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Capítulo XXV: La promesa

“Los lazos de sangre son únicos e inquebrantables, trascendiendo el tiempo y la eternidad”
                                        |Draven Villeel|

✝ Londres, 1820.

   M A X I M O    V L E I D

Mi corta humanidad inició y terminó en Londres. Hubo un gran cambio a mi vida desde los 22 años cuando conocí la eternidad y con ello, el vampirismo.

En esa época, solo era Máximo Walker, hijo de Olivia Walker de quien tenía un cariño maternal, su apoyo y compañía al ser solo nosotros dos.

Mi madre biológica sola me crió cuando mi supuesto padre fue un desgraciado por rechazarla tras enterarse de mi existencia. Olivia embarazada se alejó de Andrew Smith pese a ambos vivir en Londres, cada uno mantuvo distancia y ella no volvió a saber de él.

Con cariño esperó mi nacimiento, con cariño me recibió el día que nací y con el mismo cariño me cuidó. Me fue suficiente a falta de un afecto paternal y no quise conocer o buscar a Andrew.

Por Olivia Walker conserve su apellido y fui orgulloso de ser su hijo. Incluso, no hubo rechazo de su parte cuando tuve el valor de confesarle sobre mi homosexualidad. Mi madre me aceptó por mis gustos, fue comprensiva y no tuve que ocultarme.

Sin embargo, a mis 18 años, Olivia murió por enfermedad. Fue demasiado tarde y un médico en esa época, no logró curarla a tiempo.

Comencé a vivir solo y a falta de dinero, tuve que buscar otro sitio. No me consideraba con lujos cuando no tenía para ellos. Vivía al día cuando conseguí un trabajo como mensajero en Center Virsut. Encargado de enviar cartas hasta periódicos a cada consumidor. Demasiado honrado, un bajo sueldo que apenas me alcanzó para rentar un reducido espacio.

Más siempre quise superarme, ser mejor cada día. El sueño de encontrar amor cuando perdí a Olivia a quien primero ame. Sin embargo, en mi vida siempre fueron pérdidas:

—¡Máximo! —cruce la calle y percibí su grito. El señor Richard Phillips no toleraba ni un segundo de tardanza en su horario habitual.

—Señor Richard, buen día —force una sonrisa.

—Llegas tarde —me señaló su reloj. Cinco minutos de tardanza ante el tránsito de Londres.

—No se volverá a repetir —ajuste las correas en mis hombros— ¡Estoy listo para el trabajo! —fingí emoción.

—Última vez Máximo —me recalco cuando eran mentiras. Siempre sus amenazas más requería mi ayuda— tengo listo tú encargo —suspiré y lo seguí.

Eran días de tolerar a un viejo de 50 años la mayor parte del tiempo de mal humor.

—Sé puntual Máximo —me entregó un puño de cartas— cuando las entregues, regresas por los periódicos.

—Doble vuelta —hice una mueca.

—¡Máximo!

—Comprendido Señor Richard —las sostuve y las coloqué en un parecido portafolio —volveré en cuanto antes— Fui consciente del tiempo lento en mi contra.

Él chasqueo los dedos y me señaló la puerta.

—Hace dos segundos que debiste irte —revisó su reloj.

—Permiso —masculle y me di la vuelta hasta salir de Center Virsut. Afuera me cruce con Brian, un compañero de trabajo— no está de buen humor —le avise

—¿Cuándo lo está? —él río— pero no lo empeores Max.

—Máximo —lo corregí cuando nunca me gustó el diminutivo— suerte con él —pasé por su lado y con mi mano en su hombro me despedide de Brian.

Cada uno respetaba al otro cuando nuestros gustos eran distintos. Sin embargo ninguno tenía suerte en el amor, Brian constantemente era rechazado por damiselas y de mi parte, no me había dado la oportunidad con nadie aunque la atracción era a cualquier ser varonil.

Calle Wigmore —revise la dirección de la carta y concordo con la Calle donde estaba. Me encogi de hombros y con la primer carta, toqué la puerta tras dedicarme a espera.

Fueron eternos segundos cuando mi tiempo estaba contado por el Señor Richard hasta que fue abierta por un joven de cabello castaño, casi de mi altura, de ojos avellana que era el contraste perfecto para un bello rostro.

—Carta para Leonora Wilson —señale el sobre en mi mano.

—Es mi abuela —le entregué la carta— gracias —me apuntó— Nunca te había visto ¿eres nuevo?

—Llevo dos meses trabajando en Center Virsut, no me había tocado esa zona.

Él asintió y se recargó en la puerta.

—Soy Michael Davies —me extendió su mano y tras dudar la acepte— ¿A quien tengo el gusto de conocer?

—Máximo —nervioso retiré mi mano de la suya— Walker —le sonreí.

—Espero verte más por aquí, Máximo.

—Seré su mensajero personal —bromee.

No obstante, fue llamado por su nombre.

—¡Ya voy abuela! —él respondío y se alejó de la puerta— Adiós Máximo —me sonrió hasta entrar a su residencia y cerrar la puerta.

No me dio tiempo de responderle cuando seguía procesando todo.

No evite la emoción y me di la vuelta.

Michael mejoró mi humor para repartir el resto de las cartas.

...

Por las noches, Londres era mucho más hermoso, más transitado nocturno. Muchos afirmaban ser la cuidad que nunca dormía y era evidente.

En el centro, se podría apreciar un viejo reloj desde su propia torre. Marcaba las 8:00 de la noche y ante mi rutina de trabajo culminar, me dirigía a casa más antes admiraba el panorama ante mis ojos.

En una banca, tomé asiento y suspiré al recordar esas veces que Olivia solía traerme aquí de niño.

Serían recuerdos eternos en mi memoria.

—¿Max? —su voz causó mi atención al escucharla y le sonreí al reconocerla.

—Hola Cintya —la damisela frente a mi, me regresó la sonrisa y tomó asiento a mi lado. Como siempre sostuve su mano enguantada y bese el dorso de su mano.

—Máximo, días sin verte —la solté y me encogi de hombros— supuse que estarías aquí —ella observó hacia el reloj— es tú lugar favorito.

—Este lugar me ayuda a calmar mis pensamientos —dejé de verla.

Cintya Jones la consideré lo más cercano a una amiga. Una amistad que surgió con los años. Ella conocía mis gustos, conoció a Olivia como mi única Familia, conoció mi perdida como yo conocer su vida.

—¿Cómo estuvo tú día, Max?

Ignoré esa forma de referirse a mi.

—Cansado, estresado y seguir tolerando al Señor Richard —recordé lo único bueno de mi día— o al menos no fue tan malo —gire a verla— conocí a alguien.

—Cuéntame detalles —Cintya se engancho de mi brazo.

—Su nombre es Michael Davies, es muy apuesto —sonreír al recordarlo— supongo que de mi edad, aún luce joven pero no quiero ilusionarme.

—Max, puedes darte la oportunidad —se apoyó de mi brazo con su vista al frente— tal vez funcione.

—No lo sé Cintya, tal vez no estamos en la misma sintonía.

—Averigualo.

Dude más Michael me intrigo demasiado y desee volver a verlo.

—Lo haré —le juré.

—Max —ella se alejó de mi y giró a verme—. Justo aquí, vamos a hacer una promesa —me sonrió— cada uno presentará a su pareja ¿De acuerdo? —percibí su nerviosismo— conocí a alguien hace poco y te lo quiero presentar pero no me lo robes.

—No soy fan de tus gustos —le respondí.

—Lo sé —Cintya río y levantó su mano—¿promesa?

Pensé en Michael y obviamente, soñé presentarlo ante ella.

—Promesa —coloqué mi mano sobre la suya.

Fue la primer promesa que juré más con los años me di cuenta que no todas se cumplían cuando falle ante la promesa de una eterna amistad.

Desde ese día, entregué cartas a la Señora Wilson y fue un vil pretexto para ver a Michael día a día. Comencé a conocerlo más, era un año mayor que yo, soltero y de mi gusto.

Una vez más, le entregué su carta.

—Me saludas a tú abuela.

—Algún día la conocerás —él salió de su residencia y observó fugazmente hacia atrás—. Máximo, quiero darte algo —lo observé confuso cuando me entregó un sobre.

—¿Quién es el destinatario? —le pregunté al no encontrar la dirección y nada para ubicarme.

—La carta es para ti —pasmado lo observé— no la leas ahora hasta que estés solo. —Michael avanzó un paso hasta mi y sentí su cálido tacto en mi mejilla— nos vemos después Máximo.

—Adiós Michael —le respondí nervioso y lo vi entrar— eh... gracias por esto —moví la carta y lo perdí de vista.

La primer carta que recibí y eso alimento mi ilusión.

Con prisa, en la misma banca hice una pausa a entregar más cartas y abrí la mia propia hasta desdoblar la hoja y detectar su caligrafía. Con atención la leí y más sonreí.

—Le gusto —emití sin creerlo— y quiere conocerme más —bajé la carta y observé el reloj— por supuesto que quiero —emití para mi mismo.

Casi un mes desde que nos conocimos, desde nuestros encuentros en su residencia por medio de cartas para Leonora Wilson fue frecuente y tuve la valentía para darle una respuesta:

—¿Está Michael? —le pregunté a la mujer frente a mi. Fue la primera vez que él no salió a recibir la carta.

—Si —la anciana me observó de pies a cabeza y me sonrió— le diré que lo buscas jovencito.

—Gracias —logré decirle antes de ella cerrarme la puerta en la cara. Retrocedí y esperé varios segundos hasta que fue abierta por él— Michael.

—Máximo —él salió y cerró la puerta detrás suyo— veo que conociste a mi abuela, se ofreció a abrir —río.

—Lei tú carta —le confesé sin rodeos— estoy interesado.

—Es la noticia que esperaba recibir —me sonrió— ¿tienes tiempo esta noche?

—¡Por supuesto! —disminui mi emoción— me encantaría salir contigo... para conocernos mejor.

—Es una cita Máximo —me señaló y tras despedirse con un casto beso en mi mejilla, entró y vi la puerta cerrarse de nuevo.

Me obligue a reaccionar y me di la vuelta contando las hora, impaciente por el anochecer.

...

Michael Davies Gumber, hijo único como yo y perdió a sus padres a la edad de 10 años por enfermedad como a su abuelo a los 15. Con la única Familia, su abuela.

Eso conocí de él a medida de la cita donde fue puntual.

Al principio dude de tocar su puerta, hasta que lo hice. Michael abrió y como lo acordado, ambulamos por las calles de Londres.

Tuve el tiempo de contarle sobre mi hasta que llegamos a la misma banca con vista a la torre del reloj.

—¿No te interesa otros rumbos?

—Nunca me iría de Londres —le confesé— aquí son muchos recuerdos.

Él musito y redujo la distancia. Su brazo apoyó en la banca sin dejar de verme.

—¿Tú piensas irte?

—Son mis planes pero por ciertos motivos me quedaré varios años —lo vi humedecer sus labios varias veces— por mi abuela hasta por ti.

—Te quedarás por mi —repetí nervioso de su mirada— eso sonó muy romántico.

—Me gustas Máximo —lo dijo en voz alta sin necesidad de plasmarlo en una hoja en blanco.

Bajo mi atenta mirada, Michael se inclinó más y más hasta sellar sus labios con los míos en un tierno y lento beso. El primer beso que disfrute.

—¿No te gusto Máximo? —me preguntó al alejarse con su mano en mi mejilla.

—Demasiado —le respondí e ignorando el lugar, las miradas, la noche, la Luna como testigo, lo bese de nuevo hasta que separe mis labios de los suyos.

—Entonces ¿me darás la oportunidad?

—Podemos intentarlo —nervioso sostuve su mano— ser pareja.

Michael asintió.

De pronto, él se soltó de mi agarre y resono una voz que reconocí.

—¿Max? —me di cuenta de que Michael marcó distancia conmigo y desvíe la vista en ella.

—Cintya —le sonríe y me levanté al verla acercarse, acompañada del brazo de un joven.

—Vaya coincidencia —observó a Michael y regresó la mirada en mi con una sonrisa— Mira, te presento a Efrain, mi pareja —saludé con educación al joven castaño a su lado.

—Máximo Walker y él es Michael —lo vi levantarse y se situó a mi lado— somos...

—Amigos —Michael me interrumpió y los saludó. Desconcertado lo observé cuando hace segundos habían sido besos y una confesión.

Fingi una sonrisa cuando Cintya habló con él más por su mirada, sabía perfectamente quién era Michael y lo que significaba para mi.

Cuando ambos se fueron, tuve la oportunidad de preguntarle:

—¿Qué fue eso? —me situe frente a él—Me negaste como lo nuestro.

—Máximo, no fue así.

—Fue demasiado claro —coloqué mis manos en mis bolsillos delanteros— creí que esto era serio.

—Lo es —Michael me detuvo cuando estuve apunto de irme— es solo que, necesito tiempo. Vamos a mantenerlo en secreto, no soy como tú Máximo, aún no aceptó las miradas de las personas o su rechazo.

—Michael, no tiene que importarte.

—No te molestes conmigo —sus manos situó en mi cintura—. Dame la oportunidad, será por poco tiempo y no vamos a tener que ocultarlo.

Ante su beso volví a caer y le creí.

Sin embargo, con el paso de las semanas, Michael cumplió su palabra. No oculto más nuestra relación, oficialmente me presentó ante su abuela como su pareja e incluso no lo negó cuando se lo conté a Cintya, ella feliz por los dos.

Se cumplieron tres meses juntos y todo parecía demasiado lindo. En una ocasión Michael sugirió querer conocer mi hogar.

—¿Estás seguro? —le pregunté tras avanzar con él por la calle nocturna de Londres— no vivo rodeado de lujos.

—Eso no importa Máximo, solo quiero conocer el lugar donde vives.

Incómodo lo guíe y al doblar la calle me detuve al reconocerlo. Una vez, Olivia me lo había presentado por medio de una foto y ahora estaba justo frente a mi, Andrew Smith, mi padre ausente.

—Max ¿qué ocurre?

—Nada —lo ojee y sin soltarlo de la mano, seguí avanzando con Michael cuándo él ni siquiera me reconoció. Supuse que estaba acompañado de su esposa y parecía de distinta clase.

En silencio, seguí el camino de memoria y me detuve frente a la puerta.

—Aquí es.

—¿Conocías a ese hombre? —abrí la puerta con mi llave y le permiti el paso tras encender la luz— Máximo.

—Era Andrew —le confesé y él sabía perfectamente quien era.

—Lo siento.

—En realidad, nunca me hizo falta —Michael entró y lo guíe al centro del reducido espacio— ¿Qué te parece?

—No está nada mal —Michael observó alrededor. En una esquina una pequeña cama, las paredes malgastadas y el techo con goteras.

—Le vez lo bueno a todo —le respondí.

Michael rio y desvío la vista en la pared.

—¿Eso es un rifle? —al verlo asentí— ¿es tuyo?

—Del antiguo huésped, el dueño me pidió no moverlo de su lugar. Igual no tengo problema verlo todos los días ahí.

Regresé la vista en él.

—Entonces ¿vives solo?

—Completamente —le aseguré.

Michael con una amplia sonrisa, se acercó a mi hasta acorralarme en la pared.

—Máximo, te deseo —él redujo la distancia y sin darme oportunidad de responder, me besó con frenesí.

Quise disfrutar el momento cuando deslice mis manos por su torso hasta subir a su cuello, después con una mano en su mejilla, el beso se volvió más intenso, nuestras lenguas rozaron entre sí y el ambiente a nuestro alrededor creció más la temperatura.

—Michael —agitado dejé de besarlo— ¿no creés que es demasiado pronto?

—No Máximo ¿por qué esperar? —me dio un casto beso y descendió hasta mi cuello. Trate de no caer en la tentación de su camino de besos como sentir sus manos bajar mis tirantes y después desabotonar mi camisa.

—Michael —jadee y lo obligue a verme—es que nunca he estado con nadie.

Percibí ese destello lujurioso en su mirada.

—Será un grata experiencia, Máximo.

Humedeci mis labios y entonces lo bese. Me permiti disfrutar del momento, lo bese y desesperados nuestra ropa sobró. Ante la desnudez nos consumió un placer que con los días se volvió repetitivo.

Con Michael comencé a conocer ese sentimiento de amor con el paso de los meses.

Pensé que era mutuo cuando después de un año de relación, lo comprobé. Tal vez fue demasiado apresurado, tal vez fui el único que se ilusionó cuando reuni mis ahorros para comprar un anillo. Tras ensayar un discurso, esa noche se lo confesaria, en esa banca frente al reloj pero nunca imaginé su respuesta:

—¿Estás muy extraño Max?

—Hoy es una noche hermosa —me incline a besarlo.

—Sería mejor si estuviéramos a solas —me dijo al cortar el beso. La idea me agradó más antes de sexo quería un compromiso.

—Vamos a celebrar Michael —nervioso busqué en mi bolsillo— pero antes quiero proponerte algo —saqué el anillo y se lo mostré sin incarme— Te amo y estos meses contigo han sido los mejores de mi vida —acaricie su mejilla cuando su reacción no fue la esperada.

Michael lucia tenso como sorprendido.

—Y estoy seguro que toda mi vida la quiero pasar contigo. Podemos compartir nuestros sueños juntos, por ti estoy decidido a dejar Londres y...

—Máximo...

—Acepta Michael —sostuve su mano— te prometo amarte el resto de mi vida ¿Te quieres comprometer conmigo? —esperé su "si" para colocarle el anillo.

Sin embargo, Michael me rechazó y se levantó apresurado.

—Máximo, lo acabas de arruinar.

—¿Por qué dices eso?

—No voy a comprometerme contigo, no quiero tú anillo —pasó sus manos por su cabello— crei que lo entendías. Ha sido un año divertido contigo, no la pasamos bien, no me quejo respecto al sexo pero no es lo que quiero. No te quiero de por vida.

—Tú nunca... fuiste claro Michael —me levanté y le sostuve la mirada— Tú me dejaste ilusionar.

—Tú solo te ilusionaste Máximo.

Negué varias veces.

—Tantas veces, me repetiste amarme.

Él bufo

—Fue mentira —se cruzó de brazos— me di cuenta que eres todo un romántico Máximo y de ti obtuve lo que quería. Hoy llegó a su límite lo nuestro —se burlo— no me busques que no quiero volver a verte.

—Michael —pasé saliva y lo detuve cuando estuvo apunto de irse— no me hagas esto... me olvidaré del anillo pero no me alejes de ti... Te amo.

—Máximo, entiéndelo de una vez —me soltó de mi agarre— no me interesas más.

Pasó por mi lado y me empujó del hombro. Apenas recuperé el equilibrio sin asimilar sus palabras.

—Michael —pronuncie su nombre y me di la vuelta— ¡Michael! —me ignoró y cada vez se alejó. Con la presión en mi pecho se lo grite— ¡Te vas a arrepentir de esto, Michael! —ignore las miradas y las lágrimas se acumularon en mis ojos— te lo juró.

Tres días después y Cintya me buscó e insistió en salir después de estar enterada. Juro odiar a Michael y me hubiera gustado hacerlo cuando era decepción ante todo.

—Encontrarás a alguien que si te merezca Máx.

—No pienso creer más en el amor —la observé tras caminar por la calle, ella enganchada a mi brazo y le entregué el anillo— te lo obsequio, para mi no vale nada.

—Máximo —dejé de verla y fije la vista al frente— no todos son iguales.

—Michael —emití sin creerlo.

A cierta distancia lo vi con alguien más, con alguien más joven a quien le sonreía, después acarició su mejilla como tantas veces lo hizo conmigo hasta que lo beso.

—No puedo creerlo —espeto Cintya a mi lado— Vámonos Max —me jaló lejos de la escena— Máximo, él no vale la pena.

—¿Desde cúando? —me di la vuelta y ella no me permitió enfrentarlo— ¿Tan pronto olvidó lo nuestro? —dejé las lágrimas brotar— ¿me engañó desde antes?

—Máx, no te tortures con eso.

Negué en desacuerdo cuando viví el desamor y fue doloroso superarlo.

En mi solitario hogar, fueron peores los pensamientos negativos y comenzó un odio por Michael.

Tras ver el rifle en la pared, cegado por el dolor y una mala idea, me levanté, lo descolgue de la pared y en mis manos, abandone el lugar en dirección a la calle.

La noche me favoreció cuando comencé a buscarlo. Incluso estuve dispuesto a ir hasta su residencia a escuchar una explicación cuando el destino me hizo cruzar con él.

Sostuve el rifle y lo jale hasta un callejón solitario.

—¡¿Máximo?!

—¿Me recuerdas Michael? —reí con gracia, cuando lo solté, le apunte con el rifle— ¿por qué?

—Max, controlate y baja eso. No cometas una locura.

—¡¿Por qué?! —con miedo guíe mi dedo al gatillo— No fuiste sincero conmigo Michael... cuando me entregué a ti... lo di todo por ti.

—Vamos a hablarlo con calma.

Negué y di un paso adelante.

—Me engañaste, te vi hace días con alguien más.

—Fue una confusión, lo estuve pensando Máximo y si, a ti es a quien amo.

No le volvi a creer.

—No te voy a elegir otra vez Michael —me arme de valor— pero nadie se burla de mi, nadie me ilusiona con un falso amor.

—Máximo, perdóname.

Musite.

—No volveré a verte Michael —suspiré— no si vas a morir.

Percibí su miedo y sin dudar más, le dispare justo en la frente. El disparo resono demasiado ruidoso y al ver la sangre, sus ojos abiertos y su cuerpo caer al suelo, dejé caer el arma y reaccione ante mi acto.

«Lo mate»

Salí huyendo del callejón, apresure mis pasos cuando le había arrebatado la vida a quien jure amar.

Me escabulli entre las calles, cada vez más lejos del lugar de mi acción cometida, empuje personas hasta que choque contra alguien que me hizo perder el equilibrio.

—Perdón —alze la vista, no podía dejar de temblar.

—Disculpado, estás muy distraído.

Negué varias veces y lo observé con detenimiento.

Era joven, cabello negro, más alto que yo, demasiado pálido con una traje negro elegante.

—Lo siento —repetí y quise pasar por su lado cuando evitó mi camino.

—Percibo tú miedo y no es por mi —detecte su amplia sonrisa— ¿A qué se debe?

—No es tú asunto.

Lo empuje y logré avanzar cuando él me alcanzó y se detuvo frente a mi y me hizo detener.

—Dime tú nombre —negué varias veces cuando no debía perder tiempo con un extraño—. De acuerdo, insistiré—sus manos guió a mis mejillas y presionó con fuerza. Caí en su atenta mirada, demasiado tiempo sus ojos me atraparon— Tú nombre.

—Máximo Walker —le respondí en trance.

—¿De qué huyes Máximo?

—De un asesinato, soy el responsable de matar a quien creí que me amaba. Le dispare —le confesé cuando en mis cinco sentidos y por voluntad, no lo hubiera hecho.

—¿Te arrepientes?

—Lo merecía, Michael me falló.

—Es lo único que quería saber. En ti encontré al indicado— juré ver unos colmillos sobresalir de su boca— Te soltare, nunca me viste y no vas a recordarme.

Así lo hizo.

Cuando reaccione, estaba solo y me sentí extraño más seguía recordando la muerte de Michael causada por mi.

Con el paso de los días, no pude con la culpa. Ambule por la calle sin querer volver por miedo a que me descubrieran y pagar una condena.

El arrepentimiento me consumió y no fui lo suficiente valiente para enfrentar la situación.

Me adentre más y más en Londres, en sitios desconocidos con la sensación de ser vigilado pero se lo atribui a mi paranoia. La justicia ya debía buscarme por Michael.

Entonces, al detectar una iniciada construcción de un edificio, entre y subí hasta lo más alto con una idea en mente.

Con sudor frío en mi frente, mi cuerpo tembloroso observé la altura desde el raz del piso firme y pasé saliva.

Morir, era lo que merecía.

Morir y todo terminaría.

No más sufrimiento, no más culpa y dolor.

—Atrevete —ante esa voz, retrocedi y me di la vuelta.

—¿Quién eres? —lo observé con detenimiento. Él joven de cabello negro, portando una camisa blanca, pantalón negro a juego con el chaleco y los zapatos, se acercó más a mi hasta situarse a mi lado— Déjame solo.

—Soy Nicolaik Vleid y no voy a detenerte Máximo.

Lo vi confundido.

—¿De dónde me conoces?

Él sereno oculto sus manos en sus bolsillos.

—Es lo menos importante pero realmente ¿estás dispuesto a morir?

Pese a ser un extraño le respondí:

—No quiero más vivir, el arrepentimiento y la culpa no desaparece. Me volví un asesino.

—Máximo, Máximo, Máximo —él avanzó y se situó frente a mi— mereces una vida mejor. Una eternidad —de sus labios detecte unos colmillos y eso causó mi sorpresa— solo tienes que aceptar.

—¿Qué... clase de demonio eres?

Él dio un paso adelante y yo retrocedí otro y estuve apunto de caer.

—Soy un vampiro y así como yo, puedes disfrutar la inmortalidad. Otra vida, Máximo y todo lo que sientes, va a desparecer.

Me sorprendió que existiera o tal vez era una ilusión ante mi mal estado.

Nicolaik Vleid no se proyectó como un ángel salvador cuando tenía la oferta de un trato con el mismo mal.

—No seré como tú... prefiero morir.

—Morir —señaló al frente— Hazlo Máximo, demuéstralo.

—Soy capaz —él negó— ¡me lanzare!

—El miedo te vence Máximo, desgraciadamente valoras tú humanidad porque temes experimentar un nuevo dolor y saber que no volverás —ladeo la cabeza— a menos que... te vuelvas vampiro.

—No tengo miedo de morir —le dije seguro y me dejé caer desde la altura más nunca imagine, otro vampiro salvarme. Detener la caída y por él, conocí a más Vleid frente a mi.

Obviamente les temi al darme cuenta de lo que eran. Por segundos, observé a mi salvador, él joven, demasiado atractivo pese a ser vampiro.

Un desconocido que como un imán no pude apartar la vista de él hasta que ella habló.

Supuse que su líder y pese a ser una dama hermosa y elegante, comprobé que era vampiresa como la otra dama a cierta distancia.

Recibí sus dulces palabras que casi me convencieron.

Ser vampiro.

Una nueva vida inmortal.

Fue su propuesta y al escucharlo hablar, fue suficiente para aceptar.

Scarlet Vleid inyectó su veneno en mi cuello y con eso, sucedió la caída que ninguno evitó.

Volví a revivir el miedo de morir a mi falta de ingenuidad. Pensé ser mi fin cuando sentí el dolor y fue una muerte instantánea. Sin embargo, cuando desperté no sentí mi corazón latir y tenía demasiada sed.

Había muerto, de eso estaba seguro pero me sentí más vivo que nunca. La transición a vampiro comenzó su curso y con ello, tuve que aceptar mi nueva vida, ser Vleid y ser parte de su Familia.

Scarlet resolvió todas mis dudas.

Por Nicolaik me enteré ser convertido y él me ofreció a mi primer donante que drene. Probé por primera vez la sangre y no hubo ningún asco.

Sasha me recordó a Cintya y con los días la considere la hermana que nunca tuve.

De Blood, surgió la atracción inevitable en cada cruce de miradas hasta que me atreví a hablar con él. Me dio una gran lección ante su significado a la sangre y de cierta forma tuvo razón, más me intrigo conocer su real nombre que fue un misterio y nadie me lo reveló.

Entonces, ahí decidí ser Maxius para él y para todos.

Fui consciente del cambio desde considerar a Scarlet Vleid como mi nueva "Madre" y protegerla como conocer sus reglas y todo sobre el vampirismo.

Salir siempre de noche, no me agradó más de día, sería cenizas y no existía nada que me volviera a revivir.

Aprendi mucho de Nicolaik y con él, surgió las noches de caza para calmar la sed. Tuve que controlarme y fue más difícil de lo que creí.

—Elige Maxius —me nombró de esa forma— hay cientos y miles de donantes.

Vi a Londres de forma distinta, demasiado ruido, voces, mucha iluminación pese a ser de noche y ante todo, donantes a mi alrededor.

Desde la oscuridad, guiado por Nicolaik nos ocultamos hasta él elegir por mi. Una dama suplicando su vida y cuando me acerqué, la reconocí.

—¿Máximo? —Cintya bajo el agarre de Nicolaik me reconoció— ¿Qué te pasó? Estaba... muy preocupada por ti.

—Soy Maxius —bajo mi atenta mirada, Nicolaik le hizo un corte en su cuello con su uña ignorando su dolor— y he cambiado.

—Ayúdame —suplico llena de pavor al ver los colmillos de Nicolaik.

—No permitas que tú humanidad te controle Maxius o no serás el vampiro que debes ser.

—Estoy muy seguro de lo que quiero en este momento —dejé crecer mis propios colmillos y cuando Nicolaik la soltó, la sostuve con fuerza— Tú sangre.

Olvidé nuestra amistad cuando me encargué de beber sin control hasta alejarme. Una vez más, observé su cuerpo cerca de mis pies y no hubo arrepentimiento.

—Eres un Vleid, Maxius y nunca lo olvides, serás más poderoso y lograrás todo lo que quieras.

Asentí ante sus palabras.

Cuando regresemos a nuestro escondite, donde no podía quejarme por estar rodeado de lujo, me acerqué a Blood tras verla sola en la sala con una copa en mano.

—No saliste.

—No siempre se requiere donantes Maxius cuando puedo disfrutar mi propia copa —bebió bajo mi atenta mirada.

Varios pensamientos me invadieron y un nuevo deseo de querer probar sus labios más me resistí y fue peor cada día.

Verlo siempre no me ayudó y en la mera oportunidad de soledad, le confesé ese vil sentimiento que ni el vampirismo desapareció.

Sin embargo Blood, estuvo más confuso que yo. Al principio no cedió hasta que cayó y fue un primer beso entre los dos.

Además, estaba Madre. Su miedo a ella y pensar en una prohibición. Entonces, tuve hablar con ella antes que él:

—Scarlet

—Soy tú Madre —me corrigió y me pidió sentarme a su lado. Pese a no necesitarlo, se seguía aferrando a su abanico— hijo mio.

Asentí y tomé asiento a su lado.

Verla de cerca, era más hermosa siempre y cuando no mostrara su verdadera naturaleza.

—Madre —repetí cuando me fue difícil al pensar sustituir a Olivia— quiero pedirte algo.

—No te revelare el nombre de Blood.

—No es eso, pero si es sobre él —acorte la distancia. Podía hablar con libertad cuando ellos habían salido a cazar— me gusta Blood, siento una atracción por él pero me rechaza cuando sé que siente lo mismo. Cree que estarás en contra.

—Lo sabía —me sorprendió— Máximo, no pueden ocultarme nada. Me di cuenta de sus miradas, vi su beso que fingí no ver —pasé saliva— los dos, son mis hijos y quiero su felicidad —bajó su abanico y lo cerró— tienes mi aprobación.

—¡Gracias Madre!

—Máximo —me detuvo abrazarla— pero no quiero ver a ninguno sufrir —su mano tocó mi mejilla— el amor, te causa mucho dolor. El amor —vi sus ojos carmin intensos— es tú perdición.

Con su aprobación, sucedió un mutuo placer aunque constantemente Blood me detuvo y al escuchar su pasado, lo entendí.

—¿Un Rossi? ¿Italiano? Que suerte la mía —bromee.

—Odio mi pasado, Maxius.

Lo observé con atención cuando Blood había sufrido mucho más que yo. Un abuso, un rechazo de sus propios progenitores que hizo lo mismo que yo. En distintas circunstancias, conllevo una venganza.

—Es mi turno de contarte del humano que fui —me senté en la cama ignorando la desnudez en ambos, cubiertos por la sábana compartida— Alguna vez fui Máximo Walker.

—Lo sé, Nicolaik me contó todo de ti.

—No me interrumpas Blood —él sonrió con esos colmillos y se sentó a mi lado.

—Tuve una buena Madre biológica hasta que murió, mi padre me rechazó antes de existir y nunca me buscó apesar de vivir en la misma ciudad —hice una corta pausa—. Hace un año conocí a Michael Davies, la manera de conocernos fue por una carta. Obviamente hubo una atracción, reencuentros constantes hasta que nos dimos la oportunidad. Surgió un romance y yo si me enamoré de él —pasé saliva— pero para Michael solo fue sexo, se burlo de mi por un año. Cometí el error de ilusionarme y cuando quise un compromiso, me rechazó —bajé la vista en mis diez anillos distintos en mis manos. De las joyas de Scarlet Vleid los obtuve y ella no tuvo ningún problema en usarlos. Como su obsequio los conserve y los adapte a mi estilo— y a los tres día, lo vi con otro. No pude con el dolor Blood y entonces decidí enfrentarlo —regresé a verlo—y lo mate.

Me reconforo sentir su tacto en mi mejilla en todo momento.

Sin embargo, pese a Blood escuchar mi pasado, frente a todos quiso ocultar lo nuestro y no iba volver a vivirlo.

Ni a Scarlet le importó, ni a Nicolaik, ni a Sasha y al menos por un tiempo, Blood al no ser rechazado por ellos, fue una libre relación.

Después de 10 años siendo vampiro, Madre convirtió a otro humano en Suiza en uno de tantos viajes, elegido por Nicolaik, más al principio no me agradó del todo cuando Kyve solía pasar tiempo con Blood.

Él asumió el cargo de darle un entrenamiento de un control de la sed como alguna vez lo tuve como Sasha. Blood asumió ese cargo por ser el primer convertido de Scarlet Vleid.

Sin embargo, sentí celos y en todo momento, los estuve vigilando.

—Sangre ¿eso como me ayudará a un control si la idea es soportar la sed?

—Es parte de la prueba Kyve —Blood le acercó la copa de sangre— bebé una sola vez.

—No podré, la sed es demasiado y querré más.

—Kyve es sencillo —bajo su mirada, Blood bebió.

—Tú tienes más experiencia en esto.

—Inténtalo.

Gruñi ante sus miradas compartidas. Cruzado de brazos, recargado en la pared, observé al reciente convertido darle el primer trago a la copa. Ignoró la orden de Blood de detenerse y la vacío por completo e incluso bebió directo de la botella.

—No pasó la prueba —emití y me acerqué a ambos.

—Como todos Maxius, no se logra al primer intento.

—Debería salir esta noche a drenar algún donante.

—Aún es demasiado pronto —me respondió Blood— si no se controla con una copa de sangre, menos lo hará con un humano.

—Lo siento Blood —él se disculpó al darse cuenta— volveré a intentarlo.

—Conlleva paciencia Kyve.

Dejé de verlo, le di la espalda y fije la vista en Blood, aún tenía rastro de sangre en sus labios.

—Yo si saldré, iré a acompañar a Madre —le avise y consciente de su mirada, me incline a besarlo— te busco Blood cuando regrese —me aleje y pasé por su lado. Antes de irme fue divertido detectar su sorpresa en él.

Y ese día en la cocina, no esperé sus palabras.

—Madre sigue angustiada, Baker no se detiene a buscarla—Un Brujo, un aquerrale enemigo de todo Vleid. Sasha observó a los dos— iré a llevarle sangre— reúnio nuestra sangre y se marchó.

—Maxius ¿cierto?

—Si —lo oje y fije la vista en mi mano que comenzó a sanar— ¿qué quieres?

—Escucha, no es necesario una amenaza por Blood. Lo veo solo como un líder, un mentor cuando soy nuevo en el vampirismo —recordé lo sucedido hace días.

No controle el impulso y aproveché la oportunidad para amenazarlo al sostenerlo del cuello con fuerza.

—No te quiero cerca de Blood ¿lo entiendes?

—Blood me está ayudando a controlar la sed.

—Recurre a Nicolaik o hasta a Sasha.

—Fue orden de Madre —me sostuvo la mirada— no pienso obedecerte a ti.

—Bien, que seas un Vleid no significa que no pueda matarte.

—No puedes, Madre no lo prohíbe.

—No me va a importar no seguir su absurda regla— ante el ruido lo solté y me aleje de él.

Obtuve su odio y Kyve se quedó callado.

—No me interesa, ese día fuiste lo bastante claro. No los juzgo pero no son mis gustos. —Musite y bajé la vista apenado ante mis celos absurdos— solo quería que estuvieras enterado.

—Kyve —alze la vista al verlo dirigirse a la salida—. Comencemos de nuevo —extendi mi mano hacia él y la terminó por aceptar.

—Solo si me ayudas con Sasha —bajó la voz— es hermosa y me gusta.

—Eso si me sorprende —me acerqué a él varios pasos— Háblale, conocela y conquistala.

—No sé si pueda. Cuando estoy cerca de ella, los nervios me traicionan.

—Kyve, nunca te rindas —lo anime y por mi consejo, lo hizo.

Con el paso de los días, lo vi demasiado cerca de ella. Kyve perdió esa timidez más Sasha inesperadamente a todos nos dio la noticia de mantener un romance con Nicolaik y Madre lo aprobó.

—No es justo por Kyve —le dije a Blood al estar a solas en su habitación.

—No decides por Sasha, Maxius —note su intención cuando se acercó más a mi— no es tú romance —su uña la deslizó por mi cuello dejando crecer sus colmillos— ocúpate solo de mi.

—No es una mala idea —lo observé con atención y una vez más volví a insistir— marcame Blood.

—No Maxius, no es momento.

Gruñi y cuando quiso alejarse lo detuve.

—No dejaré de insistir —lo bese y cuando me aleje, anhele probar su sangre. A mi mismo me hice una herida en mi muñeca y la acerqué a su boca— bebé de mi, Blood, no tienes que usar los colmillos.

—Maxius, es prohibido —la sed debió vencerlo.

—Será nuestro secreto.

Blood accedió y probó mi sangre. Al quedar satisfecho, imito mi acción y bebí la suya siendo un gustoso placer.

...

Cinco años más tarde, Madre y Nicolaik convirtieron más humanos en un tiempo constante hasta que cada vez más Vleid surgieron seguido de nosotros cinco.

Todo parecía perfecto, la vida y el amor que merecía cuando Blood me rechazó ante su propia idea.

—¿Sirvientes? No los necesitas si me tienes a mi.

—Maxius, no lo entiendes. Como primer convertido de Madre, tendré privilegios y marcar más vampiros, será en mi beneficio.

—Al único que deberías marcar es a mi —él negó— entonces no Blood, no apruebo tú idea.

Sali de la cama y me vestí con prisa.

—Maxius, no te vayas —lo ignoré y abandone su habitación. Cuando cerré la puerta, me obligue a no entrar al escucharlo —¡Maxius!

Fueron dos días de distancia que no soporte más. Más tranquilo, me acerqué al verlo sentado en el sillón, muy pensativo.

—Blood —cause su atención al pasar mi mano cerca de su rostro— ¿podemos hablar?

—Siéntate Maxius —acate su orden y sostuve su mano.

—Lo estuve pensando y no debí reaccionar así, es solo que me cuesta aceptar tú idea pero lo haré. Puedes tener sirvientes pero lo nuestro no se verá afectado ¿verdad? —él negó. Ilusionado, observé nuestras manos unidas— hablo en serio Blood, no quiero perderte —me incline y le robe un beso. Cuando me aleje, lo solté de la mano y me quite un anillo— esto es prueba de mi compromiso contigo, estoy dispuesto a todo para...

—Maxius, no —él se levantó con prisa.

—Solo es un anillo Blood, no lo veas como ese significado. Solo quiero que conserves algo mio.

Él desvío la vista.

—Tomé una decisión Maxius, solo estoy esperando a todos para avisarles.

Confuso me levanté y me coloqué mi anillo.

En ese momento, Madre como Nicolaik, Sasha y Kyve, volvieron.

—Los estaba esperando —les dijo Blood— quiero darles la noticia que me iré, ya lo hablé con Madre y estoy decidido.

Obviamente estalle cuando no me consideró y de esa forma me enteré. No estuve de acuerdo y a él no le importó cuando se fue.

—Madre, no lo permitas.

—Hijo mio, es su decisión. Tienes que ser fuerte mi Máximo —negué— me tienes a mi —acepte su abrazo tras sentir sus manos en mi espalda— Te lo dije, el amor solo causa dolor.

Fueron muy ciertas sus palabras.

Con el paso de los años, Blood no volvió. Nuevos vampiros crearon hasta ser miles de Vleid en todas partes del Mundo. Más sabía que seguía en contacto con Nicolaik por Madre cuando Baker y los suyos, nos buscaban.

Más nunca esperé el cumplir su anhelo demasiado pronto cuando Colay apareció.

—¿Dónde está Madre?

—En su alcoba —le respondió Nicolaik.

—Tengo un mensaje de Blood —me tense al escucharlo y desde el sillón, bebí mi copa de sangre— mi amo.

—¿Es cierto?

—Si Nicolaik, Blood me marcó —rápido me levanté y me di la vuelta. En efecto detecte su marca en su cuello y Colay presumía un #1 marcado en su brazo— iré con Madre— sonriente se marchó.

—Lo hizo —emití sin creerlo.

—Hace poco me enteré Maxius.

—No importa Nicolaik —fingí y bebí mi copa— Blood es pasado— me mentí a mi mismo.

Tuve que soportar cada rumor y cruzarme con cada nuevo de sus sirvientes cada vez que los envío para darle noticias a Madre.

—Otro —masculle— A Dimitri si lo marcó —le dije a Kyve molesto.

—Maxius, no te atormentes más. Es decisión de Blood.

—No lo soporto —le confesé y lancé mi copa al suelo sin importar la sangre derramada.

Dada la oportunidad, quise causarle lo mismo cuando esperé Blood ser informado.

—Maxius

—Cedrik —gire a verlo.

—Nicolaik quiere hablar contigo —Gruñi al escuchar al nuevo convertido bajo su vigilancia y en dadas ocasiones, su mensajero.

—Ya voy —me levanté del sillón cuando de día no podíamos salir— ¿Asunto respecto a Baker?

Cedrik asintió y lo seguí.

No obstante, me detuve al ver a Colay de nuevo aquí. Supuse en busca de Madre y se me ocurrió la grandiosa idea de involucrar a Cedrik.

—No me vayas a rechazar —le pedí al detenerlo y con rapidez, lo bese. Sentí la mirada de Colay justo como lo planeado y me alejé de Cedrik. Al ver hacia la misma dirección, no lo vi más.

—Maxius —gire a verlo— que sea la última vez que haces eso —obtuve su desagrado y con su dorso de su mano quiso "borrar" ese beso. Me encogi de hombros y volví a seguirlo sin disculparme cuando ya sabía que Cedrik tenía gustos por damas.

Desde ese día, Blood no volvió a enviar a sus sirvientes y le perdimos la pista hasta que fue necesario buscarlo.

—No lo necesitamos.

—Es orden de Madre, Maxius —me respondió Nicolaik— si queremos vencer a Baker, nos requiere a todos.

Estuve en desacuerdo más lo hicieron volver con nosotros. Tras la reunión, tras Nicolaik encontrar a Baker, en días iríamos a Synerdale. Un pueblo creado por él y por su aquerrale. Después de tantos tiempo, teníamos la oportunidad de vencerlo como a su descendiente igual a él cuando por Nicolaik descubrimos que Baker tuvo una hija que el mismo Nicolaik se encargó de matar hace años.

Sin embargo, ante todo, estaba Blood.

—Maxius —gruñi al escuchar su voz— ¿me sirves una copa?

—Se lo puedes pedir a tus sirvientes ¿no? —gire a verlo— no debiste volver.

—Volví por Madre, en cuanto se destruya a Baker y a su aquerrale, me iré con mis sirvientes.

—¡Perfecto! Te prefiero lejos.

—¿De qué te molestas, Maxius? —se detuvo frente a mi, del otro lado de la mesa— tienes a Cedrik.

Rei

Estuvo enterado.

—No lo entiendes Blood, no tengo nada con Cedrik, si lo besé pero él tiene otros gustos. No me interesa como crees, no he estado con nadie en todos estos años —rodee la mesa y me olvide de servirme una copa— a diferencia de ti, Blood, —hice una corta pausa— tú si me fallaste.

Pasé por su lado consciente que sería difícil la distancia en un mismo lugar.

...

Después del enfrentamiento contra Baker, perdimos a Madre al ser atrapada en Ancestral y el culpable estuvo lejos de nuestro alcance protegido por una barrera de protección.

Fuimos privados de nuestra libertad cuando nadie pudo salir de ese maldito pueblo y con vampiros, surgió Neevil. Constantes cacerías noche tras noches, nuestros propios escondite durante el día y un enfrentamiento contra el aquerrale y Cazadores que cada vez surgieron.

Pese a todo, no desisti la idea de convencer a Blood. Con los años, ese odio desapareció cuando quise una nueva oportunidad con él hasta quise ser capaz de aceptar ser uno más de sus casi cien sirvientes.

Más Blood siempre se negó hasta ese día. Sin embargo, cometí el error de beber esa sustancia azul cuando me marcó, confíe en él sin ser consciente de las consecuencias a futuro cuando Nea Baker tras llegar a Neevil y cazarnos noche tras noche, conocer su poder en nuestra contra y la mentira de Nicolaik al dejarla con vida, le arrebato la eternidad con una estaca que yo mismo, retire de él y lo perdí para siempre.

Tras dudas de ser el único en la eternidad pese a la conexión con Blood, Nicolaik lo confesó y obviamente estuve molesto con él cuando ese día en la Mansión, me reveló un secreto más:

—Maxius, entiéndelo, calle porque Blood me lo pidió.

—No Nicolaik —lo apunte— debiste decirme antes de beber esa sustancia.

—Si hubieras estado enterado, no lo hubieras hecho y eso iba a causar perder a los dos al mismo tiempo —gruñi y desvíe la vista— la vamos a destruir Maxius.

—No es suficiente con la muerte de su hermano —regresé a verlo. Jhon a mi nunca me importó o lo consideré Vleid —Nea Baker debe pagar. Sufrir más.

Él asintió varias veces.

Cada día fue más difícil sin Blood cuando fue poco el tiempo juntos y nunca fue suficiente.

—Alexandro siempre quiso lo mejor para ti.

—Blood actuó siempre como un egoísta. Incluso cuando se fue hace años. Siempre decidió solo sin tomar en cuenta mi opinión.

—Lo hizo por Madre —lo vi confuso— ella le pidió irse con tal de no lastimarte más. Blood estaba decidido a marcar vampiros en su beneficio y porque te conozco Maxius, como Scarlet, tú nunca lo hubieras aceptado.

Eso era cierto más nunca imaginé, Madre tener que ver en su decisión.

—Madre siempre quiso lo mejor para todos.

—¿Lo mejor? ¡Miranos hasta que punto hemos terminado! ¡Perdimos a Blood! —gruñi molesto y negué varias veces— se acabó Nicolaik. Por mi cuenta, mataré a Nea Baker cuando tenga la oportunidad y no me importa si estas de acuerdo.

—Maxius, te advierto o de lo contrario, Madre...

—Será capaz de matarme si intervengo en sus planes ¡Bien, que así sea! Cada uno, romperá su promesa.

Dicho esto y ante la noche, abandoné la Mansión y me oculte en la Guarida con Kyve.

Solo tuve que esperar el momento ideneo cuando ella apareció por su cuenta. Más nunca esperé su plan, su don perfeccionado y verla mucho más poderosa para Nea Baker, lograr vencerme.
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N/A:
R. I. P por Maxius Vleid. Les dejo estas fotos de él con IA 🤧


Fue un resumen de su vida, traté de que no fuera taann largo pero así quedó. Estoy emocionada por llegar a este punto de NEEVIL, llegamos a la recta final y aún faltan cosas por descubrir y leer. Estoy orgullosa de llegar a esta parte pese a las dificultades.

Si o si, Scarlet Vleid será liberada de Ancestral ¿en qué circunstancias? ¿Será débil o poderosa? ¿Podrán vencerla? ¿Qué Vleid van a sobrevivir? Todo esto pronto lo van a averiguar.

Estoy en un dilema, adoro a mi protagonista Nea Baker pero tengo una debilidad por cada Vleid que no sé a quien elegir y darle la victoria... Nah, mentira, tengo ya listo el final en mi mente, falta escribirlo y falta poco. Nos leemos pronto en los últimos capítulos 🖤

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