Simón me agarro con fuerza del brazo y tiro para que caminara más rápido.

—Soy mucho más baja que tú, deberías saber que caminare más lento capullo. —escupí con rabia.

—Entonces pequeña deberías evitar darme estos dolores de trasero y ambos nos quitaríamos bastantes problemas de encima.

—No estaba escapando, sólo quería pasear un poco, el idiota de tu líder debería saberlo.

—¿Siempre darás la misma excusa?

—No es una excusa, estoy diciendo la verdad.

—Claro. —bufé.

Me dejo de empujar apenas llegamos delante la puerta de Negan, Simón toco y unos segundos después el líder apareció ante mis ojos.

—Déjanos solos Simón.

Me dejo pasar, entré y me cruce de brazos.

—¿Cuándo dejarás de darme dolores de trasero?

—¿Cuándo podré irme?

—Nunca. —respondió.

—Ahí tienes la respuesta de tu pregunta. —Negan rodó los ojos.

—Te propongo algo.

—¿Qué?

—Te dejaré salir, pero con una condición. —fruncí mi ceño. —lo haremos juntos.

Y si me hubiera negado o no, a él no le hubiese importado. Al otro día ambos nos encontramos en la entrada del santuario para poder salir.

Comenzamos nuestro viaje en auto hasta llegar a una parte del bosque, nos adentramos.

—Extrañaba esto. —suspiré.

Ambos comenzamos a hablar hasta que el ruido de un trueno nos distrajo, unos segundos después la lluvia comenzó con gran intensidad.

—Hay una cabaña por aquí, vayamos. —asentí y corrimos en dirección a la cabaña.

Apenas llegamos tratamos de regular nuestra respiración.

—Hay leña por aquí, encenderé la chimenea para poder calentar este lugar.

Asentí y mientras él se encontraba en eso, yo me encargue de sacarme la ropa mojada.

—¡Pero que maldito show me estoy perdiendo! —rodé los ojos.

—Deja de ser un maldito idiota.

Negan rió, él también comenzó a sacarse la ropa, lo mire y por inercia mordí mi labio.

—¿Disfrutando la vista preciosa? —quite rápidamente mis ojos de él.

—Claro que no.

Negan puso nuestra ropa para que le pudiera llegar el calor. Lo mire otra vez, y él hizo lo mismo conmigo. Sin pensarlo dos veces me acerque a él y lo besé, Negan agarro mis piernas y las enrolle en su cintura. Avanzo conmigo y me recostó en el sofá.

—Dios, no sabes cuanto deseé esto preciosa.