El brazo me dolía cada vez más a medida que Simón lo apretaba para evitar que pudiera soltarme, lancé unas cuantas maldiciones y amenazas que por el momento no me servirían de nada ya que era yo contra 5 salvadores, no ganaba esa lucha ni con el aire de todos los dioses. Apenas pude ver esas botas que tan bien conocía solté un suspiro exasperada. Simón me empujó a la vez que me soltaba.

—Maldito idiota deberías ser más delicado. —Escupí sobre su cara con rabia.

La risa de los demás presentes se oyó.

—Lo dice la misma persona que me acaba de lanzar baba a la cara. —Dijo mientras se limpiaba el rostro.

—Pueden marcharse. —Oí la voz de Negan y todo mi cuerpo se tensó poniéndose alerta.

—¿Qué hago aquí? —Me voltee para poder observarlo, y el corazón me dio un vuelco al verlo.

—Te marchaste, así sin más y me dejaste sólo.

—¿Te tengo recordar el por que me marche? —Me cruce de brazos, el corazón me seguía palpitando con fuerza.

—Por favor. —Esa estúpida sonrisa sarcástica se formó en su rostro, me gustaría poder golpearlo.

—¿Es una maldita broma?

—¿Debería serlo?

—Dijiste "pues vete", con mucho desdén, sabes.

—No era cierto _________, no pensé que te lo tomarías en serio. Fue una simple pelea de pareja.

—Nosotros no somos pareja, y no lo fuimos. Te lo recuerdo.

—Pero era casi lo mismo. —Le quitó importancia—, ¿estás lista para volver?

—No volveré Negan.

—¿Qué? —Me miro y se rió sin gracia.

—No volveré al santuario Negan y no volveré contigo.

—¿Acaso ya no me amas? —Un nudo en la garganta se formó.

—Te amo Negan... Y mucho. Es sólo que ya no me agradas. —Baje la mirada evitándolo.

—¿Qué? —Murmuró.

—Tu forma de liderar este lugar, tu manera de ser con todas estas personas... Y-Yo no puedo Negan, lo intente pero no puedo hacerlo.

—No me hagas esto _________. —Seguía murmurando y su voz ahora sonaba apagada.

Mire a los alrededores encontrando una puerta abierta, necesitaba marcharme de ese lugar, tome mi mochila y mis cosas, me voltee para observarlo por última vez.

—Lo siento Negan, realmente lo siento.

Y me marche dejándolo sólo, al fin y al cabo él siempre lo estuvo.