Capítulo IV: Invitalos a cruzar
“Si vas a abrir una puerta, procura que el monstruo no salga”
|Draven Villeel|
N E A B A K E R
Es otro día en Neevil, exactamente cinco días desde que llegamos a este raro pueblo. Por Carolina, por Joan acepté quedarme y convivir en la misma casa de Jhon Baker.
Al estar despierta, trato de moverme cuando un peso sobre mi, me lo impide. Bajo la vista notando otra vez a Joan dormido a mi lado abrazándome.
No es la primera que se cuela por las madrugas a mi cama dejando sola a Carolina, justamente desde el tercer día de estar aquí. La primera noche, lloró sin dejarnos dormir hasta altas horas de la madrugada.
Joan no se acostumbra y yo tampoco.
Con cautela de no despertarlo, retiro su brazo y comienzo a levantarme hasta lograr salir de la cama.
Al estar de pie, sonrio al verlo. Su cabello blanco luce despeinado, cada vez que lo veo, encuentro más similitudes con Jhon. Mi sobrino luce sereno, el claro ejemplo de la inocencia entre el mal de este mundo.
Suspiro y cubriendolo con la sábana me doy la vuelta viendo a Carolina en la cama de a lado aún dormida abrazando la almohada.
—¿Por qué tan feliz? Tienes cara de enamorado —me burle de la expresión de mi hermano. Desde hace una semana parece perdido, pensativo y suspira sin soltar un celular que juro no usar— ¡Jhon!
Le lancé mi borrador al estar haciendo la tarea, sinceramente no me gustaba el estudio, es en vano para alguien como yo.
—¿Qué... qué pasa?
—Tú —rei, con mi mano cerré mi cuaderno sin necesidad de tocarlo apoyando mis brazos— ¿Quién es?
—¿Quién?
—Jhon, quien te tiene así. Confía en mi —volvió a suspirar, revolvió su cabello blanco y se levantó del sillón sentándose sobre la alfombra quedando del otro lado de la mesa de centro frente a mi.
—Si es una chica.
—¿Cúal es su nombre? ¿Cómo es?
Jhon apoyó sus brazos sobre la mesa.
—Carolina Walsh, es de mi edad y es tan... hermosa.
Sonreí al verlo raramente feliz.
—¿Dónde la conociste?
—La salvé de un accidente —fingió acomodar mis colores.
—Todo un héroe.
—De un accidente conmigo Nea, venía distraído por la calle y choqué con ella. La salvé de no caer al suelo —suspiró y alzo la vista— ¿Creés que soy torpe? — asentí — ¡Ey! —me lanzó el mismo borrador causando mi risa— hemos estado en contacto —movió su celular dejándolo sobre la mesa. Percibi un brillo en sus ojos cuando sonó — Es ella —lo agarró sonriendo al escribirle.
Ese día, despertó mi curiosidad de conocer a Carolina. Era la primera vez que veía a Jhon comportarse así a sus 16 años.
—¿Ella es Carolina? —le pregunté al haber logrado convencerlo de acompañarlo.
—Ella es Caro.
Situada a su lado, vi una chica más alta que yo salir de su instituto hablando con otras chicas. Era castaña y al notar nuestra presencia tenía ese mismo brillo al ver a mi hermano.
—Deberías salir con ella —le sugerí en cuanto la vi acercarse hacia nosotros.
—No lo creo, a papá no le gustará
—Él ni siquiera está aquí —gire a verlo.
—Somos diferentes Nea, como Baker no se nos permite involucrarnos con normales —me respondió sin verme, sin darme el tiempo de contradecirlo cuando Carolina se le lanzó encima dándole un beso en la boca.
Jhon no solía ir en contra de las creencias de Jhony Baker hasta que conoció a Carolina.
Y desde que la conocí me cayó bien, nos llevamos bien.
Fui cómplice de su noviazgo de un año ocultandolo de Jhony Baker. Cuando Jhon tenía 17, Caro quedó embarazada, tuvieron a su primer hijo Joan y al año, mi hermano ya no estuvo con vida para criarlo.
Dejo de ver a Carolina sin querer recordar el pasado. Suspiro y agarrando mi chaqueta de la orilla de la cama, me la coloco al igual que mis zapatos hasta salir fuera de la habitación mientras peino mi cabello con mis dedos.
Como cada día, me cruzo con Mauren Agnes al llegar a la cocina, en verdad es cercana a Jhony Baker cuando siempre viene y lo ayuda. Siempre con esa mirada de desconfíanza hacia mi cuando es mutua.
—Jhony ya despertó
—No te pregunté —tomo asiento en la silla. Ella resopla, la escucho emitir un "niña insolente" por lo bajo y darse la vuelta apagando la tetera.
En silencio comienza a preparar un té sin dejar de verla.
—Lucky no —dice sin dejar de ver la taza moviendo la cuchara.
Aparto la vista al sentir a su gato cerca de mis pies.
—Otra vez tú gato. Mantenlo lejos de mi Mauren.
Ríe burlona
—Le agradas —alza la vista avanzado tres pasos— no me lo matarás ¿o si? —su sonrisa se vuelve macabra— descuida Nea, también cargo mis propios males.
Pasa por mi lado, su gato se va con ella.
—¿Qué tanto sabés de mi? —mi voz la hace detener sus pasos.
—Lo suficiente. Hija de Jhony. Solitaria y asesina. No puedes ocultarlo Nea, así hayas escapado de todo en Valoltli, que fue fácil encontrarte —suspira con exageración—no puedes evadir tú pasado.
Sigue su camino, dejo de escucharla dejándome sola.
Comienzo a creer que en realidad si es una Bruja aunque no tolere ese término.
—¡Nea, buen día!
Duro poco tiempo de soledad cuando una Carolina sonriente como siempre aparece.
—Hola Caro ¿Y Joan?
—Sigue dormido —la veo aparecer a mi lado— otra vez tuvo pesadillas.
—Lo escuché y otra vez se cambió de cama.
—Mi niño —Caro se sienta en la siguiente silla borrando su sonrisa— Le esta afectando estar aquí.
—No es el único —murmuro.
Carolina niega, se levanta en dirección a la estufa.
Tengo una duda que no logro entender.
—Sobre el accidente que tuvimos ¿cómo te curaste tan rápido?
—No fueron... heridas graves
Me remuevo en mi lugar apoyando mi brazo en la silla.
Me considero directa sin rodeos a cualquier tema.
—¿Haz notado algo raro en Joan?
Sus hombros se tensan
—¿Raro? —ríe nerviosa— Joan es... un niño normal como todos —carraspea.
—Carolina —pronuncio con seriedad.
Me sigue dando la espalda.
—Comenzaré a hacer el desayuno para todos y más tarde quiero ir de compras ¿me acompañas?
Ruedo los ojos ante su cambio de tema.
—No volveré a salir al pueblo
Hace tres días solo gané miradas y susurros. Me di cuenta que en Neevil si hay un número de habitantes durante el día. Varias casas mantienen sus puertas abiertas durante esas horas cuando por la tarde, cierran, se ocultan aun siendo sospechoso la línea blanca en cada casa.
Y según Mauren Agnes, por las noches nadie sale más en una ocasión escuché ruidos provenir de afuera. A no ser por Carolina que apareció y me mandó regresar a la habitación, hubiese salido.
—No es tan malo Nea —me contesta Carolina—pero si no quieres, esta bien ¿Te quedas cuidando a Joan? —se voltea y asiento— Gracias, surtire suministros.
Lo considero necesario cuando hay muy poco en la alacena. No comprendo como Jhony Baker sobrevivía si Mauren Agnes se encargaba de él.
—No gastes todo tú dinero, acepta parte del mio.
—No puedo Nea, ese dinero es tuyo.
—Caro, para eso es. Ya buscaré otro trabajo donde gane dinero.
Aunque dudo que alguno pague tan bien como trabajar con Caston.
—Nea, no quiero sonar cruel contigo pero ya sé como conseguiste ese dinero. Es mal habido.
La veo fijamente
—¿Cómo lo sabés?
—Le pregunté a Agnes —sonríe nerviosa— Hace días me leyó las cartas y me dejó preguntarle lo que quisiera.
—¿Con Mauren antes que a mi?
—¿Me hubieras dicho a que te dedicabas?
Resoplo y me pongo de pie. A pocos pasos ya estoy en el centro de la casa.
—Me retiré Caro, ya no más —me doy la vuelta— pero por mi, no te lo hubiera dicho.
—No te juzgo Nea, era parte de tu trabajo —se voltea buscando un sartén— ¿eran inocentes?
Pienso en cada uno, nunca fallé, siempre creí la información que Caston me daba.
—Lo merecían
—¡Mami! ¡Tía Nea!
Un Joan aparece corriendo, primero me abraza a mi y después se dirige a Caro que lo espera con los brazos extendidos.
—Hijo —lo carga y lo llena de besos— ¿tienes hambre? —asiente— prepararé lo más delicioso ¿te parece?
—Si mami
Lo baja entre risas tratando de peinar su cabello blanco con sus manos.
—Nea, quiero aprovechar la salida y comprar más ropa y más cosas que necesitemos —le respondo con un bajo "bien" y ella dirige la vista en su hijo —Joan, te quedarás con tu tía Nea, te portas bien y no molestes a tu abuelo.
Con su sentimiento, Carolina comienza a preparar el desayuno. De mi parte sin tener el menor apetito.
...
Horas más tarde, Carolina salió de la casa, se atrevió a pedirle una copia de la llave a Mauren Agnes.
En este momento veo a Joan correr por toda la casa, a perdido lo tímido. Descubrí que es muy imperativo.
Hace una hora, Mauren se fue con su gato prometiendo volver más tarde y aunque este sola, no me atrevo a ver a Jhony Baker e ir a su habitación donde se la pasa encerrado hasta que Mauren se encarga de sacarlo. Nos hizo venir hasta aquí pero no quiere la ayuda de Caro cuando se ofrece a ayudarla despertando esa curiosidad de querer saber el verdadero motivo.
—Joan
Dejo mis pensamientos a un lado y de la silla me levanto.
—¿Dónde estás?
Comienzo a caminar por el pasillo buscándolo cuando dejé de escucharlo correr y hablar al estar jugando.
Al doblar al pasillo, lo veo quieto viendo esa puerta cerrada.
—Joan ¿qué haces ahí? —me acerco, mi mano en su hombro lo saca de trance al girar a verme.
—¿La escuchas? Dice mi nombre.
Me agacho a su baja altura y desvío la vista en la puerta.
Lo raro es que también escucho esa melodiosa y atrayente voz del otro lado de la puerta al pronunciar el mio.
—Ignora la voz —emito para ambos y me levanto— vamos a jugar en otra parte ¿te parece?
Él asiente y vuelve a correr pidiendo alcanzarlo.
A pasos cortos lo sigo, cuando llego a su puerta me detengo. Me acerco y coloco mi mano en la perilla sin girarla al percibir silencio del otro lado.
>No entres<
Me repito internamente a mi misma.
Entonces retrocedo y regreso a la pequeña sala con Joan.
Cuando quiero ver a quien se supone es mi padre. Una voz interna me recuerda el pasado y sigo alejándome más.
(...)
—¡Volví!
Dejo de revisar la casa cuando no he encontrado nada importante más que plantas con olores fuertes en la alacena, deben ser de Mauren.
—Hola Caro —me acerco a ella ayudándole a sostener varias bolsas.
—Hijo, que bonito te quedó —le da un beso en la frente al verlo dibujar en la mesa con un libro para colorear que le compró hace días. Lo único que lo mantuvo quieto —Me volví a subir a una carroza —me dice al verme, ambas dejando las bolsas sobre la mesa— y encontré algo de comida saludable y algo de ropa.
Reviso cada producto envasado, al menos aun no caduca el plazo de caducidad.
—¿Te volvieron a ver como la rara?
—Somos nuevas en Neevil Nea, es lo normal —se cruza de brazos— por cierto, Yane me pidió que le ayude, creo que ya tengo trabajo.
—Aclarale que no vamos a durar mucho tiempo aquí.
Hace una mueca
—Ya lo estoy dudando, tú padre no mejora y aquí no hay celulares que vendan, creo nadie los usa para poder llamar a un especialista.
—Yo sigo creyendo que se trate de una enfermedad.
—Nea —usa ese tono de advertencia— ¿haz ido a verlo?
—No
—¿Y si necesita algo?
—Mauren dijo que ella lo atendería.
—¿Acaso vez a Agnes aquí? —comienza a agarrar varios productos y dejarlos en la pequeña alacena— ve a comprobar que este bien.
—Caro...
Me apunta el pasillo con una lata de embutidos. Suelto un suspiro y a regañadientes me doy la vuelta.
—Lo veo, lo compruebo y regreso.
Avanzo por el pasillo hasta detenerme otra vez en esa puerta.
Tomo una profunda respiración y antes de ir a verlo, abro la puerta dejando de escuchar esa voz. Dentro, me dirijo a la tabla, me agacho y saco el mismo baúl que sigue justo donde lo dejé y con el entre mis manos salgo del cuarto en dirección a la habitación de Jhony Baker.
Me atrevo a girar la perilla y empujo la puerta adentrándome. Lo veo sentado en la cama, en esa posición sin moverse o hablar con su espalda recargada en la cabecera.
—Carolina me pidió venir a verte —me detengo a pocos pasos de la cama. No sé por donde comenzar. No sé de que hablar con él. Reclamarle o simplemente quedarme callada sin dejar de verlo.
O sabe fingir muy bien sobre su mal estado de salud o me equivoqué y realmente si esta muy enfermó.
—Quisiera que hablarás y me explicaras tantas cosas —carraspeo— De Neevil, de mi, de la muerte de Jhon — paso saliva al sentir un nudo en mi garganta— quiero saber... ¿Cómo murió? ¿cómo es que terminaste aquí, así? —bajo la vista en el baúl— ¿Tú escuchas esa voz? ¿Por qué solo la escuchamos yo y Joan? Desde niña, tú y mi hermano me han pedido no involucrarme, hice todo lo que me pidieron pero ahora, estoy recordando y reviviendo lo mismo.
Silencio
Es frustrante no escuchar su voz a como la recuerdo.
—Haz un esfuerzo Jhony Baker —rodeo la cama, al estar del otro lado, sin poder mover su cabeza inclinada sus ojos son fijos en mi. No parece feliz de verme, más bien tenso al abrirlos como si estuviese asustado— Dame una señal, algo para entenderte. Entre más pronto sanes, más rápido nos vamos de Neevil.
Sus ojos se posan en el baúl, una vena se remarca en su frente como una capa de sudor.
Entonces me inclino un poco.
—¿Qué te sucede? —poso mi vista en su mano, por un momento creí ver su dedo moverse un poco— Sé que es tú baúl, que sueles esconder todo, en eso no haz cambiado. No debería tenerlo y respetar sea lo que sea que ocultas aquí— abro el baúl sacando el viejo libro— Joan lo encontró ¿qué contiene?
Dejo el baúl sobre la cama y esta vez inspeccióno más el libro sin encontrar una forma de abrirlo.
—Jhon le dio una llave a Carolina hace años, le pidió dártela, que es tuya ¿abre esto? —lo muevo cerca de sus ojos.
Enarco una ceja al ver que hace el esfuerzo de hablar, sus labios se entreabren y tengo que inclinarme lo suficiente para descifrar el ruido que emite.
—No te entiendo —contengo la respiración un poco agudizando mi oído —¿mal? —me alejo un poco viendo su rostro que se contrae en frustración— ¿quieres decir mal?
—¡¿Qué haces con eso insolente?!
Un grito me sobresalta, desvío la vista en la puerta viendo a Mauren Agnes pálida.
—Dámelo, dámelo rápido —retrocedo con el libro cuando ella se me acerca a zancadas —¡alejalo de él! —me lo arrebata, con repulsión lo lanza dentro del baúl y lo cierra con fuerza —Niña estúpida, insolente, ingenua —se voltea abrazando el baúl— ¡No vuelvas a agarrarlo y mucho menos abrirlo!
—¿Qué es? Debe tener un valor para que estés así.
—Cállate, no sabes nada —me apunta. Su mirada me recorre de pies a cabeza —lograste encontrarlo y abrirlo.
—Joan lo descubrió primero
—El nieto de Jhony —se gira viéndolo— lo sabia.
Luce como una demente.
—¿Tú puedes escuchar esa voz? Proviene del baúl, del libro.
Mauren Agnes regresa a verme y estalla en una carcajada.
—Niña, suenas como una desquiciada ¿Cúal voz? Aquí no hay nadie más que un viejo libro con la vida escrita de tu padre. Si tiene un valor sentimental para él y no te corresponde leerlo.
—¿Escribió un diario?
Giro a verlo
—No lo conoces tanto Nea
Guardo silencio al tener ella razón.
—Reaccionó —carraspeo— lo vi mover un dedo e intentar hablarme.
—No puede ser ¿qué parte de inmóvil y sin voz no entiendes? Jhony Baker, no mejora —se acerca y sin sutileza me agarra de brazo encajandome sus uñas — ya sal de aquí que solo empeoras su salud.
—Suéltame
Me empuja fuera de la habitación, cerrando la puerta al salir apurada con el baúl mientras la sigo.
—¿Quién te crees que eres? ¡Mauren!
Me cierra la puerta en la cara en cuanto llega a ese cuarto. Trato de entrar cuando me es difícil abrirla.
—Anciana maldita —espeto molesta. Debió colocar el seguro por dentro.
Recargada en la pared la espero. Dura poco tiempo en salir, al verla me alejo y ella apoya su frente en la puerta susurrando palabras inentendíbles.
Esa voz no vuelvo a escucharla más.
—Nunca viste ese baúl ni mucho menos su... diario —me dice al darse la vuelta y regresa a la habitación de Jhony Baker.
Cuando la pierdo de vista, me acerco a la puerta. Giro la perilla sin acceder esta vez cuando no la vi usar una llave. Con un golpe me alejo regresando con Carolina y Joan.
(...)
Esta vez comemos solas cuando Mauren no trae a Jhony Baker a la mesa como todos estos días.
Sin emitir mucha palabra con Caro, agarró dos platos de comida, dos tazas de te y en una charola se lo llevó diciendo:
—Jhony ni yo las vamos a acompañar y no nos molesten.
Lo último iba dirigido a mi con esa mirada fulminante.
No quise contarle a Carolina sobre lo sucedido con ella, con Jhony Baker y su viejo diario.
Caro no sospecha y quedó conforme con mis respuestas:
—¿Qué crees que le pase?
—No le agradamos
—No lo creo Nea
—O es una anciana con mal humor.
Causé su risa sin continuar con el tema.
—Mami ¿puedo salir a jugar?
—Joan, ya casi es de noche —le hace puchero— Esta bien, pero no salgas de la casa, juega en el patio.
—Si Mami
De un salto Joan se baja de la silla, agarra dos carritos de juguete y sale de la casa hasta perderlo de vista.
—No le gusta estar encerrado
—Es un niño Caro
La veo levantarse, agarra los platos y los lleva al pequeño fregadero. Sinceramente, esta casa parece más habitada y limpia con nosotras aquí.
—¿Quieres que te ayude?
—Yo me encargo, te toca barrer —ríe.
Le paso mi plato, mi vaso y ella me entrega una escoba.
—Que aburrido es la limpieza
—Es algo tan normal Nea
Carolina se da la vuelta comenzando a lavar cada traste.
Suspiro sosteniendo la escoba con fuerza.
No estoy acostumbrada a esta vida normal y rutinaria.
Extraño Valoltli, extraño la adrenalina al trabajar para Caston. Extraño sentir el alivio del odio al usar una arma en vez de una escoba.
✝✝✝
—¿Nea?
Musito y volteo a ver a Carolina que recoge los juguetes de mi sobrino.
—¿Puedes ir por Joan? Ya es tarde y no quiero que este fuera de casa.
—Claro
Dejo de colocar troncos de madera en la chimenea y me dirijo a la salida. Al salir por la puerta lo busco en el patio.
—¿Joan?
Afuera ya comienza a oscurecerse. No tengo la certeza de que hora es exactamente pero el sol acaba de ocultarse.
—Joan —se instala una alerta en mi pecho al ver la puerta de barrotes abierta sin Joan por ningún lado. No entiendo como salio si tenía candado. Apurada salgo de la casa, un paso en la calle y me tranquilizo al verlo jugar en el suelo con sus carritos— ¡Joan! —troto hasta alcanzarlo— Caro te pidió no salir.
Él alza la vista para verme, extiendo mi mano y lo ayudo a ponerse de pie.
—Quise jugar con ellos. Hice amigos tía Nea— levanta su mano apuntando al frente.
A mitad de la calle veo 6 niños de diferentes tamaños y apariencia. Todos pálidos sin dejar de verme apuntando la Mansión.
—Entremos Joan, ya es tarde para que juegues con ellos —lo agarro del hombro y lo guio de regreso a la casa.
Él primero entra y estoy por cruzar cuando un agarre en mi brazo me hace retroceder.
—No quise asustarte —me volteo safandome con brusquedad de su agarre escuchando una voz femenina— Soy Sasha, somos vecinas —señala la Mansión detrás de ella— No teníamos el gusto de... conocernos.
Me recorre con la mirada
Y yo a ella
Es joven, tez clara. Lleva un vestido ampon negro con telas rojas en el corsé. Sus manos son cubiertas por guantes de tela color crema hasta sus codos como la sombrilla negra que mantiene abierta inclinada cubriendo su rostro de los pocos rayos del sol.
Se parece mucho a la mujer de la estatua sin embargo tiene su cabello castaño con rulos con destellos rojizos.
—¿Eres muda? —sonríe con esos labios pintados de rojo.
—No suelo hablar con desconocidas así vivas justo enfrente.
Retrocedo entrando a la casa, ella estira su mano en el aire cerrando su puño sin tocar los barrotes.
—Que descortés —la baja lentamente—Escuché que eres la hija de Baker —lleva su mano a su pecho— Lo conozco de años, ya no lo veo salir.
—Está enfermó y es la única información que tendrás de mi y si me disculpas— jalo la puerta cerrandola— tenemos que entrar.
Ella desvía la vista fijándola en Joan, se inclina regalándole una amplia sonrisa.
—Un... niño tan parecido a Baker. Que... guapo eres ¿quieres ir a mi Mansión? Tengo muchos dulces.
Me cruzo de brazos ante su confianza con él.
—¿Puedo ir tía Nea?
—No, ya es tarde para visitas y sinceramente jamás iremos a su Mansión —capto su mirada— no queremos molestar —le doy una falsa sonrisa.
—Para nada
Ladea la cabeza
De pronto, veo a alguien acercarse a ella. Aprovecho para ocultar a Joan detrás de mi y colocar bien el candado.
—¡¿Cuándo fue eso?! —enfoco la vista en ella, luce molesta— otro ¿quien? —esta vez usa un tono ¿triste?
Dejo de verla desviando la vista en un hombre que no deja de susurrarle al oído, dándome la espalda hasta que se aleja y se voltea fijando su mirada en mi.
A simple vista parece joven y no mentiré cuando es muy atractivo con su cabello oscuro revoltoso, tez clara igual que ella, alto de ojos negros portando un chaleco rojo con el resto de negro. Mis ojos se detienen en su cuello notando una línea negra ¿un tatuaje?
—Tú debes ser Nea Baker
Su voz me regresa a verle el rostro fijamente.
>Tú debes ser Nea Baker<
Apesar de ya no ser esa niña, jamás olvidé es voz, esa sombra.
—¿Ya nos conocíamos?
Él comparte una fugaz mirada con ella.
—Nunca nos habíamos visto —regresa a verme y estira su mano en mi dirección respetando el límite de los barrotes. Al igual que ella usa guantes, los suyos cortos y negros —Soy Nicolaik Vleid.
—Vleid —pronuncio sin aceptar su mano. Ante mi rechazo, baja su brazo ocultando su mano en su bolsillo.
Sin evitarlo, suelto una leve risa. Mi mirada va de él a ella.
—¿Así que ustedes dos son los Vleid? He escuchado rumores por el pueblo.
Él da un paso adelante sin cruzar el límite de la casa mientras ella coloca su mano en su hombro.
—¿Qué haz escuchado?
—Que son... los más afortunados. Son los únicos que viven en una Mansión a comparación de todo Neevil. Que son —chasqueo mis dedos— de dinero de la alta sociedad —lo compruebo por su elegante vestuario— Los consideran lideres, dueños del pueblo ¿cierto?
—Los Vleid somos los fundadores —me responde ella— Neevil es nuestro.
Asiento
—Que honor tengo de hablar y conocer a la máxima autoridad de este pueblucho, con todo respeto —señalo a ambos— ¿alguna clase de alcaldes?
—Más que eso
Les sonrio sin sentirme intimidada.
La primera vez que escuché el Vleid si causó mi interés pero solo obtuve información nada interesante.
—¿Por qué no nos invitas a tú casa? Así podemos contarte de Neevil, de nosotros y conocernos Nea Baker.
Se me escapa una risa, niego y ante su mirada coloco el seguro del candado.
—No tengo ningún interés —me despido con la mano. Prácticamente los corro cuando ambos alertan mis sentidos.
—Vámonos Sasha
El tal Nicolaik la agarra del brazo.
—Estamos justo enfrente para cualquier... cosa.
Veo su hilera de dientes blancos, la obligan a darse la vuelta y ambos se dirigen a su Mansión entrando. Sin embargo se mantienen cerca de la estatua hablando entre ellos sin dejar de verme.
Suspiro y desvío la vista en la calle cuando ningún niño está en algún lado.
Entonces me volteo llevándome a Joan. Abro la puerta, él entra corriendo y estoy por entrar cuando la anciana me lo evita con su cuerpo cruzada de brazos.
—Ya los conociste, no te confíes Nea—frunzo el ceño— Sabés de lo que hablo, deja de fingir y comienza a recordar.
—Estas loca —me limito a decirle, con mi hombro la aparto al entrar a la casa sin embargo su mano en mi brazo me detiene.
—¿Viste esos niños? Se quedaron atrapados con sus almas vagando y solo nosotros podemos verlos —se inclina a mi oído— son como fantasmas que alertan sobre la oscuridad.
—No creo en fantasmas
Giro a verla, me safo de su agarre y me avanzo dejándola sola y atrás.
No otra vez
No quiero que mi pasado torture mi presente.
✝ Doble capítulo sigan leyendo ✝
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