Mina se había enojado, y es que, ¿Cómo su ex esposo intentaba quitarle a su hija? Si bien para el momento que ella intente irse a América para estudiar en una Universidad prestigiosa ya sería mayor de edad, consideraba que era una traición que ambos la dejasen. No entendía el mal comportamiento de Jennie, ni la forma en que sus ojos la observaban con rencor, intentando acuchillarla con estos mismos. Lo dio todo para ser una buena madre desde su adolescencia, solo quería que ella sea feliz a su lado, con un padre presente.

Si se volvía a casar, tal vez así le daría uno de sus deseos.

Intentó llamar a Taehyung, pero no contestaba, frustrada volvió a ingresar a la casa buscando a su hija.

— ¿Le dijiste que si? — preguntó, ofendida. La joven asintió, aún sentada en el sofá con su amante frente a ella — ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué quieres irte con una persona que casi no estuvo presente en nuestras vidas?!

Su dolor iba más allá de sí él estuvo presente o no, todo se trataba de que su hija, la niña que amó, había elegido sobre todo a un hombre que a penas la visitaba. Era traición, por donde lo viera era así.

— Es mi padre, también tiene el derecho. — contestó.

— ¡¿Derecho?! ¡Su único interés verdadero es apartarte de mi lado!

— ¡Tú misma me apartaste de tu lado, madre!

— ¡No me faltes el respeto! — su mano se alzó, pero antes de siquiera tocar el rostro de la joven, otra persona la sujeto con fuerza. Lisa la sostuvo, reteniendola.

— Tranquilas ambas, las cosas no se solucionan así.

— Es verdad. — se separó de la menor y tomó su bolso — Carga tus maletas, Jennie. Nos vamos a casa.

— ¡No puedes decidir por mi!

— Iremos a casa ya mismo, más tarde hablaré con tu padre.

— ¡Te odio! — furiosa se levantó para ir corriendo escaleras arriba.

Manoban permaneció con una expresión neutral, observó a la mujer a su lado con curiosidad mientas esta pertenecía pensativa, con dolor. Se le estaba yendo de las manos la situación. Entendiendo como estaba, pasó su mano por la cintura de la femenina y la pegó a ella.

— Todo estará bien, solo dale tiempo para pensar.

— Está actuando como una malcriada. — gruñó — Subiré al auto, no aguanto más de un minuto aquí. Encárgate de que termine sus maletas y hazla subir, nos vamos lo antes posible.

— Está bien.

Ahora es cuando ella mostraba su verdadera faseta, una malhumorada mujer que disfrutaba tener el control en la relación. La dejaría irse por su camino, mientras más pensaba ser el centro, ella podría cometer sus actos en las sombras, como hasta ahora. Cuando ella se fue de la casa azotando la puerta, buscó con su mirada a la dueña del hogar, pero esta parecía haber salido al jardín, la vio regando sus plantas. Lisa sonrío y subió las escaleras.

La habitación de puerta blanca fue abierta, la volvió a cerrar detrás de su cuerpo y miró a la jovencita empacar sus cosas entre sollozos.

— ¿No quieres irte? — su pregunta la exaltó, sorprendida detuvo lo que hacía para girar la cabeza en su dirección.

— S-Señora Manoban..

— Necesito que contribuyas, Jennie. — se acercó a paso lento.

El pobre corazón de la chica no resistía verla, era el dolor más grande que atravesaba. Tenía toda su fé en esa mujer, necesitaba tenerla. Se dejó abrazar, desconsoladamente permitió que su cuerpo se uniera al de ella.

— No sé que hacer en estos momentos, estoy confundida.

— Haz lo que digo, es lo mejor para ambas. — se separó para verla fijamente, teniendo sus mejilla entre sus manos — ¿Confías en mi, dulzura?

¿Confiar en ella? ¿La misma persona que le mentía una y otra vez?

— Es que...

— Arma tus maletas, te necesito cerca estos meses.

Solo habían opciones que llevaban a eventos desastrosos, cualquiera fuera a tomar seria su final.