13.- Little things.
El santuario había sido mi hogar durante el último tiempo, si bien no estaba de acuerdo con la mayoría de las cosas que hacían, era el único lugar donde podía dormir en una cama al final del día. Había llegado al lugar por invitación de Negan tras ayudarlo cuando él se encontraba en el bosque, si bien ambos teníamos distintos tipos de sobrevivencia, sabíamos complementarnos.
El sonido de alguien llamando la puerta me distrajo de mis pensamientos. Me levanté y en cuanto abrí me encontré con Dwight.
—Negan necesita de tu ayuda, está en su habitación. —asentí mientras salía de mi cuarto.
—Gracias Dwight.
El rubio me dio una sonrisa sincera y se marchó por el lado opuesto a donde yo iba, apenas llegue toqué la puerta.
—¡Pasa! —se escucho las voz de Negan tras la puerta, entré y lo encontré con una cámara en sus manos.
—¿Me necesitas? —él asintió.
—Te tengo dos sorpresas. —lo mire con duda. —no pongas esa maldita cara.
—¿Qué cosas?
Él se acercó con una sonrisa sincera y me pasó la cámara que anteriormente tenía en sus manos.
—Cuando nos conocimos dijiste que era aficionada a la fotografía, quise hacer un buen gesto. —sonreí espontáneamente.
—Gracias. —mire con fascinación la cámara.
—Tendrás el honor de sacarte una foto conmigo primero. —tomo la cámara en sus manos y la apunto hacia nuestra dirección, él sorpresivamente hizo una cara estúpida mientras yo reía. La foto salió tras apretar el botón.
—¡Oh dios! —reí mientras veía la foto, Negan se acercó a mi lado y encuentro la vio rió fuertemente.
—Esta fotografía definitivamente será nuestro secreto.
Asentí, seguí observando la cámara mientras Negan me mostraba los nuevos libros que habían encontrado junto a otras cosas. El sonido del reloj que marcaba una nueva hora sonó, ambos miramos y marcaban exactamente las tres de la madrugada.
—Definitivamente hoy ha sido un buen día. —sonreí cuando lo oí decir eso.
—¿Otra fotografía para conmemorar el momento? —él asintió y se acercó más.
Saqué la fotografía y me aleje unos centímetros, Negan me miro y en menos de cinco segundos se encontraba pegando sus labios sobre los míos. Se alejó unos centímetros con una sonrisa.
—Quería que el día fuera redondo. —reí y él se volvió a acercar.
—Idiota. —murmure entre el beso.
—Me gustaría ser tu idiota. —me guiño el ojo.
Reí. Al final te das cuenta que lo pequeño siempre es lo importante. Las conversaciones a las tres de la mañana, las sonrisa espontáneas, las fotos desastrosas que te hacer reír a carcajadas. Todo eso vale la pena cuando es con la persona correcta a tu lado.
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