La habitación en la que Negan habitaba se encontraba lúgubre comparada con otras veces, platos sin lavar, ropa amontonada, persianas cerradas y el olor a alcohol se hacían presentes en la pieza. Me adentre más a oscuras tratando de buscar al líder de los salvadores, encontrándome con él sentado en el sofá que había ahí.

Tenía su cara escondida entre sus manos, su respiración daba a entender que había llorado ya que trataba de regularla. Me acerque levemente, pero apenas di unos pasos Negan se levantó abruptamente.

—¡Vete de mi puta habitación!

—¡Hey, amigo tranquilo! —Lo frene poniendo mis manos en su pecho.

Negan me miro fijamente, sus ojos destellaban odio y dolor.

—Vete de mi puta habitación __________. —Me hablo lentamente.

—Necesito saber como estás, llevas tres días encerrado acá, sin comer y por lo visto sin luz del día. —Apunte las cortinas.

—Estoy bien, gracias. Ahora vete.

—¿Qué mierda te pasa Negan?

—¿No puedo simplemente estar sólo?

—Claro que puedes, pero tu no eres así.

—No han sido unos buenos días ________. —Soltó un suspiro y se volvió a sentar.

Me senté a su lado y acaricie su espalda, Negan se volteó a mirarme.

—¿Por qué sigues a mi lado?

—Porque me agradas. —Reí levemente y él me dio una leve sonrisa.

—No quiero que salgas dañada, quiero protegerte.

—Lo haces, ambos lo hacemos con el otro.

—No tienes porque pagar por mis demonios __________, sólo vete, márchate para ser feliz.

—Estoy feliz a tu lado. —Su mirada no se alejaba de la mía.

—Estoy en el límite del infierno. —Rió sin ganas—, tengo demasiado demonios en mi interior que aún no conoces.

—Entonces permíteme conocerlos.