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Capítulo ll: Conoce Neevil

"Piensa en tu pasado, confronta el presente y predice un futuro"
/Draven Villeel/

N E A B A K E R

¿Qué es Neevil? —preguntó una Nea de siete años al haber escuchado hablar a su padre y a su hermano en la sala en voz baja. Tras la curiosidad, se ocultó muy cerca y logró escucharlos hasta salir de su escondite.

Dos pares de ojos fueron fijos en ella y uno de ellos se acercó hasta agacharse a su baja altura.

Neevil sería un lugar que pueda atrapar a todo lo maldito de este mundo —él le sonrió y acarició su mejilla con ternura— y solo tú Nea podrías lograrlo si existiera.

Sería un lado oscuro que se oculte, Nea —le respondió su hermano. Ambos a la misma altura de ella. Tan parecidos por su peculiar cabello blanco por ser un Baker.

Fugazmente un fragmento del recuerdo se esfuma, sin evitar recordar mi pasado cuando tengo frente a mi a quien debo considerar mi padre.

—Él es Jhony Baker...

++ Una hora antes ++

Suspiro con pesar cuando Carolina y Joan cada vez se alejan de mi apesar de mi advertencia y rechazo a este lugar.

—No finjas que no me escuchaste— me obligo a seguirla, al alcanzar su paso me mantengo a su lado—. Vámonos de Neevil.

—Deja de ser tan desconfiada como lo era tú hermano. Los nervios te están traicionando.

Resoplo y niego.

—Hay que desconfiar hasta de nuestra propia sombra —recito las palabras de Jhon, una infinidad de veces me advirtió de nunca confiara en nadie del todo. Y tenía razón. —Tú deja de ser tan terca en seguir aquí.

Carolina se detiene y gira a verme con expresión cansada.

—Solo quiero cumplir la petición de tu hermano.

—Jhon, Jhon, Jhon —imito su acción—. Deja de usarlo para chantajearme.

—Mami —la voz de Joan capta mi atención al asomarse— tengo hambre.

Caro aparta la vista de mi y lo carga entre sus brazos.

—¿También te opondrás a que busquemos un lugar donde comer?

Ruedo los ojos al escucharla y la mirada de inocencia de Joan empeora.

—Bien, busquemos un sitio.

Soy la primera en avanzar, alerta veo a ambos lados aunque estemos completamente rodeadas de soledad.

—¿Y encontrar a tú padre?

—Caro.

—A eso vinimos Nea —me alcanza y seguimos el mismo paso— ya casi es de noche, buscamos comida y un refugio que Jhony Baker pueda darnos —hace una corta pausa—. Lo veras otra vez después de tantos años y ambas tendremos respuestas y él lo que le pertenece.

Me limito a negar y en silencio seguimos avanzando por la calle.

«Una parte de mi no quiere verlo»

...

—¿Y si preguntamos ahí? —señala Caro hacia una pequeña casa, igual que todas tiene las ventanas cubiertas con tablas de madera más es la única con la puerta abierta.

—Vamos —me encargo de ir hasta adelante. Maldigo no haber traído un arma, debí pedirle una a Caston. A medida que avanzamos, escucho mezcla de voces y ruido dentro. Al llegar a la puerta frunzo el ceño al notar en el suelo una línea de polvo blanco ¿De sal? Levanto la vista sin cruzar y me asomo —¿Hola? —veo varias personas dentro que en instantes guardan silencio —buscamos un sitio donde... comer.

Una joven de cabello castaño corto se acerca a la puerta, percibo su mirada de desconfianza y esa rara marca en su frente.

—Estas en el lugar correcto, aquí servimos comida —le medio sonrio, medio giro y hago un ademán de cabeza a Carolina para que se acerque. Ella entra con Joan siendo la última en entrar—. Que alivio, no son como ellos —ella suspira y se da la vuelta—. Síganme.

Carolina sostiene de la mano a Joan, cada vez que avanza evita que él se aleje hasta llegar a la barra captando varias miradas y murmuros.

—Gracias, en realidad es para mi hijo, se muere de hambre —bromea Carolina con ella.

De mi parte me mantengo alerta, detrás de Joan y Caro viendo a cada persona de aquí, varios regresan a lo suyo, otros no apartan la vista pero más me causa la atención al ver en todos una cruz en su frente que a ninguno parece importarle.

—¿Nuevas en Neevil?

—Si, acabamos de llegar.

—En ese caso bienvenidas, por cierto soy Yane y aquí tienen el menú.

Dejo de prestarles atención cuando Caro es la única que mantiene una conversación.

Avanzo un paso y le doy un vistazo alrededor. La casa es pequeña, hay varias mesas con asumo clientes comiendo o bebiendo. La poca iluminación entra por las ventanas casi cubiertas. En las paredes hay demasiados crucifijos colgados de diferentes tamaños.

Regreso la vista en las personas y no veo más esa marca en sus frentes.

—Caro —me volteo captando su atención—. Prefiero esperarlos afuera— veo a Joan morder una galleta de chocolate.

—¿Tú no vas a querer nada?

Niego varias veces.

—Solo no tarden —me limito a contestarle, giro mi cuerpo y avanzo a la salida ocultando mis manos en mis bolsillos.

Al estar afuera, me detengo a poca distancia de la puerta y suspiro. Saco una mano y la guio a mi nuca.

—Tranquila Nea —me digo a mi misma al comenzar a sentir esa extraña sensación, la misma desde niña. Inflo mis cachetes y al expulsar el aire enarco una ceja al ver de la casa de enfrente una cortina cerrarse rápidamente —Que raro— susurro y bajo mi mano.

No obstante, una carroza capta mi atención. Es parecida en la que vinimos sin embargo de ella baja una mujer con gabardina negra que la cubre por completo. Observa al frente y se coloca un sombrero negro exageradamente grande.

—Ya saben lo que tienen que hacer, en una hora que todos regresen a sus casas —ordena con voz alta y autoritaria a varios hombres que bajan de la carroza, con gabardinas más cortas, sin sombreros —¡A trabajar! —comienza a caminar, ajena a mi presencia entra a la misma casa con ellos detrás de ella.

—Que diablos —me medio giro, al perderla de vista intento ver algo por las rendijas de la ventana.

—Un rostro nuevo ¿cierto?

Rápido me giro y justo al frente veo un hombre con la misma gabardina, lleva un sombrero más pequeño que el de ella entre sus manos.

—Lo siento si te asusté -se acerca tres pasos. Puedo distinguir su rostro, compruebo que luce joven, tiene el cabello castaño oscuro que varios mechones le cubren la frente.

—No lo hiciste.

Asiente y me sonríe, un hoyuelo se forma en su mejilla derecha.

—Nunca te había visto por aquí, Neevil es un pueblo pequeño y conozco todos los rostros, más si es el de una joven linda como tú.

Me esmero en sonreírle y me cruzo de brazos.

—Si, acabo de llegar.

Él limpia su sombrero.

—¿Qué te hizo venir a Neevil? Muy pocos logran... entrar.

—Un pariente enfermo —evito darle detalles a un desconocido.

—Lamento escuchar eso, espero que se cure y sobreviva —suspira— aquí suelen creer que es solo una enfermedad pero no existe una cura o antídoto anti colmillos.

—¿Dijiste col.. ?

—¡Nea! —una voz me interrumpe, rápido me doy la vuelta viendo a Caro con Joan afuera a pocos pasos de mi— ya podemos seguir.

Asiento, de reojo veo al mismo joven entrar a la casa y colocarse su sombrero.

—¿Ligando cuñadita? —se burla Caro al acercarse con mi sobrino sin borrar su sonrisa.

—No, mucho menos con alguien raro de aquí.

Carolina ríe y niega.

—Si tú lo dices, bueno estuve hablando con Yane y le comenté de tú padre, no lo conoce pero dice que hay alguien que conoce todo Neevil, lleva años viviendo aquí y puede ayudarnos a dar con él. Una tal Agnes.

Sabía que Carolina no iba a desperdiciar un segundo en obtener lo que quiere.

—¿Te dio la dirección? ¿Es confiable?

Coloca una mano en su cintura.

—Si, hacia al norte, dice que su casa se distingue por unos gatos en las ventanas -se encoge de hombros y es la primera en avanzar—. No empieces con tus comentarios fuera de lugar Nea y si la encontramos dale un voto de confianza.

Resoplo y la sigo.

—Créeme que soy la primera en querer resolver esto y en cuanto antes irnos de aquí.

...

Literal su casa se distingue de otras por tener gatos en las ventanas, la única sin los vidrios cubiertos más con cortinas abiertas.

—Aquí debe ser —emite Caro con un tono de miedo que percibo.

Suspiro y doy un paso adelante.

Hay tres gatos en la ventana más cerca, uno negro, otro blanco y uno gris. Parecen estatuas al jurar no moverse y a medida que me acerco y toco el vidrio de la puerta, uno de esos gatos se mueve y brinca.

—¡Ay Dios mio!

Retrocedo un paso y le doy una mala mirada a Carolina, de mi a Joan es la que más demuestra miedo.

—¿Qué? Me asustó —finge alisar su vestido rojo.

—La puerta se abrió —en voz baja emite Joan mientras apunta con su mano.

—Tú primero entra Nea, eres la más valiente.

Ignoro a Caro y regreso la atención al frente. Le doy un último vistazo a la fachada y entro con pasos cortos y alerta. Veo alrededor un montón de frascos, raras plantas con fuertes olores, libros con cubierta antigua y más gatos maullar y ambular por cada rincón.

—Gatito mami —escucho a Joan decir.

Me detengo en el centro y giro a verlos. Un gato negro se pasea por los pies de mi sobrino pidiendo cariño mientras él se agacha y lo acaricia.

—Las estaba esperando —una voz capta mi atención rápidamente. Frente a nosotras aparece una mujer de cabello blanco, maltratado, con un vestido harraposo con telas de diferentes colores. Las arrugas comienzan a ser visibles en su rostro.

—Hola ¿Tú eres Agnes? —le pregunta Carolina.

—Mauren Agnes, querida.

—¿Cómo sabias que vendríamos?

Causo su mirada, la veo sonreir con una pizca de maldad. Un rápido vistazo a su cuello y veo su collar con una estrella de cinco picos.

—¿Tú? —doy un paso adelante. Puedo afirmar ser igual a quien nos trajo más la edad hace la diferencia— ¿ya nos habíamos visto?

—No, pero no soy tonta para tener la seguridad que todo nuevo visitante que entra a Neevil, viene y me busca —nos observa a cada uno—. Que encantador niño.

Tengo que cubrir a Joan con mi cuerpo cuando ella no deja de verlo.

—Lucky, ven con mamá —espeta sin dejar de verme y el mismo gato negro se acerca a ella. Cuando se agacha lo carga entre sus brazos— ¿en qué puedo ayudarles?

—Buscamos a alguien de aquí —interviene Carolina.

Ella musita y se voltea. Avanza en dirección a una barra donde deja al gato.

—¿Qué pueden ofrecerme? —se voltea sonriendo— para el trabajo necesito un cadejo de cabello o un objeto perteneciente a quien buscan y tendrán su ubicación.

—¿Disculpa? —me cruzo de brazos.

—Nea, así trabaja ella. —Carolina coloca su mano en mi brazo y me aparta—. Es una bruja —me susurra lo último.

—¿Qué? —giro a verla— ¡¿Me trajiste con una bruja?!

—Si te lo decía, te ibas a negar más.

—¡Obvio que si Caro! —le doy una mala mirada y regreso la vista en la anciana—. No les creo cuando son todas unas charlatanas.

—Que desconfiada Nea Baker.

Por un instante me paralizo al escuchar mi nombre provenir de ella cuando nunca se lo dije, no con mi apellido.

—Neevil te esperaba. Bienvenida, al igual que tú Carolina y tú hijo Joan Baker —agrega— lo de hace un momento, solo jugaba —suelta una leve risita—. Sé quienes son, ya sé que buscan a Jhony Baker.

Comparto una mirada con Caro, le grito con la mirada y espero lo entienda un "Vámonos de aquí"

Sin embargo, Carolina se dedica a reír sin ánimos.

—En ese caso —carraspea— si puede ayudarnos.

—Ya lo hice desde que envié por ustedes. No cualquiera encuentra y entra a Neevil.

Regresa mi seriedad a mi rostro.

—Envío a esa chica ¿cierto? —la acuso.

—Tuvimos el gusto de conocerla —interviene Caro— ¿su hija? ¿o nieta?

—Familia —se limita a responderle y se acerca a mi—. Te llegó la carta ¿cierto? —musita y con burla se aleja—. Yo puedo llevarte hasta tú padre Nea Baker. Solo vengan conmigo.

Comienza a caminar a la salida.

De mi parte con miles de preguntas, sorpresa e intriga en saber quien es ella.

Cuando veo a Carolina la veo seguirla con Joan hasta las tres salir.

Esperamos afuera mientras Mauren Agnes cierra su puerta con llave encerrando a sus gatos más a "Lucky" se lo lleva.

—Por aquí.

Suspiro y en silencio la seguimos calle arriba.

Esta por anochecer y el frío comienza ante el oleante viento. Mientras avanzamos vemos el resto de las casas cerrar puertas y otras colocar la misma línea blanca en el suelo y otras ajustar unas campanitas si cruzan su límite.

De pronto, pasa cerca de nosotras la carroza jalada por caballos y definitivamente somos las únicas ambulando por la calle.

—¿Quién es la mujer de la carroza con sombrero ridículo?

Mauren Agnes se queda en silencio, pienso que no me responderá cuando la escucho suspirar con cansancio.

—Cassie, cuando menos lo esperes conocerás a los Willford.

—¿De dónde conoce al padre de Nea?

—Jhony es un viejo amigo mio —le responde la anciana y eso despierta más mi desconfianza. Él nunca la mencionó los años que estuvimos juntos— llevamos los mismos años aquí en Neevil, lastima que él ya no pueda salir.

—Nos enteramos que esta enfermo ¿esta grave? —le vuelve a preguntar Carolina.

Nuevamente suelta esa risita burlona.

—Ya lo veran queridas.

De pronto, Mauren Agnes se detiene a mitad de la calle y se voltea.

—Aquí es —señala la casa más pequeña, la única con barrotes alrededor. De la chimenea sale humo y las paredes se ven desgastadas cubiertas por enrredaderas. Parece casa de bosque.

«¿Ahí vive mi padre?»

—Entren, a Jhony le emocionará verte Nea —agrega con la misma burla y abre la puerta al apartar un gran candado.

«A mi no»

Pienso, me dedico a guardar silencio al ver a la anciana entrar, después Carolina con Joan quien arranca una flor de la enrredadera.

Antes de entrar, tomo una profunda respiración y estoy por hacerlo cuando otra vez esa sensación de alerta.

Me siento observada, me siento extraña.

Al darme la vuelta, lo compruebo al ver al frente, del otro lado hay otra casa. Sin embargo es la única que parece diferente. Tiene fachada de Mansión, su límite con una reja. Tiene un amplio jardín, más las flores y pasto se encuentra seco. En el centro una estatua de una mujer con vestido ampon, los guantes hasta sus codos definidos. La mitad de su rostro cubierto con un abanico abierto dejando solo sus ojos visibles y lo que es su cabello, cubierto por un sombrero pequeño.

Por la distancia no logro leer el nombre escrito en la placa.

La Mansión termina en punta, tiene un balcón con las puertas cerradas, mas una cortina se encuentra abierta y puedo ver una sombra que no distingo si es mujer o hombre ante la oscuridad del interior que por la iluminación de afuera le da poca luz para ver la silueta.

—Nea, entra ahora por favor —la voz de Mauren Agnes me hace apartar la vista. Es la primera vez que usa un tono serio. Me volteo y entro.

Enseguida ella se encarga de cerrar y coloca el seguro. La percibo tensa al darse cuenta de la persona quien nos observa y no despista a cerrar su cortina o alejarse de la ventana.

—Ya entra —me empuja. Dejo de prestarle atención a la Mansión de enfrente y me dejo guiar hasta la puerta donde me espera Carolina y Joan—. Rápido— ordena y nos abre la puerta con la llave correcta del manojo de llaves.

Primero entra ella, después Carolina sin soltar la mano de Joan y dudosa, me obligo a cruzar por esa puerta.

—Sigan —nos guía Mauren Agnes hasta el centro donde deja libre a su gato —aquí esperen, iré por él.

Frunzo el ceño al verla irse sola por un estrecho pasillo.

—Es acogedora ¿no?

Veo alrededor, le doy la razón a Caro. Es pequeña, la chimenea de la esquina transmite calor a la estancia. A poca distancia de nosotros hay un comedor de cuatro sillas. Lo que parece una sencilla cocina con una tetera sobre la estufa que comienza a silbar.

—Yo me encargo —anuncia Caro y se dirige a pagarla.

—¿No te gusta estar aquí Tía Nea?

Bajo la vista al escuchar su débil voz.

—¿Se nota? —él asiente y sonríe— eres muy pequeño para entenderlo Joan —revuelvo su cabello blanco.

—¿El abuelo es malo?

Alejo mi mano lentamente.

—No lo es. No juzgues hijo sino lo conoces.

Quiero contradecir a Carolina al responder por mi cuando soy la primera en creer que él maldijo a toda la familia.

Y la espera se hace eterna cuando solo escucho ruido provenir de lo que creo es alguna habitación.

—Ya se tardaron.

—Entonces ya vámonos —respondo tensa y me cruzo de brazos. Sin querer comienzo a mover mi pie desesperada hasta que del pasillo por fin aparecen.

Y en mi cabeza pensé mil escenarios al verlo después de más de siete años pero nunca verlo en una silla de ruedas quedando frente a mi:

¿Qué es Neevil? —preguntó una Nea de siete años al haber escuchado hablar a su padre y a su hermano en la sala. Tras la curiosidad, se ocultó muy cerca y logró escucharlos hasta salir de su escondite.

Dos pares de ojos fueron fijos en ella y uno de ellos se acercó hasta agacharse a su baja altura.

Neevil sería un lugar que pueda atrapar a todo lo maldito de este mundo —él le sonrió y acarició su mejilla con ternura— y solo tú Nea podrías lograrlo si existiera.

Sería un lado oscuro que se oculte, Nea —le respondió su hermano. Ambos a la misma altura de ella. Tan parecidos por su peculiar cabello blanco por ser un Baker.

Fugazmente un fragmento del recuerdo se esfuma, sin evitar recordar mi pasado cuando tengo frente a mi a quien debo considerar mi padre.

—Él es Jhony Baker —emite Agnes al permanecer detrás suyo— tú padre, Nea.

Paso saliva.

Sigue teniendo el mismo color de cabello blanco por completo como cada Baker heredado de él. Sin embargo luce demacrado, con ojeras bajo sus ojos, demasiado pálido, con arrugas en su rostro, barba y delgado. Cubierto por una manta con la cabeza inclinada, en sus ojos acumuladas las lágrimas al verme fijamente.

Entonces me atrevo a dar un paso y me agacho sin querer abrazarlo.

—Ya me habías contado de Neevil, lo recuerdo ¿qué clase de lugar es este? —obtengo su silencio— me hiciste venir aquí y no me dirás nada.

—No puede, Jhony lleva 1 año sin hablar debido a su enfermedad —la anciana capta mi atención— ni siquiera puede moverse y valerse por si mismo. Todos estos años he sido la encargada de cuidarlo y ayudarlo en todo pero como veras, ya estoy vieja y por eso te busqué, te encontré y lo obligué a hacerte venir. Es tú padre y tú su única hija.

Me levanto lentamente.

—¿Qué enfermedad tiene? —le pregunta Carolina con lastima al verlo.

—Una... muy grave. Nada contagiosa. Comenzó con debilidad, dolor en los huesos hasta perder total inmovilidad y voz —baja la vista y se inclina a él limpiando las lágrimas de sus mejillas— Y esta empeorando, no le queda mucho tiempo —regresa a vernos— pero antes de... irse lo único que anhelaba era ver a su hija otra vez.

—Lo siento mucho señor Baker, soy Carolina la esposa de Jhon y él, mire él es su nieto, Joan. —Caro lo acerca, su hijo la abraza con miedo ante un desconocido.

—Perdió inmovilidad dices ¿no? —capto la atención de la Bruja—. Entonces ¿cómo escribió la carta si era su misma letra? ¿Por qué hasta ahora? ¿Cómo es qué estaba encendida la tetera si estaba solo?

—Niña insolente ¿qué tratas de insinuar? La carta yo la escribí, te confundes de letra —ladeo la cabeza al verla, luce nerviosa—. Hace años quedé con Jhony de buscarte si llegaba un momento que te necesitara y llegó el día. No vayas a reclamar cuando tampoco te importó buscarlo. Te olvidaste de él.

Bufo y bajo los brazos.

—Nea, no es el momento. —Caro capta mi atención. Niega y por su mirada sé que no le dará la llave- podemos ayudarle en lo podamos señor Baker.

—No, yo no puedo.

—Nea, es tú padre.

—Quedamos en irnos Caro —le respondo en el mismo tono bajo— Nosotras nos vamos de Neevil ahora —vuelvo a verlo.

—No podrán salir. No a estas horas, afuera ya oscureció y en Neevil existe una regla muy importante, nadie debe salir de noche.

—No le temo a la oscuridad —le contesto usando el mismo tono serio que ella.

—Agnes tiene razón, la noche es peligrosa Nea, no nos podemos exponer. Piensa en Joan.

Otra vez su chantaje.

—Agh, bien solo nos quedamos esta noche -sentencio.

Carolina me da una mala mirada, suelta a Joan y del brazo me aleja a una esquina.

—A ver Nea, no puedes ser inhumana, tu padre te necesita, miralo, se ve muy mal —habla en voz baja—. Vamos a quedarnos con él un tiempo, ayudarlo a mejorar, buscar ayuda con un especialista y cuando pueda hablar y tenga yo las respuestas para Joan, hasta ese momento nos iremos.

—Caro...

—O te vas sola sin mi y Joan.

—No los dejaré solos en este pueblo —odio su mirada de súplica. Suspiro con cansancio y asiento. Regreso hasta él — Nos quedamos un tiempo nada más y en cuanto mejores, nos iremos de Neevil.

Dicho esto y me doy la vuelta, no conozco la casa pero solo quiero dejar de verlo, huir. Me oculto en el pasillo hasta recargar mi espalda en la pared mientras escucho a Caro hablar con la anciana sobre mi padre.

—Nos invitaron a cenar, más bien Agnes —se acerca Caro hasta mi. La veo desde el suelo al estar sentada a mitad del pasillo, hace poco que vi a Joan pasar corriendo buscando su habitación feliz—. Nea, deja de actuar de esa forma.

—Tengo mis razones Caro.

—¿Culpa? ¿Tristeza al verlo así? —suspira y me ayuda a ponerme de pie— te entiendo y no quiero juzgarte pero ahora tienes la oportunidad de estar con él como tanto Jhon te pidió. Pasar los años que le queden de vida con tú padre.

No le respondo.

Por una parte sus palabras son ciertas más esta instalada la desconfianza. Una parte de mi no le cree porque lo conozco bien.

—Anda, ve por Joan y vamos a comer. Te espero okey.

—¿Es necesario que yo...?

—Si Nea —me da un rápido abrazo— tú puedes.

Caro se voltea y regresa con ellos.

Suspiro, me giro y busco a Joan doblando al otro pasillo. Hay solo tres puertas. Una tiene seguro, sigo avanzando hasta dar con otra que al abrir veo una pequeña habitación con dos camas.

«¿Tanto me esperaba?»

La vuelvo a cerrar y suspiro.

Aun tengo miles de preguntas por querer saber la respuesta.

—Joan —me dirijo a la otra habitación— ¡Joan! —me detengo frente a la última puerta, dentro escucho una melodiosa voz llamarme. Lentamente coloco mi mano en la perilla, la giro y accede la puerta hasta abrirla—. ¿Joan qué haces aquí? —él se voltea asustado, en sus manos tiene un baúl de madera y se encoge de hombros. —Ven, dame eso —me adentro sin cerrar la puerta y al estar cerca le quito el baúl. Veo alrededor, aquí no hay camas más que un estante de libros en el rincón— No agarres lo que no es tuyo ¿De acuerdo? Ve a comer.

—Si tía Nea.

Me sorprende su beso en mi mejilla y pasa corriendo por mi lado.

Medio sonrio y mi vista se fija en el suelo de madera, hay una tabla fuera descubriendo una clase de escondite o hoyo.

Estoy por dejar el baúl dentro cuando vuelvo a escuchar esa voz. La curiosidad gana, paso mis dedos por el broche y tras tocarlo, suena un clip y se abre el baúl notando en su contenido un viejo libro de cubierta negra con una estrella de cinco picos en el centro.

Con una mano saco el libro y lo inspecciono, tiene un broche que impide abrirlo más no tiene orificio donde va una llave.

—Nea —aparto la vista al escuchar a Caro— te mandé por Joan y ahora soy yo la que tiene que venir por ti. Anda, ya te estamos esperando.

—Voy —respondo sin verla. Escucho la puerta cerrarse y dejo el libro en su lugar dentro del baúl. Después introduzco el baúl en su escondite y lo cubro con la tabla dejándolo otra vez oculto.

++ Ideas/fotos referente del capítulo

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