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Capítulo XXXll: El relojero

“El reloj puede contar las horas, pero el tiempo se mide por las memorias que creamos”
                                      |Draven Villeel|

✝ Suiza, 1830.

  K Y V E   V L E I D

Cada segundo de nuestra vida es valioso y para mi el tiempo de vida es como un reloj que inicia desde nuestra existencia y sigue su curso hasta dejar de existir.

Seas mortal o inmortal, dependemos de un lapso de tiempo.

Cuando las manecillas de nuestro reloj se detienen, eso que tanto temes te alcanza. La muerte te acecha y aunque alguna vez tuve la oportunidad de volver a vivir, nunca escape de ella, como vampiro la misma muerte me alcanzó.

Desde niño, he valorado el tiempo como el gusto por los relojes por legado de mi padre Karl Meyer. En Suiza, desde que era pequeño lo vi arreglar, conseguir nuevos relojes para venta e intercambio. Siempre tenía un reloj en mano, antes de mi existencia mi padre se dedicaba a viajar por todo el Mundo buscando clientes y en uno de esos viajes, conocío en Filipinas al amor de su vida, mi madre biológica Chiara Reyes.

Y por ellos, sé que el destino los hizo cruzarse en aquel día que Chiara se le acercó a Karl para preguntarle la hora. Pretexto, no estoy seguro pero hubo química. Se dieron la oportunidad de conocerse y mi padre comenzó a conquistarla hasta que la convenció de vivir con él en Suiza y de su amor, existi y nací yo.

Lamentablemente, el tiempo para Chiara Reyes venció. Cuando cumplí 15 años, la vi morir y su propio reloj de vida, se detuvo ante mis ojos.

Ella estaba gravemente enferma, por más curanderos revisarla no había mejoría y cara día la vi deteriorarse siendo impotente al no poder ayudarla.

Recuerdo que ese día, estuve cada segundo con ella, sin soltar su mano mientras Chiara permanecía en cama. Cada vez se le dificultaba respirar y ante ella fingi ser fuerte. Le hice recordar los viajes de mi padre, aquellos que nos contaba a ambos en la mesa y una débil sonrisa surgió en su pálido rostro.

Entre lágrimas, le jure falsas promesas. Quise darle fuerza para resistir pero mi madre, no iba a soportar más.

Constantemente revisaba la hora en su reloj, un obsequio de mi padre cuando él no estaba presente cuando salió de viaje buscando una cura para el amor de su vida. Por más que le insistí en no irse, partió jurando regresar y quise consolar a mi madre pidiendo esperarlo.

—Ky.. ve —ella con esfuerzo pronunció mi nombre.

—Aquí estoy Madre —limpie las lágrimas de mis mejillas y fingí una sonrisa— vas a estar bien, te vas a curar. Mi padre no debe tardar con la cura.

—Hijo —entre cerro los ojos— mi tiempo...

—No te irás —la interrumpi y la abracé con cuidado —resiste Madre, te necesitamos.

Su respiración fue cada vez más lenta podía sentir el leve movimiento de su pecho.

—El reloj... —me alejé sin ocultar mi mal estado— es tuyo.

—No puedo aceptarlo, es valioso para ti por mi padre.

—Kyve —ante su mirada, sostuve su reloj en mi mano— te lo obsequio... hijo.

—Madre —la vi cerrar los ojos y el mal presentimiento me invadió— Mamá —rápido la revisé. Ella sin signos vitales. No soporte el dolor y lloré aferrado a su reloj— te juro... que lo cuidaré y siempre... lo llevaré conmigo —observé la hora en el reloj, 12:00 de medio día y volví a abrazarla. Por primera vez ajeno del tiempo a mi alrededor.

No obstante, escuché la puerta ser abierta como sus pasos.

—Kyve.

Ante su voz me alejé del cuerpo de mi madre y gire a verlo en lágrimas.

—Murió —le avise.

Vi el rostro de mi padre decaer, demostró tristeza hasta llanto cuando se acercó a la cama y se aferro de ella con cientos de disculpas cuando llegó demasiado tarde.

Chiara Reyes tuvo un sencillo funeral con solo nosotros para decirle el último adiós y desde ese día, la relación de padre a hijo, cambió.

Mi padre se volvió silencioso, solitario y dejó de viajar cuando se dedicó día y noche, todos los días a la relojería Meyer que por honor a mi madre, cambió el nombre y fue Relojería Chiara

Pocas veces teníamos una conversación de padre a hijo. Durante la mesa, las comidas fueron silenciosas cuando él dejó de relatar sus aventuras en cada viaje. Sin embargo, tuvo mi apoyo.

En una reducida familia por ser hijo único, por cuatro años fuimos solo nosotros dos.

La fecha de la muerte de mi madre, era el único día que mi padre cerraba y bebía alcohol en casa hasta perder el conocimiento. Después volvía a ser dedicado a su trabajo.

En mis tiempos libres tras no acudir a todo habitante enfermo con intención de cuidar en nuestra zona, me dediqué a ayudarle en la relojería. Varias veces fueron turnos completos, todo el día en el momento que se abría y era desesperante la espera a clientes cuando eran pocas ventas más Karl Meyer mantenía la esperanza de vender cada reloj.

Detrás de la barra, con varios relojes sobre la madera, esperé cada cliente sin dejar de revisar la hora. Mi momento preferido era la hora de cerrar y ese día faltaban pocos minutos.

Afuera era de noche, mi padre había salido con un cliente por la venta de un reloj hasta tratos.

Con el reloj de mi madre en mano, esperé la hora y justo en la mancilla correcta, rodee la barra y me dirigí a la puerta. Estuve apunto de bajar las cortinas cuando una silueta del otro lado me asustó.

—Buenas noches, estoy por cerrar.

Obtuve su fija mirada en mi que pese a él ser joven, de cabello negro como vestir con elegancia tenía era mirada profunda.

Pasé saliva y me obligue a abrir la puerta.

—¿En qué puedo ayudarle?

—Una relojería —él habló con acento ajeno a mi lugar natal— tengo curiosidad por indagar.

Fingi una sonrisa y retrocedí.

—Puede entrar —me di la vuelta y le permití la entrada a un desconocido. Más era cliente y a mi padre lo único que le importaba era vender— Tenemos varios relojes a su disposición —me coloqué detrás de la barra y lo vi observar a su alrededor— si le apetece, puede revisar el reloj de su agrado.

Él se acercó y observó cada reloj hasta regresar su mirada en mi.

—¿Valoras tú tiempo, Kyve Meyer? —ladeo la cabeza y debió leer mi nombre en la pequeña tarjeta en mi pecho del lado derecho.

—El tiempo es muy valioso para todos.

Él asintió y apoyo sus manos enguantadas sobre la barra.

—Tiempo, lo conllevo día a día —debió sentir mi nerviosismo cuando bajó la vista— Cuéntame de cada reloj.

Pasé salíva, tome valentía y quise sonar lo más profesional cuando de extraña manera, su presencia era tensa y abrumador el ambiente a nuestro alrededor.

—Tenemos este reloj de 1825 y por aquí —señale otro— nuestro modelo más reciente— 1829.

—¿El reloj de la esquina? —él señaló.

Hice memoria cuando aprendí por mi padre.

—Ese reloj fue creado en 1820, por Arbet Bodgan.

—Interesante —lo vi avanzar haciendo eco con sus dedos al tocar la barra— ese reloj parece antiguo.

Desvíe la vista hacia donde señaló y al ver el reloj, asentí.

—Es nuestro modelo más antiguo —no logré recordar la fecha así que acudí a los apuntes de mi padre— un momento, por aquí debe estar —lo busqué en cada página bajo su atenta mirada que me volví torpe cuando dejé caer las hojas al suelo— una disculpa.

—1770 —habló al ponerme de pie con las hojas en desorden en mano— creado en un año importante.

Asentí cuando él era conocedor.

Me sorprendió cuando lucia demasiado joven pero mayor que yo hasta en altura me superaba.

—¿Lo quiere adquirir?

—Es antiguo.

—Está en perfectas condiciones, mi padre los repara cada cierto tiempo.

—Es el más valioso de todos ¿Cúal es su precio?

Volví a lucir con la mente en blanco.

Nervioso dejé el reloj en su lugar y me di la vuelta. Busqué en la repisa las anotaciones de mi padre en cuanto precios.

—Reloj 1770 si está en lo cierto —reí sin ánimos tras buscarlo en la lista— le aviso que tendrá un alto precio.

—Lo vale —me respondió y reino el silencio tras dedicarme a buscar.

—¡Lo encontré! —celebre— su precio es... —al alzar la vista no lo vi más y molesto, dejé las anotaciones de mi padre sobre la barra.

No era el primer cliente que se iba por la tardanza. Una perdida más.

Frustrado, me dediqué a acomodar todo en su lugar y después cerré la relojería.

Entre la noche avancé rumbo a casa y debí ser paranoico cuando me sentí vigilado hasta cruzarme a mi padre.

—Hola hijo.

—Padre —le sonreí y avancé a su paso—acabo de cerrar la relojería.

—¿Algún cliente?

Recordé al extraño más no valía cuando no adquirió nada.

—Ninguno desde que te fuiste.

—Son difíciles tiempos, Kyve.

—¿Vendiste el reloj? ¿Hubo un intercambio?

Karl Meyer me mostró su mano donde mantenía un reloj de bolsillo insertado con una cadena.

—1819, no vale mucho. Bruno no quiso más tratos conmigo, es lo único que obtuve de él.

Suspiré.

—Padre, la relojería...

—No Kyve, es mi legado, tú herencia como promesa a tú madre —giró a verme— vamos a seguir ¿De acuerdo?

—Si padre —bajé la vista y el resto del camino fue silencioso.

Cuando llegamos a casa, cada uno partió a su alcoba. Al principio se me dificultó dormir cuando eras esas veces que sentí la presencia de mi madre conmigo, otras la recordaba y me superó la tristeza al llorar hasta que el sueño me venció.

A la mañana siguiente, era la misma rutina. Ser despertado por mi padre a muy temprana hora, contarme los minutos tras revisar mi reloj. Un aperitivo rápido e ir con él a la relojería.

Parte del día juntos hasta que él tenía que salir. Ese día me tocó atender dos clientes nada más, la única venta muy baja del día más era algo a comparación a otros días de ningún cliente entrar a la relojería.

Recuerdo perfectamente aquella noche. La última vez que revisé la hora en mi reloj eran las 7:00 pm y debío ser la aburricion que me venció el sueño.

Muy malo de mi parte, posiblemente en vista de mi padre, me hubiese regañado más fui despertado por ese mismo sujeto misterioso de la noche anterior.

—¡No! —grite al despertar exaltado y observé a mi alrededor. Seguía en la relojería y fue cuando me di cuenta de su presencia— lo... siento.

—Tienes un sueño profundo.

Carraspee y pase mis manos por mi cabello castaño.

—¿Qué se le ofrece?

—Nicolaik Vleid —él me extendió su mano enguantada y dudoso la acepté —me interesa, ese reloj —al soltarme, señaló mi mano donde aún tenía mi reloj en mano.

—No está a la venta, es un obsequio de mi madre —lo observé y bajé la vista— me lo dio antes de morir.

—Mis condolencias Kyve —alze la vista al escucharlo— ¿estás solo?

—Con mi padre, Karl Meyer es el dueño de esta relojería —él asintió y bajo su atenta mirada, oculte mi reloj en mi bolsillo— tenemos un nuevo reloj en venta.

—Vine por el reloj más antiguo.

—De acuerdo, por aquí —lo guíe hasta el reloj y se lo entregué — puede revisarlo Señor Vleid.

—Nicolaik Vleid, de esa forma prefiero —asentí ante su mirada y revisó el reloj por unos segundos hasta que lo dejó en su lugar— Kyve, estoy realmente interesado.

En ese momento, la puerta fue abierta y mi padre entró.

—Él es mi padre —le avisé.

—Buenas noches, joven —avanzó y rodeo la barra hasta situarse a mi lado—Karl Meyer. Bienvenido a la relojería Chiara.

—Un gusto, Nicolaik Vleid —él le extendío la mano y en su momento no me pareció extraño verlo usar guantes cuando varios lo hacían.

—Quiere el reloj antiguo —le avisé a mi padre.

—Ese reloj vale muchas monedas.

—Lo quiero, lo pagaré —mi padre le indico la alta cantidad y en segundos él dejó una pequeña bolsa con monedas sobre la barra— ¿eso es suficiente para entregarme algo muy valioso para usted? —desvío la vista en mi.

En su momento fui ingenuo cuando Nicolaik Vleid no fue a comprar un viejo reloj, cuando en realidad fue a mi.

Enseguida, mi padre contó cada moneda de valor siendo mayor cantidad que desde hace mucho tiempo, ninguno había visto.

—Esto es demasiado.

—Es todo suyo —con esa vaga respuesta, él sostuvo el reloj y se marchó.

A ambos nos dejó impactados cuando al fin había algo que celebrar de regreso a casa. Más nunca imagine esa misma noche, perder a mi padre y cambiar mi vida por completo.

Faltaban media hora para cerrar. Mi padre había contado cada moneda y anotado la alta cantidad. Después de tanto tiempo, volvía a lucir feliz y sonriente.

—Kyve, ven aquí —dejé de revisar mi reloj y me acerqué a él del otro lado de la barra— estás monedas son para ti.

—Son tuyas.

Él las dejó a la fuerza en mi mano.

—Hijo, las mereces —hizo una corta pausa— Perdóname por no ser un buen padre para ti cuando más me necesitaste, pero eres mi hijo y nunca dejaste de importarme —le sonreí.

—Gracias padre, esperaba mucho tus palabras.

Todo pareció mejorar en nuestra relación de padre a hijo cuando todo sucedió tan rápido.

Dos hombres entraron a la tienda con rifles y nos amenazaron a cambio de toda la ganancia.

—¡Kyve! —me costó reaccionar cuando uno de ellos me apuntó a mi. Más mi padre fue rápido al moverse y colocarse frente a mi.

—Padre, no...

—Silencio hijo —me interrumpió— Váyanse, no tengo nada.

Uno de ellos le apuntó.

—¿Tú vida o tú dinero? ¡Rápido!

Ante la desesperación, busqué las monedas en mi bolsillo y se las entregué.

—Padre, nos van a matar —le pedí con miedo.

—Tranquilo hijo —él imito mi acción y les entregó todas las monedas adquiridas de la venta por el viejo reloj—es todo lo que tenemos.

—Queremos todos los relojes.

—¡Eso jamás! —les respondió mi padre y la primer bala cayó en él.

—¡Padre! —lo vi herido del pecho como la sangre manchar su mano al cubrirse.

—Kyve —emitió con esfuerzo y cayó al suelo.

—¡No papá! —estuve por socorrerlo cuando fui jalado por uno de ellos— no mueras —le pedí con lágrimas en mis ojos al verlo desde el suelo.

—Los relojes —el mismo sujeto me empujó a la barra lejos de mi padre— ahora —con cada rifle suyo me apuntaron más permanecí inmóvil en mi lugar con mucho miedo— ¡¿estás sordo?!

Rápido cubrí mis odios cuando dispararon a mi alrededor y ante mis ojos, sucedió tan rápido que apenas pude procesarlo.

Sus disparos se detuvieron, sus rifles cayeron al suelo y de cada uno brotó sangre de su boca. Sin creerlo, uno terminó sin cabeza y el otro, con un hoyo en su pecho hasta caer al suelo.

Al instante vi al responsable, oculto detrás de ellos estaba Nicolaik Vleid con maldad en su mirada y un corazón en mano.

Aquella ocasión, fue la primera vez que lo vi sin sus guantes como ver unos colmillos sobresalir de su boca que me costó reaccionar.

—¿Qué... eres? —él dio un paso adelante y dejó caer el órgano al suelo—¡No te me acerques!

Temi por mi vida y por la de mi padre.

Me obligue a reaccionar y avancé lentamente bajo su atenta mirada hasta llegar a mi padre.

—Está muerto Kyve, no escucho más su corazón mortal.

Negué varias veces hasta que lo comprobé.

Lloré una vez más por la pérdida, sostuve su cabeza con un gran dolor en mi pecho al perder a mi única familia.

—No todo está perdido —resono su voz— tienes la oportunidad de una nueva vida, Kyve.

—¡Perdí a mi padre! ¡¿No lo estás viendo?! —las lágrimas se deslizaron por mi mejilla.

—Escúchame, te elegí para ser un nuevo Vleid.

Lo ignore por completo cuando bajé la vista en mi padre y pese a saberlo, le pedí despertar.

—Que desastre —ante esa voz, alze la vista y vi a una hermosa dama entrar y observar alrededor hasta detenerse a su lado— ¿Es él?

—Él es Kyve, Madre.

Dejé de llorar cuando los dos me parecieron extraños. Aquella dama con su ampon vestido negro como la noche, se acercó a mi con su abanico cubriendo parte de su rostro.

—Soy Scarlet Vleid, encantada de concerte mi futuro hijo.

—¿Qué? —la observé fijamente y ella bajó su abanico y comprobé unos largos colmillos iguales a los suyos en el momento que Nicolaik Vleid apareció a su lado.

—Nosotros pertenecemos al vampirismo y tú puedes ser un Vleid. Mirate, estás solo, sin creadores, en malas condiciones. Con nosotros tendrás una eternidad.

—Eterna juventud y nueva Familia. Todos vamos a recibirte encantados —ella mencionó y extendió su mano enguantada hacia mi— solo tienes que aceptar.

Observé a cada uno sin creerlo.

—Ser un vampiro —dije procesando la noticia cuando acababa de descubrir la existencia de esas criaturas nocturnas— no lo sé.

—Date prisa, el tiempo vence.

Una vez más, observé a mi padre sin vida y no quise sufrir más. Me dejé convencer cuando mi mayor miedo era morir y la oferta de ser vampiro e inmortal parecía nunca caducar.

—Si —respondí en voz baja— acepto ser como ustedes.

—Hijo mio —Scarlet Vleid me recordó a mi madre cuando con dulces palabras y amabilidad me ayudó a ponerme de pie— no te vas a arrepentir —se acercó demasiado a mi con sus colmillos cerca de mi cuello— solo te dolerá un poco.

Permanecí inmóvil y estuve apunto de marcarme cuando retrocedi.

—Mi padre ¿pueden curarlo? Darle la misma oportunidad...

—No Kyve, la oportunidad es solo para ti y con un muerto, no funciona. Mi Madre te inyectara el veneno vampirico mientras tú corazón aún late y tendrás que morir para revivir.

Asentí al entenderlo.

—Bien, pero jurenme que voy a despertar.

Ambos compartieron una mirada cómplice.

—Volverás Kyve, en un nuevo Vleid.

Sin más rodeos, Scarlet Vleid usó sus colmillos en mi. Sentí el inmenso dolor como la debilidad al caer de rodillas al suelo en el momento que ella se alejó. Ante mi mirada, Nicolaik le entregó un rifle cuando él se negó a usarlo. Por un instante tuve miedo pero era el precio. Ella sostuvo el rifle sin dudar y resono el disparo.

Lo último que sentí fue la bala en mi frente. Fue una muerte instantánea y cerré los ojos, por poco tiempo pensé reencontrarme con Chiara y con Karl.

Sin embargo, cuando desperté desconocí a mi alrededor. Estaba rodeado de extraños cuando solo reconocí a Scarlet Vleid como a Nicolaik y todo era lujo. No estaba más en la relojería.

—Conozcan a Kyve Vleid —ella anunció y me ayudó a tomar asiento en un sillón.

Al instante me sentí extraño, con un mal sabor de boca, dolor en mis ansias, mucha sed, adrenalina por todo mi cuerpo, los sentidos intensos como vi la pálidez de mis manos.

—Bienvenido a la familia —resono una dulce voz. Al desviar la vista mis ojos vieron a la dama más hermosa en toda mi vida. Ella pálida, con sus rulos oscuros portando un vestido color rosa— Sasha Vleid —hizo una reverencia y en ningún momento dejó de sonreír mostrando unos colmillos.

—Blood Vleid —ante otra nueva voz, deje de verla a poca distancia vi a un tipo castaño con una copa en su mano—un gusto conocerte Kyve.

Dejé de observarlo cuando escuché un carraspeo y lo más alejado estaba otro.

—Maxius Vleid, él no es la gran cosa.

—Máximo —habló ella— Kyve, es igual de valioso que todos —Scarlet Vleid me hizo verla ante su agarre en mi barbilla— somos tú nueva familia.

Humedeci varias veces mi labios.

—Tengo sed.

Ella sonrió ampliamente con malicia.

—Beberas sangre —me soltó y le fue entregada una copa con un líquido carmin.

—No puedo.

—Es lo que eres Kyve, como vampiro la necesitas —me dijo Nicolaik que en todo momento estaba cruzado de brazos.

—No es tan desagradable el sabor como creés —la tal Sasha se inclinó un poco— inténtalo.

Me perdí segundos en su mirada hasta que me obligaron a desviar la vista. Scarlet Vleid tomó asiento a mi lado con la copa en mano.

—¿Es sangre animal? Porque no puedo beber sangre de un ser indefenso que...

—Shh —selló mi boca con su dedo— Hijo mío, es sangre mortal.

Fue peor y no evite el horror.

—Te equivocaste de humano, Nicolaik.

—Estabas en las mismas condiciones Maxius, como todos —él le respondió al castaño que todo parecía que no le agrade.

—Kyve, pruebala —Scarlet Vleid me entregó la copa. No medí la fuerza cuando la frágil copa terminó rota en trozos de vidrio con sangre esparcida que cayó sobre mi y sobre ella.

—Lo siento —emití el voz baja ante el silencio— soy... torpe.

—Fue un accidente, no te preocupes hijo mío —ella no lució molesta y se levantó— Nicolaik, hazte cargo. Iré a cambiarme.

—Te acompaño Madre.

Bajo mi atenta mirada, vi a ambas vampiresas retirarse al subir las escaleras.

—Kyve —regresé la vista en Nicolaik al escucharlo— lo volverás a intentar. Blood, otra copa —el susodicho se marchó con increíble velocidad y poco se demoró en volver— Como vampiro, la fuerza te supera y eso debes controlar —asentí varias veces y de su bolsillo lo vi sacar mi reloj que reconocí— es tuyo.

—Mi reloj —se lo arrebate y comprobe que funcionara— muchas gracias.

—Tú copa de sangre —alze la vista cuando el tal Blood me entregó la copa y con lentitud, la sostuve.

Sin embargo, volvió a destrozarla cuando los vidrios cayeron sobre mi como la sangre y empeoró mi mal humor como la sed por el olor.

—Novato —se burló de mi el vampiro de la esquina.

—Maxius sin burlas —fue suficiente su voz para él guardar silencio. Nicolaik pasó sus manos por su cabello y compartió una mirada con el vampiro a su lado.

—Me haré cargo, conmigo vas a aprender a ser vampiro Kyve —ignore su extraño nombre. Nadie se llamaba Blood más acepté su mano enguantada que el simple tacto, me superó en fuerza al quejarme— mi dispiace.

Asentí y revisé mi mano.

Solo de ellos dos tuve la ayuda cuando Maxius lució indiferente conmigo hasta llegó a amenazarme. Al principio creí que era celos por ser el último humano convertido hasta que llegué yo. Él más joven de los cinco y para Scarlet Vleid, su nuevo hijo.

En cuanto Sasha, pocas veces hablé con ella cuando siempre estaba nervioso y solo me comporte torpe. Ella tuvo una mala impresión de mi.

Scarlet Vleid solo vio los avances cuando conocí todo del vampirismo, ventajas y desventajas como enemigos en común y aquellas noches, ella salía con Nicolaik.

Entonces, mi único mentor fue Blood que desde la primera vez le temi y tuvo mi respeto como mi atención cuando lució paciente conmigo.

Más lo que menos quería era causarle problemas con Maxius cuando descubrí su relación, no los juzgue más por celos, el primero quiso matarme. Algo que nunca mencioné a cambio de una ayuda mutua cuando Sasha me interesó desde la primera vez.

Ese día, eran esas veces que no podía verla por estar bajo prueba de Blood.

—Kyve —chasqueo sus dedos frente a mi cuando mis pensamientos estaban invadidos por Sasha— Otra vez, inténtalo —dudoso, vi la copa con sangre frente a mi sobre la mesa— Tú puedes, no quiero presionarte pero llevas dos días sin beber sangre desde que fuiste convertido.

—Lo sé, no soportó la sed.

—Bebé y pasarás la prueba de lo más fácil en el vampirismo.

No quise contradecirlo.

Así que lentamente sostuve la copa y permaneció en mi mano mientras su base, cayó.

—Lo siento —le dije cuando vi la sangre escurrir por mis dedos.

—Iré por otra copa y espero sea la última —Blood se dio la vuelta y se marchó en dirección a la cocina.

Frustrado dejé los trozos de vidrio en la mesa y vi la sangre en mi mano. Fue tanta la desesperación que estuve por lamer un poco cuando me detuvieron.

—Desde la copa primero, Kyve.

—¡No puedo Blood! —molesto me recargué en el sillón— nunca seré el vampiro que esperan que sea.

—No nacimos como vampiros, Kyve. Todo se aprende y se controla —lo vi sostener mi reloj de la mesa.

—Dámelo, es valioso para mi —me incline.

—Lo sé, Nicolaik me contó. Recuerdo de tú humanidad.

—Recuerdo de mis padres —él sonrió con malicia y retrocedió— Blood, te exijo que me lo regreses —extendí mi mano.

—Última prueba Kyve —ignoró mi petición— Vas a sostener esa copa con mucho cuidado, si termina rota, me quedaré con tú reloj. De lo contrario, seguirá siendo tuyo.

Gruñi cuando iba a recuperarlo.

Entonces, acepte su apuesta.

Lentamente agarré la copa tras recordar sus consejos, control, siempre mide tú fuerza y poco a poco la levanté hasta guiarla a mi boca. Hasta el momento sin ningún trozo de vidrio o sangre derramada. Bajo su atenta mirada, bebí ansioso hasta vaciarla y la dejé en la mesa.

—Es tuyo —Blood me lanzó mi reloj conforme— pasaste la prueba y esta noche, saldrás a drenar.

Sonríe con la misma malicia que él.

Beber directamente de un humano fue más difícil de lo que creí cuando no me controle a beber más y más sangre. Fueron las primeras muertes que cause sin ningún arrepentimiento cuando seguí los consejos de Blood.

Era mejor no sentir e ignorar mi humanidad.

Con los días, tuve mejoría.

Durante el día, bebí sangre desde copas y por la noche, directamente de un donante.

Incluso por insistencia de Maxius, me atreví a hablarle a Sasha. En todo momento traté de lucir calmado cuando con ella fue mi mayor prueba.

En mi cabeza, imaginé algún día besarla. Tener el permiso de Madre— comencé a nombrarla de esa forma como todos— para mantener una relación con ella como tanto presumian Blood y Maxius.

Más nunca imaginé que ella eligiera a Nicolaik aquel día que me confesó que le gustaba y quería un romance con él.

Todas mis posibilidades se agotaron y fue estúpido en ayudarle con tal de verla feliz.

Las promesa se cumplían, eso me enseñó Chiara. Así que bajo la mirada de Sasha, me acerqué ese día a Nicolaik quien revisaba un mapa sobre la mesa y con un carraspeo, capte su atención.

—Kyve ¿qué sucede?

—Te puedo ayudar en algo —me cruce de brazos.

—Descuida, solo reviso las zonas de rastreo de Baker y de su aquerrale —con sus manos sobre la mesa, volvió a observar el mapa.

Asentí sin saber que decirle.

—Kyve —musite al causar su atención—lo que sea, puedes decirme.

Medio sonríe al ver a Sasha oculta detrás de la pared.

—Te agradezco por todo Nicolaik, a ti y a Madre —él asintió— hasta Blood y Maxius me agradan como... Sasha —bajé mis brazos y rasque mi nuca— ella es hermosa ¿verdad?

—Lo es, incluso desde que era humana.

Eso la hizo sonreír.

—Afortunado quien esté con ella —Nicolaik se enderezo y obtuve su fija mirada— sería prohibido que un vampiro estuviera con ella.

—Entre Vleid no es impedimento cuando Madre lo aprueba. El ejemplo es Maxius con Blood —Nicolaik marcó con un bolígrafo el mapa en la zona este— ¿por qué la curiosidad?

—Solo quería saber. Madre mencionó que vas a convertir humanos y cualquier puede... gustarle Sasha.

—Podría suceder.

Oculte mis manos en mi espalda y las hice puño.

—Tú... ¿te interesarías por ella de esa forma?

Nicolaik duró en responderme y volvió su atención en mi.

—De Sasha me gusta su belleza y su personalidad. Merece cualquier vampiro que ella elija pero si se diera la oportunidad —se encogió de hombros— podría intentarlo con ella.

—¿Te gusta?

—Antes de responderte eso, necesito la aprobación de Madre, es su hija. De otra forma, para todos debe seguir siendo nuestra hermana.

—Si tienes razón, era lo único que quería saber. Iré por una copa —sin esperar su respuesta me dirigí a la cocina. Estuve apunto de agarrar una copa cuando ella apareció— Sasha.

Me pidió silencio con su dedo en sus labios y rápido me abrazó.

—Gracias Kyve —bajó la voz— Hablaré antes con Madre y después con Nico.

Medio sonreí cuando ella se alejó.

Pese a no ser correspondido, preferí verla feliz aunque fuese con Nicolaik. Sin embargo, nadie oculta los celos cuando vez a quien te gusta con alguien más.

Ese día, Sasha anunció su romance con Nicolaik y no soporté los celos cuando como excusa, me fui a la cocina.

—Mal... —me detuve cuando en cualquier Vleid existía un mal por maldecir— carajo —emití en voz baja y me di la vuelta. Su presencia me sorprendió— Maxius.

—¿Lo vas a permitir?

—¿Qué quieres que haga? Lo eligió a él —le respondí en voz baja.

—Kyve, no te puedes dar por vencido.

—Maxius, la oportunidad venció para mi —sostuve mi reloj y se lo mostré— mi tiempo con ella, venció.

—Tienes más tiempo de lo que creés . Dile lo que sientes.

—Maxius, baja la voz —le pedí— y no lo haré. Me rindo con Sasha.

—Kyve...

Lo ignore y sostuve las botellas de sangre almacenadas.

—Trae las copas, Maxius —le pedí y salí de la cocina fingiendo felicidad por ambos.

Sin embargo, cada vez fue más difícil desde verlos besarse bajo mi mirada como verlos cariñoso al punto de ver a Sasha salir de su alcoba.

—Estuvo con él —como un demonio Maxius siempre aparecía en el momento menos inesperado. Detrás de mi con su voz susurrante— la vi y te puedo asegurar que los escuché desearse.

—¿No tienes que estar con Blood?

—Vine por una copa así que volveré con él —tocó mi hombro y gire a verlo al verlo a mi lado— tienes la culpa Kyve, aceptaste perderla.

—Nada cambiará si se lo digo.

—Mucho cambiaría, a ti es a quien ella desearía —él sonrió.

—Maxius —le di una mala mirada.

—Ya me voy —se despidió con su mano y lo perdí de vista.

Por mucho tiempo fui cobarde en cuanto mis sentimientos por Sasha Vleid.

...

A medida de los años, fue peor tener que verlos o escucharlos que en dadas ocasiones, preferí salir a cazar por mi cuenta y ante el tiempo, más humanos fueron convertidos por Nicolaik y permitidos por Madre. Entre ellos Clarissa y Elaiza, dos humanas que fueron vampiresas al mismo tiempo que esa noche me crucé en mi camino.

—Hola Kyve

—Hola hermanas

Ellas rieron y con esa velocidad, se situaron por cada lado de mi.

—No nos digas así.

—Podemos ser algo más —Clarissa me hizo verla— si tú quieres.

Rei nervioso cuando ni como humano y en mis pocos años de vampiro, había experimento el deseo.

—¿Te quieres divertir? —ellas rieron con malicia.

Observé a cada una y asentí con tal de no volver con Madre y ver a Sasha con Nicolaik.

Me dejé guiar por ellas hasta una vieja casa que no hubo necesidad de un permiso. Con esa velocidad, me empujaron a la pared y en una reducida distancia, Clarissa me besó.

—Nos encantas Kyve.

—Te deseamos —le siguió Elaiza, cuando su hermana se alejó de mi, ella selló sus labios con los míos.

Más lo poco que las conocía era que ellas deseaban a cualquier vampiro hasta humano en beneficio. Lo habían intentado con Nicolaik hasta con Blood y Maxius y de los tres tuvieron su rechazo y conmigo no cuando solo quería olvidar a Sasha, solo quise disfrutar mi propio deseo con dos vampiresas a mi merced.

...

—Adiós Kyve —se despidieron ambas de mi con un beso en mi mejilla. Con ninguna tuve sexo, cuando ambas solo me escucharon y después me acompañaron a casa y pasaron a visitar a Madre.

Al perderlas de vista, situe mis manos en mis bolsillos.

—¿Qué fue eso, Kyve?

—Maxius, me pareció raro que no aparecieras —esa vez no me asustó y me di la vuelta.

—Elaiza y Clarissa muy cariñosas contigo —él se cruzó de brazos— ¿por qué?

—Estuve con ellas —de reojo note a Sasha atenta en nosotros desde el sillón—fue un deseo compartido.

—¿Con las dos? —asentí— Kyve, te desconozco.

Rei sin ánimos.

—Iré a hablar con Madre —Sasha se levantó y pasó por nuestro lado rumbo a la alcoba de Scarlet Vleid.

—No te creí —emitió Maxius en voz baja.

—No pude —le confesé en el mismo tono bajo.

—Kyve, es lo que necesitas. Alguien más puede ayudarte a olvidar a la inombrable.

—No voy a desear a nadie.

—Eres inmortal, tendrás mucho tiempo para pensarlo.

Dicho esto y Maxius se marchó y aunque dude, con nadie sucedió un deseo por largos años.

...

En ese entonces, Blood ya se había ido y para Maxius había sido una mayor afectación. Fueron esas veces que los dos, sufrimos por amor, por ver a quien querías con alguien más.

—Otra vez Blood marcó a otro Vleid —observé a Maxius caminar de un lado a otro con sus manos en su cabeza— a Fernando o Foster como lo nombró.

—¿Lo viste?

—Vino acompañado de Colay.

Gruñó y desde la cama me encogi de hombros.

Con los años, nos volvimos demasiado cercanos. Al principio ninguno se tolero hasta que Maxius se volvió un amigo hasta un hermano para mi.

—Es peor el tormento Maxius —me levanté— a ninguno nos ayudará quedarnos aquí y pensar en los innombrables.

—Tú tienes la suerte de verla todos los días. En cambio Blood, todo el tiempo huye de mi —Maxius lució pensativo— algo tendré que hacer.

—¿Quieres ir a cazar? —le propuse.

Él asintió.

—Espero que la sangre nos ayude.

Al estar de acuerdo, ambos nos marchamos. Nos favoreció la noche y fue de esas veces que no hubo ningún control hasta llegamos a compartir el mismo humano. Los dos, ajenos del tiempo en nuestra contra.

—Maxius —limpie la sangre de mi boca cuando él seguía aferrado al cuello del mortal sobre el suelo. Observé alrededor considerado el tiempo— ¿qué hora es? —le pregunté cuando me arrebato mi reloj por revisar constantemente la hora— ¡Deja eso!

Él gruñó y se levantó. De pie limpió todo rastro de sangre, buscó mi reloj en su bolsillo y me lo entregó.

—Es el tiempo correcto.

—Faltan 10 minutos para el amanecer. —gruñi e ignoré el cuerpo— Maxius, tenemos que irnos, la casa de Madre queda lejos.

—Tranquilo Kyve, vamos a llegar a tiempo —río sin ánimos y ambos salimos del lugar donde dejamos varios cuerpos alrededor.

En efecto, era de día y fue un mayor riesgo para nosotros cuando la claridad nos afectó.

—Por aquí —lo seguí. Ambos escapamos de la luz— no, alto— Maxius se detuvo cuando la sombra llegó a su límite y para cruzar la calle, debíamos caminar bajo la luz y en segundos seríamos cenizas.

—La sombra no va a durar mucho tiempo, Maxius —comencé a desesperarme.

—Vamos a salir de este lugar.

Gruñi, me di la vuelta y en el límite de la sombra avanzamos hasta doblar la calle.

—Kyve, rápido —negué cuando medí mis pasos con tal de no cruzar el límite— ¡Kyve!

Por Maxius fui empujado y por suerte, caímos bajo la sombra. Lo escuché quejarse y lo vi herido del brazo por una quemadura que comenzó a sanar.

—Seremos cenizas —emití resignado y moví mi pie lejos de la luz.

—No voy a morir y mucho menos en estas condiciones —con esfuerzo, Maxius se puso de pie y muy cerca de la pared, cruzó al otro lado— Kyve, encontré el refugio.

—Es un hogar de humanos —lo seguí con lentitud.

—El escondite perfecto —vi a Maxius tocar la puerta tras cubrirse su brazo. Por supuesto, no dudó en usar la hipnosis en cuanto la puerta fue abierta y logramos tener la invitación—disfruta la estancia, hermano.

Al entrar, lo vi drenar a una mujer humana ignorando sus gritos. Pese a las circunstancias, la sed me venció y los dos bebimos de ella.

En cuanto me alejé, al verla sin vida no hubo arrepentimiento. Era preferible no sentir nada a sentirme mal por mis actos.

Limpié la sangre de mi boca y Maxius cerró todas la cortinas siendo poca luz filtrarse al interior.

—Mucho mejor —vi su brazo recuperado. No obstante a los dos, nos captó la atención un niño humano vernos fijamente desde el pasillo. Tras compartir una mirada, fui él único que  se acercó a él— tendremos que matarlo.

—Es un crio Maxius.

—Y nosotros vampiros, así funciona esto Kyve.

En desacuerdo, me detuve frente a él que lució miedo al vernos.

—¿Cúal es tú nombre? —fui el único que ocultó mis colmillos más él no respondió. Fue demasiado tarde para ocultarla cuando vio a la mujer, supuse su Madre y guió su mano a su pecho— Maxius, algo le está pasando.

—No soy experto en críos humanos, Kyve —escuché sus pasos detrás de mi—pero su corazón se está acelerando.

—Se le dificulta respirar —quise ayudarle más un paso que di, él retrocedió hasta que cayó al suelo.

—No tuvimos que ver con su muerte.

No le permiti a mi humanidad controlarme cuando por nosotros, ese niño había muerto por un paro cardíaco.

—¿Qué vamos a hacer?

—Esperar el anochecer y deshacernos de los cuerpos.

—Madre se va a molestar porque no regresamos.

—Madre nos va a preferir vernos vivos que en cenizas.

Maxius me dio la espalda cuando igual lo afectó.

Eran las desventajas de ser vampiro.

Horas de encierro en aquel lugar, tuve la consideración de cubrir los cuerpos con sábanas y cuándo llegó el anochecer, nos deshacimos de los cuerpos y regresamos con Scarlet.

—¿Dónde estaban? —nos recibió Nicolaik muy molesto.

—El tiempo estuvo en nuestra contra, nos ocultamos en un hogar mortal cuando sabemos perfectamente que no podemos salir de día.

—No pudimos regresar —hablé— pero ya estamos aquí.

—Que sea la última vez que no consideran el tiempo. Me sorprende de ti Kyve.

Bajé la vista.

—No somos críos Nicolaik, seguimos existiendo. Cualquier Vleid se oculta en todos lados.

—Son Vleid bajo la responsabilidad de Madre, la preocuparon demasiado como a nosotros— alze la vista al escuchar a Sasha.

—Si quieren irse, está bien pero antes tendrán que hablarlo con ella para que ninguno espere su regreso.

En ese momento, Madre apareció.

—Regresaron —avanzó y obligó a Nicolaik a alejarse de nosotros— Hijos míos, creí que los había perdido.

—Lo siento Madre —se disculpó Maxius.

—No volverá a pasar pero nos enseñaron a sobrevivir.

—Eso no los salvará de un castigo —fue evidente su molestia y ambos sostuvo de las mejillas sin disminuir su fuerza y sus uñas— van a aprender la lección.

Cuando nos soltó, compartimos una mirada cuando sabíamos que lo peor era molestar a Scarlet Vleid.

...

—¿Ya casi terminas? —me preguntó Maxius desde la esquina.

—Me faltan tres botellas —vi la herida en mi palma gotear mi sangre en el recipiente cuando su idea era drenarnos— ¿Tú?

—Dos —Maxius gruño— Madre no necesita mucha de nuestra sangre.

—Es parte del castigo Maxius, nos quiere débiles cuando no nos permitirá beber ni una gota.

—Si tenemos suerte, nos perdona y nos deja salir esta noche —lo escuché reír y gire a verlo. Lucia más pálido que yo— fue divertido cazar juntos sin medir el tiempo.

—Fue una estupidez Maxius —reí y dejé de verlo concentrado en mi propia sangre.

...

Transcurieron los años, le perdimos la pista a Blood y siguió los constantemente enfrentamientos contra Baker cuando creímos debilitarlo.

Las veces que Maxius no quiso salir a cazar conmigo, salí solo con tal de evadir a Sasha con Nicolaik. Fue difícil verlos cuando aún seguía recordando sus besos y verla sonreír con él.

Ese día, me crucé con Sarahi, una humana convertida en Vleid y fue la primera con la que me cego el deseo. Quise olvidar a Sasha con ella y por un instante lo logré:

—No estuvo nada mal —la escuché decir al terminar de colocarse el vestido— buscame cuando quieras divertirte.

Le sonreí y asentí.

Ningún Vleid tenía que ocultar un romance o hasta un deseo entre nosotros cuando Madre lo aprobó para todos.

—Ten cuidado Sarahi, no quiero que Baker y su aquerrale te venza.

Ella se acercó a mi y apoyó sus manos en mis hombros.

—Eso nunca —río cuando fue una mentira. Sarahi se despidió de mi con un intenso beso y la vi partir.

Años después, nos enteramos que Baker la mató.

—Es una pena lo de nuestra hermana Sarahi —gire a verla al escucharla— tanto que la deseaste— Nazomi me sonrió tras morder su uña— ella me contó.

—Era privado.

—Kyve, por favor —se inclinó a mi— todas podemos desearte pero me molesta que tú, guapo —su mano guió a mi mejilla— me rechaces solo a mi.

—Nazomi, eres hermosa pero no quiero un deseo contigo —rápido me levanté evadiendo su perversa mirada.

—¿Sigues acosando a Kyve, Nazomi? —le preguntó Maxius al aparecer.

—Como cada día y me dice un no por respuesta —ella se levantó con sensualidad— pero insistiré toda mi eternidad. Adiós hermanos —abrazó a Maxius y conmigo dejó un casto beso en la comisura de mi boca.

—Le encantas —pronunció Maxius al quedarnos solos. Al instante negué— con ella podrías...

—Nazomi es intensa y no me gusta. En el sentido que no la deseo. Además no tengo tiempo para eso —revisé la hora en mi reloj.

—Podrías darle celos a Sasha con ella.

Alze la vista y estuve por responderle cuando Madre y la susodicha aparecieron.

—Reunión hijos míos —anunció Scarlet y en poco tiempo, Nicolaik llegó— ¿Alguna noticia?

—No lo encontré pero lo seguiré buscando —él nos observó a todos— necesitamos a Blood —desvíe la vista en Maxius que lució tenso— cada noche saldremos a buscarlo.

Por supuesto, Maxius quizo fingir que no lo necesitábamos y no se requería su presencia más como siempre, fue orden de Madre y en días, Nicolaik y Maxius lo encontraron y lo hicieron volver.

Más nunca esperé que fuéramos al pueblo maldito de Baker y nos encerraran a todos por cinco años y con ello a Madre en Ancestral.

Desde entonces, fue un enfrentamiento sin fin noche tras noche.

Ocultos durante el día en nuestras Guaridas y Sasha con Nicolaik en la Mansión y al anochecer, drenar visitantes los pocos que logramos conseguir por su protección de los Cazadores.

Sabíamos que Baker estaba débil en cada día y en cualquier momento su barrera iba a destruirse y nosotros  liberar a Madre más nunca pensamos que su hija, Nea Baker vendría a Neevil cuando se suponía que estaba muerta.

Pese a eso, siguieron los tratos con traidores de su aquerrale al estar lejos de su radar de aquellos en nuestra contra:

—La sangre —la Bruja ante mi extendió su mano.

—Dame lo que quiero —ella gruñó y sacó un pequeño frasco que me extendió. Rápido se lo arrebate y sonreí al ver el contenido— polvos mágicos.

—Con un hechizo, nuestro don puede mantenerse en cualquier lugar —asentí y le entregué una pequeña cantidad de mi sangre.

—Te buscaré Renata.

La Bruja bebió mi sangre y se marchó riendo.

Por suerte, su mismo aquerrale la mató más en su momento me ayudó a crear mis propias copas con un peculiar sabor Eternally e Inmortally. Dos copas distintas, ambas con una mezcla de sangre mortal con una pizca de magia y mi sangre:

—Es deliciosa —Sasha fue la primera en probarla y una vez más, me pidió otra copa tras visitarme en la Guarida.

—Es única —le oculte el secreto de mi sangre como sabor especial y por un momento pensé:

«¿Por qué eligió a Nicolaik?»

Conocía que él tenía un don de magia por Baker más no le gustaba usarlo ni que le recordaran que fue creado por él y por Madre de esa extraña forma.

Creí que beber sangre con dosis de magia sería como él más no fue así. No funcionó pero me gustó el sabor como a muchos Vleid.

—Hola Kyve —la voz de Nazomi causó mi atención.

—¿La misma copa de siempre?

—Deseo probarte a ti.

—Yo tengo que irme, adiós hermana, Kyve —Sasha sostuvo su sombrilla y se marchó dejando su copa a la mitad.

—No entiendo que le vez. Deberías preferírme a mi.

Le di una mala mirada.

—Conoces mi razón, Nazomi —me dediqué a prepararle su copa.

Años atrás le conté el motivo de mi rechazo, le confesé gustarme Sasha y creí que eso sería razón para Nazomi dejar de insistir pero no fue así hasta que la desee.

Como tantas apuestas con Maxius que una me hizo conocer que Sasha sabía mi secreto y aún así eligió a Nicolaik y me rechazó a mi.

Apesar de eso, Maxius tuvo una segunda oportunidad con Blood al marcarlo, como su último sirviente, recuperaron el tiempo perdido.

Más siempre fuimos dependientes del tiempo. Pese a ser vampiros, nos perjudicó cuando Nea Baker con deseo de venganza nos comenzó a cazar uno a uno.

Lo peor fue la muerte de Blood, después la de Maxius y apesar que no me agradó demasiado, antes fue la muerte de Jhon, otro secreto de Nicolaik y Madre.

Comenzó en mi, el miedo por la hija de Baker ser portadora de luz, la magia era capaz de derrotar a cualquier vampiro y más ella siendo hija de su líder de aquerrale y de la Bruja Mauren Agnes.

Ni atraparla en la Mansión funcionó más Madre fue libre y con ello más sorpresas como saber por el mismo Nicolaik que había terminado su relación con Sasha. Más me sorprendió nuestro beso aquel día.

Todo lo soñado, se cumplió cuando tuve por un fugaz instante la oportunidad con Sasha más el mismo vampirismo no lo permitió ser eterno.

Por culpa de Dukelow Vleid, la perdí.

Me sentí impotente al no alcanzar a salvarla cuando la vi volverse cenizas y una vez más, reviví el miedo de morir cuando ni quienes me otorgaron la inmortalidad, me salvaron.

Cuando mi propio tiempo de eternidad, venció para mi.

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✝ R. I. P por Kyve Vleid 🕰️

Fotos con IA.


Ya leyeron y conocen cada historia de estos Vleid importantes. El pasado de Blood, Maxius, Sasha y Kyve y nos falta Nicolaik hasta la misma Scarlet pero eso será en otra historia cuando es más extenso su pasado (SV) ¿Cúal fue su favorita? 🤭

✝Nos leemos en los últimos capítulos finales 🤧

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