28
pov's omnisciente
— ¿Te veo más tarde o sigues con el trabajo?
— Si lo termino antes iré, pero no me esperes. No prometo nada.
— Esta bien. — con un último asentimiento salio del apartamento, caminando solo unos pasos hacia el suyo. Cuando ella ya entró, Lisa cerró la puerta e ingreso a su hogar, caminando en silencio hacia la habitación.
Cuando Jennie escuchó sus pasos acercarse se alejó de la puerta para ir rápidamente hacia la cama, sentandose en esta, llena de nervios trató de aparentar estar segura, de fingir que no tenía miedo. Su madre estaba a sólo unos metros de ella, podría ayudarla si algo malo pasaba, sin embargo, prefería arriesgarse, porque en las manos de la Señora Manoban en realidad nada podría ser tan malo. Tragó saliva cuando la puerta fue abierta, ésta ingresó con una expresión tensa en su rostro, al verla tan rígida se aliviano un poco.
Liberó el aire retenido en sus pulmones, como si dejara caer la carga que llevaba hace días. Caminó hacia la cama, donde se dejó caer boca arriba, tomando esto como una señal de que todo ya estaba más tranquilo, la joven chica se acostó sobre su brazo extendido, reposando su cabeza sobre este, mientras su brazo rodeaba la cintura de la mayor. Sus fosas nasales se vieron invadidas por el perfume de Manoban, deleitándola.
— Lamento haber actuado así. — dijo, llamando su atención, subió la vista a ella — Prometo no hacerte nada contra tu voluntad.
— Yo... de verdad tenía miedo. — nuevamente algo en ella quería derramar las lágrimas de una inocente, se arropó más contra el cuerpo de la mujer.
— No te haré daño, Jennie. Jamás, ¿Me crees capaz de herir a lo que más atesoro? Cortaría mis manos antes de hacer algo que a ti que no te guste. — se dio la vuelta, rodeándola con sus dos brazos, la pegó más a ella mientras bajaba levemente para besar su cabeza en un dulce gesto — No te preocupes por tu apariencia, para mi eres hermosa.
A su lado no estaba segura, pero su corazón se sentía protegido, por sus dulces palabras que llegaban a su cabeza destruyendo todas las escenas donde ella la atacaba. Sólo unos lindos gestos podían arreglar cualquier pelea. Pero todavía no podía quitar aquella conversación de su mente, ¿Su padre se iría del país? ¿Y por qué de su abuela? No, no quería eso.
— Señora Manoban...
— ¿Hmm?
— ¿Usted... usted planea algo con mi madre?
Tal vez no debió hacer la preguntan tan repentinamente, y mucho menos bajo ese contexto, pero ya era tarde.
— ¿Qué te hace creer que tu madre está involucrada? — y rió, tan suave que creyó morir ahí mismo, sentía cada movimiento de su pecho, y cada respiración irregular — Mi dulce Jennie, ¿Cuando entenderás que todo esto es solo por nuestro bien?
— ¿Por nuestro bien...?
— Para que nadie nos separe. — susurró más cerca de ella, teniéndola atrapada en sus brazos — Jamás.
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