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Capítulo 45- Confesiones de alcohol

La ciudad de Yunping era grande y bastante poblada, pero a diferencia de las otras que Wei Wuxian y Lan WangJi habían visitado, estaba dominada por un enorme templo budista dedicado a la diosa GuanYin, y a su alrededor se aglomeraban personas que iban a pedir favores o a hacer ofrendas. El ambiente no parecía ser tan festivo como le gustaba a Wuxian, y el momento que pasaba Lan Zhan también era delicado: no sabía dónde estaba su hermano, y no podía mostrarse mucho entre la gente.

Pero, a pesar de todo, el espíritu juguetón de Wei Ying surgió: tenía ganas de divertirse de la mejor manera que conocía: tomando vino.

—Debemos buscar una posada, Lan Zhan, una que tenga un buen lugar para comer —dijo, con tono alegre—. ¡Tengo hambre, y ya quiero probar el vino que hacen en esta ciudad!

WangJi le iba a hacer una señal afirmativa con la cabeza, pero de pronto el dependiente de una posada cercana llegó corriendo hacia ellos:

—¡Señor, señor! ¡Pruebe nuestro vino! Es el mejor de la zona… —Con una jarra y varios cuencos en las manos, le ofreció uno a Wei Wuxian, que se acercó a él como hipnotizado: el vino tenía un aroma diferente, pero muy bueno.

—¿De qué está hecho? —le preguntó al hombre.

—¡De ciruelas, señor cliente! ¡Pruébelo, y va a ver que es el mejor vino que ha tomado en su vida!

Con una gran sonrisa, Wuxian tomó el cuenco y se bebió su contenido de un trago. El vino era especiado y dulce, y su aroma a ciruelas competía con la fuerza del alcohol. Wuxian le hizo una señal de aprobación:

—¡Estupendo! Es el segundo mejor vino que he probado en mi vida…

—¿Y cuál es el primero, señor cliente?

—Sonrisa del Emperador, de la ciudad de Gusu. —Wuxian volvió a sonreír ante los recuerdos de épocas pasadas, hasta que vio la cara de WangJi, que con un gesto despectivo y una sacudida de su túnica negra, se dio media vuelta para seguir caminando—. ¡Lan Zhan! —lo llamó, después de dejar el cuenco en las manos del hombre y correr tras él. Pero WangJi no se detuvo, y él tuvo que correr para llegar a su lado—. ¿Qué te pasa? ¿Por qué no me esperaste?

WangJi apuró el paso, sin mirarlo:

—¿Por qué aceptaste el vino que te dio ese hombre?

—¿Eh? —La respuesta lo confundió, pero después lo hizo esbozar una sonrisa—. ¿Te pusiste celoso, Lan Zhan?

—¡Vamos a esa posada! —exclamó WangJi, y apuró aún más sus pasos. Wuxian tuvo que empezar a correr tras él, protestando.

                          ***

WangJi comió en silencio, como era su costumbre, mientras Wei Wuxian observaba el alegre cuadro que ofrecía la posada:  las comidas que servían en ese lugar eran de muy buena calidad, y las mesas estaban todas ocupadas. El famoso vino de ciruelas dulces de Yunping corría a raudales, provocando alegres y tontas risas en los comensales.

—¡El ambiente está muy divertido! ¿Verdad, Lan Zhan?

—Mnn —respondió WangJi, sin dejar de mirar su comida.

—Pero, ¿qué te pasa? ¿Sigues enojado conmigo…?

—¿Te gustó el vino? Pediré dos jarras más para ti.

—Me estás cambiando el tema, Lan Zhan.

—No, no lo hago.

—Entonces subamos a la habitación y llevemos las dos jarras de vino con nosotros. ¿Quieres? —La cara de Wuxian expresaba un montón de insinuaciones que no podía decir en voz alta, pero que WangJi entendió perfectamente. Su rostro se distendió un poco:

—Está bien. 

Cuando llegaron arriba, Wei Wuxian entró primero y tras él Lan WangJi, que cerró las puertas de la habitación con un golpe seco, y después se fue sobre él. Con un movimiento un poco fuerte lo sujetó de una muñeca y lo empujó contra su pecho.

—¡Ay…! —fue lo único que pudo decir Wuxian antes de que su boca fuera silenciada por un beso furioso, lleno de deseo, pero que le dolió: Lan Zhan lo besaba, pero también mordía sus labios.

De pronto lo soltó y, sin dejar de lado su gesto hosco, se fue hacia la mesa en donde habían quedado las dos jarras de vino:

—Ven, Wei Ying —le dijo, luego de sentarse y ponerse a servir el fragante líquido en los cuencos, con un gesto elegante, como si nada hubiera pasado.

Silencioso, Wuxian se acercó a la mesa. Sus labios dolían, y sintió un ligero gusto a sangre. Pero se olvidó del dolor al ver que Lan Zhan estaba llenando dos cuencos:

—¿Vas a tomar vino? Pero tú no puedes… —El resto de la frase quedó cortada, cuando WangJi tomó un cuenco y se bebió su contenido de un sorbo.

                          ***

—Eres mío… —Lan Zhan había caído dormido cuando se tomó el vino, y al rato se despertó, completamente borracho.

—Sí, soy tuyo… —le respondió Wuxian, divertido por la situación. Su alma gemela había bebido por celos, y ahora lo reclamaba por la misma causa.

—¡Yo puedo comprarte todo el vino que quieras! —exclamó WangJi, arrastrando las palabras.

—Lo sé, lo sé… —Wuxian trató de hacer que su amado tomara un poco de agua, para ver si se le pasaba la borrachera. Pero WangJi estaba en un estado lamentable, y apenas pudo tomar un poco. La mitad del agua se le cayó en el hanfu—. ¿Te enojaste cuando tomé el vino que me ofreció el dependiente?

—Sí.

—¿Y vas a contestarme con la verdad todas las preguntas que te haga?

—Sí.

Wuxian sonrió con picardía: WangJi ya no era el de antes. Había aprendido a comunicarse más, pero no le decía todo lo que él deseaba averiguar. Ahora tenía la oportunidad de preguntarle:

—¿Qué sientes por mí, Lan Zhan?

—Eres mío…

—¡Ya sé que soy tuyo! Pero quiero saber qué sientes por mí…  ¿Cuáles son tus sentimientos…?

—Te amo…

Tratando de resistir la tentación de tirarse sobre él y volver a besarlo después de su confesión, Wuxian le siguió haciendo preguntas:

—¿Por qué quisiste ocultarme que SiZhui era A Yuan?

—Tenía miedo… —La cara de WangJi se llenó de tristeza. 

—¿Miedo de que?

—De que tú se lo dijeras. 

—¡Pero yo jamás le iba a hacer daño a SiZhui! ¡Nunca le contaría algo así…! ¿Crees que soy tan impulsivo e indiscreto?

—Sí.

—¡Lan Zhan!

—Sí lo eres. Impulsivo, indiscreto, y a veces algo tonto…

—¡¿Cómo qué tonto?! —exclamó Wei Wuxian, ofendido.

—Nunca te diste cuenta de lo que yo sentía por ti…

Eso era cierto: en WeiLan, después de la noche en la que Wuxian se había emborrachado e hicieron el amor por primera vez, el mayor le había confesado que sentía cosas por él desde la época de sus clases en GusuLan, cuando los dos eran unos adolescentes. Pero Wei Wuxian deseaba saber más:

—¿Cuándo fue la primera vez que te diste cuenta de que me amabas?

WangJi pareció dudar, y Wuxian creyó que ya se le estaba pasando la borrachera. Pero volvió a sorprenderse con la respuesta:

—Cuando te vi por primera vez, ante las puertas de Descanso en las Nubes…

—¿Qué? —Wuxian se quedó helado, recordando todas las cosas que habían pasado entre ellos cuando se conocieron en Gusu: las veces que lo había molestado, y las caras siempre serías y llenas de reproches de ese hermoso y frío chico. ¿Cómo iba a saber que ya lo amaba en esa época? 

—Pero, ¿por qué nunca me lo confesaste?

—Porque lo que yo sentía no era correcto…

Un casi imperceptible gesto de tristeza cruzó por el bello rostro de Lan Zhan, y Wuxian se llenó de ternura: aquel chico rígido y apegado a las reglas, se había enamorado a primera vista de alguien inconveniente, y nunca se había atrevido a confesarlo porque sabía que su familia no iba a aceptarlo. Y encima él ni siquiera se había dado cuenta y se dedicó a molestarlo, solo para divertirse.

—Lo siento, Lan Zhan —Wuxian se acercó a él y acarició su mejilla, con cariño—. Yo no sabía…

Pero de pronto, el ambiente romántico se rompió: con un movimiento agresivo, WangJi lo tomó de las muñecas y lo sentó a horcajadas sobre él:

—¿Y tú qué sientes por mí? —le preguntó. Ya no parecía tan borracho: sus ojos se habían vuelto más intensos y oscuros. Wuxian se quejó:

—Yo… yo también te amo, Lan Zhan… ¡Me estás apretando muy fuerte!

—Eres mío…

—Sí… soy tuyo —Wuxian volvió a sonreír, y con sus manos aún atrapadas, le dio un beso suave y muy lento—. Te prometo que nunca más beberé el vino que me ofrezcan otros hombres, ¿está bien? Ahora sé bueno y suelta mis muñecas. ¿Sí?

—Sí —Wangji lo soltó, pero después abrió su cinturón para despojarlo de su hanfu. Le había prometido a su alma gemela que iba a ser gentil, pero no estaba seguro de poder cumplir su promesa.

                          ***

—Lan Zhan, ¿sigues borracho? —El atronador latido del corazón de WangJi ya se había aplacado, y Wuxian se estaba por quedar dormido, con la cabeza apoyada en su pecho.

—Mn…

—¿Entonces mañana no vas a recordar nada de lo que pasó esta noche?

—No…

—Pues entonces quiero que sepas que no me gustó nada lo que me dijiste hace un rato. Yo no soy tonto.

—Sí lo eres… Eres tonto, impulsivo e indiscreto. 

—Pero, ¡Lan Zhan…!

WangJi detuvo sus protestas con otro largo beso, y después le respondió:

—Pero yo te quiero así.

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