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Punto Final


Nota de autora: importante recordar que punto final supone la historia escrita por Lindsay.


Punto final.

«Ella lo amaba y él la amaba en ella, le gustaba cerrar los ojos y pensar que el futuro podría ser de ambos ¿Cómo un encuentro inesperado en un su juego de voleibol había acabado con ella siendo novia del mucha más inteligente, hermoso e increíble de todo Londres? No cuestionaba su suerte, estaba agradecida.

A ella le habría gustado estudiar en Escocia, pero había sacrificios que se hacían por amor y aplicar a la misma universidad para estar juntos fue una de ellas, aunque al final admitió que le encantó la universidad en su primera visita y la amó aún más cuando comenzaron su primer año universitario juntos.

Le habría encantado hacer tantos amigos cómo él, pero sus amigos se convirtieron en los de ella.

Le habría encantado que él quisiera pasar con ella tanto tiempo cómo ella lo deseaba, pero sus constantes "puedes salir sin mí, cariño" "decide qué quieres hacer" "no tenemos que estar todas las horas juntos, necesitamos espacio" y el que la alentara a ir fiestas sin él muchas veces la hacía sentir insegura.

Ella no le hablaba de la ansiedad, del constante sentimiento de sentirse menos e incluso inferior a todos, la incertidumbre de no saber quién era y el constante deseo de ser aceptada.

No le hablaba sobre los toques sutiles que su profesor de ética dejaba en su mano o cuando le metió un mechón de cabello detrás de la oreja.

Estaba feliz cuando él hizo un pequeño grupo para tener algo de control e influencia en la universidad, pero la inquietó cuando con rapidez algo pequeño se volvió más grande, pero no dijo nada, le sonrió y apoyó.

Él era la parte buena de sus días porque cuando estaba con él no tenía que pensar en lo mal que se sentía en ocasiones sin razón alguna, lo aterrador que le parecía el futuro y el constante sentimiento de no pertenecer a ningún lugar junto a la incertidumbre de no saber si esa era la vida que quería vivir ¿Quería ser realmente abogada incluso cuando era buena alumna? ¿Quería ir de fiestas?

Siempre sentía que algo faltaba, pero nunca lo decía porque tenía miedo de no ser escuchada o ser callada, le aterraba ser juzgada y burlada incluso cuando sabía que él nunca haría tal cosa.

Escondió que en algún punto a mitad de su primer año universitario, notas de una línea de un "admirador secreto" comenzaron a llegar, no le dio importancia.

No le dijo que a medida que él más se adentraba en otros asuntos a ella le parecía que más cosas raras comenzaban a sucederle.

Prendas de su ropa desapareciendo, más notas que comenzaron a parecer acertijos y cuando ella mencionó que su profesor de ética le había rozado el trasero, él se había enfadado muchísimo, le prometió que no estaba enfadado con ella, pero ¿Y si lo estaba?

Luego él intentó hundir a su profesor y falló y de alguna manera ella sabía que eso lo hacía sentir mal, se preguntó si la creyó una mentirosa o exagerada, pero no se atrevió a preguntar por miedo a la respuesta. Él comenzó a esperarla fuera de su clase de ética con semblante serio, pareciendo tenso y el profesor nunca más se le acercó, nunca más fingió toques inocentes, pero sí la veía, eso nunca dejó de hacerlo, pero ella no lo mencionó.

Todo parecía retomar su normalidad en el exterior porque por dentro ella aún se sentía de la misma forma, pero no lo decía.

Una chica en una fiesta le preguntó por qué alguien cómo su novio estaba con una persona tan patética cómo ella y le dolió no encontrar respuesta, admitir que a veces se hacía la misma pregunta ¿Por qué la amaba? ¿Por qué quería estar con ella si siempre habría mejores?

Era buena actriz, siempre parecía feliz, perfecta, segura.

Comenzó a ocultar que las clases se le estaban haciendo difíciles, que sus padres la presionaban con ser la mejor y que había comenzado a copiar algunos de sus exámenes, que estaba tan agobiaba que a veces su cuerpo rechazaba la comida. Ocultó que los ataques de ansiedad le daban antes de dormir, que su compañera de cuarto había conseguido píldoras para dormir y que egoístamente le estaba dando a su novio el peso de una vida que ya no entendía cómo vivir.

Él había mencionado con dulzura que la veía más delgada y ella lo había hecho sentir mal por ello cuando le preguntó si ya no le gustaba por eso.

A veces él la veía con fijeza y ella sentía que él lograba realmente verla, descubrir lo fea que era por pendro, cómo se estaba pudriendo, pero actuaba y lo distraía.

Él era cariñoso, le daba poder y siempre estaba abierto a escucharla, pero ella decía lo que pensaba que él quería oír y cuando él se daba cuenta tendían a discutir y ella lloraba porque él tenía razón y entendía su punto, pero él pensaba que lloraba porque estaba siendo hiriente, porque era débil y ella se sentía tan mal de no desmentirlo, ella se sentía mal de ser el problema y dejarlo pensar que él lo era, pero no lo detuvo.

Intentó terminarlo para que él encontrará a alguien mejor que ella, pero lo amaba y cuando veía a sus ojos y él le sonreía, susurrándole que la amaba antes de un beso, antes o después de hacer el amor, se acobardaba porque ¿Cómo podría dejar ir a lo único bueno en su vida?

Él no le decía todo, él también guardaba secretos.

Sabía que no le decía todo sobre lo que estaba haciendo en la universidad y la manera en la que rápidamente todos parecían conocerlo a veces pasaba demasiado tiempo en silencio analizándolo todo, su entorno, las personas, las acciones y nunca quería hablar de su mamá, decía que era un tema que no quería hablar y ella no presionaba.

Él era honesto, pero ella se preguntaba que tanto estaba acelerando y cuándo se detendría, si él pondría algún límite, hasta dónde lo llevaría.

Algo pasó, algo él hizo, pero nunca lo dijo.

Las notas comenzaron a llegar nuevamente y finalmente ella le dijo, cuando él lo supo, dejaron de llegarle a ella y ahora él las recibía, pero eran acertijos que sonaban sin sentido y que los hacía suponer que los querían intimidad, se decían que alguien enfadado seguramente estaba haciendo una broma.

Se volvieron más cercanos, pero también discutían más y entonces un día él dijo que tal vez deberían tomarse unos días separados y dolió, así que lloró y lloró y él se disculpó aunque no debiera hacerlo y ella se odio un poco más por no decirle que no había hecho nada malo, pero cuando la abrazó se sintió segura, en sus brazos siempre lo hacía.

Una noche ella no quería ir a una fiesta afuera de la universidad, pero no lo dijo y cuando él preguntó, notando su inquietud, si quería que se quedaran en su fraternidad y vieran películas, ella se negó porque quería hacerlo feliz, porque sabía que había una persona con la que él quería hablar en esa fiesta y no quería ser una novia estorbo.

En el camino, en la parte trasera del auto de uno de los amigos de él, se besaron, susurraron, parecía un sueño y cuando ella le dijo una vez más que lo amaba, él le devolvió las palabras sin dejar de sonreír.

Él le pidió bailar, pero ella no quiso y permaneció a su lado hasta que él fue al baño y una chica se acercó a ella, le habló, pensó que era alguien de su clase así que aceptó la bebida que le ofreció, pero al ver una cicatriz en el lateral del rostro de la chica a través del maquillaje se dio cuenta de que no la conocía, pero no se fue, estuvo con ella hasta que le dio calor, hasta que se dio cuenta de que necesitaba aire, que era más urgente salir que esperar a que Jagger volviera. La chica cuya cicatriz parecía más visible se ofreció a ayudarla cuando ella comenzó a tropezar con sus propios pies y la cabeza comenzó a darle vueltas.

Estirando una mano que cada vez se sentía más pesada le tocó la sien hasta el labio sintiendo la cicatriz furiosa que parecía haber sido con un objeto filoso y la chica maldijo algún "puto trébol".

No salieron por aire, la chica la llevó a otro lugar, no supo a dónde y luego se sintió cómo una muñeca a la que manejaban.

No estaba inconsciente, podía oír y sentir una superficie plana y dura sobre la espalda. Sus tobillos se sentían restringidos cuando quiso cerrar las piernas y sus manos atadas. Cuando consiguió apenas abrir los ojos, vio mascaras cubriendo narices y ojos, pero no bocas, esas bocas se movían riendo, hablando y diciendo cosas que la asustaban, pero no podía huir.

No podía hablar, su lengua pesaba, pero escuchó y deseó no haberlo hecho porque entonces supo que se avecinaba una pesadilla.

Se preguntó por qué no dijo todas las cosas antes.

Se preguntó por qué no escogió quedarse en casa viendo películas con su novio.

Se preguntó por qué se enamoró de él.

Y cuando la pesadilla comenzó dejó de hacerse preguntas porque solo podía sentir dolor y rogarle al cielo que le permitiera morir.

Si antes se sentía perdida...

Ahora se sentía muerta.»

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