Negan observaba el entrenamiento que tenía con los salvadores, reía con fuerza cada vez que yo terminaba derribando a alguno o simplemente les daba un golpe.

Cuando la hora de entrenar ya había terminado me baje de la tarima para poder secarme el sudor. La presencia de alguien me distrajo y termine chocando con una de las bolsas de boxeo.

—Para ser una de las mejores peleadoras, eres pésima para fijarte en cosas básicas. —Apunto la bolsa y rió.

—Mátate. —Murmuré.

—Idiota.

—Egocéntrico.

—Niñata.

—Inmaduro.

Negan en menos de cinco segundos me tenía acorralada en la pared, tenía la sonrisa pegada en el rostro.

—Eres una infantil. —Murmuró.

Mi corazón comenzó a palpitar cada vez con más fuerza, Negan era claramente atractivo y verlo a sólo tres centímetros de mis labios no ayudaba. Me sentía un manojo de nervios.

Coloco ambas manos alrededor de mi cabeza y se acercó un poco más, nuestras narices sólo rozaban.

—Eres insoportable Negan.

Él rió levemente y posó su mirada en mis labios, una de sus manos bajó a mi cintura, mis manos descansaban en su pecho.

—Y tu eres una maldita desgraciada, pero me gusta pequeña. —Murmuró.

El líder borró todo rastro de distancia entre nosotros, uniendo nuestros labios en un beso salvaje pero dulce a la vez. Tomo con fuerza mi cintura y yo pase mis brazos alrededor de su cuello.

Nos separamos por falta de aire, Negan pegó su frente a la mis mientras regulábamos nuestras respiraciones.

—Sigues siendo un maldito idiota.

Ambos reímos mientras nos volvíamos a besar.