteban, tiene que pensar inmediatamente en lo que se pondrá, aunque ni siquiera sabe a donde irán, cuando está apunto de caer en un bucle de estrés su teléfono vibra en su bolsillo y no puede evitar la enorme sonrisa que atraviesa su rostro al leer el mensaje.
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