Capítulo 25- Tendiendo redes
Lan WangJi desconfiaba de todos, pero debía dejar que Wei Ying recorriera el salón de la conferencia de cultivadores y se expusiera, si quería conseguir información. Desde su lugar, sentado ante una mesa con diversos manjares y un humeante servicio de té, se encargó de vigilarlo: a pesar de portar el desprestigiado rostro de Mo XuanYu, Wei Wuxian se pavoneaba sin miedo por el salón, devolviendo los acartonados saludos de algunos integrantes de las sectas menores, que deseando congraciarse con el líder de WeiLan, sabían que, mal que les pesara, debían aceptar a su protegido.
Wei Wuxian recordó la única advertencia que le había hecho Lan Zhan: que no se acercara a la gente de Jummeng Jiang.
Tenía razón: no era conveniente desafiar al poderoso cultivador en el que se había transformado su hermano de crianza. Jiang Cheng era capaz de hacer reaccionar a su látigo Zidian y cargar contra él en plena conferencia, ante la más mínima provocación.
Lan WangJi también sabía que, como líder de secta, debía interactuar con esa gente. Él vivía bien, aislado del resto del mundo de la cultivación, pero ahora todo había cambiado: si deseaba ayudar a Wei Ying a encontrar a la última persona de la cual Mo XuanYu quería vengarse, debía recuperar su resquebrajado prestigio ante esas personas que le importaban bien poco. Solo había un modo de hacerlo:
—Ven conmigo —le dijo a SiZhui, y se dirigió al centro del salón de la residencia, en donde Jin GuangYao, con toda dignidad, recibía los saludos y la adulación de los otros líderes.
—LianFang Zun… —lo saludó, con una reverencia que fue copiada por su hijo. WangJi no quería exponer a SiZhui, pero estaba un poco más tranquilo gracias a lo que le había asegurado Wen Ning: después del susto que le había dado en la ciudad, había podido hablar con SiZhui y comprobar que no tenía recuerdos de su pasado. Era imposible que algo de lo que viera en esa conferencia de cultivadores le hiciera recuperar la memoria.
—¡Lan WangJi…! ¡Qué alegría tenerte en la conferencia…! —El líder de la secta Jin sostuvo sus brazos para evitar que se inclinara ante él, en un claro gesto de amistad que no pasó desapercibido para los líderes del resto de los clanes—. La secta WeiLan tiene un gran prestigio en el mundo de la cultivación. ¡Te felicito! —Su mirada se detuvo sobre SiZhui, que lo observaba con una sonrisa.
—Creo que no los presenté —dijo Lan WangJi—. Él es Lan SiZhui, segundo al mando de WeiLan, y mi hijo adoptivo…
Tratando de hacer oídos sordos a los murmullos que se levantaron a su alrededor, por la novedad, el líder de la secta Jin observó con admiración a ese muchacho: discreto, amable, muy educado y con un aura fuerte a pesar de su juventud, Lan SiZhui era el prototipo de cultivador que emergía de las filas de GusuLan. Su padre lo había educado bien.
—¡Te felicito, Lan WangJi! Tus logros en todos estos años han sido excelentes. Desde la creación de tu secta, hasta tener a este gran muchacho como hijo adoptivo. ¡Realmente impresionante…!
El líder de WeiLan le devolvió la gentileza con otra reverencia, y a su lado SiZhui hizo lo propio, sonriendo un poco avergonzado por tantos elogios.
—Gracias, LianFang Zun.
Después del buen recibimiento, el resto de los líderes de secta, uno a uno, se fueron acercando a ellos para presentarse. Un poco más retirado, Wei Wuxian observó, risueño, los elegantes y fingidos saludos de su alma gemela.
—Mo XuanYu… Así que conseguiste un protector… —Jiang Cheng, parado detrás de él, le escupió su ironía.
Wei Wuxian se dió vuelta y lo enfrentó con su mejor sonrisa, saludando con una reverencia mientras observaba a Jin Lin, que, por detrás del hombro de su tío, también le hacía gestos despectivos.
Lan SiZhu apareció y se paró junto a ellos: cuando Lan WangJi vio a Jiang Cheng junto a Wei Ying, casi sacó a BiChen de nuevo, pero su hijo lo había contenido a tiempo.
SiZhui y Jin Lin se miraron con curiosidad: los dos eran casi de la misma edad, pero la diferencia entre ellos era muy grande: el pésimo carácter de Jin Lin se hacía más notorio ante la educación del segundo al mando de WeiLan. El líder de la secta Jiang, antes de alejarse, se volvió hacia su sobrino y le gritó:
—¡Vamos! ¡Muévete de una vez!
—¿Estás bien, Wei Wuxian? —Lan SiZhui sabía que no podía nombrarlo así en público, aunque no tenía idea del motivo. Pero en ese momento se habían quedado solos.
—No te preocupes, SiZhui; ya estoy acostumbrado. Y, ¿cómo hiciste para que tu padre no viniera a luchar con Jiang Cheng?
—Casi no pude convencerlo. Hubiera sido un buen espectáculo… —Los dos se rieron por la broma del menor.
—Deberías recorrer un poco el salón y tratar de hacer amigos, SiZhui. En el mundo de la cultivación es importante relacionarse con los integrantes de las otras sectas. Mira —le indicó—, allí hay un grupo pequeño. Puedes empezar con ellos.
SiZhui, que deseaba tener amigos, lo obedeció, y Wei Wuxian sonrió, complacido: en ese pequeño grupo había algunos jóvenes de la secta Lan. Tal vez el chico podría ser un instrumento para la reconciliación de Lan Zhan con XiChen.
Pero era muy pronto para pensar en esas cosas, y Wei Wuxian tenía algo más urgente que hacer: tratar de acercarse a Nie Huaisang.
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