Capítulo XX: Blood
✝ Advertencia +18:
Antes de leer, este capítulo contiene romance homosexual, violencia, abuso sexual, daño psicológico y muerte explícita. Leer bajo su responsabilidad.
“La sangre nos conecta de una manera única, entrelazando nuestra humanidad con una esencia que trasciende la inmortalidad”
|Draven Villeel|
✝ Italia 1800
A L E X A N D R O V L E I D
Viví en Italia durante toda mi corta humanidad. En esa época, para todos fui Alexandro Rossi, hijo de Leandro Rossi y Corinna Bianco, mis creadores biológicos.
Sin embargo, parecía que tenía una Familia cuando no fue así. A mis 13 años, mi Madre se fue de casa por tener un hijo con distintos gustos o solo fue una excusa para no tolerar más a su esposo.
Meses después, Leandro se enteró del engaño con otro hombre. Su verdadero motivo y yo asumí las consecuencias.
Para ese entonces, me culpe de su separación. Me arrepentí de cometer el peor error que ante sus ojos, fue considerado. Nunca debí invitar a casa a Dante Zanoli cuando una platica cambió de rumbo, una falsa amistad cuando surgió el deseo.
Corinna me descubrió besándolo y no tuvo comprensión por su único hijo.
Recuerdo que fueron discusiones, crueles palabras estando presente. Creyeron que era una enfermedad y padre, quiso curarme.
—Estás mal Alex, tus pensamientos no son correctos.
—Soy así padre, no puedo cambiar...
—¡Alexandro! —su mano se detuvo en el aire ante un golpe más—. Eres un Rossi y no tendré un hijo con gustos enfermos.
Bajé la vista y preferí el silencio.
—Te vas a curar Alexandro y no volverás a actuar de esa vulgar forma ¿capisci?
Asentí varias veces.
Fueron días de tortura, palabra en contra que fueron un montón de falsedad.
No quise vivir ese infierno todos los días y aquel hombre que alardeo una cura por dinero, me entregó de vuelta a Leandro.
—Dile tú decisión Alexandro.
Giovanni Bianchi colocó su mano en mi hombro.
En esa época, con 15 años de edad.
—Estoy curado padre —mentí— Seguiré el legado Rossi, formare una Familia, tendré una esposa y hijos. Mi comportamiento fue un error —bajé la vista.
—Alexandro, eres mi orgullo.
Después de tanto tiempo, recibí un abrazo suyo cuando no era tan común, ser distinto.
Desde entonces, solo fuimos él y yo.
Una noche, Leandro llegó a casa bajo el efecto del alcohol, maldiciendo a Corinna.
Sin parar de beber, me nombró y lo más rápido que pude, llegué hasta él.
—Padre, no beba de esa forma.
Traté de quitarle la botella cuando me empujó.
Apesar de tener 18 años, era demasiado delgado pero alto. En fuerza, me superaba.
—Corinna —río y bebió una vez más— está muerta.
Fue la primer pérdida que me dolió conocer.
—Mi madre —las lágrimas se acumularon en mis ojos.
—La encontraron sin vida como a su amante —Leandro lanzó la botella contra el suelo— ¡No llores Alexandro! ¡Los hombres, no lloran!
Rápido limpie la lágrima de mi mejilla.
Ante todo, había sido mi madre. Quien tuve cariño y dulces palabras durante mi infancia y todo cambió ese día.
—Vete Alexandro, me recuerdas a ella —me empujó— ¡No quiero verte!
Con un nudo en la garganta, regresé a mi alcoba. La casa no era amplia y mucho menos lujosa pero teníamos nuestro propio espacio y en ese lugar tuve que ocultarme para llorar en silencio por mi madre.
Desde los 19 años, ayudé a mi padre a sustentar los gastos. Fue su idea de crear un espacio para ofrecer distinta comida a un justo precio. Servir y atender clientes en un parecido restaurante. Más el lugar era pequeño, abarcado con varias mesas.
Sin embargo, tuvo éxito.
Dueños de “Ristorante Rossi” y a diario, muy temprano hasta la noche, estuvo disponible a todo consumidor.
—¡Alexandro! —su gritó me despertó antes de la hora acordada— ¡Levántate!
—Padre —adormilado me levanté y comprobé la hora— ¿Qué sucede?
—Vestir, es hora de abrir.
—Es muy pronto.
—Entre más pronto, mejor Alex —abandonó mi alcoba.
Suspiré cuando por un instante pensé, ser otro motivo de mi temprano despertar.
Con pereza, bajé de la cama y me vestí lo más rápido que pude. En el reflejo del espejo, parecía un muerte viviente.
...
Comenzó a aburrirme la monotonía día a día, ver el mismo lugar y ser un sirviente más para mi padre.
—Alex, muévete y arregla este lugar.
Me di la vuelta y suspiré.
—¿Olvidaste que día es hoy?
Leandro giró a verme.
—No, hoy es un gran día para ganar mucho soldi.
Sonriente se fue a acomodar cada silla.
De nuevo, olvidó mi cumpleaños 23 y lo célebre haciendo exactamente lo mismo.
...
Durante el día, más clientes recibía Ristorante Rossi en cuanto el letrero cambió de cerrado a abierto y eran de esos días de caminar de un lado a otro, fingir amabilidad y tomar cada una de sus ordenes.
—No es hora de descanso, Alexandro.
—Padre, vamos a contratar ayuda.
—El negocio solo es para un Rossi, con nosotros dos es suficiente —ante un nuevo cliente, me señaló con la mano—a atender, no seas débil y sin quejas.
Asentí cuando contradecirlo, era peor.
Me di la vuelta y me dirigí a la última mesa, la única alejada de todas, cerca de la única ventana.
—Benvenuto a Ristorante Rossi ¿en qué puedo servirle?
Él desvío la vista en mi.
Era demasiado pálido, de cabello negro y elegante de traje.
—Alexandro Rossi —notó la tarjeta a un costado de mi pecho. Asentí y lo vi extender su mano, no me pareció extraño que usará guantes negros como todos y la acepté —Nicolaik Vleid.
«Vleid»
Un apellido nada común.
Fingí una sonrisa.
En aquel entonces, me causó miedo su presencia y mirada.
—La especialidad de Ristorante Rossi es..
—No vine a consumir —me interrumpió— no por ahora —observó alrededor— Demasiados ¿verdad?
—Es todos los días —le entregué la tarjeta del menú— cuando decida volveré — regresé con mi padre.
—No dejes escapar a ese cliente, Alexandro. Es de clase, eleva los precios.
—No ha pedido nada.
—Es el mismo —lo vi con confusión— Anoche, antes de cerrar apareció en la entrada y le di el permiso de entrar. Le dije que ya estaba cerrado y juró volver. No creí tan pronto.
Desconocí eso cuando un día antes con difícil convencí a Leandro de dejarme ir a descansar antes de la hora y solo él necesitó una invitación.
Ambos lo observamos desde la distancia.
—Lo atenderé como merece —eso pareció agradarle a Leandro.
Sin embargo, el cliente especial, fue demasiado raro para mi gusto.
Todos los días, a la misma hora, entraba. Una hora antes de cerrar, siempre por la noche, en la misma mesa sin pedir nada más dejaba dinero, sin consumir y eso a Leandro Rossi, no le importó.
En soledad y sin expresión.
Tuve el valor para acercarme de nuevo e insistir.
—¿Al fin pedirá algo?
—¿Te gusta tú vida Alexandro?
Dude en responderle.
«No, odio mi vida»
—Tú silencio me lo confirma —me alerte cuando se inclinó y apoyó sus brazos sobre la mesa— Si tuvieras la oportunidad de tener otra vida ¿la aceptarías? ¿Qué tan valioso eres?
—Iré a atender otros clientes.
Dejé de verlo y me alejé lo más rápido de él y sus extrañas preguntas. Más sentí su mirada clavada en mi nuca.
—¡Rossi!
Me detuve cuando reconocí esa voz.
Enzo Vanetto y su grupo social de amistades. Clientes frecuentes más no de mi agrado.
—Alexandro, ve a atender esa mesa —me ordenó mi padre al pasar por mi lado.
Tomé una profunda respiración y avancé siendo un esfuerzo en sonreír.
—Benvenuto a Ristorante Rossi.
—Alexandro ¿sigues prestandote para esto?
—¿Qué van a pedir? —traté en no caer en sus provocaciónes.
Los tres rieron.
—Deja de actuar como un muñeco, Alexandro —lo vi levantarse y tuve que retroceder— si es obvio que tienes otros gustos ¿Conocen su secreto? —se dirigió a sus amigos que lo animaron a seguir y me invadió la molestia — Alexandro es...
—Me tienes harta Vanetto —no me contuve y lo sostuve de la camisa.
—¿Cómo te atreves vil sirviente?
Fui empujado por él y cause un desastre.
Eso causó la atención de mi padre.
—¿Qué está sucediendo aquí?
—Señor Rossi, aquí su sirviente inservible. Vea el desorden que causó, ni para tomar nuestra orden sirve y presumen tener un buen servicio.
Desde el suelo, recibí la mala mirada de Leandro. No me extrañó que le creyera y opte por mi silencio.
—Joven Vanetto, yo mismo me encargaré de tomar su orden. Mi dispiace. Todo va por la casa y no tendrá más problemas con Alexandro —bajo su atenta mirada me levanté— Limpia tú desastre— regresó la vista en Vanetto —tome asiento.
—No olvides limpiar mis zapatos, Alexandro.
Resono su risa y su acto fue premiado por mi padre que ni siquiera conté con su apoyo.
Entre disculpas, limpié el suelo, las mesas como más disculpas a los clientes alrededor y regresé a la barra. Con mis manos en puño, descargué la molestia en silencio.
—Mereces otra vida, Alexandro —su voz me causó un susto cuando por primera vez, vi a Nicolaik Vleid frente a mi. Comprobé que era más alto que yo y note un destello rojizo en sus ojos— solo tienes que decidir.
Percibi su malicia y ante mi silencio, abandonó Ristorante Rossi.
Totalmente de acuerdo, más en esa época fui cobarde para enfrentar a Leandro Rossi cuando los Vleid, me dieron el valor que necesite.
Cuando Vanetto se fue con su grupo de amigos, encontré la paz que necesitaba. Aún había pocos clientes que consumían y el trabajo había disminuido.
—Alex —padre se acercó a mi y me lanzó las llaves— te encargas de cerrar.
—¿A dónde va?
—Sin preguntas Alexandro —se volteó y lo vi irse con ese supuesto amigo de bebida. Leandro seguía con su vicio al alcohol.
Suspiré y esperé la hora para cerrar como tantas veces.
—Ciao —se despidió el último cliente y por fin, pude cerrar. Con la llave cerré cuando debían pasar de las nueve de la noche.
—Alexandro Rossi —suspiré al reconocer esa voz y sus risas cada vez más cerca. Quise ignorarlos y intenté huir —¿A dónde creés que vas?
Retrocedi cuando lo vi frente a mi.
—Vanetto —escuché a sus amigos, detrás de mi— No más problemas, solo iré a casa.
Creció su risa.
—No Rossi, tenemos un asunto pendiente —me quejé cuando fui sostenido por dos de ellos— Haznos un favor Alexandro y deja de existir —Vanetto sostuvo con fuerza mis mejillas— te daremos un motivo para partir de esta vida.
—Enzo —me quejé al notar su intención.
—Llevenselo —les ordenó Vanetto y recibí su golpe en mi abdomen.
Cuando logré recuperarme, los tres ignoraron mi súplica y me superaron de fuerza cuando fui débil y me llevaron a la misma oscuridad donde mis gritos no fueron escuchados.
Fueron golpes tras golpes.
Sangre y abuso.
En las peores condiciones, regresé a casa en soledad. No esperé a Leandro como siempre cuando me refugie en mi cama entre lágrimas y dolor. Ni tampoco se acordó de mi cuando lo escuché llegar, pero no entró a mi alcoba.
A primera hora, fui despertado por él.
Fue una mala noche cuando no logré dormir, seguía el tormento de los recuerdos como las palabras y acciones de Vanetto.
—¡Alex, levántate ahora! Se nos hará tarde.
Con esfuerzo, me levanté y debió notar mi estado.
—No iré
—¿Qué te pasó? —señaló mi rostro. Los golpes debieron volverse moretones, marcas exteriores— Alexandro, comienza a hablar.
Con esfuerzo cerré los ojos ante el dolor en ambos.
—Anoche... —abrí los ojos— cuando cerré... me crucé con Vanetto y sus amigos...ellos me alejaron de las miradas... me golpearon por más que pedí ayuda... traté de defenderme pero Enzo —dejé las lágrimas deslizarse por mis mejillas — me obligó... yo no quería tener... sexo y él solo...
—Ni una palabra Alexandro —me interrumpió y cubrió su rostro con sus manos— Deja de llorar —apartó sus manos —olvidalo, no se volverá hablar de esto. Fue tú culpa —huyó de la situación y se dirigió a la salida— quédate, no te presentes por hoy— salió dando un portazo.
Justicia no tuve, apoyo de mi única familia, menos.
Por más que quise olvidar y superar, me fue difícil y más cuando al volver Vanetto estuvo ahí, inocentemente siendo recibido como el mejor cliente.
Aunque Leandro lo atendiera, lo seguía viendo y recordando todo.
—Estuviste ausente —su voz me hizo desviar la vista en él. Había olvidado su presencia.
—Asunto personal —me dediqué a limpiar la mesa y bajé la vista.
—¿No anhelas venganza, Alexandro? —gire a verlo. No podía saber por lo que había pasado. Pasé saliva y lo observé en silencio. Nicolaik Vleid, esa vez usaba una camisa blanca impecable y un chaleco negro— en ti veo el odio.
Me enderece y fugazmente, vi a Vanetto.
—Le deseo lo peor —regresé a verlo— odio la vida que tengo.
Lo vi levantarse y su mano enguantada colocó en mi hombro.
—No me equivoqué contigo. Eres el correcto —confuso lo observé hasta que lo vi salir por la puerta.
—¡Alexandro!
Desvíe la vista en Leandro y ante su mirada, seguí siendo un sirviente más.
Cuando faltaba media hora para cerrar, padre volvió a dejarme las llaves, pese a lo sucedido. El distanciamos fue evidente, fueron cortas palabras de intercambio cuando ante sus ojos, fui el culpable de mi desgracia.
Cuando cerré, tuve miedo no mentiré. Miedo a estar expuesto y miedo a Enzo Vanetto.
—Alexandro.
Su voz siempre me causó un susto cuando nunca lo escuchaba llegar o tal vez estaba muy distraído ante mis propios pensamientos.
—Está cerrado —le avise al verlo a mi lado.
—Vine por ti, Scarlet quiere conocerte.
Confuso quise huir cuando me detuvo y con su mano cubrió mi boca y nariz siendo difícil respirar.
Fue miedo y creció cuando creí ver uno colmillos sobresalir de su boca hasta que perdí el conocimiento.
Cuando desperté, me costó abrir los ojos al lucir desorientado.
—Es él —reconocí su voz.
—Es el indicado —escuché una dulce voz.
—Existe un riesgo, Madre.
—Shhh —al abrir mis ojos por completo, primero distingui dos sombras hasta que mi visión se aclaró. Era Nicolaik Vleid con una dama elegante a su lado, su rostro fue difícil de ver al mantener un abanico cubriendola— Alexandro Rossi —se inclinó— y futuramente, un nuevo Vleid.
—¿Quienes... son? —retrocedí en el suelo— no me hagan daño.
—No, yo nunca te lastimaría —ella extendió su mano, portando unos guantes hasta sus codos— Soy Scarlet Vleid y él es mi hijo, Nicolaik —ladeo la cabeza y solo percibí sus ojos hipnotizantes— ven, déjame ayudarte.
Confíe en ella y sostuve su mano. Me levanté con su ayuda y la tuve de más de cerca mientras su hijo me rodeo.
—¿Valoras tú vida? —negué— yo puedo obsequiarte una nueva vida. La inmortalidad, Alexandro —bajó su abanico y note esos colmillos. Quise huir cuando Nicolaik me detuvo de los hombros —no vamos a dañarte.
—¿Qué... son? —les pregunté con el corazón acelerado.
—Vleid —ella me respondió.
—Vampirismo —escuché su voz y me soltó— y tú puedes ser uno si así lo decides.
—Una mejor vida Alexandro, no más dolor —su mano acarició mi mejilla— fuerza y eternidad.
Pasé saliva.
No dude de su propuesta aunque fui ingenuo de las futuras consecuencias.
—Quiero ser vampiro —respondí y ella le entregó su abanico a su hijo.
—Antes tienes que morir —su encantador rostro cambió ante mis ojos y fui atacado por Scarlet Vleid. Sus colmillos se clavaron en mi cuello y ante el dolor, me sostuve de sus hombros hasta que caí al suelo. Sentí mi corazón latir cada vez más despacio y cuando ella se alejó, su voz fue lo último que escuché —Mi nuevo hijo.
...
Desconoci por cuanto tiempo, pero cuando desperté estaba en otro lugar, no a mitad de la calle. El lugar era lujoso y cuando me observé a mi mismo, estaba acostado en un sillón, pero lo más extraño es que sentía demasiada sed, mucha adrenalina, no había miedo y todos mis sentidos, se habían intensificados.
Me sentí extrañamente vivo.
Pese a no sentir mi corazón latir ni mi respiración.
—Bienvenido Alexandro —su rostro apareció ante mis ojos— mi hijo.
Scarlet Vleid se sentó en el sillón cuando me senté a una rapidez increíble.
—Nicolaik —desvíe la vista en él, se mantuvo cerca de una ventana cerrada. De hecho, era poca iluminación a la estancia— ve por su copa.
Humedeci mis labios y regresé a verla.
—Tengo mucha... sed.
—Conozco la sensación y sé justo lo que necesitas.
Cuando su hijo legítimo regresó, note en su pálida mano una copa con líquido rojizo.
—Bebe, Alexandro —se la entregó a Scarlet y ella a mi— despacio y disfrutala.
Sediento la sostuve en mis manos y bebí desconociendo la bebida pero si disfruté su sabor y su olor. La vacíe por completo pero seguía sediento.
—Quiero... otra —gruñi y le entregué la copa.
—Debes tener un control, es poco a poco.
—Nicolaik, no vamos a negarle otra copa de sangre —repetí su última palabra en mi cabeza “Sangre” — no a mi nuevo hijo.
—Madre, él debe aprender a controlar la sed.
—¿No fui clara Nicolaik? —bastó su mirada para él, obedecerla.
Cuando regresó, tuve una nueva copa de sangre que se volvió mi vicio.
—¿Morí? —dejé de beber y la observé.
—Te tuve que inyectar mi veneno inmortal, tú corazón se detuvo cuando no necesitas más su función. Eres inmortal Alexandro —me explicó— con la sangre de Nicolaik, reviviste y se completó la transición. Un auténtico vampiro y el primer logró.
—Eres un vampiro convertido, no más humanidad —gire a verlo a él— Hemos intentado tantas veces y tú eres el único logro con éxito.
—Tienes nuestra sangre Alexandro —Scarlet se inclinó y su mano colocó en mi mejilla— Soy tú Madre.
Sonreí y ante el dolor en mis ancias, brotaron mis propios colmillos.
—Debes saber ciertas reglas del vampirismo, Alexandro— fije la vista en Nicolaik— Sangre, siempre vas a requerir de sangre mortal y nunca debes salir de día. La noche es la hora indicada para buscar donantes —lo escuché con atención a medida que me di cuenta del cambió.
No pude ocultar mis largas uñas crecer, puntiagudas y filosas.
>>Tenemos enemigos, Cazadores que conocen de nuestra existencia y principalmente, portadores de magia, Jhony Baker que no durará de matarte y no volverás a resucitar. Escapa de su radar, ocultate cuando sea necesario y evita la plata o una estaca al corazón. Es lo único que puede herirte de gravedad y que seas cenizas. En otras partes, perderás la conciencia por segundos.
—Tienes mucho por conocer, Alexandro —ella se levantó— Llevalo a alimentarse Nicolaik —se inclinó a mi—La venganza, debe ser torturante hijo mio —Scarlet se despidió con un casto beso en mi mejilla.
—Vamos Alexandro.
Me levanté de mi lugar y dejé la copa vacía sobre una mesa de centro.
—No soy más Alexandro —cause su atención— él murió— desvíe la vista en la copa de sangre y regresé a verlo—sin mi humanidad, ya no soy a quien conociste —sonrei con malicia— Dime, Blood.
—Blood— él repitió— es hora de cazar.
Lo seguí sin dudar.
Mi primera noche y aprendí mucho de Nicolaik Vleid pero nunca, un humano fue suficiente.
—Más sangre —gruñi y dejando el cuerpo, me levanté— venganza.
—No te demores, debemos volver antes del amanecer —me respondió y lo guíe hasta Ristorante Rossi.
Desde las sombras, vi a Leandro cerrar como tantas veces y no parecía extrañarme. Una de las consecuencias era alejarme de él cuando debía asimilar, que tenía otra Familia.
—Debe estar cerca —dejé de verlo y avancé hacia la misma calle. Por mi intuición, encontré a Enzo Vanetto, esta vez solo.
Creció mi odio y solo pensé en sangre cuando mi humanidad, aún recordaba.
Avancé hasta él y cause su mirada.
—¿Alexandro? —se alejó de la pared.
—Soy Blood —respondí y bastó mostrar mis colmillos para asustarlo.
Tuve ayuda de Nicolaik para detenerlo y con brusquedad, lo lanzó hasta mi.
—Mi dispiace.
—No Vanetto, ni tú muerte será suficiente —sediente, bebi de él y sin sutileza rasgue su garganta.
Desde el suelo, ignoré sus súplicas y no me detuve hasta que fue suficiente. Sin embargo, quise más dolor cuando seguía respiración con dificultad y fue al primero que le arranque el corazón.
—¡¿Lo disfrutaste Vanetto?! —reí siniestro cuando le repetí lo mismo.
—Blood, es suficiente —dejé de gozar mi hazaña y gire a verlo con mis manos manchadas de sangre— Regresemos con Madre.
Asentí y en silencio lo seguí nada arrepentido de mis actos.
Scarlet Vleid, no me juzgo, para ella fui su orgullo y por ella, volví a conocer y tener un cariño maternal cuando siempre me escuchó y me aceptó.
—Madre —me acostumbré a decirle de aquella forma.
—Alexandro, siéntate —señaló a un lado del sillón. La única que no me molestaba ser nombrado de esa forma.
Obedeci y me senté a su lado.
Durante el día, teníamos que ocultarnos de la luz cuando era preferible la oscuridad.
—¿Qué pasará con Leandro Rossi?
—No existe más —ella sonrió con malicia— nadie te hará más daño, hijo mío —la observé fijamente— sufrió, imploro —me abrazo sin reaccionar— te vengue.
No quise preguntarle más al respecto cuando fue evidente y ni siquiera, lloré por él.
Con la misma malicia, la alejé de mi.
—Grazie, Madre.
—Por ti, por Nicolaik, haré lo que sea —besó mis mejillas castamente.
Era difícil creer lo que se rumoraba de Scarlet Vleid cuando conmigo, siempre fue cariñosa con dulces palabras. Entonces, no dude de protegerla y Baker considerarlo, mi enemigo. Enemigo de todo Vleid.
—Madre —sostuve sus manos y hice una corta pausa— el vampirismo, no ha cambiado mis gustos. Soy distinto, defectuoso...
—No Alexandro, eres único —agradeci su tacto en mi mejilla— Lo sé todo y no voy a juzgarte. Nada, es tú culpa —recordé la muerte de Vanetto y la de sus amigos en los próximos días, causadas por mi— La atracción no es un pecado. El deseo, mucho menos —ella se levantó y se inclinó a besar mi frente— puedes desear a quien sea y a quien quieras, mi Alexandro.
Sonrei asimilando sus palabras.
Nicolaik hizo acto de presencia y Madre, se despidió de él con un beso en la mejilla.
—Blood, ven —ante su llamado, me levanté y lo seguí. Lo vi sostener una copa vacía— Madre, requiere nuestra sangre. La mía no es suficiente.
Asentí cuando lo entendí.
Nicolaik como su hijo legítimo cuando creí que había sido convertido, por él conocí su historia y por Scarlet, su pasado.
—Lo que sea por Madre —le entregué mi sangre y fue con frecuencia cuando Scarlet no salía de día y por las noches, se deleitaba con sangre mortal.
Llegué a considerar a ambos mi nueva Familia y valore la oportunidad de otra vida inmortal. Llegué a considerar a Nicolaik como mi hermano y fuimos cómplices en todo.
Después de 10 años, entre tantos viajes. Madre buscó un nuevo mortal para convertir. En Canadá, por Nicolaik, encontró a una humana joven con una vida insufrible como la mía y Sasha Vleid, fue la nueva integrante.
Madre estuvo encantada con su primera hija y tuvo nuestro apoyo.
En ella, recordé aquel día cuando la vi en las mismas condiciones. Sedienta, asimilando el cambió.
—Disfrutala hermana —le entregué su copa de sangre.
Ella me sonrió exponiendo sus colmillos.
—Gracias —bebió y ante mi mirada, me ajuste los guantes negros que comencé a usar desde años. Una forma de ocultar el monstruo como vampiro— ¿me puedes repetir tú nombre? —con su dedo, limpió la línea de sangre de su boca al dejar de beber.
—Blood.
—Ese no es un nombre.
Me incline hacia ella y con mis dedos sostuve su barbilla.
—Para ti y para todos, soy Blood.
—Sasha —ella extendió su pálida mano y la acepté— Sasha Vleid.
Sin embargo, Nicolaik fue quien más causó su atención. Una atracción y futuro deseo que no fue mi asunto.
Ninguno de los tres, se alejó de Madre cuando la seguimos a todos lados. En dadas ocasiones, huyendo de Baker y en el proceso, matando a varios de su aquerrale cuando la idea de Scarlet Vleid, era extender el vampirismo.
En Londres, encontró a un nuevo humano:
Máximo Walker.
Cada uno con su propio pasado, pero Madre y Nicolaik, siempre estuvieron ahí para una propuesta e invitación a la inmortalidad.
Más me sorprendió que él tuviera la valentía para caer desde la altura y esa fue la primera vez que lo salvé.
—Eres más valioso de lo crees —fue frágil para mi al sostenerlo con una mano. Él sin creerlo, alzó la vista y ante la distancia, escuché su corazón latir acelerado— Máximo.
—Subelo hijo —tras la indicación de Madre lo jale y lo dejé en suelo firme. Seguía en shock al vernos a los cuatro a su alrededor.
—Te advertí, no iba a detenerte —le dijo Nicolaik en cuanto llegó.
Él seguía con su mirada fija en mi que no me molestó cuando le sonrei.
—Son... como él —reaccionó y avanzó a la orilla.
No iba a detenerlo pero no me gustó su decisión y el riesgo. Era demasiada altura y siendo humano, no iba a soportar la caída.
—Máximo Walker, escúchame —habló Madre y él se volteó más seguía en la orilla y constantemente veía hacia abajo con miedo— valora la oportunidad. Una inmortalidad.
—¡No! —nos apuntó— el dolor no se irá.
Compartí una mirada con Sasha y Nicolaik.
—No volverás a sufrir, te lo juro —Madre se acercó más a él con pasos calculados y lentos— te voy a considerar mi nuevo hijo.
Él dudó.
—La humanidad no es grata —le dije causando su atención— morir y no volver, no será una justa venganza.
Me base a la información de Nicolaik, él se encargaba de buscar y Madre de elegir.
—Rechazó mi propuesta —bajó la vista y no me gustó sus lágrimas— amor... era lo único que pedía de él.
—Máximo —Madre causó su atención—por una nueva vida —extendió su mano hacia él.
Volvió a vernos y la aceptó.
En ese momento, Scarlet clavó sus colmillos en su cuello y cuando se alejó, su corazón seguía latiendo acelerado tras cubrirse la marca con su mano.
—Volverás Máximo Vleid —Madre se atrevió a lanzarlo y desde la altura, él cayó.
—¡Madre! —exclamó Sasha.
Por mi parte, me asome sin detenerlo cuando seguía cayendo.
—Baja Nicolaik y dale tú sangre.
—Enseguida, Madre.
Fue el primero en desaparecer.
Cuando dejé de verlo, Sasha seguía sorprendida con su sombrilla en su brazo.
—Vamos a darle la bienvenida, Sasha.
—Nuestra muerte fue menos dolorosa ¿no?
Me encogi de hombros y juntos bajamos con velocidad.
Cuando llegamos hasta Madre, nos acercamos. El lugar estaba desolado solo con nuestra presencia y la noche nos favorecia.
Vi a Nicolaik darle su sangre sin importarle las heridas. Él estaba bajo un charco de sangre, sin vida.
En ellos, el proceso fue más rápido cuando por pocos minutos, Máximo despertó como vampiro.
—Hola —lo saludó Sasha.
—Tú anhelo se cumplió, morir y revivir. Máximo Vleid —le dijo Madre y con su ayuda se levantó. Seguía asimilando todo, conllevo los recuerdo expresando confusión.
—¿Sediento? —Sasha se apoyó en su hombro.
Él asintió.
—Te conseguiré sangre —le avisó Nicolaik y desapareció.
—Bienvenido —extendí mi mano hacia él— Soy Blood— la aceptó y fue evidente sus colmillos al sonreír.
—Máximo.
—A partir de este momento, un Vleid más —Madre lo abrazó en cuanto lo solté y se dedicó a presentarse como a Sasha.
Nicolaik regresó con un mortal inconsciente y como bolsa de sangre, a Máximo el vampirismo lo venció.
...
—¿Cúal es tú verdadero nombre?
Con una copa de sangre en mi mano, lo escuché perfectamente.
—¿Curioso? —él se encogió de hombros al estar sentado desde el otro sillón, ambos frente a frente— Es Blood, nada más.
—Se lo pregunté a Sasha y lo desconoce. Recurrí a Nicolaik y me señaló, no ser mi asunto. De Madre, obtuve su silencio —Humedecio sus labios— te pregunto a ti, personalmente.
—Algún día, te lo diré Máximo —le sonreí.
—¿Por qué Blood?
Le di un trago a mi bebida.
—¿Que te hizo convertirte en vampiro? Además del veneno inmortal de Madre.
—La sangre de Nicolaik.
—¿Qué es lo que beberas siempre para calmar la sed?
—Sangre
—Dependemos de la sangre, Máximo —me levanté con mi copa en mano— ¿capisci?
—Tiene sentido, Blood.
Brinde con él pese a no tener una copa de sangre.
—Blood y Máximo, reunión con Madre —nos avisó Nicolaik y en segundos, desapareció.
—Nos esperan Máximo.
—Es Maxius —lo observé fijamente y se levantó— por ti, acabo de comprender que ya no somos esos humanos que fuimos. Entonces prefiero Maxius para ti y para todos.
Lo analicé con detenimiento.
Éramos más parecidos de lo que creí.
Y por más que evite la distancia con él, fue imposible al ser los dos Vleid. Compartimos miradas y vagas palabras y la atracción creció en cada día por más que me negué y una vez más, me obligue a no cometer el mismo error.
Ese día, me preparaba una nueva copa de sangre, invadido por mis pensamientos cuando Maxius apareció.
—Nicolaik y Sasha, se fueron a alimentarse. Madre, está en su alcoba.
—¿No saldrás a drenar, Maxius?
—No está noche.
En un poco tiempo, tuvo un gran avance para controlarse.
—¿Saldrás? —agregó ante mi silencio.
—No me apetece —bebi de mi copa.
En segundos, lo tuve a mi lado.
—No puedo fingir más Blood —lo observé con atención— desde que te vi... es como una conexión difícil de explicar... Debe ser por el vampirismo o por algo más pero te veo —anuló la distancia— y anhelo besarte. No me digas que no sientes lo mismo.
—Maxius, somos Vleid.
—Conozco tus gustos y eso no debería ser impedimento.
—Es prohibido —dejé de verlo.
—Nicolaik, ni Madre, no me advirtieron. No existe es regla.
—Olvidalo Maxius.
Me arrebato la copa y bebió bajo mi atenta mirada. No pude apartar la vista y me detuve en sus labios carmin.
—No insistiré Blood —de reojo lo vi dejar la copa y estuvo apunto de irse cuando no me contuve y lo jale a besarlo. Sus adictivos labios mezclados con el sabor de la sangre fue extasis ante le deseo.
Más reaccione al escuchar sus pasos y lo alejé de mi.
—Hijos míos —su voz resono al hacer acto de presencia— ¿me acompañan con una copa de sangre?
—Si Madre —respondí cuando Maxius seguía sin reaccionar. Con mi copa en mano, pasé por su lado y no pude olvidar un primer beso cuando desee más.
...
En la mera oportunidad, ante la soledad de Madre, me senté a su lado.
—¿A dónde iremos ahora?
—Suiza, mi querido Alexandro —me respondió al revisar un amplió mapa.
Ante el silencio, agregué:
—Madre, quisiera consultarle— cause su atención— si se diera o fuera posible una atracción entre Vleid ¿lo aprobaria?
—¿Te interesa Máximo? —guardé silencio— Lo supuse, no pueden ocultarme nada.
—Mi dispiace...
—No, no me debes una disculpa —sostuvo mi mano— lo apruebo. Date la oportunidad, no importa la sangre, pero recuerda, si dañas, si lastimas, me dolerá decidir entre uno de los dos —asentí— Máximo habló conmigo.
Sorprendido, la observé y apartó su mano.
—Mereces felicidad, Blood.
En ese momento, ellos volvieron de la cacería.
...
—Maxius —lo jale cuando tuve la oportunidad. Aproveché ese momento a solas cuando todos decidieron ir a drenar en una noche más— hablaste con Madre.
—Creí que necesitabas su permiso y lo tenemos ¿por qué prohibirnos Blood?
Lo sostuve del cuello y lo acerqué a mi.
—Me lo debiste consultar antes —gruñi— hice lo mismo —cause su sonrisa— pero no, Maxius— lo solté.
—¿Me vas a rechazar? —agarró mis manos. Me di cuenta de diez anillos en sus dedos. Era su propio significado— Blood, dame la oportunidad.
—Maxius —me safe de su agarre— no va a funcionar.
—El tiempo, lo dirá.
Caí ante su beso y se lo devolví con la misma vehemencia. Nuestros colmillos rozaron y creció el deseo el uno por el otro. En segundos, lo acorrale a la pared y mis manos no se detuvieron al abrir su camisa y él imito mi acción.
—Déjate llevar Blood.
Descendi hasta su cuello y me contuve a no usar mis colmillos. Marcarlo era activar una conexión.
Con prisa, con su ayuda me deshice de mis guantes, del chaleco y fue una tortura sus besos.
—No es el lugar Maxius —susurre cerca de sus labios.
—Lo anhelas Blood —sus besos descendieron por mi cuello y en mi oído susurro— es nuestra fantasía.
Gruñi y me alejé de él.
—No puedo Maxius —retrocedí más y más.
—Blood, por un demonio —usó su velocidad para alcanzarme— estamos solos.
Con Maxius, quise darme la oportunidad para olvidar e intentarlo.
Asentí y volví a besarlo.
Con nuestra velocidad a nuestro favor, me encerré con Maxius en mi habitación asignada. Una cama innecesaria hasta ese momento. A faltar de dormir, fue testigo de un placer.
Con prisa, nuestra ropa sobró.
Sobre él, fue un intenso beso cuando solo pensé en Maxius, solo fue Maxius y un compartido placer.
...
—¿Un Rossi? ¿Italiano? Que suerte, la mía.
—Odio mi pasado, Maxius.
Fue extraño compartir con él parte de mi pasado, más no le revele mi nombre pero incluí lo sucedido con Vanetto y con Leandro.
—Es mi turno de contarte del humano que fui —Maxius se levantó y lo admire cuando la misma sábana nos cubría a ambos.
Lo escuché con atención.
Me dediqué a acariciar su mejilla sin interrumpirlo y ante su pasado, tuve miedo de fallarle cuando Maxius ya había vivido un rechazo.
«Solo es capricho, solo es deseo Blood»
Me repetí tantas veces.
—Tendrás que conocer Londres, conmigo.
—Nunca debemos volver al lugar donde fuimos humanos —le recordé.
Regla de Madre.
Maxius asintió y se inclinó a sellar sus labios con los míos.
—Suficiente —lo alejé al detectar ruido—llegaron —le susurre cuando me olvidé del tiempo con él. Con velocidad, bajé de la cama— vístete, Maxius— le lancé su ropa— y te vas de aquí.
—No tenemos que ocultarnos, Blood.
—Shh —le pedí bajar la voz— es mejor así, Maxius.
Ignoré su mirada y rápido me cambié. A falta de toda mi ropa, salí y los vi en la sala con Madre.
—¡Blood! Debiste venir con nosotros —Sasha me abrazó.
—En otra ocasión hermana.
Ella se alejó.
—¿Dónde está Máximo?
—No tengo la menor idea, Nicolaik.
Obtuve sus miradas y en poco tiempo, Maxius apareció.
—Aquí estoy —abrazó a Madre y a Sasha. En todo momento, tuve la mirada de Scarlet — estaba con Blood.
—Maxius —le adverti y él me ignoró.
—¡Un gustoso placer!
Quise atacarlo pero Nicolaik intervino entre ambos.
—Eso merece un brindis, por mis hijos.
—Lo merecen, son perfectos juntos.
—Felicides a los dos.
Me calmé cuando escuché sus palabras. Ninguno me juzgo y aceptó una posible relación con Maxius.
—Anhelo esa copa Madre —él le respondió y los tres se alejaron.
Enseguida me acerqué a Maxius.
—No tenemos que ocultar lo nuestro, Blood, porque yo no me avergüenzo.
—Mi dispiace Máximo —me incline a besarlo y me ilusione demasiado incluso lo ilusione a él.
...
Cuando llegó el quinto integrante, tuvo el cariño de Madre y la ayuda de todos.
Sin embargo, al ver a Maxius cerca de Kyve Vleid, causó mis celos y ante mi presencia, siempre me temio y tal vez, use la autoridad por conveniencia.
—Otra copa.
Kyve asintió y usó su velocidad controlada para irse.
—No es tú sirviente.
—Es su pago por enseñanza ¿te molesta Maxius?
—No la forma en que lo tratas— se inclinó a mi— más bien, que esté cerca de ti.
—Es mutuo —entré la nula distancia, lo bese.
—Blood, aquí tienes tú copa —fuimos interrumpidos por él. Al principio, no hubo rechazo de él pero si sorpresa ante los afectos en su presencia.
—Grazie Kyve, puedes irte.
—Iré con Sasha.
Él asintió y se marchó.
—Futura relación —Maxius me susurró—como nosotros.
—A Sasha le interesa Nicolaik.
Bebí de mi copa y Maxius me la arrebato.
—Kyve es mejor opción.
—No es tú asunto —le repetí como tantas veces— Tú asunto, es complacerme.
—Será un gusto, Blood.
Bebió de mi copa y sello sus labios con los míos. Enseguida, Maxius se alejó de mi
—¿Es demasiado pronto para pedirte ser marcado por ti?
Me aleje de él.
—No Maxius, una marca es una condena.
...
Durante años, disfrute la rutina. Sangre, besos y placer con Maxius. Seguír con Madre, matar enemigos y más Vleid por conocer.
En los próximos años, se integraron más vampiros convertidos. Entre ellos Dimitri, Colay y las hermanas desde humanas, Clarissa y Elaiza. Más y más humanos convertidos. Cientos hasta miles por todo el Mundo.
Sin embargo, llegó a aburrirme la monotonía por tantas veces y tras pensarlo, tras hablar con Madre, obtuve su permiso más Maxius no estuvo de acuerdo.
—¿Irte? No puedes. Los Vleid no se separan.
—Me aburre esta eternidad Maxius y tengo el permiso de Madre. Iré en busca de otra inmortalidad.
—Será un riesgo estar tú solo, nos busca Baker.
—No me vencerá —él negó varias veces— Maxius, quiero conllevar mi anhelo.
—Sirvientes —repitió tras contarle— al único y al primero que deberías de marcar es a mi.
—No Maxius, contigo es distinto.
—¡Por un demonio, Blood! ¡No te vayas! —me safe de su agarre en mi camisa y lo alejé cuando ellos aparecieron— Es lo mejor, Maxius— susurré— Io ti amerò per sempre.
—¿Es cierto? —me aleje de él y fije la vista en Sasha.
—Lo es.
—Por medio siglo, hemos sido nosotros cinco —espetó Kyve.
Después de todo, me agradó cuando fue cierto. Cada hijo o hija de Madre, se fue así lo decidieron pero nosotros como los primeros cinco, fue una larga convivencia.
—Quiero intentarlo.
—Suerte Blood, siempre contarás con nosotros. Cuando se te requiera, te vamos a buscar.
Asentí ante las palabras de Nicolaik.
—Hijo mio —me acerqué a Madre— vuelve cuando lo desees— besó mis mejillas y me alejé de ella.
Recordé nuestra conversación.
—Sirvientes —repitió al escuchar mi idea. La vi con atención mover su copa de sangre— Tienes mi permiso cuando por ser su Madre, no dejaré de ser superior.
—Asi será, mis sirvientes me van a obedecer y todos a ti.
Estuvo de acuerdo cuando usaría mi poder a mi favor. Demasiados dependiendo de mi, sirvientes a mi merced.
—¿Qué pasará con Máximo?
—A él no quiero marcarlo, no me voy a arriesgar.
—Lo harás sufrir —ella se levantó— eso fue lo único que te pedí no cometer.
—Lo sé y Maxius tendrá que entenderlo.
Obtuve su mala mirada.
—Vete Alexandro, alejate de Máximo y no le causes más sufrimiento. Sabía, que esto pasaría. Ambos iban a dañarse mutuamente y no puedo, matarte a ti —su mano se detuvo en mi mejilla, sin sus guantes, clavo sus largas uñas— Máximo resistira, estaré para él pero no vuelvas a ilusiónarlo.
—No Madre, me iré en cuanto antes.
Hui de una buena relación con Maxius cuando mis pensamientos estuvieron en mi contra. No lo merezco y él merece a alguien mejor.
Con un abrazo, me despedi de Sasha, después de Kyve, con un apretón de mano de Nicolaik y por último, fije la vista en Maxius.
—No te comprendo Blood pero confío que solo será por corto tiempo cuando volverás.
—Olvida lo nuestro Maxius —me despedi de un casto beso en su mejilla y me fui sin ver hacia atrás.
Temi arrepentirme cuando me distancie por siglos.
Más estuve al pendiente de cada uno por cartas de Nicolaik y en 1880, convertí a Colay en mi primer sirviente cuando lo marqué ante su interés e insistencia, hasta para olvidar a Maxius y con él, fueron más y más, Dimitri, Foster, Volker y Cold en distintas situaciones. A varios, no tuvieron opción y otros me buscaron por protección y fuerza ante una conexión conmigo.
Sin embargo, la consecuencia era un vínculo. Morir por igual al mismo tiempo y por lo mismo, desistí de marcar a Máximo.
—¿Por qué no lo buscas? Maxius no deja de preguntar por ti.
—No fuiste a ver a Máximo, fue a Madre porque así te lo ordene y no pedí tú consejo Foster.
Me alejé de él y me cubrí con Ia camisa. Después seguí con el chaleco y los guantes.
—¿Nunca lo harás tú sirviente? —me preguntó Somber. A cada uno, le di un nuevo nombre.
—Retirense los dos —les di la espalda y ajuste mis guantes— solo me son útiles por sangre, placer y seguir mis ordenes.
Ninguno me contradijo.
Y entre cada año, fue más difícil dejar de pensar en Maxius.
Creí que no lo volvería a ver, después de más de un siglo cuando esa noche, me encontró.
—Blood —dejé de besar a mi nuevo sirviente en cuanto reconocí su voz.
—Maxius —me tomé el tiempo de admirarlo de pies y cabeza. Seguía aparentando juventud y ese mismo físico atrayente.
—Deja de ocultarte de nosotros cuando te hemos encontrado.
Estuve por preguntarle al respecto cuando Nicolaik apareció.
—Blood, Madre te requiere. Tendrás que volver con nosotros.
Observé a cada uno y aunque quise negarme ante la cercanía de Maxius, no lo hice por la lealtad a Scarlet.
—Lo haré, con todos mis sirvientes —recibí la molestia de Maxius cuando debía estar enterado. Casi cien vampiros dependían de mi.
Fue un nuevo enfrentamiento con Baker cuando Nicolaik y Madre, lo habían encontrado en su mismo pueblo oculto, Synerdale.
Por nuestra presencia de todos los Vleid, cambió en Neevil y se desató la batalla contra Baker y su descendencia.
En ese tiempo, con un gran poder pero nunca imaginamos que tendría ventaja. Scarlet Vleid terminaría atrapada en un poderoso grimorio ancestral, en su propia prisión y eso nos debilitó a todos cuando nos atraparon en Neevil por más que intentamos cruzar el límite en cada noche y Baker fuera de nuestro alcance en su propia barrera de protección, con ese libro en ventaja.
No alcance a protegerla cuando en ese instante, fue un enfrentamiento con más de su aquerrale y al llegar el día, tuvimos que volver a ocultarnos en Guaridas que en su momento, les arrebatamos y tratos con traidores de su aquerrale, tuvimos nuestra propia protección.
Sin embargo, ese día Nicolaik llegó con un nuevo y último vampiro convertido: Jhon Baker y pese a todo, tuve que ayudarlo a ocultarlo.
—Madre no pudo ser derrotada.
—Aún existe Blood y el hijo de Baker, será nuestra ventaja— lo señaló inconsciente en el suelo.
—Debiste matarlo.
—Fue idea y petición de Madre, convertirlo. Un cruel castigo para Baker y necesito tú ayuda Blood. Ocultarlo aquí y tú y tus sirvientes, los únicos en conocer su existencia.
—Tendrás mi silencio como el de mis sirvientes, así se los ordenare pero considera las consecuencias. El resto de Vleid, van a enterarse tarde o temprano.
Nicolaik asintió y sin sutileza lo arrastró hacia donde le indique. Una improvisada celda que con los años reforce y oculte de otros Vleid curiosos. Cuando Jhon volvió a despertar como vampiro, fue atado con cadenas y parecía no reaccionar. En silencio sin recordar absolutamente nada o eso creímos.
Durante cinco años, fue una rutina. Por las noches salir a drenar visitantes y a todo mortal cuando llegaron Cazadores y como nosotros, fueron más como su alianza con su aquerrale y durante el día, darle sangre a Jhon en pocas porciones, atención a mis sirvientes como la insistencia de Maxius de marcarlo.
Por mucho tiempo, me negué hasta que la idea, desistí. Estuve seguro de querer marcarlo sin el permiso de Madre pero antes, busqué una manera de no condenarlo.
—¿Es posible?
—Tal vez funcione Blood, pero será un riesgo. De eso se trata la marca.
—No quiero condenarlo, haré una excepción con Maxius.
Nicolaik como mi confidente de siglos, me dio una idea. Además, me demostró la lealtad y saber ocultar mi real nombre cuando desde hace siglos, se lo pedí.
—No puedo ayudarte cuando sabes que lo haría. Este poder que tengo por culpa de Baker, no lo controlo pero busca y obliga a alguien de su aquerrale —colocó mi mano en mi hombro— si estas seguro Blood, hazlo. Marca a Maxius pero antes debes tener la sustancia para separar y alterar la conexión. Athenea podrá crearla por ti.
Asentí y así lo hice.
Sin embargo, interfirio la llegada de Nea Baker a Neevil cuando creí que desde hace años, Nicolaik la había matado. Hija de Baker más no era poderosa, no heredó su don como su hermano o eso creímos.
En cuanto antes, comenzó a cazarnos cuando descubrió la verdad de Jhon y la de su progenitora. Venganza de Scarlet. Se unió a los Cazadores y estuvimos en desventaja como aquel crio por ser exactamente igual a Jhon y al principal Baker.
Fueron noches de pérdidas entre Vleid y más de mis sirvientes que me debilitaron y eso me hizo dudar de marcar a Maxius.
Más fue por su apuesta y ese daño a sí mismo que asumí las consecuencias. Con la sustancia a mi disposición, lo marqué y con engaños, fue al único que no quise condenar.
Si algún día, llegaba a dejar de existir, Maxius seguiría en la existencia.
Por supuesto, tuve el reclamo de varios de mis sirvientes, en especial de Somber cuando fue demasiado tarde para ellos.
—No es justo, amo.
—Con Maxius es distinto Somber y te ordeno como a todos, no contarle sobre esto.
Después de todo, Maxius fue mi último sirviente y fue poco tiempo que disfrute de su compañía en la Guarida como volver a intentar una relación. Fue más a allá de besos y placer cuando Maxius tuvo razón, con o sin marca, fue lo mismo.
Me arrepentí de mis actos, de perder el tiempo con él cuando nunca imaginé ser derrotado por una portadora de luz.
Nea Baker fue decidida a matarme y no dudó.
Vi su odio y ese mismo deseo de venganza como lo tuve desde siglos.
En ese momento, valore mucho más mi eternidad, pensé en mis sirvientes que murieron conmigo y sobre todo, pensé en Maxius.
Verlo frente a mi, sin alcanzar a advertirle cuando mi tiempo estuvo en mi contra.
Una promesa sin cumplir.
Sin la estaca, mi inexistencia como la de casi cien vampiros más. Libre de la condena Maxius cuando de esa forma, fui liberado de mi propia maldición.
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N/A:
Capítulo largo, lo sé pero justo y necesario para conocer un poco más de este personaje Blood. Mi querido italiano Alexandro Vleid, te llegué a amar, creció el cariño como a todos y me dolió tú muerte y se desata lo peor.
Estamos a la mitad de la historia y prepárense. Más muertes y mucha sangre.
Imagenes creadas con IA🍷🖤
Nos leemos pronto y no se olviden de votar y comentar ✨
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