Francisco sale de su departamento esa agradable mañana con un increíble animo, no recordaba la ultima vez que había dormido tan plenamente como lo hizo la noche anterior y su día solo podía mejorar al ver a Esteban salir al mismo tiempo de su departamento.

— Buenos días, Esteban. — Francisco suelta una risita al ver como el alfa casi deja caer sus llaves del susto.

—B-buenos días Francisco. — Esteban se gira rápidamente hacia el rubio.

— ¿Hoy ya volvemos a ser tímidos?

El alfa se sonroja y siente sus palmas sudar. — Es que soy penudo, no penado, no, no apenado, ¡apenado!

El omega suelta una carcajada al verlo tartamudear y sonrojarse, Esteban que había cubierto su rostro con sus manos, las quita para ver al omega reírse, suspira y vuelve a hablar.

— Empecemos de nuevo, Fran, por favor.

— Claro, Buenos días, Esteban, ¿dormiste bien?

— Si, lo hice. — Ambos comienzan a caminar hacia el ascensor y suben a este mismo. — ¿Cómo dormiste tu, Fran?

— Como un bebé. — Esteban se siente mejor al ver que pudo cruzar palabras de una forma más serena con el omega, antes de lo que esperaba las puertas del elevador se abren dejando a la vista el recibidor del edificio.

— ¿Te veo más tarde?

— Nos vemos más tarde y Estebi, — El omega se acerca al alfa y murmura muy suavemente sobre su oreja. — Me encantaría que me mostraras lo "penudo" que eres.

Esteban siente los colores subir a su cara, mientras el omega camina hacia la salida del edificio con su usual sonrisa coqueta.

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