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Francisco sale rápidamente de su apartamento y sus sospechas son ciertas, el apuesto alfa de enfrente al igual que él sale para ir camino a lo que él rubio sospecha es su trabajo, trabajo el cual desconoce de que se trata.

— Buenos días.

— ¡Ah!, Buenos días. — El alfa parece asustado y repentinamente nervioso al notar la presencia del omega, Francisco nota por su embriagante olor a piñones y jengibre lo nervioso que se coloca, piensa que es divertido como un alfa de más o menos su edad se pone nervioso hasta los huesos al verlo y siempre intenta mantenerse positivo a que eso es por que la atracción es mutua, pero el alfa es muy tímido y Francisco comienza con su monólogo del día.

— Son buenos ahora que veo su bello rostro. — Ambos entran juntos al ascensor como de costumbre y Fran nota como el contrario se sonroja ante su cumplido. — Aquí es cuando usted me dice un cumplido.

— Y-yo...

— Aunque no es muy necesario, yo puedo adularlo todo el día sin necesidad de nada a cambio, es decir, usted es un alfa muy guapo. — Francisco desea que el alfa portara una corbata y así poder jugar con ella, como siempre ve en las películas románticas.

Las puertas del ascensor se abren y el omega es el primero en salir. — Hasta más tarde, guapo.

— A-adiós, nos vemos por la tarde. — El alfa siente como sus piernas tiemblan y sus palmas sudan por el adictivo olor de el omega, apenas puede respirar, se queda admirando como el rubio sale a paso seguro del edificio y se odia al ser incapaz de formular alguna palabra cuando ve al omega.

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