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Capítulo 12- Verdad

-Así que tú eres Mo Xuanyu... -La voz de Lan XiChen, llena de matices dulces y suaves, acarició los oídos de Wei Wuxian.

-Si, soy yo, ZeWu Jun... -respondió el chico, y le hizo una respetuosa reverencia al mayor.

-Por desgracia, ya no puedes volver a la residencia de tu secta -Lan XiChen observó a Mo XuanYu con un gesto apenado-. Después de que tu familia murió, todos los sirvientes huyeron, y el lugar quedó vacío.

-No se preocupe, ZeWu Jun. De todos modos no pensaba volver a esa casa en donde nadie me quería.

Lan XiChen conocía la historia de Mo XuanYu, pero la vida lo había golpeado demasiado y le había enseñado a no juzgar a la gente solo por chismes, y lo invitó a refugiarse en Descanso en las Nubes:

-Creo que por ahora será lo mejor para ti, porque si sigues vagando solo por el mundo de la cultivación, Jiang Cheng volverá a atraparte...

El corazón de Wei Wuxian dio un vuelco: volver a Descanso en las Nubes, sabiendo que Lan Zhan ya no estaba allí, era muy doloroso. Pero Lan XiChen tenía razón: él ya no podía andar solo, y dejar que los Lan lo protegieran era la mejor opción que tenía.

-Se lo agradezco mucho...

Unos días después, atravesó, guiando a su burro, la puerta de entrada a GusuLan, y tuvo que hacer acopio de todas sus fuerzas para no derrumbarse.

***

La secta Lan era la de siempre: la residencia, perfecta en todo sentido, plena de paz y sosiego, estaba llena de gente joven: cultivadores que bajo el mando del líder practicaban la lucha con espadas y la cacería nocturna, para refinar sus habilidades. La turbulenta época que había precedido a su muerte ya había terminado, y Wei Wuxian pudo enterarse de que el antiguo líder, Lan Qiren, ya anciano y algo enfermo, casi no se dejaba ver fuera de sus habitaciones. Pero el chico no podía hacer ninguna pregunta acerca de Lan Zhan: los jóvenes no lo conocían, y no tenía ninguna excusa para averiguar sobre él con su hermano, sin despertar sospechas.

Lan XiChen era demasiado amable con él: lo primero que hizo fue destinar una de las habitaciones de la residencia para que se quedara, y cuando uno de los jóvenes de la secta le abrió las puertas de ese lugar, un más que conocido aroma a sándalo inundó sus sentidos: era la Habitación del Silencio, el antiguo dormitorio de Lan Zhan, que parecía suspendido en el tiempo, ya que su hermano lo había cuidado con esmero.

-Yo... yo no puedo vivir en este lugar... -alcanzó a decir Wei Wuxian, con un hilo de voz.

-¿Por qué no podrías? -Lan XiChen, parado en la puerta, lo miró con curiosidad.

-Es que ésto..., ¡ésto es demasiado lujoso para mí...!

El líder de secta le pidió al joven que había acompañado a Wei Wuxian a la habitación, que se retirara.

-Éste era el dormitorio de mi hermano. Hace casi trece años que está deshabitado, desde que él nos abandonó... -dijo Lan XiChen, que alcanzó a ver el disimulado gesto de Mo XuanYu, que se sujetó de un mueble para no tambalearse.

-Él..., su hermano... ¿Murió...?

-No. Lan WangJi sigue vivo, pero abandonó la secta.

-¡¿Qué?! -Wei Wuxian, eufórico y preocupado a la vez, encaró a Lan XiChen y lo llenó de preguntas-. ¡¿Cómo que los abandonó?! Pero, ¿ahora dónde está? ¡¿Está bien?!

El líder de secta no respondió sus preguntas:

-Tú no eres Mo XuanYu. Él es uno de los hijos ilegítimos de Jin GuangShan, y se quedó un tiempo en su secta hasta que lo echaron. Después de eso se volvió loco y sus familiares lo recluyeron en su residencia. Tú no pareces loco en lo absoluto. Dime, ¿quién eres? -le preguntó, con brusquedad-. ¿Por qué preguntas con tanta insistencia por mi hermano?

-Cometí un error al venir aquí... -dijo Wei Wuxian, vacilante-. Debo irme...

-¿Y arriesgarte a que Jiang Cheng te encuentre y te mate?

-ZeWu Jun..., yo...

Ante la mirada del líder de secta, las piernas del muchacho se aflojaron y tuvo que sentarse para no caer: no tenía más remedio que confesarle la verdad.

***

Decidido a no ocultarse más, Wei Wuxian asombró a Lan XiChen con su confesión. Después de escucharlo, el mayor se sintió aliviado por primera vez en mucho tiempo: la vida le estaba dando una oportunidad de enmendar su error.

Wei Wuxian también se enteró de un montón de cosas que lo entristecieron: lo ocurrido después de su muerte, de la cual no tenía demasiados recuerdos, y el intento de protegerlo por parte de Lan Zhan, que había terminado en su ataque a los mayores de su secta, y después en el cruel castigo de su tío.

-Mi hermano recibió treinta y tres golpes de látigo sin decir una palabra, pero después se fue, herido como estaba, a buscar tu cuerpo -dijo Lan XiChen, con la voz entrecortada por la emoción-. Pensamos que después volvería y aceptaría los tres años de reclusión que debía cumplir, pero no lo hizo. Estuvo refugiado en un pueblo del norte hasta que se curaron sus heridas, y después, con la ayuda de Nie Huaisang, fundó su propia secta: WeiLan.

-¿Wei...Lan...?

-Sí, él combinó tu nombre y el nuestro, seguramente para rendirte homenaje.

-Yo... yo debo ir a buscarlo... -murmuró Wei Wuxian, pero cuando quiso pararse, todo dio vueltas a su alrededor y cayó desplomado.

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