0.7
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— Hola, ¿Está todo bien? — Francisco guarda su teléfono en su bolsillo y cubre su boca con sus manos, no quiere que la persona que esté afuera lo escuche. — Fran, soy Juani, nos conocimos el otro día en el supermercado, quiero ayudarte.
— E-estoy bien, gracias, sólo...solo necesito un minuto...
— ¿Seguro? Me quedo aquí por si necesitas algo, enviaré a mi alfa por algo de...
— ¡No!, no hace falta que lo envíes por nada, por favor. — Juani deja de teclear en su teléfono al escuchar al rubio tan agitado.
— No lo llamo, no te preocupes. — El castaño se acerca a la puerta del cubículo donde se encuentra el rubio. — ¿Seguro que estas bien?
— Si, perdón, no quería gritarte, ahora salgo. — Juani se aleja de la puerta al escuchar la llave del inodoro girar y inmediatamente después sale Francisco, el omega de ojos verdes intenta mostrarle una sonrisa, pero no lo logra al estar pálido y tembloroso.
— No te preocupes...
— Perdón por dejarlos solos con mis nenes, es que me sentí aun poco mareado. — Explicó Francisco mientras movía su mano, restándole importancia al asunto.
La mente de Juani se agitó ante la pregunta que surgió en esta. — ¿Estas embarazado? Es que los primero meses son de mareo y náuseas, pero no hueles a cachorros o a alfa, ni siquiera tienes una marca.
— No, no estoy embarazado, estoy soltero. — El castaño sabe que lo arruinó al ver la sonrisa incómoda del rubio. — Voy a volver con mis alumnos, gracias de nuevo.
Francisco sale del baño y se dirige de nuevo con sus alumnos, evita esos ojos cafés que lo siguen a donde va y se centra en el alfa que ya conoce y en un omega que parece ser bombero también. Sus alumnos corren a él emocionados por lo que los bomberos les cuentan.
— Maeto Fran, los bomberos visten un uniforme pesadísimo.
— ¿Enserio?
— ¡Si! Y rescatan personas de accidentes, apagan incendios.
— ¡Incluso han rescatado gatos, como en las películas! — Sus alumnos hablan emocionados a su alrededor y el no puede evitar reír enternecido.
— Me alegra que les esté gustando la visita. — Le sonríe a los bomberos. — ¿Qué más falta por ver?
— Lo más emocionante de la visita, ¿Quien quiere subirse a un camión de bomberos? — Al escuchar las palabras del omega -que aparentemente se llama "Matías"- los niños comienzan a saltar más emocionados. — Muy bien, entonces andado.
Todos comienzan a seguir a Matías y Francisco siente como alguien jalones su mano, mira hacia abajo y ve que es Mateo, el alumno más apegado a él.
— ¿Qué pasa Matu?
— ¿Usted se siente mejor? — Francisco le sonríe al menor y le acaricia el cabello.
— Si, Mateo, me siento mejor, gracias por preocuparte. — El Niño asiente un par de veces y toma la mano de su maestro para caminar juntos a donde los demás se dirigen.
— El bombero ese de allá. — El niño señala al castaño que Francisco ya conoce -aunque desearía no hacerlo-. — Estaba muy preocupado, lo pude oler.
— ¿Enserio? — El menor asiente con su cabeza.
— Me picaba la nariz, como cuando mi mamá se molesta con mi papá y ahora que volvió con nosotros, el no deja de mirarlo, ¿Porqué lo ve tanto? No me gusta.
— Bueno, no se por que me mire, pero no importa Mateo, yo vengo con ustedes y me voy con ustedes, aunque tal vez se nos unan el maestro Andy y el maestro Rocco.
— Está bien, ellos me agradan.
— Que bueno que lo hagan. — Vuelve a acariciar la cabeza del niño y cuando están por llegar a donde los demás están decide confirmar las palabras de su alumno y levanta la cabeza hasta chocar con esos ojos castaños -que como el menor afirmaba- no dejaban de verlo, Francisco evade la mirada hacia sus alumnos y se concentra en que escuchen a los bomberos que les platican animadamente él como funciona el camión de bomberos.
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